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ESTRATEGIAS COGNITIVAS, METACOGNITIVAS Y AFECTIVAS


Enviado por   •  24 de Enero de 2013  •  2.859 Palabras (12 Páginas)  •  1.003 Visitas

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2012

PUNTO DE PARTIDA Compruebo mi capacidad de comprensión lectora.

1. Según el texto, el Imperio Incaico fue invadido por

a. intelectuales de España.

b. personas europeas.

c. soldados y religiosos.

d. Francisco Pizarro y sus soldados.

2. Los españoles invadieron el Imperio Incaico en el siglo

a. XV

b. XVI

c. XVII

d. XVIII

3. Hasta la actualidad, ¿cuántos siglos han pasado desde la invasión del Imperio Incaico?

a. Tres siglos

b. Cuatro siglos

c. Cinco siglos

d. Seis siglos

4. Invadieron el Imperio Incaico en 1532

a. los hispanos.

b. Los conquistadores.

c. Los soldados.

d. Los usurpadores.

5. Del texto se infiere que

a. los españoles violentaron la convivencia del incanato.

b. el Imperio Incaico perdió todo el oro y la plata.

c. En el año de 1532 los españoles empezaron a saquear el oro y la plata peruanos.

d. Los españoles lograron someter al Imperio Incaico porque eran superiores,

ACTIVIDAD 02 Saberes previos e hipótesis antes de la lectura.

FRANCISCO IZQUIERDO RÍOS ME ENSEÑÓ A LEER

Antes de la lectura de un texto, un primer paso decisivo, para ejercitarla con agrado e interés, es la activación de saberes previos y la formulación de hipótesis, a partir de sus elementos paratextuales (títulos, ilustraciones, dibujos, índice, etc.).

El planteamiento anterior activa el recuerdo de mi niñez para pensar en los primigenios pasos de vida escolar, cuando el profesor del primer año de educación primaria, al comienzo del año, había llevado al aula varios libros para su clase inaugural. Al ojear página por página uno de los textos, que por sus ilustraciones me había llamado la atención, quedé fascinado, es más, experimenté un irresistible deseo por querer leer inmediatamente el texto, pues las ilustraciones tenían una vinculación muy cercana con el escenario de naturaleza y elementos culturales del lugar.

Por mi capacidad cognitiva y mis emociones pasaban y repasaban las imágenes, primero de las mansas y cristalinas aguas de un lago y, a continuación como una secuencia fílmica, la frágil canoa que se deslizaba presurosamente con sus intrépidos ocupantes. De igual modo, los verdes y aromáticos arbustos de la orilla y entre otros seres de la flora y fauna, formaban una perfecta miscelánea, que solo la sabia naturaleza puede ofrecer; no hay dudas, el texto que estaba apreciando se refería a la sugestiva historia de “Tito y el caimán” de nuestro literato amazónico, Francisco Izquierdo Ríos.

En ese lapso de mi corta existencia, empezaba a familiarizarme con el abecedario. Naturalmente, a esa edad, sin educación inicial y alumno del primer grado de una escuela rural, no tenía aún la habilidad para decodificar las palabras de esa historia. Sin embargo, fueron sus imágenes las que me motivaron a sentir interés por el relato, porque estas coincidían con saberes y experiencias de los primeros años de vida campestre.

Cómo no emocionarme al ver a Tito quien, demostrando audacia y habilidades de buen nadador y buceador, luchaba contra el hambriento saurio. Cómo no entender la presencia de árboles y animales de todo tipo quienes, desde mi tierna infancia, eran mis compañeros insoslayables. Cómo no percibir el aroma incomparable y el sabor exquisito de nuestras frutas y demás alimentos naturales. Sinceramente, esta interacción entre mi vida y aquellas imágenes de pura naturaleza fue la que me acercó más al texto y sentir el inmenso placer por esta lectura de antaño.

Hoy, después de varios lustros, reflexionando y relacionando esta experiencia a la pedagogía contemporánea y, por supuesto, a las nuevas estrategias didácticas, confirmo que en realidad, el texto “Tito y el caimán” fue leído desde el primer momento en que lo vi. ¿Acaso no pensé en lo que sabía sobre el contenido del texto?, ¿acaso no fui capaz de proponer mis predicciones o anticipaciones?, ¿acaso no construí mi propia historia con las imágenes que vi? Evidentemente que sí. Lo que pasa es que la lectura es un proceso que empieza antes de leer el texto, comienza desde el mismo momento en el que valiéndonos de fotografías, títulos y demás elementos paratextuales, traemos a la mente un conjunto de saberes previos y de hipótesis sobre las ideas del autor y en general sobre el contenido del texto.

Sin duda, todas las personas leemos algo a partir de nuestras experiencias anteriores y son estas precisamente las que nos acercan al texto. No está demás decir que mi familiaridad con los escenarios, personajes y hechos del relato fue lo que motivó mi interés por conocer este interesante narración.

Una vez más podemos reafirmar, decisivamente, y aunque parezca paradójico, que empezamos a leer antes de leer el contenido del texto. Nuestros saberes acumulados, nuestro mundo cultural, en fin, nuestra cosmovisión nos permite anticipar respuestas, hacer predicciones y otorgar sentido al texto. Por eso, sigue en mi recuerdo, es más, continúa con vehemencia en mi mente y en mi corazón aquel día cuando leí, sin saber leer, a “Tito y el caimán”

En suma, la singular experiencia lectora de “Tito y el caimán”, a partir de la activación de los saberes previos, el conocimiento de la realidad, la generación de hipótesis o predicciones sobre el contenido textual, con el uso apropiado de elementos paratextuales, confirma categóricamente que la comprensión lectora es menos dificultosa y es una gimnasia mental agradable para todos, porque realmente sentimos el deseo y la necesidad de leer, no solamente para conocer y comprender la realidad, sino también para transformarla, tal como fue la clara intención literaria de nuestro maestro, heraldo ecuménico de la solidaridad, Francisco Izquierdo Ríos.

ACTIVIDAD

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