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Trastornos Alimenticios


Enviado por   •  20 de Junio de 2013  •  4.894 Palabras (20 Páginas)  •  269 Visitas

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Trastornos de la Conducta alimentaria (TCA): engloban varias enfermedades crónicas y progresivas que, a pesar de que se manifiestan a través de la conducta alimentaria, en realidad consisten en una gama muy compleja de síntomas entre los que prevalece una alteración o distorsión de la auto-imagen corporal, un gran temor a subir de peso y la adquisición de una serie de valores a través de una imagen corporal.

Fisiopatología

Los factores que pueden causar trastornos alimentarios son:

• Factores biológicos: Hay estudios que indican que niveles anormales de determinados componentes químicos en el cerebro (neurotransmisores) predisponen a algunas personas a sufrir ansiedad, perfeccionismo, pensamientos y comportamientos obsesivos y compulsivos. Estas personas son más vulnerables a sufrir un trastorno de la conducta alimentaria.

• Factores psicológicos: Las personas con trastornos alimentarios tienden a tener expectativas no realistas de ellos mismos y de las demás personas. A pesar de ser exitosos se sienten incapaces, ineptos, defectuosos, etc. No tienen sentido de identidad. Por eso tratan de tomar control de su vida y muchas veces se enfocan en la apariencia física para obtener ese control.

• Factores familiares: Personas con familias sobre-protectoras o disfuncionales inflexibles e ineficaces para resolver problemas tienden a desarrollar estos trastornos. Muchas veces no muestran sus sentimientos y tienen grandes expectativas de éxito. Los niños aprenden a ocultar sus sentimientos, desarrollan miedo, inseguridad, dudas, etc., y toman el control por medio del peso y la comida.

• Factores sociales: Los medios de comunicación asocian lo bueno con la belleza física (según cánones actuales) y lo malo con la imperfección física. Las personas populares, exitosas, inteligentes, admiradas, son personas con el cuerpo perfecto, lo bello. Las personas que no son delgadas y atractivas son asociadas con el fracaso.

Clasificación:

Trastorno por atracón: Se habla de trastorno por atracón cuando se produce una sobre ingesta compulsiva de alimentos. Después de este ataque de glotonería aparece una fase de restricción alimentaria en la que baja la energía vital y se siente la necesidad imperiosa de comer. Una vez que se inicia otra sobre ingesta, disminuye la ansiedad, el estado de ánimo mejora, el individuo reconoce que el patrón alimenticio no es correcto y se siente culpable por la falta de control; aun así la persona con este trastorno continúa con este comportamiento a sabiendas de que le causa daño a su cuerpo y salud.

Bulimia

La persona con bulimia experimenta ataques de voracidad que vendrán seguidos por ayunos o vómitos para contrarrestar la ingesta excesiva, uso o abuso de laxantes para facilitar la evacuación, preocupación excesiva por la imagen corporal y sentimientos de depresión, ansiedad y culpabilidad por no tener autocontrol. Las personas que padecen dicha enfermedad llegan a tener hasta 15 episodios por semana. Afecta principalmente a personas jóvenes, en su mayoría son mujeres; también afecta a personas que han padecido anorexia o han realizado dietas sin control. Intervienen factores biológicos, psicológicos y sociales.

Existen dos tipos:

• Bulimia purgativa: después de los periodos de atracones, el enfermo usa laxantes, diuréticos o se provoca el vómito como método compensatorio.

• Bulimia no purgativa: para contrarrestar los atracones, hace ejercicio en exceso, dietas restrictivas o incluso ayunos.

Los factores principales que van a mantener este problema son la ansiedad, la falta de autoestima y la alteración de la imagen corporal. Las consecuencias de las conductas bulímicas son amenorrea, malformaciones en los dedos, problemas dentales y maxilofaciales, debido a los constantes atracones, pérdida de cabello, arritmias que pueden desenfocar en infartos, perforación esofágica, pancreatitis, entre otras. Para evitar el aumento de peso usan métodos compensatorios inapropiados (inducción al vómito).

Etiología

• El menosprecio de los demás o de uno mismo.

• Presión por sentirse bello y querido por los demás.

• Problemas afectivos dentro del seno familiar.

• Necesidad de pertenencia a un grupo.

• Necesidad de sentirse querido.

• Relacionan que el éxito y la prosperidad en la vida tiene que ver con la delgadez.

• Cambios emocionales.

• Depresión y/o ansiedad.

Anorexia nerviosa: La anorexia nerviosa se caracteriza por una pérdida de peso elevado (más del 15%) debido al seguimiento de dietas extremadamente restrictivas y al empleo de conductas purgativas (vómitos, ejercicio físico en exceso). Estas personas presentan una alteración de su imagen corporal sobrestimando el tamaño de cualquier parte de su cuerpo.

Existen dos tipos:

• Anorexia nerviosa restrictiva: El enfermo apenas come y en muchos casos realiza ejercicio en exceso.

• Anorexia nerviosa purgativa: El enfermo utiliza métodos purgativos tales como vómitos, diuréticos o laxantes después de haber ingerido cantidades ínfimas de comida.

Las características psicológicas y sociales incluyen miedo intenso a comer en presencia de otros, dietas bajas en hidratos de carbono y grasas, preocupación por el alimento, abuso de laxantes y mentiras.

Las principales víctimas de este mal son las mujeres, sobre todo las jóvenes, quienes en ocasiones pueden estar influenciadas por ser admiradoras de personas famosas y mediáticas tales como actrices y modelos.

Etiología

• baja autoestima.

• poca vida social.

• sensibilidad al fracaso.

• miedo a engordar.

Vigorexia

La vigorexia es un trastorno caracterizado por la preocupación obsesiva por el físico y una distorsión del esquema corporal (dismorfofobia) que puede presentar dos manifestaciones: la extrema actividad del deporte o, la ingesta compulsiva para subir de peso ante la percepción de estar aún demasiado delgado. Aunque los hombres son los principales afectados por la vigorexia, es una enfermedad que también afecta a las mujeres.

Implica una adicción a la actividad física (especialmente a la musculación): los vigoréxicos suelen realizar ejercicio físico excesivo, a fin de lograr un desarrollo muscular mayor de lo normal, pues de lo contrario se sienten débiles o enclenques. A esta exigencia se suma un trastorno en la alimentación que se hace patente en una dieta poco equilibrada en donde la cantidad de proteínas y carbohidratos consumidos es excesiva, mientras que la cantidad de lípidos se reduce. Esto puede ocasionar alteraciones metabólicas importantes, sobre todo cuando el vigoréxico consume esteroides (que ocasionan cambios de humor repentinos).

Megarexia

La megarexia es un trastorno opuesto a la anorexia nerviosa. Descubierto y denominado «megarexia» por el Dr. Jaime Brugos (PhD), en su libro Dieta isoproteica (editado en 1992) y ampliado en su libro Isodieta (en 2009). Suelen ser personas obesas que se miran al espejo y no lo perciben; por eso no hacen ninguna dieta; por eso se atiborran de comida basura (calorías vacías). Ellos se perciben sanos. Son en cierta forma, personas obesas que se ven delgadas a causa de la distorsión de la percepción que caracteriza a los trastornos alimentarios, cuando la desnutrición que padecen (son obesos desnutridos por falta de nutrientes esenciales en su alimentación), llega a afectar a su cerebro, momento en el que, como sucede con la anorexia, su trastorno alimentario se convierte en una grave enfermedad. Ellos consideran que el exceso de peso es sinónimo de fuerza y vitalidad. Comen de todo y en cantidades abismales, pero muy pocos "nutrientes esenciales" y una altísima proporción de azúcares, féculas, almidones, etc. Comida basura, dulces, frituras, alimentos grasos, postres, etc. son algunos de los platos principales en la dieta de los megaréxicos (de los que padecen megarexia, megarexia no es la persona, es su enfermedad).

Otros trastornos

• Ortorexia: Es aquel trastorno donde la persona obesa come alimentos que ella considera saludables, pero que en realidad no lo son.

• Pica: ingestión de alimentos no comestibles.

• Diabulemia: el enfermo de bulimia, también diabético, manipula las dosis de insulina que debe inyectarse, para adelgazar o compensar los atracones. Aparte de las complicaciones de la bulimia, se añaden las complicaciones mortales a medio plazo, de no inyectarse las dosis correspondientes.

Factores predisponentes

No es posible mencionar un único factor como causa de la aparición de un trastorno de la alimentación, pues las psicopatologías alimentarias son provocadas por múltiples factores, lo que significa que existe una combinación de causas individuales, familiares y socioculturales que desempeñan un papel importante en el desarrollo de cualquier trastorno de la alimentación existente en la actualidad, así como también en el mantenimiento del mismo. Además, los factores en sí no deben ser considerados como causales definidos y diferentes, sino como agentes que pueden hacer a una persona más vulnerable a desarrollar un trastorno alimenticio.

Los trastornos alimentarios no afectan únicamente a la manera de comer; en realidad, se desarrollan como resultado de problemas en la percepción y en la forma en que una persona se ve a sí misma y en relación con su mundo, problemas que son causados por múltiples factores que se vuelven cíclicos y se realimentan a sí mismos, pues los efectos de la desnutrición y semi-inanición agravan los problemas subyacentes y cronifican el problema.

En resumen, una persona está predispuesta o es vulnerable al desarrollo de un trastorno alimentario como resultado de una combinación de factores. A continuación se detallan los factores individuales, familiares y socioculturales que predisponen a la mayoría de las psicopatías alimentarias:

Factores personales

Los factores personales comunes a la mayoría de los trastornos alimenticios que predisponen al padecimiento de una psicopatología alimentaria son:

Pubertad temprana

La pubertad temprana, en el caso de los individuos de sexo femenino, puede ser un factor individual que predisponga a la aparición de trastornos alimenticio.

Un estudio de niñas que no sufrían de trastornos del comer constató que, antes de la pubertad, las niñas comían cantidades de comida apropiadas a su peso corporal y estaban satisfechas con sus cuerpos; después de la pubertad, las niñas comían cerca de tres cuartos de la ingestión recomendada de calorías y tenían una autoimagen corporal más mala. No es sorprendente, entonces, que haya un mayor riesgo de bulimia y otros trastornos emocionales entre las niñas que experimentan una pubertad temprana, cuando las presiones experimentadas por todos los adolescentes se intensifican aún más por la atención que provoca ansiedad en sus cuerpos tempranamente cambiantes.

Problemas de obesidad previos

Sobre todo en los hombres, influye haber padecido de obesidad en la niñez y haber sufrido burlas por parte de amigos de su misma edad o adultos. El tener sobrepeso (en la mayoría de los casos, ligero) puede predisponer al inicio de actividad física intensa o dietas sin control médico, que desemboquen en trastornos de la alimentación.

El mayor factor de incidencia en hombres jóvenes es la obesidad en la niñez, debido a los traumas que puedan crear los compañeros de aula, amigos o adultos al tomar a modo de broma el sobrepeso en el niño. La burla puede no ser siempre cruel, sino una mera demostración de confianza manifestada, por ejemplo, mediante apodos. Sin embargo, la distinción puede generar culpas e inseguridades muy grandes en el niño, y predisponerlo a la aparición de enfermedades como la anorexia, la bulimia o la vigorexia, entre otras.

Carácter

Poseer determinados rasgos del carácter, como por ejemplo no aceptarse como persona pueden predisponer a la aparición de este tipo de trastornos. Son factores de vulnerabilidad personal:

• No aceptarse como persona.

• Percibir que se tiene poco control sobre la propia vida. (Falta de autonomía.)

• Ser poco habilidoso en las relaciones sociales. Hay frecuentemente un fracaso para expresar problemas emocionales.

• Tener poca espontaneidad y demasiado autocontrol, sobre todo en cuanto a la demostración de los afectos.

• Poseer dependencia afectiva.

• Ser muy perfeccionista y exageradamente autocrítico. Tener autoexigencias desmedidas.

• Ser excesivamente responsable para la situación o la edad.

• Sufrir de inseguridad, timidez o introversión.

• Tener una baja autoestima.

• Tener una personalidad depresiva.

• Preocuparse excesivamente o ser muy sensible a las opiniones de los demás o las influencias del entorno.

• Poseer un excesivo deseo de evitar situaciones estresantes, determinado por el miedo a enfrentarse a situaciones nuevas y expresado por una tendencia a huir de los conflictos.

Personalidad, tendencias depresivas y trastornos de ansiedad

Las personas con tendencias depresivas, trastornos de ansiedad, o tendencia al padecimiento de trastornos de personalidad (especialmente el trastorno límite de la personalidad, en el 45,50 por ciento de los casos) y conductas impulsivas-compulsivas suelen desarrollar este tipo de psicopatologías alimentarias, las cuales pueden ser tanto el resultado como la causa de alguno de los mencionados trastornos emocionales.

En general, entre un 40 y 80 por ciento de todos los pacientes con trastornos del comer experimentan depresión, la cual es asimismo común en las familias de los enfermos de estas psicopatologías. Algunos expertos sostienen que la depresión no desempeña un papel causal, en particular en la anorexia, ya que los trastornos rara vez se curan cuando se administra medicación antidepresiva como el único tratamiento; sin embargo, es sabido que las tendencias depresivas constituyen un factor de riesgo para las personas de caer en enfermedades mentales relacionadas con la alimentación.

Los trastornos de ansiedad son también muy comunes en las psicopatologías alimentarias, así como las fobias y el trastorno obsesivo compulsivo, los cuales preceden por lo general el inicio del trastorno del comer. La ansiedad es principalmente uno de los factores predisponentes de la bulimia; en cambio, las fobias sociales, en las cuales una persona tiene miedo de ser públicamente humillada, son comunes en todos los trastornos alimenticios. Por otra parte, las personas que padecen del trastorno obsesivo-compulsivo suelen ser propensas a desarrollar anorexia o vigorexia. Las obsesiones son imágenes, pensamientos o ideas mentales recurrentes o persistentes que pueden resultar en comportamiento compulsivo (rutinas repetitivas, rígidas y auto prescritas cuyo propósito es prevenir la manifestación de la obsesión), el cual puede desembocar en la aparición de un trastorno alimenticio. Así, las personas con anorexia y vigorexia suelen ser obsesivas con el ejercicio, la dieta y la comida. El trastorno obsesivo-compulsivo puede ser tanto la causa como el resultado de la enfermedad, y asimismo puede ser ambas cosas. Una persona puede comenzar con un trastorno compulsivo y, sumado a otros factores, desarrollar una psicopatología alimentaria que, al alterar la percepción del cuerpo, puede incrementar el trastorno obsesivo.

Elección de aficiones y carreras

Hay carreras que fomentan los trastornos alimenticios porque conceden un alto valor a poseer un aspecto delgado y saludable, como por ejemplo el atletismo, el modelaje, el físico culturismo, la danza y la equitación.

En la pequeña comunidad de atletas, por ejemplo, el ejercicio excesivo desempeña un papel principal en el desarrollo de muchos casos de anorexia, de vigorexia y, en menor grado, de bulimia. El término “tríada de atletas mujeres” es empleado actualmente para describir la presencia de disfunción menstrual y trastornos del comer, un problema cada vez más común en las atletas mujeres jóvenes y bailarinas. La anorexia pospone la pubertad, permitiéndoles a las atletas mujeres jóvenes retener una figura muscular aniñada sin la acumulación normal de tejidos grasos en los senos y las caderas que podría mitigar su estímulo competitivo. Los entrenadores y profesores agravan el problema recomendando el conteo de calorías y la pérdida de grasa en el cuerpo y controlando en exceso las vidas de los atletas. Algunos son inclusive abusivos si sus atletas sobrepasan el peso límite y los castigan o humillan enfrente de los miembros del equipo. En las personas con trastornos de la personalidad que las hacen vulnerables a esta crítica, los efectos pueden ocasionar el que pierdan peso excesivo, lo cual se sabe ha sido mortal inclusive entre atletas famosos. Los físico culturistas suelen tener predisposición a sufrir de vigorexia; a causa de la demanda que implica mantener el cuerpo ejercitado y musculoso muchas personas dedicadas a esta actividad alteran su alimentación, y comienzan con el consumo desmedido y auto prescrito de anabólicos y esteroides.

Cumplimiento de la “hipótesis de dependencia externa”

La “Hipótesis de dependencia externa”, formulada por Schachter y Rodin en 1974, supone que los bulímicos, y también los anoréxicos, no regulan su conducta de comer a partir de indicios internos de hambre o saciedad, sino a partir de claves externas.

Factores familiares

Los factores negativos dentro de la familia, posiblemente tanto hereditarios como ambientales, desempeñan una función importante en la provocación y perpetuación de los trastornos del comer. Sin embargo, se puede asegurar que no hay un tipo de familia en particular que promueva trastornos como la bulimia y la anorexia; los elementos familiares no pueden considerarse factores importantes de esta enfermedad, pues también se asocian a otros padecimientos que no tienen nada que ver con el alimento. De todas formas una vez que la anorexia está en marcha, los conflictos familiares cobran gran importancia.

En general, los factores familiares predisponentes a la aparición de una psicopatología alimentaria son los siguientes:

Antecedentes de obesidad o desórdenes alimentarios

Los antecedentes de obesidad o trastornos alimenticios son un factor predisponente importante. La mayoría de los casos de psicopatologías suelen darse porque algún familiar haya padecido trastornos u obesidad; las personas con bulimia son las que tienen mayor probabilidad de tener familiares obesos.

Las personas con trastornos del comer también tienen mayor probabilidad de tener padres alcohólicos, con trastornos depresivos u obsesivos, o que consuman o hayan consumido estupefacientes.

Abuso sexual

Existe entre las mujeres con trastornos del comer una incidencia mayor de abuso sexual; los estudios han reportado tasas de abuso sexual de hasta un 35% en las mujeres con trastornos alimenticios, sobre todo aquellas que sufren de bulimia.

Sobrevaloración de la imagen corporal

La concesión de una gran importancia emocional a la comida, el comer, el peso y el aspecto por parte de la familia predispone a la aparición de trastornos alimenticios, así como la insistencia exagerada en el aspecto y los logros por parte de uno o ambos padres, o la presión por parte de las padres en los hijos para que “conserven la figura”.

Prejuicios y valores distorsionados

Aceptar y mantener vigentes los prejuicios, por pequeños e insignificantes que sean, puede favorecer al desarrollo de una psicopatología.

Los niños se encuentran en la misma sociedad que los adultos y como ellos experimentan las mismas influencias. En ellas, los menores quedan mediatizados por los adultos y mayores que tienen más cerca y que son más significativos desde una perspectiva socioafectiva. La información verbal que los padres dan a sus hijos influye sobremanera en la vida de éstos y puede predisponer a la aparición de un trastorno alimenticio, sobre todo si al futuro paciente se le es transmitido el concepto de belleza y delgadez como sinónimo de triunfo en la vida.

Factores socioculturales

Los factores sociales que predisponen a la enfermedad, e incluso la desencadenan, son muchos y muy complejos. La presión social y mediática que existe en torno a la línea y el adelgazamiento tiene un papel decisivo en la aparición y desarrollo de la enfermedad; la moda y la publicidad incitan más frecuentemente a adelgazar que a mantener una buena salud.

Los factores socioculturales predisponentes que podrían influenciar e incluso desencadenar el curso de la enfermedad son, en general, la presión y los estereotipos sociales. Los detalles sobre cada uno de ellos se especificarán a continuación.

El “mito de la belleza”

A partir de 1960 aproximadamente, la medicina decidió que ser obeso no era saludable. Con este concepto se buscó indicarle a las personas como llevar una mejor calidad de vida, pero también nacieron la industria de las dietas, la preocupación por la delgadez y la dictadura de la silueta. Las personas que sufren de desórdenes alimenticios encontraron en el concepto expuesto una solución “mágica” para todo: adelgazar.

En nuestra sociedad existe preocupación por la comida, las dietas, el talle. Se considera como ideal el cuerpo esbelto, y hay una creencia de que la gordura es mala. La delgadez, que se asocia, de algún modo, con belleza, elegancia, prestigio, juventud, aceptación social, etcétera, aparece como la solución salvadora, machacada como la clave del éxito desde todos los medios. Muchas personas suponen que una silueta de modelo - tal vez imposible para la estructura de algunos individuos- les garantizará la felicidad; ese deseo de adelgazar supone un anhelo por destacar y ser valorado de modo particular, por ser aceptado y no rechazado.

En la sociedad actual parece prevalecer la apariencia física, y los trastornos culturales han llevado a crear una auténtica “cultura de la delgadez”, al tiempo que se le ha concedido importancia al “mito de la belleza”, que posee las siguientes características:

• Es objetivo. El mito indica que la belleza es objetiva, que no se fundamenta en la subjetividad personal, sino en la imparcialidad y en la razón. En este ámbito no existe interés económico, ni ideológico, ni de ninguna otra especie. El mensaje tiene su base en la neutralidad.

• Es ahistórico. El mito siempre ha existido, pero el modelo de belleza ha ido modificándose a través de la historia.

• Vincula a la belleza con la sexualidad y con el amor. En esta cuestión el mito da a entender que cuanto más bella sea una persona tanto más atractiva será sexualmente.

• Vincula a la belleza con la salud.

Discriminación y rechazo social

El rechazo social es uno de los factores que predisponen altamente a la aparición de la enfermedad. El rechazo se caracteriza por una profunda ignorancia en cuanto al tema alimenticio: al obeso se le atribuye la responsabilidad de su enfermedad. La obesidad está considerada como la consecuencia de un vicio y el obeso una persona que se entrega a él, es decir, se cree que el obeso es gordo porque quiere, ya que come sin control y con glotonería. Esta falta de conocimiento acerca de la obesidad y el rechazo se manifiestan de distintas formas, tanto en general como en el mundo laboral o en la moda.

Discriminación en general

El rechazo al obeso está tan compenetrado en nuestra sociedad que un niño de seis años de edad ya lo tiene totalmente interiorizado (se ha observado que los niños a esta edad atribuyen características positivas - bueno, simpático, feliz- a una persona delgada y características negativas - tramposo, sucio, lento- a una persona gruesa), pues el modelo a seguir, los adultos, poseen esos mismos prejuicios.

La discriminación se manifiesta en los detalles más insignificantes de nuestra vida cotidiana, como por ejemplo en los asientos del colectivo, que son estrechos y no están pensados para personas corpulentas. El mundo parece haber sido pensado para una determinada parte de la población, dejando afuera a personas con capacidades físicas diferentes, entre las que se incluyen los obesos, entre otros grupos como los discapacitados.

Pero el rechazo no solo se manifiesta en el orden de las cosas, sino en el mismo trato que las personas tienen hacia los obesos. Se observó que en una serie de colegios prestigiosos, el número de chicas obesas admitidas era desproporcionadamente menor que el de chicas delgadas. Esto sucedía sin que existieran diferencias significativas ni en el cociente intelectual ni en el expediente escolar previo. Sólo los prejuicios podrían explicar estos hechos.

Discriminación laboral

Otra manifestación clave y evidente del rechazo social al obeso se da en el mundo laboral. Un estudio sobre las relaciones entre un sobrepeso y empleo concluyó en líneas generales que las personas con sobrepeso son consideradas menos competentes, más desorganizadas, indecisas e inactivas.

En el caso de las mujeres la situación se agrava aún más. En la mayoría de los casos, cuando las chicas salen a buscar trabajo, lo primero que les piden es “buena presencia”, lo que suele implicar tener un cuerpo delgado. La promoción profesional es mucho más asequible para las delgadas que para las que no lo son. Como ejemplo se puede citar el caso de los auxiliares de vuelo o azafatas, que pueden ser despedidas por tener problemas de sobrepeso; ciertas compañías controlan las medidas de sus muslos y caderas hasta acostumbrarlas a establecer unos límites (es importante señalar que los trastornos en las azafatas son bastantes frecuentes).

Ha podido también verificarse que se considera que las mujeres más emprendedoras, y social y laboralmente más activas, son delgadas, mientras que a las más voluminosas se les atribuye funciones de madre o esposa.

Discriminación y moda

Es muy frecuente que las casas de moda no fabriquen talles para personas excedidas de peso.

Medios de comunicación y manipulación

La manipulación sobreviene desde los diversos medios de comunicación (prensa, revistas, TV), que realizan la difusión de la delgadez; el receptor de los mensajes es invadido y manipulado hasta el punto de llegar a ser víctima de unas pocas personas (especialistas en marketing, diseñadores, empresarios del mundo de la dietética, modistos etc.) que deciden cómo debe ser el cuerpo ideal. Existe una relación entre las imágenes de delgadez anormal que dominan los medios de comunicación y el aumento de las patologías vinculadas al ideal físico. La manipulación se ejerce a través de la coacción publicitaria, el mercado del adelgazamientos, la difusión del cuerpo delgado de los modelos como estereotipo y la difusión de páginas pro-anorexia ("pro ana") a través de Internet.

Coacción publicitaria

Los medios de comunicación junto con mensajes verbales lanzan imágenes de cuerpos que sutil o burdamente van destilando mensajes y señales que facilitan la difusión y consiguiente interiorización de la cultura de la delgadez.

El papel que la televisión ejerce en la difusión de valores y modelos relacionados con la estética de la delgadez es muy importante, ya que es el medio de comunicación más intensivo. El modelo suministrado por televisión es el de la mujer sumamente delgada y joven; el mensaje tácito brindado es que para ser exitosa y linda hay que ser muy delgada, como las modelos y actrices que figuran en la pantalla.

Mercado del adelgazamiento

La publicidad comercial impone los estereotipos estéticos corporales que afectan a la población, con sus mensajes incorpora el estereotipo estético, lo concreta y potencia. Se ha comprobado que casi uno de cada cuatro anuncios que llegan a un público femenino invitan de alguna manera a la mujer, a perder peso.

Difusión del estereotipo de delgadez

Los modelos, en la sociedad vigente el día de hoy, suelen constituir un ejemplo a seguir para muchas personas. Esto puede constituir un factor de riesgo, ya que sus cuerpos a veces excesivamente delgados (sus pesos son logrados a veces a causa de trastornos alimentarios; muchos modelos sufren psicopatologías alimentarias), puede incitar a las personas que los toman de ejemplo a comenzar a perder peso, y a caer en un trastorno alimenticio.

Los diseñadores también promueven o consienten en cierto modo este tipo de enfermedad, como es el caso de Calvin Klein que en “El País Semanal” hizo estas declaraciones: “ ¡Yo no promociono la anorexia! Pero creo que si voy a enseñar mi ropa prefiero enseñarla en personas delgadas. La ropa sienta mejor a la gente que «cuida» de su cuerpo y que está delgada. La imagen es importantísima”. Esas cuatro frases encierran todo un sistema de valores, toda una ideología que en la que realmente sustenta la cultura de la delgadez e influye en muchos casos en la aparición de una psicopatología de este estilo.

Difusión de páginas pro–anorexia a través de Internet

Muchos sitios de Internet para adolescentes ofrecen información peligrosa vinculada con la anorexia nerviosa, que conducen a los jóvenes insatisfechos con su cuerpo a caer en esta enfermedad u otra relacionada. Emplean eslóganes como “Si no sos delgada, no sos linda”; “Ser delgada es mejor en este mundo que ser gorda”; “Ser delgada es más importante que estar sana”; “No te olvides de contar las calorías para comer sin temor a la culpa”; “El agua es suficiente para sobrevivir”, e instan a los jóvenes en general a dejar de comer para perder peso. Buena parte de los textos está presentada como confesiones, tiene la forma de diario o manual de consejos on-line y está firmada en su mayoría por chicas orgullosas de su condición física. Escriben sugerencias sobre cómo ocultar la pérdida de peso para que los padres y amigos no insistan en que la enferma coma, cuáles dietas son las más convenientes, o cómo hacer para superar los análisis clínicos. Según una nota publicada en un diario argentino, el 78% de los visitantes cibernéticos de estas páginas son menores y la mayoría de los de idioma castellano proviene de España pero tiene una gran cantidad de usuarios argentinos.

Prevención o detección precoz

A fin de evitar las psicopatologías alimentarias, es conveniente realizar lo siguiente:

• Enseñar a los niños a tener conductas saludables, sobre todo en lo referido a la alimentación y el ejercicio.

• Mejorar la autoestima mediante la propia aceptación del cuerpo y el rechazo a los estereotipos poco saludables que establecen los medios.

• Evitar presionar a los niños, intentar comprenderlos y conversar con ellos sobre los eventuales problemas que puedan suscitarse. Permitir la independencia del joven, pero con la debida supervisión.

• Vigilar a las personas en población de riesgo en cuanto a sus conductas alimenticias, pero sin ejercer control excesivo.

• Educarse sobre el metabolismo humano a fin de comprender cuáles son los hábitos alimenticios correctos, y educar también a los niños.

• En caso de obesidad, acudir al nutricionista: nunca emprender una dieta sin supervisión médica.

• Comer en familia, y hacerlo en lo posible en los horarios establecidos y sin prisas. No saltear comidas, y no castigar a los niños mediante la prohibición de alimentarse.

• Educarse y educar a la familia sobre los trastornos alimentarios, y en caso de que alguien presente síntomas relacionados con un trastorno de este tipo, acudir al especialista.

Ayuda hacia el enfermo

• Ayudar al paciente a encontrar sus propios valores, ideales y objetivos sin dejarse influenciar por el entorno.

• Fomentar la independencia y autoestima del enfermo.

• No negar la situación cuando aparecen síntomas relacionados con psicopatologías alimentarias.

• Acudir a un grupo de apoyo. Buscar consejo de psicólogos, trabajadores sociales y personas de confianza.

• Reunir información, conseguir datos sobre el tratamiento en un centro de salud o preguntando al personal educativo. Obtener ayuda voluntaria; no rechazar la ayuda de otras personas que hayan observado el comportamiento problemático.

• Comunicarle a la víctima, con claridad, la preocupación que se siente por ella, la convicción de que necesita tratamiento, y la voluntad de proporcionarle apoyo emocional, financiero o de cualquier otro tipo.

• Anotar el comportamiento que presenta el paciente.

• No esperar que la víctima acepte de primera que tiene un problema.

• Evitar concentrarse en su aspecto. Comentarios como “¡ya estás muy delgado!” o “¡come que estás muy flaco!” solo logran que la persona se obsesione más con su aspecto corporal.

• No obligar al paciente a que coma, ni criticarle sus actitudes, pues eso probablemente incrementará la depresión de la persona y hará que se obseque en sus comportamientos. Es preciso tener paciencia.

• No establecer comparaciones entre el enfermo y sus prójimos.

• Intentar que la situación no altere la vida familiar. No dejar de lado a la propia familia.

• Evitar los sentimientos de culpa o de autocompasión.

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