Educación ambiental: de la acción a la investigación
BarbaraRPTutorial8 de Junio de 2013
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INVESTIGACIÓN DIDÁCTICA
ENSEÑANZA DE LAS CIENCIAS, 1998, 16 (2), 217-231 217
EDUCACIÓN AMBIENTAL:
DE LA ACCIÓN A LA INVESTIGACIÓN
MAYER, M.
Centro Europeo dell’Educazione. Ministero Pubblica Istruzione. Frascati. Roma. Italia.
SUMMARY
Environmental education has developed greatly over the last twenty years, reflecting upon the deep contradiction
between the need for human development, which means the need for scientific development and a global market
economy, and the need for a better quality of life and natural environment. In the educational proposals, the action for
the environment is no more separated from a deeper understanding of the way we think and from the importance given
to the emotional links with our planet. This wiser way to conceive environmental education is strongly concerned with
the complexity of thought and the «reductionism» implicit in many pedagogical theories and environmental claims.
Environmental education could become a new way to look at education, putting together the complexity theories, the
importance of making sense of ignorance and uncertainty, and the need of constructing and comparing values. This
new way to conceive education claims new educational structures and consistent strategies to use in research and
evaluation: the action carried out all over the world in the last years indicates the issues and the strategies
environmental education research has to face.
Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Antonio Machado
camino que se ha ido trazando en estos últimos años –las
huellas que hemos dejado– y examinar algunas de las
cuestiones que la educación ambiental propone. La educación
ambiental, de hecho, parece haber trazado un
camino similar y, sin embargo, de alguna manera crítico,
respecto a la trayectoria de la educación científica, y
resulta, por tanto, interesante pararse a reflexionar sobre
el significado de lo que ya se ha hecho y sobre los
problemas que se han puesto en evidencia.
Las reflexiones que siguen se basan en la experiencia
desarrollada en el ámbito internacional a través del
proyecto ENSI, de la OECD –en el cual he sido coordinadora
nacional como representante del CEDE, Centro
Europeo dell’Educazione, Centro de Investigación Educativa
del Ministerio de Educación Italiano–, y de la
experiencia de los últimos cuatro años como responsable,
junto con mi colega Bruno Losito, del proyecto
ORMEA relativo al «Observatorio sobre Investigación
INTRODUCCIÓN
En todos los documentos internacionales, y también
para la Unión Europea, la educación ambiental no se
considera como una disciplina escolar autónoma sino
como una enseñanza lo más interdisciplinar y transversal
posible (Giolitto et al., 1997). Sin embargo, en los
últimos diez años, educadores de todas las disciplinas,
aunque en mayor medida enseñantes de disciplinas científicas,
han decidido dedicar al medio ambiente y a la
educación ambiental una parte de su labor didáctica.
¿Por qué? ¿A qué necesidades responde la educación
ambiental? ¿Qué le hace ser diversa de la educación
científica o de la educación cívica?
En este artículo quisiera hablar sobre las motivaciones
que han impulsado a muchos educadores en Europa a
ocuparse de educación ambiental, y también la manera
en que la educación ambiental ha sido generalmente
entendida y practicada, para poder después analizar el
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y Metodologías para la Educación Ambiental», relacionado
con la puesta en marcha experimental en Italia de
un sistema nacional para la educación ambiental. Las
partes relativas a la complejidad y a su importancia en la
educación ambiental están inspiradas en el módulo escrito
para el master en educación ambiental propuesto
por la Universidad Nacional de Educación a Distancia de
Madrid (Mayer, 1994).
IMÁGENES DE LA CIENCIA, DE LA ESCUELA,
DE LA SOCIEDAD
Cuando en la década de los setenta –hace más de veinte
años– se empezaba a hablar de educación ecológica, y
después de educación ambiental, comenzaban a aflorar
algunos de los elementos que han contribuido a modificar
profundamente las imágenes de la ciencia, de la
escuela y de la sociedad que se habían construido en la
primera mitad de nuestro siglo y cuyas raíces se basaban
en el éxito que el mito del progreso había recogido en el
siglo precedente. Los jóvenes de los años setenta empezaban
a darse cuenta de que: a) la ciencia y la tecnología
no podían ser consideradas la solución a todos los problemas
y que, por el contrario, eran causantes de problemas;
b) el mito de la ilustración, según el cual el conocimiento
es por sí mismo portador de valores democráticos
y de mejor calidad de vida, era precisamente un mito;
c) no era fácil definir qué es en realidad el progreso;
d) la escuela, más que un instrumento de promoción
social, era un instrumento de selección y de perpetuación
del poder.
A una distancia de más de veinte años –con un debate
todavía abierto sobre la complejidad y sobre la postmodernidad–,
es interesante observar cómo todos estos
elementos se han profundizado y difundido, pero también
cómo todavía hoy en día las contradicciones que
conllevan se nieguen cotidianamente:
– Se sigue sosteniendo un progreso científico y tecnológico
basado en el uso indiscriminado de los recursos y,
a la vez, se denuncia la gravedad de la situación medioambiental.
– Se afirma que educación y escuela ocupan el primer
lugar en los intereses de cada nación y, sin embargo, casi
siempre están en último lugar dentro de los compromisos
presupuestarios.
– Se afirman los valores de la democracia, del respeto a
la diversidad, de la solidaridad, cuando en todo el mundo
y también en Europa, asistimos a una falta de tolerancia
hacia los que son diferentes, cercanos o lejanos.
Los intereses, sobre todo comerciales tendentes a la
«aldea global», y también los ideales económicos que
miran hacia la unidad en Europa son, de hecho, sólo una
cara de la moneda, mientras que la otra cara se compone
de tendencias separatistas, de reivindicaciones locales,
de movimientos religiosos, que fragmentan cada vez
más esta unidad.
Ya no es fácil reconocer donde está el «progreso», donde
está la «razón» y es, sin embargo, cada vez más importante
aprender a rechazar las posturas extremas, a mediar
entre homogeneidad y diversidad, entre uso y conservación
de los recursos, entre libertad individual y necesidades
colectivas.
Incluso dentro de la propia escuela, las contradicciones
se hacen cada vez más evidentes: la escuela parece haber
renunciado a su papel de depósito-biblioteca del conocimiento
inmutable que se aprende de memoria, pero no
está claro aún cuál será su nuevo papel. En todos los
programas escolares, y no sólo en Europa, se habla de
constructivismo y de aprendizaje activo y, a pesar de
ello, disciplinas y contenidos siguen siendo más o menos
los mismos (si acaso aumentan en extensión), las estructuras
se modifican sólo superficialmente, a los maestros
se les prepara casi igual que hace veinte años. La escuela
realmente se ha dejado abandonada a su suerte, y las
reformas poco pueden hacer si no se acompañan de un
cambio más profundo, si no son los propios enseñantes,
y los investigadores los que construyan juntos un camino
más adecuado a las imágenes del mundo y de la ciencia
que el nuevo siglo que viene trae consigo.
Ni tampoco en lo que se refiere al medio ambiente y a la
educación ambiental faltan las contradicciones: se habla
de desarrollo, y de desarrollo sostenible, y no queda
claro dónde se halla la línea que separa desarrollo y
sostenibilidad: en un documento oficial de la UNESCO
(1992) realizado después del encuentro de Río, las palabras
clave son: competitividad, educación y productividad,
capital humano. Como señala Lucie Sauvé (1993),
lo que todavía predomina, al menos en los documentos
oficiales, es un paradigma sociocultural de tipo «industrial
» y los paradigmas educativos correspondientes –el
«racional» y el «tecnológico» –en que la educación se
considera como una inversión económica fundamental
para el desarrollo de la creatividad, de la productividad
y de la competitividad (UNESCO, 1992). El mismo
capítulo 36 del programa 21 parece dar más importancia
a la extensión de la información y, por tanto, a la
cantidad, mientras que, contemporáneamente, el Foro
Global de las ONG ponía énfasis (1993) en la calidad de
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