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La Era Del Vacio


Enviado por   •  11 de Abril de 2013  •  3.706 Palabras (15 Páginas)  •  327 Visitas

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LA ERA DEL VACÍO.

Capítulo primero: seducción continua.

De las relaciones de producción se ha pasado a las relaciones de seducción. Nos encontramos con un mundo a la carta. Todo resulta sospechosamente afable. Nos hallamos en la era de la comunicación continua. ¿No es todo transparente?...

Seducción a la carta.

Existencia a la carta: transparencia de un mundo que se desglosa en infinitud de posibilidades de consumo a la carta. No se trata de control del ciudadano sino de una personalización, un pluralismo exagerado. Cada uno elige su propia realidad consumista en virtud de un sinfín de posibilidades. Consecuencia: más hedonismo, reclusión en el ámbito privado, egoísmo, atomismo social. Es lo propio de la postmodernidad: la seducción a través de la oferta infinita, de la personalización. Es al fin y al cabo un mito para recluir al pseudociudadano en su privacidad. Mientras, se relaja el imperativo en virtud del derecho al bienestar. A nivel laboral se personaliza también el tiempo: trabajar en casa, por ej.

Las nuevas tecnologías hacen imprevisible lo que está por venir. La seducción en curso es privática. Internet por ejemplo ofrece nuevas formas de personalización. Todo es más permisivo, a todos los niveles: educación, sexo... De lo que se trata es de que uno sienta que se autorrealiza independientemente de la sociedad. Todo se vuelve aséptico: el lenguaje es eufemístico (del inválido se pasa al discapacitado), se pretende que todo sea fluido.

De lo que se trata es de eliminar el diálogo en el espacio público a través del hedonismo, de la invitación a él. Nos subimos a un ritmo frenético y personalizado (walkman).

La seducción es destrucción cool a través de la invitación al hedonismo y al atomismo. De lo que se está abusando es del mito del individuo autónomo, es lo que nos venden con el fin de controlarnos, de acallarnos. Es la culminación del proceso de individualización moderno pero con un contenido inédito.

Los discretos encantos de lo político.

También se ha producido una personalización de lo político. El política hace gala de los valores democráticos en alza: cercanía, transparencia...

Por otro lado se descentraliza el poder. Se apuesta por lo regional, por lo patrimonial. Se teme la pérdida del terruño, de la identidad comunitarista, al margen de universalismos y globalidades.

La seducción funciona con la información y no con el misterio; por ello se apuesta por la autogestión. Uno conoce en todo momento qué es de sus finanzas y de sus negocios.

Sexducción.

El porno como el no hay límites.

El feminismo como personalización sexual.

Todo está destinado a descentralizar, a crear más y más formas de lenguaje para atomizar la sociedad.

Capítulo segundo: la indiferencia pura.

La deserción de las masas.

Dos desiertos: el nihilista preconizado por Beckett, Hiroshima...Y el de la vida cotidiana. Todos los valores modernos se han des-sustancializado. Ya nadie cree en las grandes instituciones: ni en la familia, ni la iglesia, ni los sindicatos... El ciudadano deserta de las instituciones; pero el sistema se mantiene precisamente por esa apatía. Los últimos sacerdotes lo llevan adelante.

Apatía new-look.

Nietzsche se equivocó. A la muerte de Dios no le siguió la angustia. Bien al contrario: le siguió la indiferencia. Dios ha muerto y nos importa un bledo. No se busca una nueva tabla de valores. Se disipan las diferencias entre sentido y sinsentido, bueno y malo; y da igual. El hedonismo y el consumo y la personalización actúan como ansiolíticos. Nos hallamos en la era del prozac.

El futuro ha dejado de entusiasmarnos; y esto no implica en absoluto que se haya erigido una nueva serie de valores. Bien al contrario: ¿quién necesita valores, proyectos universales si vive recluido en su micromundo de narcisos y bienestares?

La indiferencia pura está alejada de la tan traída y llevada alineación marxista aunque guarde similitudes con aquella: la diferencia estriba en que el ciudadano es plenamente consciente de lo que le sucede. Se trata de una nueva conciencia y no de una inconsciencia: la apatía inducida.

Indiferencia operacional.

Contra lo que pudiera parecer, la apatía no es tanto un defecto de socialización como una nueva forma de socialización flexible y económica. No se trata de que no estemos motivados, de que no haya motivaciones; sino con que sufrimos una “anemia emocional”. Esta anemia emocional, junto con el proceso de personalización, da lugar a la despersonalización y a la pérdida de identidad aunque pueda parecer paradójico. Y es que, al desertar del espacio público, el ciudadano se ve sumido en una profunda neurosis en la que ya no se reconoce sino nuevas y extrañas alianzas que poco o nada tienen que ver con el individuo tal y como fue concebido en la modernidad.

El “flip”.

¿Qué sucede cuando el proceso de desertización pasa del ámbito público al privado? ¿Es el suicidio lo que nos espera al cabo del desierto? En absoluto. Al cabo del desierto nos espera le desesperación definitiva, la depresión, el flip. En su soledad, el hombre se vuelve más vulnerable. El hombre relajado, desentendido y ajeno está desarmado. Lo nimio se torna inmenso en su soledad, en su pérdida de referentes.

El desierto no tiene ni principio ni fin porque uno mismo termina siendo el desierto.

Capítulo tercero: Narciso o la estrategia del vacío.

Si cada época busca en una figura mitológica la metáfora de su tiempo, la de Narciso es sin duda la que nos corresponde. El narcisismo es la última forma de individualismo. La correspondiente al capitalismo tardó y a la sepultura a la que se ve reducido el ámbito público.

Narciso a medida.

Los ideales de los sesenta quedaron atrás. La apatía ha invadido lo público. Nadie cree ya en los grandes ideales. Sólo la esfera de lo privado sale victoriosa de esta ola de apatía. Se ha perdido la noción de continuidad histórica. Se vive por y para el presente. Se vive por y para el desarrollo autónomo-hedonista pero (y esto es lo más lamentable) para el regocijo en uno mismo.

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