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La Mujer Como Imagen Publicitaria

15 de Septiembre de 2014

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LA MUJER COMO IMAGEN PUBLICITARIA

He elegido este tema con el objetivo de mostrar que es una realidad que la publicidad está presente en nuestras vidas y porque es un hecho el mal uso de la mujer en las imágenes. Las empresas a la hora de vender productos abusan de la mujer, más si es joven, bonita y con buena figura. A pesar de esto es muy habitual en la publicidad la imagen de una mujer. El tema comienza a abordarse desde el momento en el que se le toma como objeto, cuando no es más considerada que por su belleza y cuerpo (que siempre es joven y bello). Dentro del contenido publicitario la mujer no tiene identidad, sólo sirve como llamada de atención del sexo masculino, que primeramente es hacia la mujer y posteriormente hacia el objeto del anuncio.

Cuando se habla de una mujer en una imagen publicitaria se usan ámbitos muy distintos a los establecidos en una legislación, o incluso en la Constitución, se les presenta como objetos estereotipados, diferenciándolos al trato que reciben los varones. Los hombres se representan habitualmente ligados a la ciencia y a la empresa, poseedores de los bienes iconográficos de nuestro tiempo tales como coches espectaculares, mansiones inmensas o despachos de alta dirección; a las mujeres se les suele presentar unidas a la maternidad, la cocina o el sexo directo. Si en alguna ocasión aparece una mujer trabajando se le presenta adoptando vestimentas o actitudes que se asocian a lo “masculino”. Además se observa que dos de los estereotipos se presentan como extremos polarizados imposibles de unirse y/o complementarse, estos son los de mujer-sexo y mujer–ama de casa.

Aunque parezca mentira, mientras que la gran mayoría de gobiernos de los países se esfuerzan por promover leyes de protección a la mujer y de lucha contra la violencia de género y el machismo, algunas grandes empresas se empeñan en reforzar unos valores detestables. Por ejemplo, en la última campaña del desodorante AXE en Argentina, propone un juego interactivo en su página Web que se desarrolla en la prehistoria y que consiste en obtener puntos propinando “garrotazos” a las mujeres. Pero el juego va más allá: por cada golpe, además de los puntos, aparecen pequeños corazones que se evaporan, risas y gemidos. Si el golpe se lo lleva un hombre, al jugador se le restan puntos. Esto recrea igualmente una sociedad primitiva donde los hombres se identifican según su poder de dominación y conquista femenina.

"Eres un cuerpo. Lo demás poco importa. No se trata en la publicidad de plasmar una persona femenina en toda su integridad y sus "deseos" reales. Sólo importa su cuerpo, ese cuerpo de mujer pasivo e insinuante, melancólico, cariñoso o seductor. Ese cuerpo, despiezado la mayoría de las veces, que sirve como reclamo de cualquier tipo de producto. No ella, sino su cuerpo es el soporte de tornillos -piernas- , bebidas, - labios -, bujías – senos -, viajes – traseros -, etc., que no encuentran otro aliciente en sus productos publicitarios que estar asociados a cualquier parte del cuerpo femenino. Cuánto más erótica sea la zona elegida mejor, más vendible será el objeto en cuestión. Un respingón trasero juvenil para anunciar un tabaco, una mujer a medio vestir para publicitar un vídeo, otra tomando sol en una playa para una cerveza"

Este fragmento de texto pertenece a una publicación del Instituto Nacional de la Mujer, un Organismo de la Administración del Estado dependiente del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, creado con el fin de promover la igualdad de oportunidades de las mujeres en todos los ámbitos de la vida social, y que mantiene una comisión que trabaja para proteger la imagen de la mujer en las campañas publicitarias. La comisión, formada por anunciantes, empresas y asociaciones de consumidores, se ocupa de la autorregulación contra la discriminación del sexo femenino.

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