El Saber Filosofico
susyjarilo16 de Octubre de 2012
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UNIDAD I EL SABER FILOSOFICO
El rotulo filosofía de la educación requiere pese a su aparente concisión de un esclarecimiento, en primera instancia parece remitirnos a una probable rama del saber filosófico que se ocuparía en reflexionar en torno al fenómeno educativo. Sin embargo la constitución de la filosofía de la educación como una rama autónoma, claramente distinguida y consolidada dentro de la filosofía deja de ser polémica,
Así, la primera dificultad don la que se enfrenta quien busca aproximarse en la actualidad a la filosofía de la educación es el de definir adecuadamente esta disciplina o actividad teórica.
Sin embargo a modo de consideración previa y con miras a l consecución de una idea clara y consistente de esta disciplina, nos dedicaremos en primer apartado a perfilar, distinguir y analizar el saber filosófico en general.
El primer paso para alcanzar una definición satisfactoria del saber filosófico consistirá en saber trazar con claridad las diferencias entre el concepto de filosofía y otros que se aproximan y en ocasiones llegan a confundirse con él, como es el caso de los conceptos de ideología y utopía.
En efecto, en la medida de que la filosofía es una rama del saber humano, será útil también compararla y analizarla a la luz de otras formas de saber, con el afán de alcanzar una definición mas nítida y completa de ella misma.
Una vez delimitado nuestro concepto de filosofía, nos veremos en la necesidad de ampliarlo y analizarlo, dirigiendo la mirada a las partes y divisiones que, en cuanto disciplina, constituyen en todo orgánico de la filosofía.
1.1 Tipos de saberes y concepto de filosofía.
Es tan común como acertado comenzar cualquier averiguación sobre el sentido del término “filosofía” recordando su origen etimológico. La palabra esta formada por los vocablos griegos “philos” que significa amigo, amante y “sophia” que quiere decir sabiduría. Filosofo en este sentido, aquel individuo que se siente atraído por y busca la sabiduría. Así en sus orígenes, el término filosofía refiere a una actividad humana consistente en la búsqueda e inclinación hacia el saber.
Sin embargo, muy pronto en la historia de occidente, la palabra adquiere un significado diferente. Referirá ya no a una actividad o actitud humana sino al objeto al que se encamina aquella actividad o actitud: la sabiduría misma. Así, desde los inicios del itinerario intelectual de nuestra cultura, se alcanza a comprender que la filosofía es en si misma, saber.
Pero inmediatamente surgen preguntas; ¿Qué identifica a la filosofía con la totalidad del saber o es solo una forma, entre otras de saber? Y, si nos detacamos por esta ultima alternativa ¿Qué distingue el saber filosófico de otras formas de saber?.
Ya uno de los grandes filósofos de la antigüedad, Platón, se planteo estas cuestiones ante las cuales sin titubear distinguió entre la filosofía y esa otra forma de saber que llamamos opinión. En efecto, la filosofía tal como ha sido concebida desde sus orígenes en Grecia se diferencia de la opinión en que esta última constituye un saber ni buscado que, en mayor o menor medida todos poseemos. En este sentido la opinión es una especie de sentido común que nos orienta en nuestro actuar cotidiano, en un saber adquirido irreflexiva y acríticamente de modo casi intencionado.
En contraste, la filosofía empieza a perfilarse entonces como un saber intencionalmente y que se vuelve accesible ya no irreflexivamente, sino que a través de un método y una reflexión bien dirigidos.
Ya para Aristóteles discípulo de Platón y otras de las grandes cumbres del pensamiento en la Grecia clásica, la filosofía se identificaba como la totalidad del conocimiento adquirido metódica y sistemáticamente sobre la realidad. Bien podríamos decir que la filosofía así entendida llego a tener la misma amplitud que el hoy llamado “conocimiento científico o ciencia”.
Como podría intuirse ya, la evolución de la cultura y el pensamiento produjeron la paulatina diferenciación entre el conocimiento científico y el filosófico. Numerosas disciplinas se han desprendido del tronco de la filosofía a lo largo de la historia, para constituirse en saberes autónomos e independientes de los contenidos filosóficos. Se trata de las llamadas ciencias particulares que se caracterizan como saberes por ofrecernos explicaciones causales y descripciones de las diversas parcelas de la realidad, mediante el ejercicio de un método riguroso.
Pero si las ciencias particulares se han desprendido de la filosofía, resurge la antigua pregunta ¿consiste la filosofía en algo mas que la mera suma de los conocimientos proporcionados por estas ciencias particulares? Es decir, ¿es el saber filosófico esencialmente distinto al saber científico?.
Para responder esta pregunta suele apelarse a una idea clave en la comprensión filosófica: la filosofía, al igual que las ciencias particulares, proporciona explicaciones causales sobre lo real, pero, a diferencia de ellas las causas que interesan a la filosofía son las causas primeras esto es, la filosofía se interesa por las causas que dan cuenta de la realidad en su conjunto, no de ésta o aquella parte de lo real. La filosofía se define así tradicionalmente “como el saber que se ocupa de las causas primeras y los principios últimos de lo real”.
El saber filosófico es así distinto de la opinión y también, del saber que proporcionan las ciencias particulares.
Finalmente, conviene contemplar esta noción de filosofía que veníamos perfilando llamando la atención sobre tres características del saber filosófico: racionalidad, universalidad, radicalidad.
Decimos que la filosofía es un saber racional porque se basa en un método argumentativo, reflexiona y procede críticamente en la elaboración de los conocimientos sobre lo real. El conocimiento filosófico es trascendente la mera descripción de lo real para descubrir las causas y la estructura de lo real mediante el empleo de un método racional.
Es universal porque versa sobre la realidad en su conjunto y no solo sobre un aspecto particular de ella. El filósofo se interesa por los principios y las causas comunes a todo lo real.
La filosofía es un saber radical porque se dirige a la raíz. La mirada del filósofo se dirige a los aspectos mas íntimos de lo real (causas y principios) y no se distrae con descripciones de aspecto superficial o accidental de las causas.
Así pues podemos sintetizar la filosofía como un saber universal, basado en la razón, que se ocupa de los aspectos más radicales de todo lo real: las causas primeras y los principios últimos.
1.2 Ideología, Utopía y Saber Filosófico.
El concepto de filosofía que habíamos perfilado en el apartado anterior expone el error común que identifica, en el lenguaje cotidiano, la filosofía y nuestro parecer (y/o interés) sobre algún asunto determinado. En efecto a pesar de que como hemos señalado, el saber filosófico debe distinguirse de la mera opinión, no es extraño encontrarnos con expresiones como “mi nueva filosofía de vida es”, etc. En la que la palabra filosofía parece identificarse, pese a todo con la opinión.
Todas estas expresiones evidencian la necesidad de distinguir entre la filosofía y el concepto fronterizo de “ideología”. En efecto la ideología surgió originalmente en el siglo XIX como un termino que nombraba la rama de la filosofía dedicada al estudio de las ideas y las sensaciones, sin embargo, a partir del desarrollo del pensamiento hegeliano y especialmente de la interpretación elaborada por Karl Marx sobre el pensamiento de Hegel, el término paso a significar el conjunto de motivos y explicaciones que una determinada colectividad le da al mundo y a los fenómenos que le rodean enmascarando, muchas veces las verdaderas estructuras y causas de lo real.
En este sentido el que la palabra conserva hasta nuestros días. En la entrada correspondiente de su diccionario de filosofía José Ferrater Mora escribe “La noción de ideología como ocultación y revelación de la realidad social y, en general de los propósitos humanos, hizo fortuna en el sigo XIX y ha persistido hasta nuestro siglo”.
Como puede verse, el concepto de ideología así entendido se caracteriza por suscribir una explicación del conocimiento en función de motivaciones externas a el mundo y ajenas a la búsqueda de la verdad. Es decir, la ideología se define como el conjunto de creencias que integran una explicación de lo real pero basadas no en lo real mismo sino en intereses muchas veces ocultos. Aquí, justamente radica la diferencia fundamental entre filosofía entendida como saber (causal, raciona) sobre la totalidad de lo real y la ideología como una explicación viciada e intencionada del mundo o algún aspecto de él.
Una última precisión: no se trata de negar la existencia de factores sociales, políticos y económicos en el surgimiento y conformación del conocimiento, lo único que hemos querido exponer al traer a cuento el tema de la ideología, es su diferencia fundamental con el saber filosófico. La filosofía no puede ni debe confundirse con la ideología porque la filosofía tiene la mirada puesta en la realidad que se propone conocer y no en los motivos económicos, sociales o de cualquier otro tipo que puedan estar tras de un sistema de creencias u opiniones sobre el mundo, en este sentido, la ideología se encuentra mucha mas próxima a esa otra forma de saber que ya desde la antigüedad griega era llamada opinión.
Así pues la filosofía es conocimiento, pensamiento sobre lo que es y no sobre lo que creemos, lo que nos parece, o lo que
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