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Resumen por capitulo del libro de Qué es la justicia escrito por Sandel.

JESSICA ESTEFANIA CALLE AGUAHUIÑAResumen12 de Julio de 2016

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ÍNDICE

Hacer lo que es debido        

El principio de la máxima felicidad: El utilitarismo        

¿Somos nuestros propios dueños? : El libertarismo        

Ayuda de pago. Mercado y moral        

Lo que cuenta es el motivo. Immanuel Kant        

En defensa de la igualdad. John Rawls        

Argumentos sobre la acción afirmativa        

¿Qué se merece cada cual? Aristóteles        

¿Qué nos debemos los unos a los otros? Los dilemas de la lealtad        

La justicia y el bien común        


Hacer lo que es debido

Existen tres maneras de enfocar la Justicia que son: según el bienestar, según la libertad y según la virtud.

Los utilitaristas afirman que debe buscarse la mayor felicidad para el mayor número de personas, esta acepción refleja lo que significa maximizar el bienestar.

Desde el enfoque de la libertad, caben dos posturas: Según “laissez-faire” teoría que se refiere a una completa libertad económica y social sin ninguna restricción del gobierno, afirma que la justicia es respetar y validar lo que los adultos escojan voluntariamente.  Según el campo de la equidad, la justicia requiere de políticas que enmienden las desigualdades sociales y económicas, brindando a todos oportunidades de manera equitativa.

Por último, el enfoque según la virtud avala que una sociedad es justa cuando consiente virtudes y procrea la noción de una vida buena; esto suele identificarse con la iglesia o religión. Sin embargo nos congojamos cuando juicios relativos a la virtud llegan a convertirse en ley.

El dilema apunta a una de las grandes interrogantes de la filosofía: una sociedad justa ¿ha de pretender el fomento de la virtud? ¿O no debería la ley ser neutral entre concepciones enfrentadas, de forma que las personas tengan la libertad de elegir por sí mismos la mejor manera de vivir?

Aristóteles expone que la Justicia consiste en dar a cada uno lo que se merece. Según Aristóteles no podemos hacernos una idea de cómo es una ley justa sin haber especulado sobre cuál es la manera más deseable de vivir. Para él la ley no puede ser neutral.

En contraposición, los filósofos políticos modernos desde Immanuel Kant hasta John Rawls, sustentan que una sociedad justa respeta la libertad de cada persona de elegir su propia noción de la vida buena.

Simplificando en que las teorías antiguas de la justicia emergen de la virtud, mientras que las modernas suscitan de la libertad.

Antes de intentar una valoración de estas teorías, amerita preguntarse si nuestra reflexión moral persigue la correlación entre los juicios que hacemos y los principios a los que nos adherimos. Pero ¿en qué consiste una reflexión moral? Y ¿Cómo puede una reflexión de esta naturaleza conducirnos a la justicia o a la verdad?

Los capítulos siguientes son una invitación a someter nuestro punto de vista sobre la justicia a un examen crítico, a determinar en qué pensamos y por qué.

El principio de la máxima felicidad: El utilitarismo

Jeremy Bentham fue un filósofo moral y reformista inglés que fundó la doctrina del utilitarismo, su idea principal es: El principio mayor de la moral consiste en maximizar la felicidad o placer. Llegó a este principio siguiendo el razonamiento de que a todos los seres humanos nos gusta el placer y nos disgusta el dolor; la filosofía utilitaria reconoce este hecho y lo convierte en la base de la vida moral y política.

Bentham propuso una serie de proyectos encaminados a que la política penal fuese más eficaz. Uno era el Panóptico que consistía en una prisión con una torre central de vigilancia de la cual se encargaría una empresa privada.              

Otra de las propuestas consistía en un plan para mejorar la gestión de mendicidad mediante la apertura de casas de trabajo que se autofinanciasen. Los mendigos serían reclutados y puestos a trabajar de forma que pagarían su manutención, que se apuntaría en una cuenta de auto liberación.        

Por cruel que pareciera la propuesta, Bentham solo perseguía fomentar el bienestar general resolviendo un problema que disminuía la utilidad social; ya que Bentham afirmaba que ver un mendigo por las calles produce dolor por simpatía o a su vez dolor por desagrado.

A éste pensamiento surgieron dos objeciones muy relevantes:

Según la lógica utilitaria sería justificado moralmente el infligir dolor a una persona si con ello evita muertes y sufrimientos de una proporción numerosa. Dado esto, la primera objeción sostiene que al utilitarismo solo le preocupa la suma de la satisfacción y no tiene respeto por los derechos individuales.  

Bentham enuncia que la utilidad ofrece una unidad común de valor,  sin juzgar ninguna preferencia ya que todas cuentan por igual y hay que medirlas con la misma escala. Pero conforme con la segunda objeción, en una unidad de valor no se podrá captar todos los valores.

Una generación posterior a la de Bentham, John Stuart Mill intentó salvar el utilitarismo reformulándolo de modo que resultara más humano y menos calculador.

Planteó un argumento a favor de la libertad, su principio expresa que las personas deberían ser libres de hacer lo que quieran con tal de que no perjudiquen a otros, sin que el Estado intervenga.

Expuso que los utilitaristas pueden distinguir los placeres más elevados de los que son menos, contradiciendo a Bentham, quien no reconocía distinción cualitativa entre los placeres.

Aseverando que Mill fue el filósofo más humano y Bentham el más coherente.

¿Somos nuestros propios dueños? : El libertarismo

La desigualdad económica en Estados Unidos es mayor que en otras democracias. Hay quienes piensan que semejante desigualdad es injusta y avalan que se grave impuesto a los ricos y destinarlos a los pobres. Sin embargo, tal proceder al estilo de Robín Hood, está sujeto a dos objeciones:

La primera objeción teme que al quitar a los ricos para darle a los pobres conduciría a un declive en la productividad por la reducción de incentivos para trabajar e invertir.

La segunda objeción considera que gravarles impuestos a los ricos es injusto porque viola  su derecho a la libertad, a que haga con su dinero lo que le apetezca.

A menudo a quienes se oponen a la redistribución se les llama libertarios, quienes son simpatizantes de que los mercados estén libres de toda atadura, se oponen a que el Estado los regule.

El libertario rechaza tres tipos de políticas y leyes que los estados modernos ejecutan ordinariamente:

  1. El Paternalismo: Las leyes de este estilo violan el derecho del individuo a decidir los riesgos que quiere correr.
  2. Legislación sobre la moral: El uso de la fuerza coercitiva de la ley para promover convicciones morales.
  3. Redistribución de la renta o del patrimonio: Todo intento de que haya una mayor igualdad económica será destructivo para una sociedad libre.

Robert Nozick ofrece una defensa filosófica de los principios libertarios y ataca a las ideas ordinarias de la justicia distributiva, disponiendo dos condiciones:

  1. La justicia en lo que inicialmente se tiene: Si lo recursos con los que se ha hecho dinero fueron legítimos.
  2. La justicia en las transferencias: Si ha hecho dinero gracias a libres intercambios en el mercado o por donaciones.

Si la respuesta a ambas condiciones es Sí, tendrá derecho a poseer lo que posee sin que el Estado pueda quitárselo.

Nozick asevera que requisar el fruto del trabajo de alguien es equivalente a requisarle horas de trabajo; el Estado al gravar nuestros ingresos se está transformando en nuestro “amo”, dándole el derecho de propiedad sobre nosotros,  por lo tanto el Estado sería nuestro dueño.

Ayuda de pago. Mercado y moral

La defensa del libre mercado suele apoyarse en dos aseveraciones: una relativa a la libertad y la otra sobre el bienestar.                                                          

La primera coincide en que las leyes que interfieren con el libre mercado violan la libertad individual, pues  permitir que las personas acuerden intercambios voluntariamente respeta su libertad.                                        

La segunda es el argumento utilitarista, dice que el libre mercado promueve el bienestar general porque los tratos pactados beneficiaran a ambas partes sin perjudicarlos.

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