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La Balada del Viejo Marinero


Enviado por   •  19 de Noviembre de 2017  •  Ensayos  •  2.243 Palabras (9 Páginas)  •  656 Visitas

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Diana de Gouveia

26.078.968

Romanticismo

La Balada del Viejo Marinero

El poema comienza con un viejo marinero que asiste a una boda y se encuentra con 3 jóvenes, detiene a uno y como un antiguo trovador encanta al joven y decide comenzar a contarle una historia, su historia.

Comienza a narrar como junto a su tripulación  zarpo, navegaron por días siguiendo al sol, hasta que una tormenta los sorprendió y desvió su rumbo al polo sur, donde varados entre hielo quedaron él y su tripulación


«Y vino entonces la tormenta,
y era tiránica y feroz;
de sus alas nos torturaba,
y al sur nos arrastró.

Vencidos mástiles, bauprés hundido,
como el que, a palos perseguido,
en la sombra enemiga va
y angustiado la frente levanta,
así el bajel, al viento cruel,
hacia el sur, hacia el sur volaba.

Trayendo el frío insoportable
vinieron la niebla y la nieve: 
y flotaban los altos hielos, 
como las esmeraldas verdes».

     Del frio y blanco encierro en el que se encontraba la tripulación fueron salvados gracias a un Albatros, ave de buen augurio marinero que milagrosamente fue a su encuentro, el ave se instalo en el barco, la alimentaron y recibieron con alegría, con la  llegada  del ave el hielo se rompió liberando la nave y dejándola libre, el viento impulsaba la nave mientras el Albatros  volaba acompañándola como si ella soplara ese mismo viento que llevaba suavemente al barco, así los acompaño, bajaba al barco para comer y se le veía siempre acompañando a la tripulación, como guiándolos por el buen camino.

«Y vino, por fin, un Albatros:
a través de la niebla vino;
como a un alma cristiana, salve 
en el nombre de Dios dijimos. 

Comió lo que nunca comiera, 
al redor de la nave voló; 
el hielo rompió un sordo trueno,
y el timonel a través pasó».
«Un viento suave movió la nave,
y el Albatros iba detrás,
¡Y a la algarabía marina acudía
por comer o por retozar!

«Y en niebla y nieve, durante nueve
noches, reposó en los cordajes;
y entre la bruma la blanca luna
brillaba en el blanco paisaje».

     Pero el viejo marino seso ese buen augurio al matar esa ave celestial ¿Su razón? No se sabe aun, quizás otras leyendas de marinos que se alimentaban de estas aves quiso el marino imitar o fue un impulso dado por un espíritu del mal. Lo que sí está claro es que luego de asesinar al ave las desgracias cayeron encima del navío y su tripulación, al siguiente día siguieron su camino, aun la maldición no daba su primer acto, el navío seguía su rumbo y la tripulación en vez de condenar al marinero por su acción, gracias a que el sol resplandecía y la brisa soplaba, decidieron darle la razón, quizás eso fue lo que los llevo a su terrible destino, apoyar un crimen sin razón en vez de castigarlo justamente.


«¡Te salve Dios, viejo marino
de los demonios! ¿Mas por qué
miras así?»- «Con mi ballesta 
al Albatros maté»
«Hice una cosa del infierno 
que debía traer la desdicha: 
y sabían que yo al ave maté,
la que hacía soplar la brisa.
¡Oh, qué gran pesar al ave matar,
la que hacía soplar la brisa! »

«Mas  ved que el sol, testa de Dios,
lleno de gloria, sube; 
y dijeron que yo al ave maté,
que traía la niebla y las nubes.
¡Ah, qué bienestar al ave matar, 
que traía la niebla y las nubes

     El viaje del marinero continuo hasta pasar de nuevo el ecuador, ahí la nave se detuvo y la venganza  comenzó, no sopla viento, el barco se detiene en medio de la nada, donde el sol puede quemar, al contrario de ese anterior encierro frio, el de ahora es tropical, como ese frio que antecede a la muerte para luego al infierno llegar. Rodeados de agua sentían la sequia, no tenían agua para beber, el sol les quemaba la piel y enfadados ahí decidieron al marino castigar por la muerte del Albatros y de su cuello el cuerpo del ave decidieron colgar, para que sus culpas las pudiera cargar.


«Cayó la brisa, cayó el velamen,
más triste nada se pudo dar; 
¡sólo si hablábamos, turbábamos
el silencio del mar!».

«En un cielo caliente de cobre,
al medio día un sol de púrpura
encima del mástil estaba,
y no más grande que la luna».

«Día tras día, día tras día,
sin olas ni viento, pasamos;
parecía una nave pintada
en un océano pintado. »


«Agua, por todas partes agua,
y chirriaba el calor, en la borda;
agua, por todas partes agua,
y para beber, ni una gota. »

«¡Ah! ¡qué miradas espantosas
viejos y mozos me lanzaban!
en vez de la cruz, el Albatros
a mi cuello anudado estaba».


«Vino un cruel tiempo. Las gargantas
secas, los ojos encendidos.
¡Un tiempo cruel! ¡Un tiempo cruel!
Cómo los ojos estaban ardidos,
cuando, mirando al occidente,
vieron algo en el infinito


   
Luego de días de sequia, el marinero vio a lo lejos un barco aproximarse, sin poder preferir una sola palabra decidió morder su carne y salvajemente chupar su sangre para humedecer su boca y poder avisar sobre su avistamiento, un navío que a lo lejos se asomaba pero que al acercarse aterro a la tripulación, el esqueleto de un barco era lo que se observaba, un cadáver por el cual la luz del sol entraba, aun así pensaron que el barco podía rescatarlos sin saber que aquel barco la muerte llevaba y hacia ellos sus dados tiraba,  la muerte y la muerte en vida, los tripulantes del barco fantasmal que jugaban el destino de los que el navío tripulaban, La muerte en vida, una bella y pálida mujer gano al marinero, la muerte por el contrario gano a la tripulación, por lo que uno a uno sin razón cada tripulante comenzó a desplomarse, el castigo del marinero comenzaba al contemplar la muerte.



«Gargantas secas, bocas entecas,
ni reíamos ni llorábamos;
¡mudos estábamos de sed!
Mordí mi brazo, la sangre chupé,
y dije: ¡Un barco! ¡Un barco!
. »
«Y el sol, tras la armazón, nos mira
como del hueco de una celda.
¿Y es esa mujer su tripulación?
¿Es esa la Muerte, o son dos?
¿Es la Muerte su compañera? »
«Los labios rojos, francos los ojos,
amarillo de oro el cabello;
la piel, del blanco de la lepra.
Era Vida-en-la-Muerte, espectro
que la sangre del hombre congela.


«Pasó el navío destartalado;
corrieron dados; la Vida-en-la-Muerte,
«¡Abur el juego! ¡Gané! ¡Gané!»
dijo, silbando por tres veces. »

...

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