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Estrategias de trabajo docente

so0l01Resumen6 de Abril de 2023

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Campo semántico para de la evaluación, más allá de las definiciones[pic 1][pic 2]

J.M Álvarez Méndez 2001

Estrategias de trabajo docente                                                               Mtra. María Rosa Diaz Hernández                                

Generalmente la práctica docente obedece más a la inercia de la costumbre que a un quehacer reflexivo, por lo que usualmente los docentes confundimos evaluación con calificación y perdemos el objetivo de la misma. En esta lectura el autor nos hace reflexionar sobre sobre la práctica educativa y fundamentalmente plantearnos e incentivar el sentido y el diseño de los instrumentos de evaluación y el trasfondo que estos tienen dentro del aula. La evaluación es interpretada y conceptualizada por términos distintos y con aplicaciones diferentes en donde cada uno defenderá su postura y creerá que su concepto es el correcto.

La lectura nos concibe a la idea de que la evaluación educativa debería caracterizarse por ser democrática, negociada y transparente, así mismo, estar siempre al servicio de los protagonistas de la enseñanza y el aprendizaje. Esta debe formar parte de un continuum: procesual, continua, integrada en el currículo y en el aprendizaje de la cual se  formativa, motivadora y orientadora y no sancionadora, en donde conviene aplicar técnicas de triangulación: evaluación del profesorado, autoevaluación del alumnado y coevalución de parte  los compañeros y aquí todos los agentes deben ser responsables. Misma que es orientada a la comprensión y al aprendizaje y no sólo al examen, en donde es prioridad la forma en que el alumnado aprende, sin descuidar la calidad de lo que aprende el alumno.

También menciona en que una enseñanza orientada al examen, distorsiona el currículo porque da o desplaza el interés hacía los factores de medición, otorgándoles un poder de control que realmente no tiene (uno de los principales problemas del bachillerato). Al igual que, no podemos contemplar formas alternativas de vida porque continuamos valorando el orden, la eficiencia y la uniformidad por encima de los ideales de espontaneidad, reciprocidad, variedad y flexibilidad. RIZVI (1989). Para él la evaluación educativa es esencialmente una actividad práctica que mira a la formación integral de las personas que participan en el proceso y por lo tanto es una cuestión ética y no solo académica. Si entre los aspectos técnicos preocupa la objetividad, entre los éticos la preocupación se centra en la acción justa, ecuánime, equitativa. El diálogo puede ser el método de evaluación más potente para saber lo que las personas conocen. Solo hablando con las personas se pueden plantear los temas en términos inteligibles y en un lenguaje común, coloquial y directo, que no tiene por qué estar reñido con las exigencias intelectualmente más formales.

Hace hincapié en que quien evalúa quiere conocer, valorar, sospesar, discriminar, discernir, contrastar el valor de una acción humana, de una actividad, de un proceso, de un resultado. Evaluar es construir el conocimiento por vías heurísticas de descubrimiento. Quien evalúa con intención formativa quiere conocer la calidad de los procesos y de los resultados. Es preciso mencionar que el valor de la educación no está en el instrumento en sí mismo sino en el uso que de él se haga, más que el instrumento, importa el tipo de conocimiento que pone a prueba, el tipo de preguntas que se formularán, el tipo de cualidades (mentales o prácticas) que se exigen y las respuestas que se espera obtener según el conocimiento de las preguntas o problemas que se formulan.

Por otra, Méndez (2001) explica que se requiere un cambio de uso de las técnicas e instrumentos de evaluación disponibles (examen, entrevista, cuestionario,...), de forma que se informe al sujeto que ha respondido sobre la calidad de la respuesta, la forma de elaboración de la misma, la explicación de los fallos o errores, el proceso de comprensión y de elaboración del pensamiento.

Por último, Méndez (2001), considera que la evaluación debería ser el momento en el que quien enseña y quien aprende se encuentren con la sana intención de aprender. Evaluamos para conocer. Aprendemos de la evaluación. Solo asegurando el aprendizaje podremos asegurar la evaluación, la buena evaluación que forma continuamente, que sería, además, significativa en cuanto catalizadora de nuevos aprendizajes. Evaluamos mientras aprendemos; aprendemos mientras evaluamos. Paradójicamente, el examen rompe de un modo artificial este proceso de equilibrio entre este momento de la recepción y el de la producción.

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