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El ser humano en la cultura postmoderna: Elementos para asumir los desafíos éticos


Enviado por   •  17 de Septiembre de 2015  •  Trabajos  •  3.587 Palabras (15 Páginas)  •  194 Visitas

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El ser humano en la cultura postmoderna:
Elementos para asumir los desafíos éticos.

Notas organizadas por

Ernesto estrada Araque.

“El siglo XXI será ético o no será”. (Gilles Lipovetsky).

Objetivo:

  1. Conocer   el ambiente individualista y permisivo que caracteriza el entorno social y cultural donde habita el hombre contemporáneo.

  1. Identificar algunas características de la condición de la economía y del mercado mundial que afectan al ser humano.
  1. Plantear quien es y cual es el papel de la persona ética que ha de “habitar” esta sociedad denominada “líquida” por Zygmunt Barman.

Planteamientos generales tomados de Zigmunt Barman.

Según Zygmunt Bauman, la sociedad asiste a la llamada modernidad líquida.

Vivimos un tiempo líquido, señala Zygmunt Bauman, en el que ya no hay valores sólidos sino volubles; en el que los modelos y estructuras sociales ya no perduran lo suficiente como para enraizarse y gobernar las costumbres de los ciudadanos y en el que, casi sin darnos cuenta, hemos ido sufriendo transformaciones y pérdidas como la renuncia al pensamiento, la separación del poder y la política en un mundo en el que el verdadero Estado es el dinero y, entre otros dramas, la renuncia a la memoria, puesto que “el olvido se presenta como condición del éxito”.

La modernidad líquida es un tiempo sin certezas, donde los hombres se encuentran ahora con la obligación de ser libres asumiendo los miedos y angustias existenciales que tal libertad comporta.  Son sociedades altamente individualistas. Su dinámica está condicionada por la cultura del consumo.

1. La modernidad sólida

La modernidad sólida es la época de la certeza, porque, desde René Descartes  - quien sustituyó la visión mágico/religiosa del mundo en la edad media, por la visión racional y matemática del mundo en el siglo XVII -  se define que lo real es racional, y lo racional es conceptual, es absoluto, es universal, es uniforme, así como lo es la ciencia de la física de Newton, que fundamenta y evidencia la solidez de la ciencia en su certeza, porque la certeza, como segura que es, da confianza para calcular, diseñar, explicar. Porque, de esta manera, la modernidad sólida uniformiza conceptualmente todo lo real en sus diversos ámbitos: el natural, el moral, el cultural, puesto que los simplifica en conceptos, en teorías y en magnitudes que posibilitan explicar y someter todos estos ámbitos a categorías objetivas, racionales y científicas que los uniformizan, para que cualquier fenómeno sea entendido sólo en términos abstractos, intelectuales y académicos.

De esta manera, en la  modernidad sólida se homogenizan y estandarizan (parametrizan) los modos de pensar, de hablar, de obrar y de vivir, con lo cual modela para TODO, no solo los espíritus sino los cuerpos. La modernidad sólida especifica los comportamientos que deberán de tener los sujetos según los postulados de una razón universal, es así como el saber político moderno: parte del principio de IGUALDAD de los ciudadanos y se rompe con el poder del monarca, porque, en la política moderna ya no es el monarca ni el noble quien decide con arbitrariedad los asuntos de gobierno, sino que es el Estado moderno, que representa al nuevo sujeto racional, universal, el que decide desde la LEY y con imparcialidad, los asuntos de beneficio público, debido a que primen los intereses públicos y colectivos que magnifican la obligación del sacrificio de la persona en el altar de la patria, de la historia, de la escuela y de la fábrica. O sea que en la modernidad sólida se inmola, se sacrifica y se consagra el individuo a lo general, a lo colectivo; se le enseña el esfuerzo, la abnegación, la entrega y el deber de ser útil a la sociedad.

Además, la moral moderna también se vuelve sólida con el filósofo I. Kant (porque, a patir de él y de sus escritos,  deja de ser una moral religiosa o confesional la dominante, para convertirse en una moral de principios racionales, universales e intelectuales SÓLIDOS, porque, desde éstos se posibilitará inferir y deducir racionalmente las consecuencias racionales, procedentes y legítimas que habrán de ser obedecidas por sujetos igualmente racionales, como por ejemplo, cuando se trate de impartir justicia). Ser persona moral en la modernidad sólida equivale a someterse  a los imperativos universales y racionales de la razón, como lo planteó Kant en el llamado imperativo categórico. “Obra de tal manera que cuando uses tu humanidad, trata siempre al hombre como fín y nunca como medio”. Esto supone entre otras que en la moral moderna se habla de un hombre GENERICO, porque, todos los hombres son iguales. De suerte, que el sujeto moderno, siendo un genérico, un colectivo, será INVULNERABLE  a los llamados de las inclinaciones, de los afectos, de los gustos y de los placeres, porque la moral moderna predica miedo al placer, no a la gula, no a disfrutar lo que se gana.  Y a observar las consignas modernas: Higiene, trabajo, ahorro para combatir la dispersión improductiva.

También es sólida la producción capitalista con su modelo fordista de producción en la fabrica: que estandariza, uniformiza y linealiza la producción capitalista con especialización de la mano de obra y con los contratos laborales a LARGO plazo. Es solida la modernidad  de los siglos XVIII, XIX y mitad del XX, porque impuso la disciplina, el deber ser y el orden en TODO. En la escuela, en la fábrica, el  hospital, en la cárcel.  La consigna de este capitalismo clásico: el trabajo ennoblece, la haraganería lo degrada y lo deshonra: porque ocioso rima con vicioso. Para Franklin, por ejemplo, las virtudes del hombre de bien son: Templanza, silencio, orden, resolución, ahorro, trabajo, moderación, limpieza y castidad.

 Como se observa, en la modernidad sólida se sacrifican los sentimientos, los afectos, las inclinaciones, el placer, el “yo quiero”, y por el contrario, la modernidad sólida ordena todo lo real con y desde la razón absoluta, y el sujeto de esta modernidad no es ningún sujeto sintiente, sino un sujeto genérico, colectivo y abstracto.

2. Modernidad líquida

Si la modernidad sólida es la época de la certeza, de lo absoluto, de los racional que uniformiza e iguala todo (lo natural, lo social, lo moral), la modernidad líquida es un mundo sin certezas y el sujeto, siendo ya sintiente, inclinado y afectado, se encuentra asediado desde distintos frentes. Por un lado, vive su individualidad como una obligación de ser absolutamente diferente a los otros pero, al mismo tiempo, todos los otros tienen la misma presión que él, de modo que su anhelo de diferencia vuelve a colocarlo en el lugar de la identidad. El afán por la singularidad está hoy profundamente ligado al mercado y su lógica consumista, por lo cual, sostiene Bauman, "la lucha por la singularidad se ha convertido actualmente en el principal motor tanto de la producción en masa como del consumo de masas". Ser un individuo cuesta mucho dinero. Por ello, no todos están en condiciones de pasar de ser un individuo de derecho a un individuo de hecho. El temor a no alcanzar el nivel económico que permita ejercer la libertad de consumir y el temor hacia aquellos que han quedado fuera de las posibilidades de esa libertad amenazan a quienes tienen hoy la pretensión de enarbolar su individualidad. Esto último tiene, además, consecuencias muy severas en cuanto a la vida ciudadana, ya que, afirma Bauman, "la tendencia a retirarse de los espacios públicos hacia islas de uniformidad se convierte, con el tiempo, en el mayor obstáculo a la convivencia con la diferencia". Es decir, cuanto mayor es el temor, y más grande la distancia que se impone a aquellos a los que se teme, menores son las probabilidades de que se logre comprenderlos, aceptarlos.

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