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Sociologia


Enviado por   •  17 de Abril de 2014  •  1.943 Palabras (8 Páginas)  •  178 Visitas

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1. EL AMBIENTALISMO EN CUBA

En Cuba la evolución del ambientalismo no ha sido igual que en otros países pero se sabe que la conciencia ambiental a sufrido un proceso de maduración acerca de los problemas del medio ambiente.

* En la conquista española este país no solo tuvo nuevas formas socioeconómicas, sino también un nuevo régimen de apropiación de los recursos naturales. Los vínculos espirituales con la naturaleza propia de las primitivas sobrevivieron sólo en la sabiduría popular y cultos sincréticos.

* En mucho tiempo el país fue dominado por diversas formas de dependencia económica donde primó la explotación desmedida de sus recursos naturales, imponiéndose además, un sistema de mono producción económica con consecuentes deformaciones socioeconómicas que ocasionaron un mal uso de los recursos y la apropiación de la naturaleza; el periodo colonial se caracterizo por la inexistencia de mecanismos para la conservación de los recursos naturales.

Contribución de la sociología a la gestión ambiental en Cuba

Actualmente, algunos especialistas identifican un proceso bastante avanzado de gestación de una sociología cubana -aún no consolidada- en el que el estudio de las diversas relaciones entre sociedad y naturaleza está marginado epistemológicamente .

Alrededor de 1988-1989 comienza el período de reajuste estructural, operándose un conjunto de reformas económicas que incidieron en las condiciones de reproducción social, apareciendo nuevos componentes socio-clasistas. Estas reformas produjeron modificaciones cualitativas y cuantitativas en las tradicionales relaciones de propiedad, aumentando las diferencias sociales.

Dentro de las transformaciones sociopolíticas promovidas por la nueva estrategia de desarrollo se destaca por su importancia la creación de los consejos populares, en 1992, como expresión legítima y estructura básica del poder popular, hecho que ha potenciado el proceso de descentralización de funciones a nivel local, concediendo mayores responsabilidades al sujeto social dentro de la comunidad.

Desde la perspectiva del ambientalismo la comunidad constituye una estructura física y administrativa donde se complementan la participación social y la gestión ambiental, cuya articulación facilita el intercambio de criterios, el reconocimiento mutuo y el desarrollo de un proceso espontáneo de autoeducación y adquisición de conocimientos.

Aunque se ha acumulado gran experiencia en el trabajo comunitario y, recientemente, va ganando terreno el tema de la participación, no se ha contemplado su vinculación a la gestión ambiental como campo de acción popular que diversifica los espacios participativos existentes, generando, además, alternativas de trabajo y responsabilidad social. Datos estadísticos demuestran que de un total de más de 11 millones de habitantes, 1,4 millones de ciudadanos son amas de casa, 1,25 jubilados, 1,5 estudiantes, 0,5 desocupados y 165 mil son trabajadores por cuenta propia (Tesoro, 1999). De estos datos se puede inferir que unos 5 millones de ciudadanos permanecen en el barrio casi a tiempo completo sin explotar su capacidad potencial de movilización. La participación de la comunidad en función de la gestión ambiental contrarresta las limitaciones de la burocracia institucional, descentralizando las decisiones y las funciones para la solución de conflictos locales.

La definición de desarrollo sostenible adoptada en el Programa Nacional de Medio Ambiente y Desarrollo (Citma, 1993) y oficializada en la Ley nº 81 del Medio Ambiente (Gaceta, 1997), contiene implícitamente dos conceptos: actores sociales y participación social. Ambos conceptos, sobre todo en la última década, han constituido componentes activos de las transformaciones estructurales de la sociedad cubana propiciando el contexto para la integración de todos los actores sociales en función de su participación consciente en la gestión ambiental, ya que en el campo de acción del ambientalismo convergen los intereses de todos los componentes de la sociedad, independientemente de su ubicación en la estructura social .

En la actualidad, la participación no sólo se canaliza a través de las organizaciones de masas y las instituciones estatales, sino que intervienen también oenegés, congregaciones religiosas, talleres populares de transformación integral y otras organizaciones sectoriales, constituyendo espacios alternativos que diversifican la estructura tradicional de la sociedad civil y dinamizan sus vínculos con el estado. Sin embargo, la legitimación social del ambientalismo como espacio participativo demanda profundos cambios en la concepción de participación social. Ésta debe transformarse en una lógica participativa que conceda al sujeto social mayor responsabilidad en los procesos de toma de decisiones, adquiriendo la capacidad de diseñar y gestionar las estrategias de desarrollo adecuadas para cada localidad.

Entre las contribuciones del análisis sociológico a la gestión ambiental se puede citar las investigaciones aplicadas a las relaciones entre género y medio ambiente en zonas rurales, la caracterización social de comunidades para programas de educación ambiental, los estudios exploratorios para proyectos constructivos y tecnológicos y la experiencia del proceso de concertación, planificación y ejecución del Proyecto de Reanimación del Parque Metropolitano de La Habana -a partir de la cual se confeccionó un manual técnico (véase en: Uriarte, 1998)-.

Respecto de los programas de educación ambiental en comunidades, casi siempre son desarrollados por maestros y pedagogos y muy pocas veces se ha solicitado la colaboración de sociólogos. Los programas que aplican el análisis sociológico apoyado en técnicas participativas demuestran la transformación de los actores sociales en sujetos capaces de generar soluciones locales, previniendo distorsiones de la participación producidas cuando los programas no parten de la identificación de los actores con sus objetivos educativos y éstos son asumidos como metas de cumplimiento obligatorio que impiden la participación plena de los individuos en la gestión ambiental (véase: Iª Convención, 1997)

Específicamente, se puede hacer referencia al diseño metodológico del proyecto de educación ambiental en comunidades costeras (Boca de Jaruco y Surgidero de Batabanó, 1997-2000) del Acuario Nacional de Cuba. En este caso, el análisis sociológico permitió definir las tres etapas del programa: la primera, de diagnóstico, consistió en la caracterización social de los actores y la medición de percepciones, como conocimiento inicial con vista a la evaluación de efectividad que debe desarrollarse en la tercera etapa; la segunda, de acción, es

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