Percepciones y Observaciones frente a la Filosofía del Arte: La crisis de la Estética
AndresdanteInforme18 de Noviembre de 2015
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INFORME FINAL
UNIDAD 2
CURSO DE ESTÉTICA
CÓD. 401210A
CARLOS ANDRÉS HERNÁNDEZ ARANZAZU
CÓD. 94326333
PROGRAMA DE FILOSOFÍA
Presentado al Tutor
YURY JAAMAN
Magister
UNIVERSIDAD NACIONAL ABIERTA Y A DISTANCIA
ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES, ARTES Y HUMANIDADES
PALMIRA
2015
INTRODUCCIÓN
Con el presente documento se pretende entregar un informe final sobre la Unidad 2 del Curso de Estética de la UNAD, dicho informe se sustenta en el ejercicio de la lectura crítica que se ha realizado en el transcurso de siete semanas y que obedece al abordaje de las diferentes propuestas hechas por el tutor-director del curso, las cuales se agrupan especialmente en el módulo de estética en el sitio oficial de repositorios de la universidad, denominado “datateca”[1].
En la Unidad 2 se estudiaron los conceptos y teorizaciones a partir de la Filosofía del Arte, su clasificación, los conceptos y medios propios de ella y el Contextualismo Vs. Aislacionismo. Además de estas lecturas hubo un abordaje constante de diversos autores con el fin de ampliar la mirada crítica y reflexiva; adicionalmente se tuvieron en cuenta también los documentos presentados en la “Webquest”[2] de estética.
El objetivo de este documento es demostrar que se realizó una comprensión de los temas, pero además existe un desarrollo de la posición reflexiva frente a ellos, se asumen posiciones, se proponen situaciones problémicas y se proponen abordajes en busca de soluciones enmarcadas en los contextos de la estética; siempre teniendo en cuenta nuestra propia experiencia sujeta a la historia de vida personal, atravesada por la relación de dichas experiencias con la estética y sus conceptos.
INFORME FINAL
El presente documento constituye el informe final correspondiente a la Unidad 2; el informe lo constituye un Ensayo, personal e individual.
Percepciones y observaciones frente a la Filosofía del Arte: La Crisis de la Estética
Por Carlos Andrés Hernández
La Naturaleza de la Arquitectura
Al abordar el tema de la Filosofía del Arte, debemos en primer término identificar el concepto que se tiene de “Bellas Artes” y cómo este se diferencia del “Arte útil”. Se entiende que como Bellas Artes se consideran todos los productos que tienen como fin la apreciación desde lo estético, es decir, como objetos estéticos, y de otra parte, el Arte útil se relaciona directamente con la utilidad de los objetos o productos en la vida del ser humano, cumpliendo de esta manera una funcionalidad práctica[3].
Al respecto se abre una discusión sobre la naturaleza de la Arquitectura, sobre si corresponde a un Arte útil o a las Bellas Artes. Como vivencia personal puedo comentar que como docente del área técnica de un colegio industrial, tengo la responsabilidad de orientar Diseño Arquitectónico y Construcciones Civiles, y experimento muchas veces esa disyuntiva sobre lo que significa proponer una solución constructiva que represente el cubrimiento de una necesidad de vivienda o de infraestructura pero que también responda a una propuesta estética en donde el edificio armonice con el lugar y destaque en sus formas y proporciones, constituyendo así un producto constructivo admirable, creativo y original.
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Ilustración 1. Estudiantes del Área de Construcciones Civiles - Colegio Raffo. Práctica construcción de kioskos para plazoleta de comidas. Foto: Archivo personal.
Existe una sentencia de André Gide y con la cual no estoy de acuerdo, frente a que “cualquier objeto no natural constituía una obra de arte”, sin embargo, creo que la apreciación que del arte tuvo Giordano Bruno cuando expresó: “No hay centro ni límites, todo es movimiento, dinamismo, hay tantas artes como artistas” – introduciendo así la idea de la originalidad del artista – y sentenciando además: “El arte no tiene normas, no se aprende, sino que viene de la inspiración”[4], constituye de nuevo el sentido de subjetividad que se percibe alrededor de la Filosofía del Arte y de la estética en sí.
Precisamente en la Arquitectura, de la que siempre he sostenido en mi discurso como docente, que es un arte, y que cuando un estudiante es capaz de realizar un diseño creativo, innovador, pero además valorado como poseedor de belleza por la armonía que transmite, se le felicita por un ejercicio artístico, que es lo propio que como arquitecto puede llegar a hacer, existen dinámicas controversiales que se reflejan en que se debe entender que el diseño arquitectónico no va sólo, hace parte de un proceso técnico – industrial que es el de la construcción civil y de obras de infraestructura (Fin utilitario), y en cuanto la “obra de arte” está dibujada, se inicia una serie de etapas constructivas que van a recalar en una edificación.
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Ilustración 2. Santuario de Las Lajas. Ipiales, Nariño- Foto: Archivo personal.
Así pues, los obreros (en nuestro caso, los mismos estudiantes), son los responsables de crear materialmente lo que se diseñó y en este procedimiento, no hay ni siquiera una conciencia de lo estético, pues solo importa la excelente aplicación de unas normas técnicas, de sismo-resistencia y de calidad que configuren los tecnicismos adecuados para que la obra se ejecute sin contratiempos. En mi entorno laboral (académico), esta situación ha generado que algunos estudiantes rechacen la formación que reciben de albañilería en general y deseen quedarse solo como diseñadores, pues perciben en la arquitectura un estatus más elevado y altruista.
Adicional a esto, vale la pena analizar una situación que se presenta – a propósito de lo que se dice en uno de los documentos propuestos, sobre las líneas estéticas efímeras[5]- , el propio diseño arquitectónico ha dejado de ser una habilidad artística – manual, para convertirse en una habilidad en el manejo de máquinas y programas que permiten una elaboración de diseños en menor tiempo, con mayor precisión y con una interfaz muy intuitiva que prácticamente guía todo el proceso y convierte una actividad que antes era de admiración en un nuevo tecnicismo en el que la producción enteramente humana se transforma en una utilidad guiada por un asistente sistematizado.
La Música y su Originalidad
La música constituye una de las más exquisitas manifestaciones de nuestra naturaleza humana, se ha dicho que es la más abstracta de las siete bellas artes, y esto además se entiende cuando nos deleitamos con sus armonías sin poder tan siquiera describir qué sentimos o a dónde nos ha trasladado a través de sus elementos.
Ahora bien, desde la teoría de la Semiótica de C. Pierce, se establece que un símbolo es una convención, una norma acordada para que represente un significado, para sustituir en determinado momento un objeto, en la música, la significación se acerca al concepto de iconicidad puesto que, en mi opinión, el ritmo de determinadas obras musicales predisponen a la mayoría de seres humanos a identificar sus emociones con dichos ritmos, otro tanto sucede con las letras de muchas composiciones, ahora bien, no establecemos una convención cuando escuchamos una música alegre (salsa, merengues, tropicales, reggaetón) en una fiesta, el propio ritmo invita a nuestro cuerpo a moverse acompasado y desborda alegría y euforia; si en un entierro suena algo como “Por quién doblan las campanas”, seguramente emanaremos lágrimas así el difunto no sea muy allegado. No saltaremos haciendo palmas o bailando al escuchar una sinfonía en un teatro, y estoy convencido que no es por que creamos que es algo por fuera de la norma o demostrativo de “mala cultura”, sino porque la música misma invita a extasiarse y regocijarse. De manera que podemos concluir que, en una forma general, el arte, semióticamente analizado, corresponde a un ícono de la expresividad humana.
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Ilustración 3. Festival Bandola 2015. Foto: Archivo personal.
Si bien la música constituye además una de las artes cuyas técnicas precisan de un conocimiento profundo, el resultado, el producto que nos llega, no nos da tiempo para pensar en la cantidad de trabajo detrás de cada obra, sólo nos limitamos a disfrutarla y a complacernos, y es que una obra musical es capaz de despertar en nosotros un sin número de sentimientos, puede convertirse en cura pero también agudiza y realza nuestros sufrimientos, así es de sublime y misteriosa.
Desde la antigüedad, la música ha sido considerada el idioma de los dioses, y es que la sublimidad de la música provoca tantos sentimientos y estados sin explicación que muchas veces la única salida que encontramos es la mítica sentencia de que es creación e inspiración de entidades divinas.
He tenido una relación ambivalente con la música, y digo esto porque pese a mi pasión por este arte, no soy músico y ni siquiera toco medianamente algún instrumento, aunque intento sacar algunas notas de la guitarra; desde pequeño me pasaba días y noches enteras escuchando diversos géneros entre los que se cuenta la música pop y rock en inglés, las baladas de los años 60’ 70’ y 80’, la música popular, la salsa, los vallenatos, bambucos, pasillos, cumbias, merengues, boleros y hasta tangos y milongas. Tenía un cuaderno en el que apuntaba la clasificación diaria de los listados de las principales emisoras (único medio para apreciar la música que tuve, hasta que en la casa compraron una grabadora); Ya de adulto, creo que una de las actividades que más disfruto con las nuevas tecnologías, es poder recopilar tantas y tantas obras musicales que sólo podía escuchar cuando la sonaban en la radio (a veces pasaba horas y horas esperando a que sonara una canción en especial).
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