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La Republica De Platón


Enviado por   •  29 de Agosto de 2011  •  1.597 Palabras (7 Páginas)  •  9.152 Visitas

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La República. La ciudad ideal y la Justicia.

La descripción de la ciudad ideal es el objetivo de la obra capital de Platón: La República. Esta obra, que es la exposición más completa de su filosofía, tiene por hilo conductor el problema de la justicia, una justicia que es a un tiempo un concepto moral, político y ontológico.

El protagonista del diálogo es Sócrates (que expone las ideas del propio Platón) y el antagonista es la sofística. El diálogo comienza con la discusión sobre el concepto o definición de justicia. En las primeras tentativas, Sócrates se enfrenta a las siguientes opiniones de los sofistas: justo es la obligación de decir la verdad; justo es dar a cada uno lo que de él se ha recibido; justo es hacer bien a los amigos y mal a los enemigos. Todas estas definiciones son deficientes y Sócrates las desmonta mostrando casos, que todo el mundo considera de justicia, que las desmienten: no es justo decir la verdad sobre su estado a un hombre que se ha vuelto loco, ni devolverle a este hombre las armas que de él se recibieron, y tampoco es justo el que hace peores a los demás, ya sean sus enemigos, sino el que los hace mejores.

Tras la primera refriega, los sofistas arguyen unas tesis calificables de materialismo e individualismo egoísta:

la justicia es el interés de los más fuertes, el hombre llamado injusto es más feliz que el llamado justo, lo cual se muestra en que todo el mundo alaba al justo con la boca grande, pero se ríe de él en secreto.

Contra la primera tesis -que hay que entender en el sentido de que en cada Estado es considerado justo el cumplir la ley, siendo la ley ventajosa únicamente para los fuertes, que son los que la imponen a los débiles-, Sócrates defiende que el bien de un arte o técnica, así como el de quien la practica, no puede diferir del bien de su objeto: así, el bien del pastor coincide con el del rebaño, el del médico con el del enfermo, el del piloto con el de la nave. Igualmente, el bien del más fuerte en política coincidiría con el de los débiles, y el mal de éstos acarrearía tarde o temprano el de aquél.

Contra la segunda tesis, Sócrates intenta mostrar que la felicidad no puede ir ligada a la injusticia, sino que es el resultado de la virtud. La injusticia está condenada a la impotencia...Los mismos Estados, si quieren ser fuertes y dominar a otros Estados, saben que no lo pueden hacer con la injusticia, no alcanzan su objetivo sino a la sombra de cierta justicia. ¿No es cierto también -se pregunta Sócrates- que los mismos bandoleros se reconocen obligados a ser justos entre sí, por la razón de que la injusticia haría nacer entre ellos traiciones, sediciones, etc? Lo mismo sucedería con dos hombres divididos por la injusticia: el odio y la lucha pondrían a uno y a otro en la impotencia de hacer nada útil. Claramente se ve que el injusto no puede ser feliz.

Tras esto, Sócrates propone una primera definición de justicia: la virtud del vivir. Todas las cosas tienen sus funciones propias y una virtud, que consiste en realizar bien esas funciones. La función propia del alma es vivir y la virtud del vivir es la justicia. La definición es aceptable, pero demasiado general...Y en este punto los sofistas vuelven a la carga: por naturaleza es mejor la injusticia que la justicia.

Sócrates, harto, cambia la ruta de la investigación. Partiendo de la idea de que la justicia del Estado y la del individuo son equivalentes, se propone establecer las condiciones de un Estado justo (de la ciudad ideal), para así ver mejor, en caracteres más grandes, la esencia de la justicia. Sócrates prosigue con la descripción de un Estado-ciudad perfecto...

Origen y estructura del Estado.

El origen del Estado está en las necesidades de los hombres. Los individuos no son autárquicos ni independientes unos de otros, sino que necesitan de la cooperación de los demás. La satisfacción de las necesidades se procura por un principio de división y especialización del trabajo. Este principio se apoya en el hecho de que los talentos y dotes de los hombres difieren unos de otros, y en el supuesto de que la obra de un hombre será superior en calidad y en cantidad si se dedica a una sola ocupación, la más adecuada a sus dotes naturales. Así surgen los distintos oficios: labrador, carpintero, pastor, etc, que conforman la clase de los productores. El crecimiento de la ciudad, producto de esa especialización, hace que surjan nuevas necesidades y nuevos oficios: músicos, navegantes, etc. Esto produce un aumento de la población y la necesidad de anexionar nuevos territorios y de establecer y guardar un orden interno. En esto tiene su origen la clase de los guerreros o guardianes. Si la guerra y la defensa es necesaria, entonces, según el principio de especialización y división del trabajo, deberá haber una clase especial de guardianes o guerreros.

De lo mejor de la clase de los guerreros, seleccionado al cabo de un

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