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El laberinto de la soledad

aaabrilllDocumentos de Investigación25 de Octubre de 2022

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ONTRAPORTADA

Desde 1950, año de su primera edición, El laberinto de la soledad es sin duda una obra magistral

del ensayo en lengua española y un texto ineludible para comprender laesencia de la individualidad

mexicana. Octavio Paz (1914-1998) analiza con singular penetración expresiones, actitudes y

preferencias distintivas para llegar al fondo anímico en el que se han originado: en todas sus

dimensiones, en su pasado y en su presente, elmexicano se revela como un ser cargado de

tradición. Las "secretas raíces" descubren ligadurasque atan al hombre con su cultura, adiestran sus

reacciones y sustentan la armazón definitiva de la espiritualidad mexicana. Octavio Paz no podía ser

indiferente a las dramáticas consecuencias de 1968 en la historia de su país. Volvió sin vacilaciones

a analizar las heridas abiertas y afirmó su creencia en una profunda reforma democrática en las

páginas de Postdata (1969), secuencia obligada de El laberinto de la soledad Esta edición incluye

además las precisiones de Paz a Claude Fell en Vuelta a El Laberinto de la soledad(1975), una

nueva muestra del aliento crítico del poeta. Medio siglo después, la voz del Premio Nobel ha

ganado una audiencia universal y mexicana, clásica y contemporánea; y la obra cuyo punto de

partida es El laberinto de la soledad queda definitivamente grabada en la conciencia intelectual de

México y en la historia del pensamiento universal.

Octavio Paz

EL LABERINTO DE LA SOLEDAD

El laberinto de la soledad

Primera edición (Cuadernos Americanos), 1950

Postdata

Primera edición (Siglo XXI), 1970

Vuelta a El laberinto de la soledad

Primera edición en El ogm filantrópico (Joaquín Mortiz), 1979

El laberinto de la soledad, Postdata y Vuelta a El laberinto de la soledad

Primera edición (Tezontle, FCE), 1981

Segunda edición (Col. Popular), 1992

Primera reimpresión en España, 1996

Segunda reimpresión en España, 1998

D.R. © 1981,1992, FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

Carretera Picacho Ajusco, 227; 14200 México, D.F.

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA DE ESPAÑA, S.L.

Vfa de los Poblados (Edif. Indubuilding-Goico, 4-15), 28033 Madrid

ISBN: 84-375-0419-8

Depósito Legal: M-28.188-1998

Impreso en España

Lo otro no existe: tal es la fe racional, la incurable creencia de la razón humana. Identidad =

realidad, como si, a fin de cuentas, todo hubiera de ser, absoluta y necesariamente, uno y lo mismo.

Pero lo otro no se deja eliminar; subsiste, persiste; es el hueso duro de roer en que la razón se deja

los dientes. Abel Martín, con fe poética, no menos humana que la fe racional, creía en lo otro, en

"La esencial Heterogeneidad del ser", como si dijéramos en la incurable otredad que padece lo uno.

ANTONIO  MACHADO

I

EL PACHUGO Y OTROS EXTREMOS

A TODOS,  enalgún momento, se nos ha revelado nuestra existencia comoalgo particular,

intransferible y precioso. Casi siempre esta revelaciónse sitúaen  la adolescencia. El

descubrimiento de nosotros mismos se manifiestacomoun sabernos solos; entre el mundo y

nosotros se abre una impalpable, transparentemuralla: lade nuestra conciencia. Es cierto que

apenas nacemos nos sentimos solos; pero niños y adultos pueden trascender su soledad y olvidarse

de sí mismos a través dejuego o trabajo. En cambio, el adolescente, vacilante entrela infancia y la

juventud, queda suspenso un instante ante la infinita riqueza del mundo. El adolescente se asombra

de ser. Y al pasmo sucede la reflexión: inclinado sobre el río de su conciencia se pregunta si ese

rostro que aflora lentamente del fondo, deformado porel agua, es el suyo. La singularidad de ser —

pura sensación en el niño— se transformaen problema y pregunta, en conciencia interrogante.

A los pueblos en trance de crecimiento les ocurre algo parecido. Su ser se manifiesta como

interrogación: ¿qué somos y cómorealizaremos eso que somos? Muchas veces lasrespuestas que

damos a estas preguntas son desmentidas por la historia, acaso porque eso que llaman el "genio de

los pueblos" sólo es un complejo de reacciones ante un estímulo dado; frente a circunstancias diversas, las respuestas pueden variar ycon ellas elcarácter nacional, que sepretendía inmutable. A

pesar delanaturaleza casi siempre ilusoria de los ensayos de psicología nacional, meparece

reveladora la insistencia con que en ciertos períodos los pueblos sevuelven sobre sí mismos y se

interrogan. Despertar a la historiasignifica adquirir conciencia de nuestra singularidad, momento de

reposo reflexivo antes de entregarnos al hacer."Cuando soñamos quesoñamos está próximo el

despertar", dice Novalis. No importa, pues, que las respuestas que demos a nuestras preguntas sean

luego corregidas por el tiempo; también el adolescente ignora las futuras transformaciones deese

rostroque veen el agua: indescifrable a primera vista,comouna piedra sagrada cubierta deincisiones y signos, la máscara del viejo es la historia de unas facciones amorfas, que un día emergieron

confusas, extraídas en vilo por una mirada absorta. Por virtud de esa mirada las facciones se

hicieron rostro y, más tarde, máscara, significación, historia.

La preocupación por el sentido delas singularidades de mipaís, que comparto con muchos, me

parecía hace tiempo superflua y peligrosa. En lugar de interrogarnos a nosotros mismos, ¿no sería

mejor crear,obrar sobre una realidadque no se entrega al que la contempla, sino al que es capaz de

sumergirse en ella?Lo que nos puede distinguir del resto de los pueblos no es la siempre dudosa

originalidadde nuestro carácter —fruto, quizá, de las circunstancias siempre cambiantes—, sinola

de nuestras creaciones. Pensaba que una obra de arte o una acción concreta definen másal

mexicano —no solamente en tanto que lo expresan, sino en cuanto, al expresarlo, lo recrean— que

la más penetrante de las descripciones. Mi pregunta, comolas de los otros, se meaparecía así como

un pretexto de mimiedo a enfrentarme con la realidad; y todaslasespeculaciones sobre el

pretendido carácter de los mexicanos, hábiles subterfugios de nuestra impotencia creadora. Creía,

comoSamuel Ramos, que el sentimiento de inferioridad influye en nuestra predilección por el

análisis y que la escasez de nuestras creaciones se explica no tanto por un crecimiento de las facultades críticas a expensas de lascreadoras, comopor una instintiva desconfianza acerca de

nuestras capacidades.

Pero así como el adolescente no puede olvidarse de sí mismo —pues apenas lo consigue deja de

serlo— nosotros no podemos sustraernos a la necesidad de interrogarnos y contemplarnos. No

1

quiero decir que el mexicano sea por naturaleza crítico, sinoque atraviesa una etapa reflexiva. Es

natural que después de la fase explosiva de la Revolución, el mexicano se recoja en sí mismo y, por

un momento, se contemple. Las preguntas que todos nos hacemos ahora probablemente resulten

incomprensibles dentro de cincuenta años. Nuevas circunstancias tal vez produzcan reacciones

nuevas.

No toda la población que habitanuestro país es objeto de mis reflexiones, sino un grupo

concreto, constituido por esos que, por razones diversas, tienen conciencia de su ser en tanto que

mexicanos. Contra lo que se cree, este grupo es bastante reducido. En nuestroterritorio conviven no

sólo distintas razas y lenguas, sino varios niveles históricos. Hay quienesviven antesde la historia;

otros, comolos otomíes, desplazadospor sucesivasinvasiones, al margen de ella. Y sin acudir a

estos extremos, varias épocas se enfrentan, seignoran o se entredevoran sobre una misma tierra o

separadas apenas por unos kilómetros. Bajo un mismo cielo, con héroes, costumbres, calendarios y

nociones morales diferentes, viven "católicos de Pedro el Ermitaño y jacobinos de la Era Terciaria".

Las épocas viejas nunca desaparecen completamente y todas las heridas, aun las más antiguas,

manan sangre todavía.A veces, como las pirámides precortesianasque ocultan casi siempre otras,

en una sola ciudad o en una sola almase mezclany superponen nociones y sensibilidades enemigas

o distantes.

1

La minoría de mexicanos que poseen conciencia de sí no constituyeunaclase inmóvil o cerrada.

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