FUNDAMENTACIÓN DEL ESPACIO CURRICULAR DESDE LO DISCIPLINAR, LO PSICOLÓGICO Y LO SOCIAL
lunatierna21014 de Octubre de 2013
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FUNDAMENTACIÓN DEL ESPACIO CURRICULAR DESDE LO DISCIPLINAR, LO PSICOLÓGICO Y LO SOCIAL.
A partir de la década del 70, pero con mayor fuerza e influencia desde los años 80, se produjeron profundas modificaciones en los paradigmas de la Lingüística, por agotamiento de los modelos estructuralistas, potentes durante las décadas de los años 60 y 70.
Dichas modificaciones se acompañaron con un crecimiento vertiginoso de la Psicolingüística que tomó, en cierto modo, el lugar reservado a los estudios puramente psicológicos sobre el lenguaje. Asimismo se conocieron y tradujeron las importantes obras de Vygostsky y Luria, que cambiaron las concepciones imperantes del behaviorismo.
Todos estos nuevos modos de considerar los fenómenos del lenguaje tuvieron un impacto tardío en Didáctica de la Lengua, ya sea en lo que respecta a la alfabetización, la lectura y la escritura como a la enseñanza de la lengua, en los diferentes niveles del sistema.
1.1. Los paradigmas de la lingüística
Las gramáticas lógicas, vigentes hasta la aparición del estructuralismo en el sistema educativo, han trabajado, en la descripción de los elementos del lenguaje, sobre los dos planos: el contenido y la forma. Así, la partición de las oraciones en: Sujeto y Predicado, responde a criterios lógicos sustancialistas, los entes y lo que de ellos se predica. Los otros miembros, los denominados complementos son designados con denominaciones que tienen que ver, tanto con el modo puramente formal de construcción: objeto directo (sin preposición), objeto indirecto (construido con preposición ), todo ello según el régimen del verbo, como con el contenido de algunos complementos: lugar, tiempo, modo, instrumento. Estas concepciones gramaticales habían surgido de la filosofía y de la lógica y provenían de la amplia interrelación que tenían, hasta la aparición del estructuralismo, todas las ciencias humanas.
Las clases de palabras también respondían a criterios duales. Por ejemplo, el sustantivo –según criterios filosóficos- designa a cualquier tipo de ente, mientras que el adjetivo o el pronombre designan funciones.
El estructuralismo lingüístico, surgido a principios del siglo XX, produce un corte con dichas corrientes y se propone describir el lenguaje en sí y por sí, desde una posición que se denomina inmanentista, es decir, la de atenerse al objeto mismo de análisis, sin apelar a ningún criterio ajeno a la ciencia lingüística como los provenientes de la psicología o la filosofía, como había sucedido hasta ese momento. Los mayores exponentes de esta corriente son Saussure, Hjelmslev y Bloomfield.
Los modelos de análisis sintáctico surgidos del estructuralismo, tanto europeo como americano tuvieron una gran potencialidad y se extendieron hasta el sistema educativo, guardando su vigencia cada vez con menos fuerza, casi hasta la actualidad. Estos modelos abandonaron totalmente el significado de las formas lingüísticas, transformándose en una especie de ejercicio ritual alejado del sentido. Dentro de esta concepción, los programas de estudio están prácticamente centrados en la descripción del sistema lingüístico y la unidad de análisis privilegiada es la oración.
Complementariamente el sistema educativo se ha centrado en los aspectos normativos del lenguaje: ortografía, léxico consagrado por la Academia y normas de construcción morfo-sintáctica. En la actualidad, se ha abandonado en muchos casos el aspecto normativo, sobre todo ortográfico, por interpretaciones sesgadas de aspectos teóricos.
Desde el campo científico, el modelo de la sintaxis estructural se agota porque no permite explicar y potenciar dos aspectos relevantes del lenguaje: a) la lengua transmite significados, construidos socialmente e internalizados por procesos psicológicos; b) la unidad de análisis del lenguaje es el texto y no la oración. Surgen así varias corrientes que han marcado la segunda mitad del siglo XX: la teoría generativa de origen chosmkiano, los enfoques funcionalistas: Jakobson, Coseriu, Halliday; las gramáticas textuales Petöfi, Van Dijk (primera época), Dressler-Beaugrande, Weinrich, la teoría de la enunciación: Bajtin, Benveniste, Kerbrat-Orecchione, Ducrot; el análisis del discurso: Maingueneau, Van Dijk (segunda época), Greimas, Kerbrat Orecchione, Culioli, Stubbs.
1. 2. ¿Cuáles han sido, en líneas generales, los aportes de estas corrientes?
1.2.1. Chosmky y sus seguidores cambian el eje de análisis, de la lengua como objeto a la lengua como capacidad humana, distinguen para ello dos elementos que corresponden al conocimiento lingüístico: la competencia (saber implícito y, según los teóricos de esta corriente, innato) y la performance o actuación: el uso concreto del lenguaje. Las corrientes chosmkianas no se ocuparon de la actuación sino de la competencia.
Desde la perspectiva sintáctica, esta corriente retoma, sin indicarlo expresamente, el modo particular de encarar la sintaxis iniciado por Tesnière, quien analiza las unidades sintácticas de acuerdo con su rol, situado en el contexto del mundo, la sintaxis actancial, los elementos se denominan así : agente, paciente, beneficiario, circunstantes... El eje articulador es el verbo y no la partición entre sujeto y predicado. Se inicia de este modo una sintaxis enraizada en los valores semánticos, socialmente construidos por las prácticas sociales.
1.2.2. La teoría de la enunciación, desarrollada entre 1956 y 1973, no sólo cambia el eje de análisis, al considerar el fenómeno lingüístico como el aparato formal de la enunciación, ya que sostiene que no hay lengua si no hay un sujeto que se apropia de ella y transforma los elementos en enunciado, resultado este último de la enunciación, sino que, al mismo tiempo, introduce la subjetividad en el lenguaje. El eje es el sujeto que enuncia y, entonces, los elementos se resignifican: el yo-tu-el (nosotros-ustedes-ellos) son deícticos personales, porque designan a los intervinientes en el acto de comunicación; aquí- allí, ahora, ayer, mañana, hoy y cualquier otra forma: desinencia verbal, enunciado, construcción, lexía que remitan al tiempo y al espacio de la enunciación, son deícticos temporales y espaciales o, simplemente, construcción del tiempo y del espacio.
La enunciación introduce también las nociones de a) axiologización: matices subjetivos que tienen las distintas formas que utilizamos, negativos o positivos y que responden a un sistema de valores (morales, lógicos, estéticos) ; b) la modalidad: en sentido tradicional y, desde una perspectiva lingüística, es modal todo elemento que sobredetermina un enunciado, indicando la manera cómo concibe lo dicho el enunciador: verdadero, falso, dudoso, necesario, contingente, obligatorio, opcional, posible, imposible.
En esta propuesta, recuperamos estas perspectivas de la teoría de la enunciación para el análisis de los elementos lingüísticos.
1.2.3. Las teorías textuales toman como unidad de análisis: el texto, en tanto que objeto, abandonando así la noción restringida de oración – elemento abstracto y descontextualizado- para ocuparse de una unidad mayor, realmente producida por los sujetos que nos comunicamos por medio de textos. La palabra texto remite a textura. El texto es una urdiembre que se sostiene gracias a dos elementos constitutivos: la coherencia y la cohesión.
Con referencia al texto, es preciso destacar que es una manifestación material, constituida por significantes ordenados de acuerdo a reglas fonológicas, morfológicas, semánticas y sintácticas. Sin embargo no es una estructura sino un modo de estructuración, no se configura a través de formas cerradas de cuya materia surgiría el significado, sino de una serie de formas que por su carácter instruccional nos conducen a la construcción del sentido.
Ahora bien, el texto no es una unidad cerrada a su materialidad sino que recoge, en su construcción, otras voces y otros discursos con los que dialoga para afirmarlos, refutarlos, completarlos. El texto además de permitir objetivar las experiencias de los sujetos en la narración, reconstruir descriptivamente el mundo bajo la forma del lenguaje, tiene un fuerte valor argumentativo.
Así como la noción de enunciación introduce la figura del sujeto que produce el discurso: el enunciador, la noción de coherencia introduce la figura del sujeto que lee, comprende e interpreta, el enunciatario. Estas dos figuras, inevitablemente exigen considerar la perspectiva social, en la cual están insertos los sujetos, así como los aspectos cognitivos y afectivos (postulados por la Psicología del lenguaje y la Psicolingüística).
El enunciador proporciona instrucciones desde la configuración del texto que produce y procura sostener la unidad temática por medio de la repetición de elementos, la sustitución, la expansión, la progresión, la no contradicción. Asimismo utiliza marcadores que permiten individualizar las circunstancias de tiempo y espacio y el secuenciamiento de la información. Sin embargo la coherencia global es otorgada por el enunciatario, quien debe activar conocimientos previos para poder insertar la información en algún tipo de esquema cognitivo.
Desde el inicio de la escolaridad, el texto inserto en contextos concretos de uso es la unidad de trabajo sobre la que se debe ejercer la actividad de producción y de comprensión, tratando sistemáticamente la cohesión y la conectividad.
1.2.4. Si bien todo lo que concierne al
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