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Escritura Creativa


Enviado por   •  14 de Julio de 2014  •  1.889 Palabras (8 Páginas)  •  267 Visitas

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Esta asignatura junto con mi propia experiencia creativa me hicieron reflexionar sobre el proceso de la escritura y sobre lo fundamental que define a un escritor. Para mí la actividad del escritor y la naturaleza de su talento es uno de los enigmas más grandes en el mundo. Los escritores no se educan en las escuelas ni en las universidades. No reciben diplomas que les permitieran ejercer su oficio. Es cierto que se puede enseñar la técnica de escribir, igual como a un le quirurgo enseñan a operar: conocer las pautas ortográficas, toda o casi toda literatura universal, aprender todo sobre los géneros y la métrica de la poesía. Sin embargo, es solo una de las partes que constituye el genio literario. Desde luego, sin poseer conocimientos profundos en literatura y lingüística, pese a tener cierto talento, no llegas a ser un buen escritor. Se puede recordar el caso del Martin Eden escrito por Jack London. Teniendo el germen del talento literario y las inclinaciones naturales, no llegó a ser escritor antes de que aprendiera el aspecto técnico y conociera la literatura. Para crear algo en papel, hay que, por lo menos, saber escribir de manera normativa. Para crear algo original y no repetitivo, hay que conocer los precedentes literarios. El talento en este caso es una especie del diamante natural que requiere una elaboración técnica. Si quieres llegar a ser más que solo un buen escritor, si quieres trascender las márgenes de tu época, has de conocer también la filosofía, la historia, las artes, la psicología y muchas disciplinas más. Baste recordar tales genios literarios como Honoré de Balzac, Fedor Dostoievski, Leo Tolstoi. No fueron únicamente escritores, sino crearon su propia filosofía y lograron desentrañar el corazón humano más profundamente que nadie.

Ahora bien, el talento escritorio no es solo una técnica formal. Depende de otras cosas, las cuales no son tangibles para nosotros. De hecho, comparto parcialmente la visón de Platón, que consideraba el proceso de escribir como una especie del trance, donde no habla el ser humano, sino la misma Divinidad. El escritor, según él, solamente transmite lo que la Musa le incita. A mi juicio, el arte de escribir tiene mucho de esta Divinidad, o de alguna fuerza superior que aún no hemos descubierto. De no ser así, como explicaríamos existencia de los grandes escritores, que no solo reflejaron en su obra una perspectiva universal y llegaron a desentrañar el futuro humano, sino a veces no eran ni siquiera lo suficiente maduros a la edad de componer sus obras? Como ejemplo quería señalar al gran escritor ruso Lérmontov, cuya obra escrita por el joven caballero (murió con solo 27 años) se considera la joya de literatura nacional. O también a Lautréamont, quien tan solo con 23 años escribió una magnífica obra Los cantos de Maldoror, la cual por su carácter satírico y nihilista puso límite al romanticismo europeo. O Marcel Proust, que escribió algo tan fundamental y universal como En busca del tiempo perdido siendo muy joven.

Asimismo, el talento escritorio tiene una naturaleza enigmática y profunda, la cual aún no podríamos descifrar ni describir. Es lo que se recibe desde alguna dimensión fuera de nuestra razón y conocimiento y lo que definimos como ingenio. Para mí el terreno enigmático de escritura se asemeja a la función del Universo: se compone de los objetos visuales y tangibles como planetas, cometas, asteroides etc. Sin embargo, al fin y al cabo, todo depende de una misteriosa energía negra, la cual se escapa del ámbito sensorial. Igual en la literatura: puedes componer una obra cumpliendo con todas las pautas técnicas, y será impecable en este aspecto. No obstante, no va a funcionar como verdadera obra de arte sin esa materia invisible, la cual determina un texto cualquiera como algo de valor.

Creo que el oficio del escritor es uno de los más complicados en el mundo. Ejerciendo una actividad artística y creativa, es consciente de su dependencia de la inspiración, de ser susceptible a la crítica, de su infinito perfeccionismo, al final. Inspiración, como ya lo he dicho, es definitiva en la escritura, aunque algunos escritores puedan afirmar lo contrario, haciendo hincapié en el aspecto técnico. Precisamente ella ejerce nuestra comunicación con la Divinidad platónica, siendo el estado del trance. Por mi propia experiencia conozco ese estado. Te puede venir en cualquier momento y en cualquier lugar. Te puede pasar en el autobús, en las clases, en la calle, incluso en la plena noche, cuando tienes que despertarte a la madrugada y ponerte a escribir. La inspiración casi nunca te avisa sobre su visita, aunque hay veces cuando la presientes con un estado de ánimo especial. Te sorprende así, sin más, y lo único que te queda es expresar en papel todo lo que te está sugiriendo. En estos momentos tienes una rara sensación de que las líneas te brotan, te colman y, por tanto, has de colocarlas en papel. Si no, las vas a olvidar y, a lo mejor, este olvido implica la muerte para ellas. A veces te parece como si alguien estuviera guiando tu mano, tan inexplicable y misterioso te viene este ataque de inspiración.

Sin embargo, no es todo, ya que después del abandono de la Musa, tienes que recurrir ya a tus habilidades técnicas. Es decir, has de elaborar lo que te acaba de venir puliendo y puliéndolo como una pieza de madera. Entonces es cuando entra en el proceso el perfeccionismo, lo cual parece ser una característica intrínseca de la personalidad del escritor. Un buen escritor nunca queda contento con lo que ha escrito. Nunca! Porque esa satisfacción plena con su propia obra significaría su muerte como escritor: ya ha alcanzado la perfección, ya no le queda nada por hacer. Sin

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