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PROLEGÓMENOS PARA UNA LECTURA ESTÉTICA Y POLÍTICA DE VALLEJO

aramis197113 de Febrero de 2014

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PROLEGÓMENOS PARA UNA LECTURA ESTÉTICA Y POLÍTICA DE VALLEJO

María Isabel Núñez Flores

Tal vez en las horas finales de agonía, Vallejo guardaba en sus pupilas hondas hacia adentro la poesía muda del delirio, el paisaje serrano desolado de Santiago de Chuco, tahona la llavera ala de termina en el patio del hogar, la España ensangrentada de Pedro Rojas ferroviario, Georgette huérfana a los 15 años, García Lorca y los fusiles cegando su luz, Antenor Orrego entrañable, Pablo Abril y las 104 cartas, los colores de Macedonio, el rumor del Sena lánguido y transparente en primavera o la grandeza deslumbrante del Krenlim.

Los veintidós días de internamiento hasta el viernes santo de Abril agónico e irreversible 15 de 1938, no dejaron para la ciencia ninguna explicación clara, ningún reflejo evidente de una sintomatología para un diagnóstico exacto. Nada más cerca de la poesía que su propia muerte presentida, visionaria y enigmática, premonitoria en su poema Piedra Negra sobre una Piedra Blanca, de Poemas Humanos. Dialéctica y contrarios de una vitalidad antagónica y la muerte, hilo a hilo en el desgarramiento interior que se eleva en una síntesis lingüística universal y humanísima que afirma la existencia y la muerte.

“Me moriré en París en agüacero,

Un día del cual tengo ya el recuerdo”

Afirmación de la vida y negación; acumulación del tiempo que en el verbo “moriré” es la perspectiva del presente que decanta el pasado e imanta el futuro en que el hombre asume la conciencia de su historicidad y la perentoria de la existencia.

“jueves será, porque hoy, jueves, que proso

estos versos, los húmeros me he puesto

A la mala, …”

La intensificación de la soledad y la tristeza en la repetición, referente simbólico religioso, hasta doler físicamente en la mitad de la vida hasta quebrarlo en las mitades del ser y no ser, en el acto poético.

La evolución estética de Vallejo, revolucionaria, de ruptura de las formas tradicionales, hermética y mágica, lúcida y consciente, es la acción y pensamiento de una nueva estética; ideológica y elaboración lingüística de su madurez política, que alcanza su plenitud expresiva en la experiencia europea; en un itinerario que se inicia en el Perú.

La década del veinte reviste una trascendencia histórica decisiva para el desarrollo del pensamiento político de América Latina. La influencia de los hechos que sucedían en el mundo, la lectura como ejercicio y posibilidad de discusión y educación, la influencia del sindicalismo europeo, la actividad de los medios de comunicación, así como los movimientos de repercusión de la Reforma Universitaria, convulsionaron críticamente la actividad académica de las Universidades, que se constituyen en el centro de debate y postulación de cambios sobre su rol social y ejes de una nueva concepción y praxis política desde sus aulas. De este modo, asume un rol protagónico en la vida cultural.

Etapa crucial de creatividad y efervescencia en la que la juventud más esclarecida conforma una generación brillante en el Perú, en la que la excepcionalidad de algunos talentos como Vallejo, José Carlos Mariátegui, Víctor Raúl Haya de La Torre , son los más altos exponentes. Se asuman otros nombres como los de Alcides Spelucín, Antenor Orrego, Pablo Abril de Vivero, Luis Alberto Sánchez. Se aproximan o vinculan más estrechamente por preocupaciones e intereses comunes que centran al Perú como problema con una visión que sobrepasa el límite de la gestación nacional: ideológica, la praxis política y la presencia de las Universidades , la organización sindical, las luchas por los derechos de los trabajadores y sobre todo la producción intelectual que perfila las constantes de una perspectiva generacional de personalidades gravitantes, cuya proyección histórica orienta las generaciones posteriores, en el ámbito racional y en el mundo.

La conciencia revolucionaria estética y política de Vallejo se forja en los avatares de la actividad literaria, política y en la docencia. Alquimista o mago descubre la necesidad de una escritura que le exige códigos nuevos, transida de elementos que incorpora en su experiencia familiar, cristiana, académica y materialista dialéctica , base de su posición política, como en la actitud lúcida de observación penetrante de la realidad andina y la Metrópoli en el que el mestizaje aflora lacerante, en la percepción del mundo del que es parte y asume como un todo en el que universaliza su poesía, profunda, lírica, que desgarrada, desde Los Heraldos Negros trasciende su propia voz.

En Los Heraldos Negros (Lima 1918) los temas se abren, se abstraen en un lirismo musical desprovisto de artificios, se repliegan en las vivencias del hogar, el amor a la madre, el distanciamiento de la amada, los días de la niñez, reflexiva sobre la vida, el sufrimiento del hombre, en solidaridad doliente, la muerte, el tiempo en su percepción dialéctica, la tristeza de la lluvia, de la tarde, de la ausencia y la expresión imantada de una espiritualidad religiosa.

“Que estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita

de junco y capulí;

ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita

la sangre, como “lojo cognac, dentro de mí”

El lenguaje adquiere una sencillez en la reelaboración lingüística reflexiva, soledosa, en la síntesis de las estructuras morfológicas y sintácticas españolas que se insertan de un modo originalísimo de interjecciones coloquiales quechuas, que logran crear un universo poético lírico con elementos simbólicos cultos y populares, occidentales e indigenistas, en los niveles del tiempo personal e histórico, en que la soledad trasmuta el hecho poético.

“ahora, en esta lluvia que me quita

las ganas de vivir”

La tristeza intensificada en la reiteración del presente evocativo en un “ahora” de imprecación existencial, en la percepción del tiempo trastocando en el espacio telúrico, en la ternura contemplativa.

La aparición de Trilce (Lima 1922) produce en la crítica un desconcierto e incomprensión generalizado por el hermetismo y lenguaje desgarrado por la ruptura de la retórica modernista e innovación de una estética demasiado audaz para la época, revolucionaria en la semántica, fracturación del código y recomposición crispada que precipita a otras síntesis y otras lecturas, compulsivas y visceral. Reinvención lingüística sin pretensión fonética y sin antecedentes en la literatura peruana. Sorpresiva y mágica en su sintaxis trastocada plena de simbolizaciones en contextos que multiplican su posibilidad connotativa en un movimiento de la palabra y el texto, del texto y la palabra.

Los temas recurrentes en Trilce giran alrededor de una percepción de la realidad desintegrada, de una visión totalizadora del caos, de la angustia por la irreversibilidad del tiempo, la ausencia-presencia de la madre la soledad, la rebeldía contenida, la percepción de los límites de la libertad, el hogar, el sufrimiento y frustración por la injusticia que vive el hombre en un sistema injusto.

En el Poema III, la presencia de la madre centra la motivación esencial, tensiona y crispa los espacios más hondos en la reiteración “Madre dijo que no demoraría”, exaltación arteria de la vena existencial que palpita en cada verso que eclosiona entre la ternura y la aspereza que con densa la intensidad que brota del poema.

“Las personas mayores

¿a qué hora volverán?

Trasunta la angustia del tiempo transcurrido, sensación de la postergación, del abandono, del desentendimiento de las cosas.

“Madre dijo que no demoraría”

Desgarramiento de soledad en el carácter autobiográfico de este poema, sin embargo, es de una simbolización que excede la referencia de los elementos significantes hacia un nivel connotativo de otras representaciones.

“Mejor estemos aquí no más.

Madre dijo que no demoraría”.

La pesadumbre de lo irreversible acaso paraliza, desconcierta, es la voz de una raza postergada, incapaz de respuesta, incapaz de rebeldía, silenciado en la injusticia. Sólo la madre es la esperanza del amor. El vocablo coloquial indígena “aquí no más” intensifica el sentimiento en la expresión de un no querer decir explícito e indirectamente referencial.

“Aguardemos así, obediente y sin más

Remedio, la vuelta, el desagravio”.

La ironía acre de siglos, consciente y lúcida percepción del tiempo histórico que se prolonga en los rasgos de la dominación en su concepción dialéctica del tiempo.

“No me vayan haber dejado solo,

y el único recluso sea yo”.

Solidaridad del hombre con el hombre, humanismo abigarrado, aceptación de su individualidad en la poesía y en la vida.

La publicación de Poemas en Prosa (París 1939) incorpora algunos poemas tratados en Contra del Secreto Profesional, por decisión propia de Vallejo.

Los temas se universalizan, la reflexión en actitud abierta

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