Aristóteles fue discípulo de Platón del mismo modo que Platón lo fue de Sócrates
mzleonardoEnsayo5 de Abril de 2017
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Introducción
Aristóteles fue discípulo de Platón del mismo modo que Platón lo fue de Sócrates, pero se alejó en parte muy sustancial de la doctrina de su maestro, en una ocasión cuentan que dijo “soy amigo de Platón pero más amigo de la verdad”. Por eso tenía que separarse de la obra de su maestro.
Se dice que todos los hombres somos o platónicos o aristotélicos, Platón es del mundo de las ideas divinas, en cambio Aristóteles es realista no cree en otro mundo ideal, sino que los conceptos o ideas están en nuestro mundo, lo que existe son individuos.
Para Aristóteles, el hombre es un ser Racional y político, nos distinguimos por la razón que nos permite asombrarnos ante el mundo y político por vivir en la polis, debemos vivir en comunidad.
Aristóteles nació en Estagira en el año 384 A.C. y murió en Cansis en el año 322 A.C. Era hijo de un médico de la corte de Macedonia, durante 20 años fue discípulo de Platón en la famosa academia de Atenas. Mientras vivió fue fiel a sus enseñanzas luego desarrollo su propia filosofía en abierta disidencia con el Platonismo.
En el año 343 AC, Filipo de Macedonia llamó a Aristóteles a su corte para que fuera el preceptor de su hijo Alejandro, cuando Alejandro subió al Trono macedonio, Aristóteles volvió a Atenas y fundo una escuela alquilando un terreno junto al santuario dedicado a Apolo Eliseo, de ahí tomo su nombre la escuela Aristotélica “El Liceo”. Allí Aristóteles se dedicó a investigar y enseñar Lógica, Física, Biología, Ética, Política y otras disciplinas, además fundo con la ayuda económica de Alejandro una gran biblioteca y un curioso zoológico. En el terreno arrendado había un jardín con senderos donde Aristóteles gustaba enseñar en las mañanas a sus discípulos más avanzados.
Solo una parte de los escritos aristotélicos han llegado a nuestras manos los escritos conservados ocupaban 106 rollos de papiros, pero la totalidad según el catalogo alejandrino llenaba unos 550 rollos.
Según Aristóteles, existen cosas que pasan y cosas que hacemos, las cosas que nos pasan son pasiones, no las podemos controlar como mojarse en el campo o enamorarse, frente a ellas están las acciones, que me ayudan a decidir entre ir a la excursión bajo la lluvia o declararme si estoy enamorado, según Aristóteles, la felicidad se produciría por las acciones y no las pasiones.
Además la ética de Aristóteles nos enseña a elegir correctamente en el término medio moral, que es relativo de acuerdo a cada persona y circunstancia.
Desarrollo
La Ética sin duda ha sido objeto de distintos planteamientos durante la evolución del mundo y las sociedades, de esta manera ya desde los autores pre socráticos[1] tales como Heráclito y Pitágoras estudiaron las distintas formas del comportamiento humano, sus acciones además de dar una valoración moral de las mismas, concepción de alma, virtudes, entre otras, aportaron en un primer alcance de lo ético, ya llegando a Sócrates quien fue uno de los más grandes pensadores de la antigüedad se da un análisis más profundo de aquello, que nos acerca al concepto actual de ética, para él la virtud era importunísima ; incluyendo de esta forma a la prudencia y la sabiduría[2], ya Sócrates nos entrega un sustento mayormente desarrollado sobre el bien indicando además que las cosas en sí mismas no pueden calificarse de buenas o malas, y que ellas deben atender al propósito que se espera de las mismas, v. gr., “El pan es bueno para un hambriento pero inútil para una fiebre”, sin duda estos apartados lógicos son de suma importancia para verificar luego el concepto de virtud, bien, moralidad, ética, etc.
Luego y de manera más radical y desarrollada Aristóteles nos invita a ver el objeto de este estudio desde un perspectiva múltiple y desarrollada, teniendo como puntos gravitantes de su filosofía la política, la ética y la acción, en esta presentación será el autor de mayor gravitación y en consecuencia estos conceptos se desarrollaran de manera más acabada en el desarrollo de éste; así para Aristóteles la Ética es un resultado de la prosecución del Eudemonismo, es decir, de la actualización de la razón, una incansable búsqueda de la excelencia cuyo fin último es la consecución de la Felicidad, de esta forma a través de la razón se pulen las virtudes que son los hábitos que nos llevaran a lograr el fin deseado.
No es de extrañar que para Aristóteles sea la razón el motor de la excelencia, ya que siendo uno de los filósofos más importantes de la antigüedad es preso de su tiempo y contexto histórico. Habiendo nacido Aristóteles en una pequeña localidad macedonia cercana al monte Athos llamada Estagirita en el año 384 a.C. En el año 367, es decir, cuando contaba diecisiete años de edad, fue enviado a Atenas para estudiar en la Academia de Platón. No hay claridad acerca de qué clase de relación personal se estableció entre ambos filósofos, pero, a juzgar por las escasas referencias que hacen el uno del otro en sus escritos, no cabe hablar de una amistad imperecedera. Lo cual, por otra parte, resulta lógico si se tiene en cuenta que Aristóteles iba a iniciar su propio sistema filosófico fundándolo en una profunda crítica al platónico. Ambos pensadores partían de Sócrates y de su concepto de eidos, pero las dificultades de Platón para insertar su mundo eidético, el de las ideas, en el mundo real obligaron a Aristóteles a ir perfilando términos como «sustancia», «esencia» y «forma» que le alejarían definitivamente de la Academia.
Así nos remontaremos a la ética teológica basada en el estagirita y desarrollada por Tomas de Aquino, para avanzar a conceptos más modernos donde el principal exponente lo constituye Immanuel Kant quien con el imperativo categórico[3], y además un aporte desde una perspectiva de Friedrich Nietzsche[4] quien desde una nueva concepción de filosofía, realiza un quiebre de los valores deseables en humano, y propone la importancia de la voluntad en todo ámbito de la existencia terrenal y luego realiza una transmutación de los valores establecidos desde los pre-socráticos y hasta Kant, indicando una crítica severa a estos, punto que desarrollaremos más adelante.
Ahora volviendo al objeto de este ensayo, y llevando el mismo al estudio que nos convoca, es la importancia de la ética profesional desde la perspectiva de un profesional enmarcado en el actual contexto internacional y remarcando con especial énfasis la realidad de Chile. La metodología del presente ensayo será comparativo – contextual, con la finalidad de entender de una manera ad hoc la ética aplicada, esto es contrastar distintos conceptos y entenderlos en su real faceta, intentando adoptar los mismos a nuestra época.
En definitiva el intento radica en estudiar autores y contextos, aplicar dichas definiciones a la realidad actual, obtener con ello un acercamiento a la definición de ética acorde con las pautas que debiera seguir un profesional, ya sea en Chile o el extranjero, para con ello responder a varias interrogantes que se plantean en el final de este informe.
LA ÉTICA DE ARISTOTELES:
Como observamos en la parte introductoria, Aristóteles es el autor central de este estudio, ya someramente damos a conocer ciertos postulados, que ahora pasamos a desarrollar con mayor detenimiento. Para iniciar dicho estudio es menester comenzar clasificando y categorizando la ética; así Alfonso Gómez Lobo nos da a conocer dos grandes categorías de ella:
“éticas teleológicas y éticas deontológicas. En efecto, una ética es teleológica (de acuerdo con esta terminología) si define lo bueno en forma independiente de lo recto y luego define lo recto como lo que maximiza lo bueno. A este tipo de éticas se las suele llamar también “consecuencialistas” en el entendido de que para ellas lo moralmente decisivo no son ciertas propiedades de los actos mismos sino únicamente sus consecuencias. Si se quiere que la clasificación sea exhaustiva, la posición deontológica tendrá que consistir en la negación de la teleológica. Según esto, una ética es deontológica si no define lo bueno independientemente de lo recto o si no define lo recto como lo que maximiza lo bueno” (Gomez Lobo, 1998, p.298)
Aquí vemos enfrentada la ética desde la perspectiva utilitarista en contraposición con la concepción deontológica de Immanuel Kant – desde el imperativo categórico[5] - . Ahora cabe preguntarse dónde podemos enmarcar la ética aristotélica dentro de estos márgenes, para ello debemos estudiar conceptos claves, siguiendo al autor, Aristóteles hacía distinciones en relación a las clases de conocimiento: productivo, práctico y teórico; el teórico dice relación con la observación de los fenómenos naturales, tal cual hoy la veríamos en el estudio de la ciencias exactas, podemos enmarcar el caso de la manzana de Newton[6], es decir la contemplación del entorno con la finalidad de obtener un aprendizaje cierto. El conocimiento productivo dice relación con aquel acervo que tiene v. gr., un artesano, un zapatero, para confeccionar un objeto tangible siguiendo los pasos que denota la técnica y su conocimiento, finalmente y de radical importancia constituye el conocimiento práctico, que en simples términos radica en orientar en términos reales hacia la consecución de una finalidad, esto debe ser llevado a cabo por medio de la acción, y (Gomez Lobo) es lo se denomina en términos aristotélicos “ciencia práctica”(p. 300), así para diferenciar entre ambas – teórica y práctica – la última propone modificar la realidad, es decir llevar el conocimiento contemplativo a la acción en el entorno, según el estagirita ambas serán formas veraces. Aquí la fórmula utilizada para distinguir el bien, es la acción u contemplación que decanta en la verdad y no una verdad aparente que en consecuencia estaría cubierta de falsedad, así el bien deviene en veracidad. A lo anteriormente expuesto cabe agregar dos afirmaciones relevantes a tener en cuenta en relación con el deseo, si este es correcto será verdadero, pero también pueden existir deseos incorrectos, y para identificarlos nos daremos cuenta de la falta de veracidad del mismo. Así no todo deseo será bueno, y en consecuencia no debe llevarse a efecto, agrega Gómez Lobo (1998) que la consecución de todos los deseos no implica la felicidad (p. 303).
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