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Enviado por   •  14 de Diciembre de 2011  •  1.891 Palabras (8 Páginas)  •  814 Visitas

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La escuela y la sociedad se sirven mutuamente. Se ha llegado a considerar que la tecnología puede ofrecer soluciones prácticamente para todo.

Se debe cuestionar los usos dados a la tecnología; uno de estos se ofrece a la educación infantil; donde se excluye la experiencia emocional, social y estética, y tiene el empuje de una cruzada; “los niños salvaran al mundo si los convertimos cada día en mejores técnicos”.

Un sistema educativo se evalúa por su valor en dinero, y puesto que tiempo es dinero, los programas del progreso de aprendizaje de aprendizaje también son importantes y a partir de esta, muy alejada de los niños en sí, han surgido muchos programas innovadores.

El primer cambio que se dio en las escuelas primarias con el transcurso de las décadas, fue la clasificación de los niños por edad y no por su nivel de lectura, esto significo una innovación en esa época. Pero aun así seguían encontrándose a unos niños más adelantados que otros. Posteriormente se instauro la era de los exámenes estandarizados después de la primera guerra mundial, la clasificación entones fue según las calificaciones del coeficiente intelectual de cada niño, los separaron en tres grupos; inteligentes, promedio y lentos. Después de todos estos cambios surgidos para aumentar la eficiencia en la enseñanza los grupos homogéneos resultaron negativos por lo tanto el agrupamiento fue nuevamente heterogéneo, también se establecieron premios y castigos en el sistema de calificaciones.

Debido a la necesidad historia contemporánea de tener pautas para fines educativos podemos ver un gran impulso en la creciente brecha entre el interés por la vida, la dignidad humana y la fuerza del desarrollo tecnológico.

La escuela y la sociedad están profundamente interrelacionadas, en nuestra de evidente transición, los propósitos de la escuela deben ser reexaminados con ideas. Tanto el aula abierta como la mecanizada ofrecen guías para la forma y dirección del futuro de la sociedad. Ante los nuevos problemas de la vida, inundados por un vasto aumento de conocimientos de toda índole, las escuelas tal y como hoy están constituidas no sirven como deberían ni a nuestros hijos ni a nuestra sociedad en transición. Cuando la nación era analfabeta, la meta de la escuela primaria era enseñar a todas las personas los conocimientos básicos; lectura, escritura y aritmética. Con el paso del tiempo y debido a la exigencia social, el programa de primaria se expandió, primeramente se incluyo historia y geografía y posteriormente se añadieron la pintura y la música, pero la manera de enseñar siguió siendo la misma. La educación debe ser más que producción rutinaria o memorización de aptitudes importantes o hechos fundamentales. Los cambios reales requieren del trabajo con las personas para ayudarlas a desarrollarse. Pero es mucho más cómodo y rápido conservar lo tradicional con una nueva fórmula que realizar un cambio básico en la naturaleza de los propósitos y objetivos de las escuela.

La mayoría de las personas relacionadas con la escuela, coinciden en que los niños deben aprender a leer, escribir y realizar operaciones aritméticas, solo que hay una controversia sobre cómo pueden impartirse con mayor eficacia. Cuando el problema de la enseñanza escolar se aborda interesándose en el desarrollo integral del niño en el aspecto de la salud mental y en los logros intelectuales, se muestra que las condiciones señaladas para lograr un aprendizaje optimo se encuentra dentro del mismo ambiente de la vida escolar tal y como lo conocemos. En épocas anteriores y en sociedades menos complejas los niños podrían introducirse en el mundo de los adultos encontraban un lugar con sentido, pero en la sociedad tecnológica avanzada ocurre exactamente lo contrario.

La estructura física y la organización interna de una escuela pueden y deben ser un medio por el cual los niños logren fortalecerse como individuos mientras aprenden el significado de su participación en la sociedad. Las escuelas que a los niños pequeños les resultan demasiado complicadas los dejan psicológicamente exhausto, y esta situación no mejorará con el carácter impersonal de la sociedad adulta en la que después ingresaran. Los primeros años de la escuela son precisamente aquellos en que los niños deben fortalecer su identidad como individuos al tiempo que aprendan a funcionar como elementos participantes en pequeños grupos y en la propia sociedad. Por ello debe de quitarse a la tecnología el aura de magia, permitiendo a los niños la participación directa y concreta con los materiales, los diferentes procesos del trabajo y las normas de destreza. Los niños no pueden desarrollarse hacia una madurez plena a menos que estén sintonizados con un mundo de trabajo y responsabilidad verdadera para ellos.

Los cinco años constituyen el principio del fin. Los niños de cinco años están ya lejos de la ambivalencia a la lealtad a sus padres que llegará algunos años después, pero ya están allí las señales que indican la dirección que seguirán.

Si consideramos el largo trecho que los niños ya han recorrido en cinco breves años, podremos comprender el sentido arrogante de la importancia de sí mismos que tan a menudo muestran, debido a que ya han sido bastante bien adoctrinados en la cultura de su sociedad, y sus cuerpos obedecen a sus deseos, no a la de sus padres. A los niños les gusta realizar y construir cosas, en esta etapa, muchos padres inadvertidamente privan a sus hijos de auténticos sentimientos de eficiencia e importancia, porque sus normas inmediatas no coinciden con el crecimiento y el aprendizaje de los niños. Los niños avanzan mediante infinitas variaciones de error en temas supuestamente ya comprendidos, y comenten más

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