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Aguilar


Enviado por   •  28 de Junio de 2014  •  Informes  •  1.395 Palabras (6 Páginas)  •  145 Visitas

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Es muy frecuente que -desafortunadamente- muchos directivos laborales, empresariales,

gubernamentales y no gubernamentales -e incluso profesores y consultores de gerencia y

gobierno- no tengan siempre presente y suficientemente claro el elusivo concepto de

gobernabilidad ni el conjunto de factores de que ella depende. Pero, por supuesto, todo el

mundo discute éste asunto con pasión y opina -como si supiera- pues todo directivo o

ejecutivo -todo gobernante o gerente- tiene claro que no debería no dominar el tema:

desdichadamente lo más usual -en tales circunstancias- es compartir ignorancia… y actuar

en consecuencia. Mi intención es contribuir -en lo posible- a cambiar en algo ésta situación -

con una aproximación científica y no política- si es que ello es posible.

Sea la que sea la filosofía, concepto, idea, sistema, técnica, instrumento, herramienta, etc.

que se use -para una mejor práctica de la gerencia o gobierno de la organización a cargo- la

misión fundamental de sus directivos o ejecutivos es lograr su gobernabilidad.

Lograr la gobernabilidad de la organización en cuanto a lograr que -actuando en

consonancia con los valores convenidos- ella logre avanzar hacia la visión o propósito

estratégico formulado, alcanzando progresivamente los objetivos y metas que reflejan ésta

aspiración… pese -o gracias- a la acción de aliados, oponentes e indiferentes, externos e

internos…en un clima de relativa armonía.

Cuando un gobierno culpa a la oposición de no lograr lo que se había propuesto, ese

gobierno -aunque diga lo contrario- reconoce que perdió gobernabilidad y que el manejo de

la situación se le escapó de las manos. Si la oposición quería y logró descolocar al gobierno

y hacerlo incumplir sus propósitos ganó gobernabilidad: por lo menos mientras lo logró. Lo

mismo es válido a la inversa.

Si una empresa X gana en forma sostenida a un competidor Y -en participación de mercado-

éste está perdiendo gobernabilidad en lo competitivo, pero si al final X quiebra, pues sus

precios eran competitivos más no eran rentables, es X la que perdió gobernabilidad… y es

probable que Y recupere la suya.

Ahora bien -desgraciadamente- los objetivos

de un

gobierno no se corresponderán

-necesariamente- con los objetivos

del

Estado, objetivos que siempre deberían estar por

encima de los objetivos e intereses tanto del gobierno como de la oposición. Algo análogo

sucede con los objetivos de la alta gerencia y los objetivos de la

Organización, los que -

de un modo u otro- deberían intentar satisfacer con excelencia a todos los interesados en

que ella sea exitosa: clientes, trabajadores, proveedores, comunidad y accionistas públicos

y/o privados, con o sin fines de lucro.

Las dificultades y distorsiones asociadas a no satisfacer -plenamente- todos estos

requerimientos, configuran los que se denominan

problemas

de

agencia: la resolución de

estos implica lograr que los agentes (mandatarios) se comporten de tal modo que velen -

efectivamente- por el bienestar colectivo de los mandantes y no por satisfacer sus intereses

personales en desmedro de los demás.

Está de moda en nuestro medio el uso de la palabra “mediática” -que no figura en el

diccionario de la Real Academia Española de la Lengua- en el sentido de usar los “medios”

de comunicación, para mediatizar la acción del gobierno, por intereses supuestamente

mezquinos, para entorpecerla. Un gobierno sólido y capaz debería ser -o estratégicamente

hacerse- relativamente inmune a la acción de sus oponentes… y no quejarse del mayor

poder de sus oponentes para llevarlo a perder gobernabilidad. Lo mismo es válido a la

inversa.

La misión de los oponentes es ser oponentes… y deberían cumplirla; los gobernantes

deberían cumplir la suya: gobernar -gobernablemente- en beneficio de todos… respetando

estrictamente la institucionalidad y los valores democráticos… aunque otros actores no los

hayan respetado y aunque exista la posibilidad de que la oposición no los vaya a respetar…

y aunque por ello o por incompetencia -y/o pérdida de popularidad y/o poder- pudiera perder

tanto la gobernabilidad como el gobierno; esas son -o deberían ser- las reglas del juego

democrático.

Esto es también aplicable a los sectores empresariales y laborales, políticos y no

gubernamentales -independientes o de oposición- pues no es aceptable que ellos actúen

pasivamente y solo se quejen y culpen en forma sostenida de lo mucho que la gestión

gubernamental -y la baja gobernabilidad del Estado- los perjudica, incluso en cuanto a la

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