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La Era Del Vacio


Enviado por   •  13 de Diciembre de 2013  •  2.271 Palabras (10 Páginas)  •  514 Visitas

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HUMANISMO INTEGRAL II (Persona y Sociedad)

UNIDAD 1: LA COMUNIDAD SOCIOPOLÍTICA

Tema 1: El individualismo contemporáneo

LA ERA DEL VACÍO (Gilles Lipovetsky) (Extracto del resumen elaborado por la Prof. Diana Lacal)

PREFACIO

Se busca plantear, en diferentes niveles, la gran transformación que aqueja hoy a la sociedad, en cuanto a sus costumbres, al individuo en sí mismo, al consumo masificado y la emergencia de un modo de socialización e individualización inédito.

En nuestra sociedad postmoderna, se actúa con una lógica individualista, reina la indiferencia de masa, la autonomía privada, la innovación superficial, etc. Se quiere vivir el aquí y el ahora. No hay ídolos ni tabúes, sino simplemente un vacío. Se han anulado los puntos de referencia, los valores superiores, las mismas raíces. Nos encontramos ante una cultura despersonalizada o “hecha a medida”. En consecuencia aparecen otros “valores”, como por el ejemplo el narcisismo. Vivimos una cultura donde se desliza todo en una indiferencia relajada que, por otra parte, está obsesionada con la información y la expresión, aunque sea expresarse para sí mismo y comunicar por comunicar… es decir una lógica del vacío.

Narciso o la estrategia del vacío:

El narcisismo se ha convertido en uno de los temas centrales de la cultura, es el nuevo estadio del individuo, en el cual se relaciona consigo mismo y nada más, desprovisto de valores sociales y morales. En el narcisismo se pasa del individualismo limitado al individualismo total. Es un vivir sin ideales, sin objetivos trascendentes. El ser humano se ha convertido en el homo psicologicus, que vive al acecho de su ser y bienestar, movido por el placer, bienestar y el individualismo puro (el yo como preocupación central). En esta nueva situación, el yo se convierte en un espacio flotante, donde prima el miedo a envejecer y morir y un desinterés por las generaciones futuras. No hay trascendencia ya que el interés por el cuerpo responde a imperativos sociales: intimismo confortable, diminución del sentido de pertenencia, acentuación del fenómeno de la exclusión.

Existe en la actualidad un gran miedo a envejecer y morir, acompañado por el desinterés por las generaciones futuras. Porque se está enfrentando nuestra condición mortal sin ningún apoyo trascendente, aunque se pretende reconquistar la interioridad del cuerpo, el cual se ha convertido en sujeto que debe ser liberado, ya que obedece a imperativos sociales como la línea y la forma.

Las relaciones humanas son cada vez más fratricidas y asociales, promoviéndose el intimismo, como sinónimo de incivismo, que se presenta con una disminución del sentimiento de pertenencia a un grupo y correlativamente la acentuación de los fenómenos de exclusión y la consideración de la autenticidad como valor social. Esto es expresarse “libremente”.

En este ambiente, el “éxito” pasa a significar la búsqueda de la riqueza, con el fin de excitar la admiración o la envidia y las relaciones humanas se han convertido en relaciones de dominio, conflictivas, frías e intimidatorias. Aparentemente los individuos se vuelven más sociables y cooperativos, pero en realidad hay una explotación cínica de los sentimientos de los otros y una búsqueda del propio interés, sin la menor preocupación por las generaciones futuras. Lo que importa es ser uno mismo absolutamente, en consecuencia el Otro pasa a ser indiferente. Hoy día no cuenta tanto la devoción por el Otro, como la realización y transformación de uno mismo. El SuperYo se presenta como una celebridad, de éxito que, de no realizarse, se desencadena una crítica implacable contra el Yo. Esto es intensificado por los mass media, que hacen que sea cada vez más difícil aceptar la “insignificancia” de la existencia cotidiana.

Los desórdenes de tipo narcisista se presentan como trastornos de carácter, derivados de un malestar difuso, un sentimiento de vacío interior y de absurdidad de la vida, una incapacidad para sentir las cosas y los seres. Las relaciones personales sufren una inestabilidad, lo cual nos hace huir del sentimiento y levantar barreras contra las emociones, dejando de lado la afectividad (huida ante los signos de sentimentalidad). Se hace cada vez más rara la posibilidad de encontrar una relación intensa. En todas partes hay soledad, vacío, dificultad para sentir, para ser transportado fuera de sí, etc.

La moda y el imperio de lo efímero:

La moda lo invade todo. Es como una salida del mundo tradicional, como una negación del pasado y una celebración del presente. En esta era de la moda, los valores realzan lo nuevo y la individualidad humana. La seducción y lo efímero son los principios que organizan la vida colectiva, dominada por la frivolidad, la cual ha aniquilado la cultura en una espiral individualista con desmotivación por lo social y público.

Nuestra era funciona con la información, con la seducción de lo nuevo, con la tolerancia y la movilidad de opiniones, como el asunto de la doble opinión sobre nuestro destino: pesimismo del presente y optimismo del futuro. La cultura mediática se ha convertido en una máquina destructora de la razón y pensamiento. Se instaura el reino de la moda, en el cual el consumismo lo domina todo, organiza la vida. Este consumo es superficial y vuelve infantiles a las masas, el rock es violente, no verbal, acaba con la razón; las industrias culturales están estereotipadas, la TV embrutece a los individuos y fabrica gente “descerebrada”. Lo superficial pasa a ser la verdad histórica. De esta situación brotan algunas paradojas, tales como: más información, pero menos estructura; más adultos, pero más inestables; menos ideología y más tributo a la moda; personas más abiertas, pero más influenciables.

La seducción de las cosas:

La sociedad de consumo se caracteriza por una elevación del nivel de vida, la abundancia de artículos y servicios que están a nuestra disposición, además del culto a los objetos y diversiones, una moral hedonista y materialista y una generalización del proceso de la moda. Se impone la lógica de una renovación precipitada y en el orden estético-burocrático domina la economía de consumo, organizada por la seducción y la extinción acelerada.

La norma de la producción y consumo es lo efímero, mientras que la innovación es el imperativo de la producción y marketing. Se establece un nuevo culto: el culto al

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