POLÍTICA CRIMINAL
arcaitx2 de Mayo de 2014
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DISEÑO DE UN PROGRAMA INTEGRAL DE POLÍTICA CRIMINAL EN LA VIOLENCIA DE GÉNERO
Arkaitz Carmona Grillo
DNI: 34.782.124-Y
3º de Criminología a Distancia
CISE-Universidad de Salamanca
ÍNDICE
1. ESTUDIO DEL FENÓMENO CRIMINAL
Página 3
1.1. SOMOS DIFERENTES
Página 4
1.2. ¿ELLOS CAZADORES Y ELLAS RECOLECTORAS?
Página 5
1.3. ¿POR QUÉ UN HOMBRE AGREDE A UNA MUJER?
2. SELECCIÓN DE LOS INSTRUMENTOS PARA PREVENIRLO
Página 7
2.1. PROPUESTAS SOCIALES
Página 9
2.2. PROPUESTAS LEGISLATIVAS
Página 11
2.3. PROPUESTAS EDUCATIVAS
3. DISEÑO DEL PROGRAMA
Página 12
3.1. MEDIDAS CONGRETAS
Página 16
3.2. RECURSOSO HUMANOS Y ORGANIZACIÓN
4. BIBLIOGRAFÍA
Página 18
1. ESTUDIO DEL FENÓMENO CRIMINAL
1.1. SOMOS DIFERENTES
Hombre y mujer están construidos de forma diferente, con materia diferente y siguiendo diseños diferentes. Los descubrimientos científicos avalan esta afirmación. Vayamos por partes:
Los cromosomas que se encuentran en cada una de las células de nuestro cuerpo, contienen genes que determinan las características de cada persona. En este sentido las mujeres poseen dos cromosomas X y los hombres portan un cromosoma X y uno Y, responsable este último de las características masculinas. Siempre se pensó, o por lo menos así nos lo hicieron creer, que el XX -la Eva, el sexo débil- había partido del XY -Adán, el sexo fuerte-. Vamos, lo de la costilla. Hace unos años, la prestigiosa revista Science publicó un estudio en el que aseguraban que el cromosoma Y era una versión erosionada del cromosoma X. Ambos tenían el mismo origen pero no habían evolucionado de la misma manera. Posteriormente y después de secuenciar el cromosoma X, proyecto en el que participaron más de doscientos cincuenta científicos, se llega a la conclusión de que dicho cromosoma es mucho mayor que el Y, contiene 1.100 genes, casi el 5% del genoma humano, mientras que el Y posee menos de 100. La mujer posee además dos copias de dicho cromosoma aunque uno de ellos se cree que está en gran parte desactivado. Los investigadores coinciden en señalar que las diferencias entre los dos sexos son en estos momentos "intrigantes" e incluso se atreven a decir que ello puede significar que no existe un genoma humano, sino dos: uno masculino (el cromosoma X de los hombres es el mismo para todos) y otro femenino (el cromosoma X de las mujeres muestra patrones genéticos distintos). Si nos fijamos en el cerebro, "Las mujeres gozan de una red mucho más intensa y sofisticada de conexiones cerebrales, de modo que el transporte de un hemisferio a otro es infinitamente más fluido. El hombre presenta mayor desarrollo del derecho, mientras que en la mujer ambos son casi iguales y están mejor conectados. El cerebro femenino depura la especialización y se hace polivalente, el masculino no.
Pasa lo mismo con el diseño de nuestros cuerpos, resultado de miles de años de evolución biológica y de adaptación al medio. Desde esta perspectiva "el macho de la especie humana -especialmente de cintura para abajo- es exactamente igual que cualquier macho de otra especie. Mientras que la mujer tiene una serie de características fisiológicas que la hacen radicalmente distinta a cualquier otra hembra que exista, incluidas las monas. Han sido ellas quienes a lo largo de millones de años de evolución soportaron cambios en su organismo que impulsaron la evolución de la especie humana". Pasamos de andar a cuatro patas a caminar sobre dos y a partir de ahí se desencadenaron importantes cambios en la evolución humana.
1.2. ¿ELLOS CAZADORES Y ELLAS RECOLECTORAS?
Este estereotipo que recogen numerosas películas y novelas, es pura invención, es algo demostrado científicamente. Hasta hace muy poco los libros de evolución sólo hablaban del macho, del mono cazador; la hembra siempre tuvo un papel secundario. Era él quien llegaba con la pieza cazada a cuestas y alimentaba a la prole. Pero aquel hombre primitivo era frágil, con muchas limitaciones físicas. La caza era muy peligrosa sobre todo en las llanuras y tampoco tenían utensilios para llevarla a cabo. Por los datos que se han podido recoger, es más probable que los hombres se agrupasen para juntos recorrer grandes extensiones de terreno en busca de carroña comestible. En el mejor de los casos recogían huesos para aprovechar la médula y el encéfalo, ricos en proteínas y grasas. El llamado sexo fuerte, lo era en músculo o tamaño corporal, pero no era el que alimentaba al grupo. Las hembras, los miembros en teoría más débiles, eran las que alimentaban a estas sociedades y lo han seguido haciendo hasta ahora". Hemos podido conocer que ellas no sólo recolectaban alimentos, sino que también organizaban la aldea, construían chozas, se encargaban de la comida y la distribuían. La agricultura y ganadería eran la base sobre la que se edificaron estas primeras tribus. Todo lo recibían de la tierra, que para ellos era una especie de madre gigante que "paría" alimentos y hacía posible la vida.
1.3. ¿POR QUÉ UN HOMBRE AGREDE A UNA MUJER?
Según algunos, se trata de "una forma de ejercer el poder ya sea a través de la fuerza física, psicológica o sexual, y necesariamente implica la existencia de una persona en posición superior respecto a otra. La violencia de género la sufren las mujeres simplemente por el hecho de serlo. Es una cuestión de dominación masculina en la que el hombre, considerando inferior a la mujer intenta dominarla para así dejar claro que es superior a ella".
El inicio de los malos tratos en una relación suele coincidir con períodos como: el noviazgo -donde aparecen pequeños incidentes violentos sutiles que la mujer no percibe como tales- o el inicio de una convivencia en pareja. Pero también pueden aparecer en momentos en los que aumenta el poder personal de la mujer por cambios en su vida a nivel profesional, cuando se libera personal y socialmente, lo que conlleva por tanto a una independencia económica. Es entonces cuando ésta pide más ayuda, más colaboración por parte del hombre y éste por miedo a perder el poder de autoridad y económico, y viendo amenazada su supuesta superioridad sobre la mujer, se comporta de forma más violenta. Los maltratadores suelen ser hombres que creen en el estereotipo masculino, creen que por ser hombres tienen el poder dentro de la casa y desean mantenerlo, usando para ello la violencia física y psicológica, si la liberación de su pareja como mujer y como profesional se convierte en amenaza. Nos encontramos ante una mujer que ya no necesita de su pareja para sobrevivir económicamente, que tiene una vida fuera de la familia y es consciente de la igualdad entre hombre y mujer que se relaciona y tiene más recursos sociales. En esta situación el agresor consiente de la pérdida de sus privilegios y pudiendo perder el control que pretende ejercer sobre su pareja, da un salto en ese dominio y aparece la agresión.
Las formas de violencia contra la mujer en el entorno familiar, contexto donde debería de sentirse más protegida, son variadas:
Violencia física: empujones, golpes, patadas... que producen daño físico, miedo y malestar en la víctima.
Violencia psicológica o abuso emocional: actos de degradación, humillación, chantaje emocional, insultos, hacerla sentir loca, culpabilización, control de sus actividades, etc. Atenta contra las defensas psicológicas de la mujer, contra su autoestima y percepción, conlleva graves consecuencias ya que bloquea los recursos de la mujer.
Violencia sexual: abuso, violación o coerción sexual en el sentido de forzar a realizar prácticas sexuales que resultan degradantes o humillan a la mujer. El agresor intenta que la mujer cumpla con las funciones impuestas por su rol de género o bien utiliza las prácticas sexuales como medio de reconciliación o castigo.
En el año 2005 iniciaron su andadura los juzgados especializados en combatir la violencia que sufren las mujeres -algo más de 430 juzgados en toda España-. En algo más de un año ya han atendido más de 120.000 denuncias, según el Consejo General del Poder Judicial
El problema de la violencia contra la mujer existe desde tiempos inmemoriales aunque ha permanecido oculto debido fundamentalmente a la creencia social de que admitir su existencia sería una intromisión y que atentaría por tanto contra la integridad de la familia. En los últimos años se ha trabajado mucho para documentar la incidencia de la violencia, tomar las medidas necesarias en prevención y acabar con la misma. Hoy se considera a la violencia no sólo como un mal social sino como un delito y se trata como tal. Ha aumentado la conciencia social de esta lacra, se trabaja desde diferentes ámbitos, como el policial, sanitario, judicial y social para unificar criterios y de forma coordinada poder prevenir la violencia de género.
La violencia en general es una conducta aprendida a partir de modelos
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