LA IDEA DEL HOMBRE Y LA HISTORIA – MAX SCHELER

LA IDEA DEL HOMBRE Y LA HISTORIA – MAX SCHELER

El mito judeo-cristiano: el paso del politeísmo al monoteísmo se constituye en una etapa de la evolución tanto psíquica como histórica, pues el sentido de dominación piramidal que el hombre adopta lo marcará hasta nuestros días. Aún siente el hombre que se está más seguro en la base y que es reconfortante mirar hacia arriba y ver un dios, bien sea este: un padre, un jefe o un ídolo de carne a quien tratar de emular. Justificándose esa relación piramidal con “la caída del hombre” en la cual renunciamos a la inmortalidad de la ingenuidad de miles de años para entrar en la mortalidad de la conciencia de sí mismos en la que podemos matar al otro para lograr lo que queremos. La redención siempre está frente a nosotros pero no la alcanzamos, prueba de que el mito a pesar de ser menospreciado continua vigente hasta en nuestras pesadillas.

Los griegos y la especie emergente: el hombre se distancia de las demás especies, pues tiene la capacidad de pensarse a sí mismo y por fuera de sí mismo, algo que los animales no pueden. Esta idea lleva a la comparación en la que se expone una jerarquía, engañosa si se quiere, pues tanto animales como hombres ven el mismo fin. Sin embargo, esta toma de distancia catapulta al hombre  expresarse de manera única, pues su pretensión de inmortalidad lo lleva a una creatividad sin límites en la que no se cansa de crear y de dotar de nuevos significado a la discreta existencia que posee frente al universo. Es sin duda, una divinidad pasajera la que se busca pero esta no se alcanza.

El homofaber: El hombre no es racional es instintivo, a pesar de pensarse como superior a las demás especies, es tan básico como ellas. Es decir, responde a estímulos que lo hacen reaccionar, sin embargo, dichos instintos se han ido sofisticando, han cobrado vida propia, por así decirlo, son complejos. Se podrían reducir al hambre, al sexo y a la agresividad. Es posible que el lenguaje los haya sofisticado aún más, pues las palabras son instrumentos psíquicos. Nuestras herramientas ya no están hechas de piedra y hueso, lo están de ideas y conceptos que nos ayudad a lidiar con nuestros instintos y también con la represión de los mismos. La lucha por la tenencia de medios productivos es tal vez fruto del hambre. La lucha por dominar a otros podría estar relacionada con la agresividad primaria. Y, no menos importante, la complejización del hombre en sociedad se refiere a lo más básico, el deseo.

La decadencia del hombre: el ser humano se distancia de su naturaleza instintiva, pues frente a las demás especies es inferior, si acude a lo meramente natural perderá. Por lo que negarse a sí mismo es tal vez la mejor forma de sobrevivir pues solo así dominará a las demás especies que no han negado su naturaleza pues viven plenamente en ella. Este distanciamiento lleva al hombre a dominar la naturaleza a la vez que a  comprender su funcionamiento. Sin embargo, su destino es el mismo, pues es solo un poderoso virus que ataca el universo del cuerpo pero que el cuerpo tarde o temprano eliminará. Entonces para qué tomarse tantas molestias en la vida, si al final todo desaparece. Esta idea pesimista a la vez simplista invita sin duda a una profunda reflexión.

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