ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

“El encaje roto”: Recreando la imagen de la mujer burguesa


Enviado por   •  19 de Noviembre de 2017  •  Ensayos  •  1.439 Palabras (6 Páginas)  •  443 Visitas

Página 1 de 6

El 24 de febrero, 2015

Profesora Robertson

“El encaje roto”: Recreando la imagen de la mujer burguesa

El desarrollo de la Revolución Industrial en España al principio del siglo diecinueve se acompañó por la subida de la clase media alta. Esta clase nueva, la burguesía, creaba una cultura que imitaba la de la aristocracia y, a la vez, respetaba el trabajo manual. En este sentido, la cultura enfatizaba lo material y lo tradicional, dividiendo la sociedad entre la esfera masculina y femenina. En esa sociedad machista, las costumbres y las tradiciones limitaban a la mujer y la deshumanizaban. La autora y feminista destacada Emilia Pardo Bazán vivía durante esta época, y en sus escritos, resaltaba los temas de la opresión de la mujer y las costumbres de la burguesía. Por ejemplo,  “El encaje roto”, un cuento suyo, trata del día de la boda de Micaelita Aránguiz y Bernardo de Meneses, los que pertenecen a la clase media alta. Unos minutos antes de que Micaelita camine por el pasillo, ella accidentalmente rompe una reliquia de la familia de su prometido. Él se enoja, y entonces Micaelita cambia de opinión y dice “no” cuando el obispo le pregunta si acepta a Bernardo por esposo. En esta obra, Pardo Bazán critica el materialismo y las tradiciones de la burguesía al usar descripción detallada y los símbolos para representar el poder que reprime a la mujer.

La burguesía valora dos cosas sobre todo: la riqueza y la tradición. La riqueza separa la clase media alta de la clase trabajadora y las tradiciones preservan la cultura y el estatus quo de la burguesía. Los miembros de esta clase utilizan los eventos sociales, incluyendo las bodas, para mostrar su fortuna y validar su importancia social a través de las tradiciones. Precisamente por eso, Bazán usa dos párrafos para describiendo detalladamente el medio ambiente en que toma lugar la boda de Micaelita y Bernardo. La narradora destaca los aspectos de la boda que demuestran la opulencia de la burguesía: la ropa, las joyas que llevan las mujeres, las acciones de la madre de Micaelita y las decoraciones. Vale incluir unos detalles específicos de la boda para dar un ejemplo de la calidad de vida descrita en el cuento: “la madre de la novia, ricamente prendida, atareada … [está] recibiendo felicitaciones; las hermanitas … [están] ostentando los brazaletes de turquesas, regalo del cuñado futuro”.[1] Estas descripciones ricas pintan una imagen de una boda pintoresca y tradicional para que el lector pueda imaginarse como un invitado al casamiento. De esta manera, el lector observa de primera mano el egoísmo y el derroche de la burguesía y la opresión de la mujer en la sociedad española. Por ejemplo, la descripción de “las señoras vestidas de seda y terciopelo, con collares de pedrería”[2] asocia a las mujeres con el materialismo y demuestra que esta fijación limita la independencia de la mujer. También se ve esta realidad en la relación de Micaelita y Bernardo porque ella no tenía la libertad de “estudiar su carácter”[3] de su prometido. Esto revela que la sociedad es machista y su objetivo es controlar a la mujer para proteger la estabilidad de la burguesía. El símbolo de la Virgen ejemplifica esta idea. La narradora describe la virgen como la “protectora de la aristocrática mansión”[4], lo que alude al hecho de que la sociedad impone a la mujer la carga de sostener las tradiciones de su clase. Además, la mujer tiene que ser subordinada al poder del hombre y tan pura como la Virgen. Las descripciones no sólo sirven para ilustrar la obsesión dañina de la burguesía con lo material sino también para deshumanizar a la mujer.

La boda llega a ser un símbolo de la perpetuación de la tradición de reprimir a la mujer. Según la profesora de español Joan Hoffman, la ceremonia marca un hito en la vida de una mujer en la que ella pasa de la posesión de su padre a la de su esposo.[5] De este modo, la mujer nunca puede disfrutar de la independencia, algo que la sociedad machista nunca permitiría. La narradora en “El encaje roto” concuerda con esto cuando dice que “las conveniencias sociales no embarazan la manifestación franca y espontanea del sentimiento y de la voluntad”.[6] Sin embargo, Bazán usa el personaje de Micaelita para criticar este prejuicio. El acto de decir “no” cuando el obispo le pregunta a Micaelita si recibe a su prometido por esposo resquebraja la regla tácita de que la mujer no tiene el derecho de determinar su propio destino. Para la burguesía, la falta de la conformidad de Micaelita amenaza la estabilidad de la burguesía y el patriarcado. Como consecuencia, el lector puede inferir que los íntimos de Micaelita la rehúyen después del incidente porque, “no son inauditos casos tales, y solemos leerlos en los periódicos”[7], y la desobediencia es tabú. El estado civil de soltera también perpetúa el ciclo de la represión porque la mujer no tiene derechos en la política y en la ley civil, no importa si está casada o soltera. Lo que hace el matrimonio para la mujer es garantizar una vida estable económicamente. En este sentido, Bazán, en el ejemplo de Micaelita, pelea contra la creencia que a la mujer tiene que casarse para sobrevivir, y también implica que las mujeres solteras todavía son limitadas por la tradición.

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (9 Kb)   pdf (109 Kb)   docx (14 Kb)  
Leer 5 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com