La gran Planificación lingüística de la lengua, Cooper
Camilo Andrés Yepes AscanioEnsayo7 de Mayo de 2018
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Planificación lingüística y derechos lingüísticos
Lectura: Cooper, R. (1997). La planificación funcional, La planificación formal y La planificación de la adquisición de la lengua. En La planificación lingüística y el cambio social. Madrid: Cambridge University Press. Pp. 122-193.
EL Autor: Robert L. Cooper.
COOPER (1932 - Brooklyn, 19 de octubre de 2012) fue Profesor de Sociología y Educación en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Su libro Planificación lingüística y cambio social (Cambridge University Press 1989) ha influenciado a educadores, políticos y planificadores sociales durante más de dos décadas. Formado originalmente como psicólogo educativo, Cooper indago por los aspectos sociolingüísticos en la lingüística educativa, mostrando la necesidad de indagar por la definición y el lugar de la política educativa lingüística, así como de incorporar dimensiones sociales en la noción de habilidad del lenguaje. A lo largo de su carrera realizo distintos trabajos enfocados en la lingüística en países como Etiopia e Israel, llevando a que tras su jubilación decidiera que había pasado bastante tiempo en la sociolingüística, disponiéndose a satisfacer su deseo de viajar repasando los pasos de Mark Twain, publicando uno de sus últimos libros, Around the world with Mark Twain en el año 2000.
Contexto de la obra.
El autor desarrolla a lo largo de su libro: La planificación lingüística y el cambio social, las concepciones sobre las formas en que políticos, dirigentes religiosos y líderes de movimientos nacionalistas influyen sobre nuestro uso de la lengua, dando así la noción de que la planificación lingüística es una forma de planificación social, por tanto, una manera de intervención que plantea cuestiones de política oficial y de cambio social, invitando a sus lectores a discutir dichas cuestiones.
Descripción del texto.
Cooper a lo largo de los capítulos cinco, seis y siete sobre la planificación funcional de la lengua, la planificación formal y la planificación de la adquisición de la lengua nos señala como la planificación lingüística se lleva a cabo para lograr fines no lingüísticos como la integración nacional, el control político, el desarrollo económico o la creación de nuevas elites. De este modo en el capítulo cinco, se comienza señalando que las actividades intencionales encaminadas a influir en la distribución de determinadas funciones en la lengua de una comunidad se catalogan como una planificación funcional de la lengua, tomando así la lista de funciones lingüísticas de Stewart y ejemplos de la planificación lingüística referente al hebreo. Se señala que la primera de estas funciones es la oficial (símbolo: o) apropiada para todos los fines que sean representativos en lo cultural y político dentro de un país, sirviendo como medio de fines simbólicos y como símbolo estatal, adquiriendo tres sentidos, estatuido, de trabajo y simbólico, en el que un idioma toma la validez de ser oficial en uno de estos o en todos sus sentidos.
En el caso del sentido estatuido es importante recordar que estos simbolizan las aspiraciones y memorias comunes de una comunidad, por ende, se reconoce que un idioma es el símbolo de la grandeza de dicha comunidad y al designarlo como oficial afianza las autoridades del gobierno. Cooper señala el caso de la constitución irlandesa que tras su independencia proclama el irlandés como idioma oficial y adquiere los res sentidos es el menos hablado por la población frente al inglés, convirtiendo a este último en un idioma establecido o estatuido y de trabajo. El autor da relevancia al señalar que el tener una lengua u idioma estatuido se debe a las necesidades de control e interés por las elites que manejan el país y manipulan los símbolos políticos, donde se puede generar un apoyo o un conflicto de las contra-elites. Una segunda función es la provincial (símbolo: p), que está dada en la función del idioma oficial limitada a una región geográfica más pequeña, un ejemplo de ello son los francófonos de Quebec en Canadá, donde son minorías en las demás provincias se crean unidades administrativas e incentivos, en algunos casos la declaración de idiomas no regionales como oficiales demuestra una rivalidad política y económica más que de orden cultural.
La tercera función es la comunicación comunitaria (m), donde en un sistema lingüístico sin las características oficial y provincial, prevalece una función como medio de comunicación a través de fronteras lingüísticas donde se busca una integración entre determinados actores, un ejemplo de ello son los españoles que usaba el quechua en el Perú de los XVII y XVIII para tratar con la población. De este modo, un idioma se difunde si da una ventaja personal según las ideas de los posibles usuarios y se promueven los idiomas de comunicación comunitaria cuando al hacerlo las elites y contra-elites promueven sus intereses. La cuarta función es la internacional (i) sin características o y p, como medio para las relaciones económicas, diplomáticas, de turismo entre otros. La planificación funcional de esta característica ocurre cuando se decide que idioma enseñar en los colegios, usualmente los más útiles como el inglés por tener una mayor vinculación de ciudadanos de un país con otro. La quinta función es el capital (c), el autor señala su importancia en los países en los que el poder político, las actividades económicas y el prestigio se centran en el capital, difundiéndose desde el centro económico y política a las periferias. El sexto es el grupal (g), siendo una función con un sistema de comunicación ordinario entre los miembros de un grupo como un grupo de inmigrantes y que puede determinar la pertenencia a un grupo. La función educacional (e), radica en su usó como medio de educación regional o nacional, donde está fuertemente ligada a las dinámicas políticas e interés de administración o dominación, así como de acceso a un patrimonio intelectual como es el caso del inglés, español, entre otras. La educación al ser un medio de control social posee una importancia en los intereses y dinámicas políticas. A esto se le complemente la función como asignatura (a), las lenguas oficiales y las lenguas secundarias se enseñan en los espacios académicos para obtener los beneficios de instrucción, patrimonio intelectual o de acercamiento a elementos sagrados o identitarios, está ultima se da cuando la lengua no pertenece a funciones o y p.
La novena función es la literatura (l), siendo una característica de los movimientos nacionalistas, el desarrollo literario de un idioma nacional respalda las reivindicaciones de autonomía nacional. La ideología y el símbolo son de importancia en la difusión de una lengua, así como en el desarrollo cultural para adquirir más personas. Finalmente, la función religiosa (r), se da en el uso de una lengua en relación con un ritual, limitando el conocimiento a textos sagrados y plegarias públicas como en el caso del islam y el judaísmo quienes se limitan a una sola lengua para el uso de sus textos y plegarias. Del mismo modo adquiere importancia en el acercamiento a nuevas comunidades y adquirir adeptos, o en elementos de transformación como evangelizar a una determinada comunidad.
Las decisiones de planificación funcional de la lengua de este modo se adaptan a dos usos centrales, acompañado de los anteriormente mencionados por Stewart, los cuales con medios de comunicación y el trabajo, al controlar los medios de comunicación se controla el idioma que se empleara en la vida, un ejemplo es el gobierno israelí quienes controlan la duración y fuerza de transmisión de cada una de sus tres lenguas, recalcando la que más se adhiera a sus intereses; en el caso de los francófonos de Quebec, el gobierno promueve incentivos y obligatoriedades referente al trabajo para la promoción y uso del francés en su territorio. De este modo se puede ver como grupos o personas ejercen la mayor influencia y presión referente al uso y desuso de determinadas lenguas, dando así que la planificación funcional de la lengua es un intento de reglamentar una especie de demanda frente a una serie de recursos mientras que la planificación de adquisición es el intento para reglamentar la distribución de estos recursos.
En el capítulo 6 la planificación formal de la lengua, el autor se basa en la concepción de la estética arquitectónica donde la función precede la forma para señalar que la lengua se basa del mismo modo por una teoría estética, este esta implica o explicita. De tal forma que la función precede la forma en el sentido de que el planificador señala o diseña estructuras desde la hipótesis de que una modificación puede beneficiar a una determinada función, el ejemplo más claro es el de San Esteban quien no solo tradujo las liturgias al Komi, sino que para emplearlo como medio de instrucción tuvo que crear un sistema de escritura. En este punto es importante recordar que la planificación lingüística persigue deseos o fines no lingüísticos dados por determinados intereses. Desde otra concepción es importante señalar que no toda planificación formal se usa para una nueva función comunicativa, estas también se pueden dar para fomentar, dar poder y visibilidad a determinadas poblaciones, así como a sus dirigentes, el ejemplo de ello es el remplazo de la palabra homosexual por gay. Por otro lado, el autor señala que las categorías primarias tradicionales en la panificación formal son la representación gráfica, la normalización y modernización, Cooper menciona una cuarta categoría que considera importante y central, la renovación.
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