El Saber Filosofico
510909012 de Septiembre de 2013
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I. EL SENTIDO DE LAS COSAS.
Decía Fiedrich Nietzsche, un filósofo alemán del siglo XIX que "El ser humano es un animal enfermo" porque no le basta con procurarse la solución a sus necesidades vitales inmediatas sino que además se pregunta por las cosas intentando buscar sentido a su vida como a las cosas mismas.
Ese deseo de saber, la necesidad de atribuir un sentido a las cosas y a la propia vida que en un principio aparecen indefinidas, posee tres rasgos característicos:
a. Parece carecer de todo valor vital. Es en cierto sentido un "lujo de la naturaleza". No sabemos que ningún otro animal lo haga como nosotros.
b. Es algo problemático. A menudo nos encontramos en una situación de angustia al no hallar respuestas que nos satisfagan o descubrir que las respuestas que tenemos son erróneas. No sabemos siquiera si existe una única y verdadera respuesta.
c. Es algo inevitable. Lo comporta la propia naturaleza humana tal como ahora está constituida. El ser humano no puede dejar de pensar volviendo a una pura animalidad. Es una ficción, una quimera creer que algo así pueda suceder.
Decía Jean Paul Sartre, filósofo francés del siglo XX, que "estamos condenados a ser libres" a elegir una propuesta de sentido para nuestra vida y las cosas. Nuestra elección puede consistir en delegar en una propuesta ajena, la que nos ha trasmitido nuestros padres, la escuela, la sociedad, etc. pero deberíamos intentar construir por nosotros mismos observando todas esas propuestas la nuestra propia: el sentido que nosotros le vamos a dar a nuestra vida y a las cosas.
La filosofía es un tipo de saber que pretende responder esta pregunta aunque no es el único, también lo es el mito, la religión o la ciencia. Pero será más adelante donde diferenciaremos estos distintos tipos de saber y sus respectivas maneras de responder esta pregunta.
II. BASES ANTROPOLÓGICAS QUE NOS DIFERENCIA DE OTROS ANIMALES.
Hay un fundamento biológico, evolutivo, en esta actitud humana que le lleva a intentar conocer y explicarse aquello que le rodea.
La base se halla en la capacidad que posee el ser humano para modificar el entorno, capacidad que comparte con los vertebrados superiores pero que difiere de grado en ambos.
A. Los animales no especializados construyen su mundo en un diálogo activo con el medio intentando adaptarse a las nuevas condiciones que van surgiendo. Viven una realidad meramente biológica determinada por sus necesidades vitales de cada momento. ¿Cómo lo hacen? De acuerdo con las siguientes características:
a. Los animales modifican de alguna manera el entorno construyendo nidos, marcando territorios, etc.; pero, por lo que sabemos, no han creado una cultura.
b. Tienen una relación de inmediatez con su entorno, solucionan los problemas dependiendo de los elementos de presentes en ese entorno, de los objetos naturales, aunque a veces éstos adquieran la categoría de instrumentos.
c. Sus formas de vida se mantienen prácticamente invariables desde hace cientos, miles de años. Lo que pueda aprender un individuo muere con él pues carecen de medios de transmisión de lo aprendido.
B. El ser humano, en cambio, además es capaz de crear una cultura. Más allá de la mera realidad biológica construye su mundo a partir de su capacidad de pensar abstractamente y el desarrollo del lenguaje. Los rasgos que en este aspecto le diferencian del resto de los animales son:
a. No se limita al mero uso de objetos naturales sino que ha aprendido a fabricar instrumentos artificiales (modificación de los objetos naturales con vistas a una finalidad preestablecida) y a perfeccionarlos.
b. El desarrollo del lenguaje y el pensamiento conceptual le ha permitido transmitir sus conocimientos a otros miembros de la especie.
c. La creación de cultura que, en un primer momento, tuvo como objetivo el dominio del entorno y la resolución de problemas acuciantes (cobijarse en una cueva, hacer fuego, preparar trampas, fabricar herramientas, etc.) resueltas las necesidades más urgentes abrió un nuevo horizonte. Pasó a interesarse por las cosas no ya como una respuesta a sus necesidades sino como el conjunto de cosas donde se desarrolla su vida. Así surgió la necesidad de encontrar una explicación a los fenómenos naturales que le sorprenden, que se le plantean como un enigma, explicar lo desconocido: ¿Qué es la lluvia?, ¿Qué es ese disco luminoso que cruza el cielo que ilumina y da calor?, ¿Qué hay detrás de la muerte?, etc.
d. De esta manera se produjo un cambio cualitativo, el proceso acumulativo de la cultura causó un paso de las preguntas motivadas por la urgente necesidad de producir algo útil al puro ejercicio de la curiosidad, de la pregunta por la pregunta: es el paso al porqué de las cosas, a su naturaleza y a su sentido.
III. EL ORIGEN Y EL SENTIDO DE LA ADMIRACIÓN Y EL RECONOCIMIENTO DE LA PROPIA IGNORANCIA.
Los seres humanos se hacen estas preguntas movidos por la admiración y reconociendo su propia ignorancia. Lo hacen para huir de ésta y no por utilidad alguna. Veámoslo a través de las citas de dos de los filósofos más importantes de la antigüedad:
"Pues los hombres comienzan y comenzaron siempre a filosofar movidos por la admiración: al principio, admirados por los fenómenos sorprendentes más comunes: luego, avanzando poco a poco y planteándose problemas mayores, como los cambios de la Luna y los relativos al Sol y a las estrellas, y la generación del Universo. Pero el que se plantea un problema o se admira, reconoce su ignorancia. (Por eso también el que ama los mitos es en cierto modo filósofo; pues el mito se compone de elementos maravillosos.) De suerte que, si filosofaron para huir de la ignorancia, es claro que buscaban el saber en vista del conocimiento, y no por utilidad alguna. Y así lo atestigua lo ocurrido. Pues esta disciplina comenzó a buscarse cuando ya existían casi todas las cosas necesarias y relativas al descanso y al ornato de la vida" Aristóteles: Metafísica, 982 G 10-25
Estas preguntas se formularon por primera vez cuando ya existía casi todo lo necesario para la vida. De la contemplación y admiración que producen las cosas inmediatas se pasó a cosas cada vez más alejadas: de las aguas de la Tierra a las lluvias y tormentas, de la Tierra al cielo, a las estrellas y al Sol y, de aquí, a las preguntas sobre la composición de las cosas o sobre el origen del Universo. Las preguntas nacidas de la admiración son cada vez más complejas y alcanzan ámbitos más alejados de lo inmediato y más amplios.
Las preguntas no están ya dirigidas a resolver las necesidades sino a explicar y calmar la admiración, la perplejidad que nos produce lo que nos rodea. De modo que es el reconocimiento de la propia ignorancia el motor de nuestro pensamiento, lo que le lleva a tratar de conocer, a intentar encontrar la sabiduría.
"Pues he aquí lo que sucede: ninguno de los dioses filosofa ni desea hacerse sabio, porque ya lo es, ni filosofa todo aquel que sea sabio. Pero a su vez los ignorantes ni filosofan ni desean hacerse sabios, pues en esto estriba el mal de la ignorancia: en no ser ni noble, ni bueno, ni sabio y tener la ilusión de serlo en grado suficiente. Así, el que no cree estar falto de nada no siente deseo de lo que no cree necesitar" Platón: Banquete
Así el reconocimiento de la propia ignorancia está unido al deseo de saber. Es una ignorancia que se pretende superar, abandonar y, en este sentido, se presenta como una posibilidad de conocimiento para toda persona que sea capaz de sorprenderse por lo que le rodea.
IV. LOS DISCURSOS INTERPRETATIVOS DE LA REALIDAD.
Para responder estas preguntas el ser humano ha elaborado distintos tipos de discursos interpretativos de la realidad que tienen en común intentar explicar lo que existe, lo que ha existido o existirá con la intención de hallarle un sentido. De esta manera buscan ser una descripción y dar una explicación de la realidad con finalidades varias como poder hacer predicciones sobre ella o bien indicar cuál es el comportamiento correcto.
Los principales discursos interpretativos de la realidad que se han dado a lo largo de la historia son los discursos míticos, que incluyen el mito y la religión, y los discursos racionales, que incluyen la filosofía y la ciencia.
A. EL DISCURSO MÍTICO: EL MITO Y LA RELIGIÓN.
Durante la mayor parte de la historia de la especie humana las explicaciones sobre la naturaleza y la sociedad tuvieron un carácter mítico y aún hoy pervive en muchas culturas este tipo de explicación. También los movimientos religiosos son de carácter fundamentalmente mítico.
a. El mito.
El mito es un conjunto de narraciones que intentan explicar la realidad partiendo de la idea que en los orígenes, las relaciones y las finalidades de todo lo que pasa han intervenido o intervienen seres sobrenaturales, ya sean dioses, espíritus, demonios o hadas.
Cuando se trata de explicar los orígenes, son relatos de actuaciones de los dioses o seres sobrenaturales que intervinieron en hechos extraordinarios acontecidos en un tiempo indeterminado, en el principio del tiempo, externo al tiempo histórico humano.
Características. Las enumeramos a continuación:
• Protagonismo de lo sobrenatural. En el mito las fuerzas naturales (el fuego, el viento, etc.) son personificadas y divinizadas: se trata de dioses personales cuya presencia y actuación como tales se deja sentir continuamente en el curso
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