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Un paseo por Las calles enemigas de Roberto Marcallé Abreu


Enviado por   •  12 de Noviembre de 2018  •  Ensayos  •  2.059 Palabras (9 Páginas)  •  112 Visitas

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Un paseo por Las calles enemigas de Roberto Marcallé Abreu

Por Eduard Tejada

“Los artistas mienten para decir la verdad,

mientras los políticos mienten para ocultarla”

V, en V for vendetta

Muchas obras de ficción van más allá de su mera función de entretener.

El  hecho de construir personajes en un tiempo y en un espacio determinado liga tácitamente sus pensamientos y comportamientos al contexto, al ambiente o a la atmósfera en que se crean.

El arte se ha constituido en un medio poderoso para la crítica social. Esto abarca el cine, la música (recordemos la canción protesta), y por supuesto, la literatura no escapa a ello.

En el contexto dominicano, quizá el mejor referente de la literatura como medio idóneo de denuncia social sea Over, de Ramón Marrero Aristy sobre los maltratos a los trabajadores de la industria azúcar y la desigualdad social.

En esta charla vamos a examinar algunos pasajes de esta magnífica novela en las que se pueden apreciar elementos de nuestra realidad social.

Condiciones socioeconómicas y violencia

Desde la teoría económica sobre la delincuencia se nos dice que existe una relación inversa entre el comportamiento de la economía y la delincuencia, de tal forma que si la economía crece, la violencia y la delincuencia tienden a decrecer y viceversa.[1]

Sin embargo, en el caso dominicano se da una especie de paradoja, puesto que, la tasa de homicidio crece independientemente del crecimiento del PIB/CÁPITA. Este fenómeno “anormal” que se da en nuestro país algunos lo han denominado “Violencia Inercial”, término usado por otros autores como “inercia criminal” (Fajnzylber et al., citado por Perry, Guillermo, 2000), ya que contrario a lo que predicen las teorías económicas sobre el comportamiento antisocial, la violencia muestra una gran resistencia para decrecer, no obstante mejoren algunos de las causales que la mantienen en cierto nivel.[2]

Cap. 4

P. 37

Abordó otro concho que, tras retomar la avenida Duarte, cerca del liceo también bautizado con el nombre del patricio, debía dejarlo en Villas Agrícolas. Frente a sus ojos recorrieron, en orden descendente, los encumbrados edificios levantados en los límites de la avenida 27 de Febrero. Las vías construidas en lo alto, zigzagueantes  y panorámicas, en fecha más reciente…

Asomando en las intersecciones, como en sospechosa vigilia, observó el decaído panorama de una ciudad de casuchas irredentas levantadas en los límites de calles estrechas  y aceras deterioradas, donde sobrevivían, como fantasmas relegados al olvido y en condiciones imposibles, personas de un existencia que orillaba lo marginal y el desamparo absoluto.

Ps. 38 y 39

…el abandono y el descuido resultaban evidentes: la ausencia de vigilancia oficial; los continuos pillajes de prendas y celulares a transeúntes por veloces y osados motociclistas, los llamados pasoleros; los robos a mano armada, perpetrados por antisociales que tenían sus guaridas recónditas en San Carlos y Villa Francisca; la insostenible tarifa de la energía eléctrica, pese a los apagones de catorce horas; el ambiente fétido provocado por las montañas de desperdicios que se recogían solo de vez en cuando, ocasionalmente.

Y, por supuesto, el acoso de las autoridades que para esos menesteres sí eran eficientes y estrictas: impuestos inconcebibles y desproporcionados, pagos intimidantes a la seguridad social… Ocurre en todas partes, se dijo. La vida es cada vez más complicada. Más imposible.

Factores como el bajo nivel de ingreso, acompañado de un modelo de crecimiento o desarrollo que favorece una distribución del ingreso muy injusta, elevados niveles de pobreza y políticas sociales de poca eficacia, han contribuido a la elevación de las tasas de violencia y delincuencia hoy presentes en la sociedad dominicana. A eso hay que sumarle problemas como la urbanización anárquica, el alcoholismo, la proliferación de las armas de fuego y el tráfico y consumo de drogas que fomentan la aparición de los delitos o conductas indeseables.

Cap. 8

P. 63

La ciudad que divisaban sus ojos era una ciudad deslucida, abandonada, fea. Parches de asfalto y tierra en las calle, huecos por doquier, aceras destrozadas, bordillos rotos. Casas y edificios en empañada aproximación. Colores disipados y rancios. La atmósfera del desánimo irremediable. Cuando ascendieron por el elevado la avenida 27 de Febrero, el panorama se transformó levemente: a un lado, contempló abstraído los burdos caseríos de San Carlos, Villa Francisca, Villa Consuelo y Villa Juana y unas cuantas construcciones de varios pisos, chatas y sin adornos…

De repente, la ciudad sufrió una mutación inesperada: torres de arquitectura posmoderna, extensas avenidas, centro comerciales portentosos. Elevados y túneles. Era otra ciudad. La transición era violenta, insalvable.

El fenómeno de la anomia social

Es mucho lo que se ha escrito sobre la organización de la sociedad y la forma como ésta influye en la vida de los individuos. Émile Durkheim, uno de los teóricos cuyos postulados tuvieron mayor relevancia en ese tenor, señala que la sociedad es la encargada de integrar a los individuos que la forman y de regular sus conductas a partir de del establecimiento de normas.  El autor expresaque si la sociedad cumple adecuadamente, tanto la colectividad como cada uno de sus miembros, lograrán un orden estable que les permita desarrollarse plenamente. Cuando esto no ocurre, y la sociedad cae en una situación de anomia, pierde su fuerza para regular e integrar a los individuos, pudiendo producirse consecuencias adversas tales como el suicidio estudiado por Durkheim.[3]

La anomia es, para las ciencias sociales, un defecto de la sociedad que se evidencia cuando sus instituciones y esquemas no logran aportar a algunos individuos las herramientas imprescindibles para alcanzar sus objetivos en el seno de su comunidad. Esto quiere decir que la anomia explica el por qué de ciertas conductas antisociales y alejadas de lo que se considera como normal o aceptable.

El concepto tuvo un gran impacto en la teoría sociológica y fue retomado por otros teóricos que lo aplicaron para estudiar diversas problemáticas. En particular, resulta interesante la perspectiva de autores tales como Talcott Parsons, Robert Merton, Harold Garfinkel, Herbert McClosky, entre otros.

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