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El hijo del sol


Enviado por   •  23 de Octubre de 2019  •  Tareas  •  1.347 Palabras (6 Páginas)  •  155 Visitas

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El hijo del sol

Adrian Hernandez Aguirre

El sol aun no salía, como era costumbre me levante temprano y leí un poema, uno de mis favoritos es de Nezahualcóyotl, busque mi libreta en el buró que estaba a un lado de mi cama y leí en voz alta…

-¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra?
Nada es para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí
Aunque sea de jade se quiebra,
Aunque sea de oro se rompe,
Aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí.

Poema de Nezahualcóyotl

Repetí una vez más el poema de Nezahualcóyotl en mi mente, tome mi libreta, salí de mi cuarto y hable con mi nantsin (madre) y mi tajtli (padre) para ir a la universidad, mi madre se acercó y me dijo:

-Hijo mío, tu padre y yo te deseamos suerte en tu escuela, sabes que estamos muy orgullosos de ti, nos ponemos felices al saber que tú puedes estudiar lo que anhelas sabes que te amamos mucho Tonatiuh

Mire a mis tetajnantli (padres) y los abrace, me despedí de ellos y salí de mi hogar, el astro rey a quien rendía honor mi nombre, apenas se asomaba, recuerdo todas las historias que mi padre me contaba, que el sol que veíamos era el de la quinta era, la vez que Quetzalcóatl se convirtió en hormiga para traernos el maíz como alimento o cuando ehecatl nos entregó el sentimiento del amor, al enamorarse de una joven humana. Mientras vagaba en mis pensamientos observe como una pluma caía cerca de mí, me arrodille para observarla, era la pluma de un quetzal y recordé la leyenda que mi madre me contaba, que la bella ave dejo de cantar cuando los españoles llegaron y solo cantara cuando la tierra vuelva a ser libre, tome la pluma y la amarre a un lado de mi mochila, seguí caminando hasta que llegue a la carretera, el autobús se detuvo al verme y subí, di los buenos días y tome mi asiento, una mujer de avanzada edad se encontraba a mi lado, me miro y dejando ver sus arrugas en una  gran sonrisa pregunto:

-¿Quién eres niño?

-Me llamo Tonatiuh señora.

Le respondí sonriendo.

-Oh eso lo sé mi pequeño, ¿pero quién eres en verdad?

Su voz sonaba cansada, pero su sonrisa no desaparecía, me miraba con felicidad, como si supiera la respuesta, muy dentro de mi resonaba la pregunta ¿Quién soy?

-Soy un hijo del Sol, mi kosoli está hecho de pencas de maguey, mis ojos son de obsidiana y mi piel de cacao, en mi sangre hay poetas y guerreros, tlatoanis (emperadores) y tlakotis (esclavos), en mi pueblo se posan las águilas y se yerguen los jaguares y mis huesos los guardara Mictlantecuhtli.

Las palabras las salían mi boca pero las decía el corazón, regrese a mí mismo, una pequeña lágrima bajaba por la mejilla de la anciana, tome el pañuelo de mi bolsillo y lo extendí a la señora, ella lo tomo amablemente y se secó la lágrima.

-Me hiciste recordar a mi hijo, desde que nació me demostró cuanto me amaba.

Me percate que había llegado a mi universidad, pareciera que el tiempo hubiera dado un salto, confundido me levante, pero no sin antes preguntar el nombre de la anciana.

-Lo sabrás pronto hijo mío.

Sin ninguna otra palabra baje del autobús y entre en las instalaciones, me encontré a mi amigo Juan, platicamos un momento, pero todo lo sucedido en el camino a la universidad seguía rondando en mi cabeza, llegamos al salón y tomamos nuestros asientos, pasaban las horas y mi mente recordaba las palabras de la anciana, lo que yo había dicho, siempre trataba de evitar contarle a la gente de mi origen, de donde venía, pero aquella anciana parecía conocerme perfectamente, e hizo que la pena y el miedo no estuviera presente cuando le hable de mí, mire la pluma del quetzal, la observe durante un largo tiempo sin percatarme de lo que pasaba a mi alrededor, hasta que la voz del profesor interrumpió mi pensamiento.

-Joven Tonatiuh, ¿nos podría decir quién era Coatlicue para los Mexicas?

Me tomo por sorpresa pero sabía a qué deidad se refería

-Coatlicue, la de las faldas de serpiente, era la madre de los Centzon Huitzanáhuac o los cuatrocientos surianos, también madre de Huitzilopochtli, el cual al nacer, nació armado y adulto para defender a su madre de sus hermanos que planeaban matarla

-Gracias joven, me alegra saber que si presta atención a mi clase, aunque no todos sus compañeros compartan eso.

Dijo señalando a un chico que se había dormido en su silla, el profesor continuo con su clase, la imagen de la anciana regreso a mi mente, junto al nombre de la diosa Coatlicue, pensé que sería una mera coincidencia, recordé lo que dijo de su hijo, no podía creerlo, las clases acabaron y me dirigí a la dirección para buscar unos documentos, la secretaria me atendió y dijo que esperara al director, la sala de espera era grande, habían trofeos de eventos deportivos, títulos y diplomas, el director me hizo pasar a su oficina.

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