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La Era Del Vacio

simonete17 de Enero de 2014

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La era del vacío

Los presentes artículos y estudios no tienen otro nexo de unión que el de plantear todos ellos, aunque a niveles

diferentes, el mismo problema general: la conmoción de la sociedad, de las costumbres, del individuo contemporáneo

de la era del consumo masificado, la emergencia de un modo de socialización y de individuación inédito, que rompe

con el instituido desde los siglos XVII y XVII. Desvelar esa mutación histórica aún en curso es el objeto de estos textos,

considerando que el u2 niverso de los objetos, de las imágenes, de la información y de los valores hedonistas, perh uuhmisivos

y psicologistas que se le asocian, han generado una nueva forma de control de los comportamientos, a la vez que una

diversificación incomparable de los modos de vida, una imprecisión sistemática de la esfera privada, de las creencias y

los roles, dicho de otro modo, una nueva fase en la historia del individualismo occidental. Nuestro tiempo sólo consiguió

evacuar la escatología revolucionaria, base de una revolución permanente de lo cotidiano y de propio individuo:

privatización ampliada, erosión de las identidades sociales abandono ideológico y político, desestabilización acelerada

de las personalidades, vivimos una segunda revolución individualista.

Una idea central ordena los análisis que a continuación se ofrecen: a medida que se desarrollan las sociedades

democráticas avanzadas, éstas encuentran su integilibilidad a la luz de luna lógica nueva que llamamos aquí el

proceso de personalización, que no cesa de remodelar en profundidad el conjunto de los sectores de la vida social.

Evidentemente no todas las esferas se han reestructurada en el mismo grado ni de la misma forma por el proceso en

curso, y tampoco ignoramos los límites de las teorías que se esfuerzan en unificar el todo social bajo un principio simple,

cuando es manifiesto que nuestras sociedades emplean una pluralidad de criterios específicos. Si, a pesar de ello, hemos

mantenido la idea de un esquema homogéneo, se debe al hecho de que ante todo se intentó no tanto estableces una

reseña instantánea del momento actual como tratar las líneas de transformación, la tendencia primordial que dispone

a la escala de la historia las instituciones, los modos de vida, las aspiraciones y finalmente las personalidades. El proceso

de personalización procede de una perspectiva comparativa e histórica, designa la línea directriz, el sentido de lo

nuevo, el tipo de organización de control social que nos arranca del orden disciplinario-revolucionario-convencional

que prevaleció hasta los años cincuenta. Ruptura con la fase inaugural de las sociedades modernas, democráticas-

disciplinarias, universalistas-rigoristas, ideológicas-coercitivas, tal es el sentido del proceso de personalización cuya

asimilación a una estrategia de recambio del capital, aunque tenga aspecto humano, resulta absolutamente limitada.

Cuando un mismo proceso anexiona en movimiento sincrónico el conjunto de un sistema, es ilusorio querer reducirlo

a una función local instrumental, aunque sea cierro que puede contribuir con eficacia a la reproducción o al aumento

de la plusvalía. La hipótesis que se propone es otra: se trata de una mutación sociológica global que está en curso, una

creación histórica próxima a lo que Castoriadis denomina “significación imaginaria central”, combinación sinérgica

de organizaciones y de significaciones, de acciones y valores, iniciada a partir de los años veinte –sólo las esferas

artísticas y psicoanalíticas la anticiparon en algunos decenios–, y que no cesa de ampliar sus efectos desde la Segunda

Guerra Mundial.

Negativamente, el proceso de personalización remite a la fractura de la socialización disciplinaria; positivamente,

corresponde a la elaboración de una sociedad flexible basada en la información y en la estimulación de las necesidades,

el seco y la asunción de los “factores humanos”, en el culto a lo natural, a la cordialidad y al sentido del humor. Así opera

el proceso de personalización, nueva manera para la sociedad de organizarse y orientarse, nuevo modo de gestionar

los comportamientos, no ya por la tiranía de los detalles sino por el mínimo de coacciones y el máximo de elecciones

privadas posible, con el mínimo de austeridad y el máximo deseo, con la menor represión y la mayor comprensión

posible. Proceso de personalización en la medida en que las instituciones desde este momento se adaptan a las

motivaciones y deseos, incitan a la participación, habilitan el tiempo libre y el ocio, manifiestan una misma tendencia a

la humanización, a la diversificación, a la psicologización de lasmodalidades de la socialización: después de la educación

autoritaria y mecánica, el régimen homeopático y cibernético; después de la administración imperativa, la programación

opcional, a la carta. Nuevos procedimientos inseparables de nuevos fines y legitimidades sociales: valores hedonistas,

respeto por las diferencias, culto a la liberación personal, al relajamiento, al humor y a la sinceridad, al psicologismo, a la

expresión libre: es decir, que priva una nueva significación de la autonomía dejando muy atrás el ideal que se fijó la edad

democrática autoritaria. Hasta fecha en realidad reciente, la lógica de la vida política, productiva, moral, escolar, aislar,

consistía en sumergir al individuo en reglas uniformes, eliminar en lo posible las formas de preferencias y expresiones

singulares, ahogar las particularidades idiosincrásicas en una ley homogénea y universal, ya sea la “voluntad general”,

las convenciones sociales, el imperativo moral, las reglas fijas y estandarizadas, la sumisión y abnegación exigidas por

el partido revolucionario: todo ocurrió como si los valores individualistas en el momento de su aparición debieran

ser enmarcados por sistemas de organización y sentido que conjurasen de manera implacable su determinación

constructiva. Lo que desaparece es esa imagen rigorista de la libertad, dando paso a nuevos valores que apuntan al

libre despliegue de la personalidad íntima, la legitimación del placer, el reconocimiento de las peticiones singulares, la

modelación de las instituciones en base a las aspiraciones de los individuos.

El ideal moderno de subordinación de lo individual a las reglas racionales colectivas ha sido pulverizado, el proceso de

personalización ha promovido y encarnado masivamente un valor fundamental, el de la realización personal, el respeto

a la singularidad subjetiva, a la personalidad incomparable sean cuales sean por lo demás las nuevas formas de control

y de homogeneización que se realizan simultáneamente. Por supuesto que el derecho a ser íntegramente uno mismo,

a disfrutar al máximo de la vida, es inseparable de una sociedad que ha erigido al individuo libre como el valor cardinal,

y no es más que la manifestación última de la ideología individualista; pero es la transformación de los estilos de vida

unida a la reclusión del consumo lo que permitido ese desarrollo de los derechos y deseo del individuo, esa mutación

en el orden de los valores individualistas. Salto delante de la lógica individualista: el derecho a la libertad, en teoría

ilimitado pero hasta entonces circunscrito a lo económico, a lo político, al saber, se instala en las costumbre y en lo

cotidiano. Vivir libremente sin represiones, escoger íntegramente el modo de existencia de cada uno: he aquí el hecho

social y cultural más significativo de nuestro tiempo, la aspiración y el derecho más legítimos a los ojos de nuestros

contemporáneos.

El proceso de personalización: estrategia global, mutación general en el hacer y querer de nuestras sociedades. Sin

embargo, convendría distinguir en él dos caras. La primera, “limpia” operativa, designa el conjunto de los dispositivos

fluidos y desestandarizados, las formas de solicitación programada elaborada por los aparatos de poder y gestión

que provoca regularmente que los detractores de derechas y sobre todo de izquierdas denuncien, de forma un

tanto caricaturesca y grotesca, el condicionamiento generalizado, el infierno refrigerado y “totalitario” de la affluent

society. La segunda, a la que podríamos llamar “salvaje” o “paralela”, proviene de la voluntad de autonomía y de

particularización de los grupos o individuos: neofeminismo, liberación de las costumbres y sexualidades, reivindicaciones

de las minorías regionales y lingüísticas, tecnologías psicológicas, deseo de expresión y de expansión del yo,

movimientos “alternativos”, por todas partes asistimos a la búsqueda de la propia identidad, y no ya de la universalidad

que motiva las acciones sociales e individuales. Dos polos que poseen sin duda sus especificidades pero que no por ello

dejan de esforzarse en salir de una sociedad disciplinaria, lo que hacen en función de la afirmación aunque también de la

explotación del principio de las singularidades individuales.

El proceso de personalización surgió en el seno del universo disciplinario, de modo que el fin de la edad moderna se

caracterizó por la alianza de dos lógicas antinómicas. La anexión

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