Posturas filosoficas

El anterior artículo expone una postura crítica y reflexiva acerca de la teoría de la educación y la filosofía. En este sentido, la teoría de la educación se desarrollo en un sistema o proceso muy abstruso en donde se pretende comprender, reflexionar desde lo humano en el menester educativo, es decir, cómo se enseña, cómo educar, en qué consiste educar, para qué y por qué educar. Por consiguiente, la intencionalidad en forma tergiversada de desligar la filosofía de la educación, particularmente en su rama denominada “episteme” (Epistemología), ya que desde el enfoque de la filosofía de la educación se indaga con base en el análisis de la realidad misma lo que acontece en las prospectivas educativas fundamentándose en sus deducciones que procuren plantear nuevos modelos pedagógicos coherentes con los contextos educativos. En este orden de ideas, la concepción de relacionar la filosofía con la educación no es algo novedoso, por ello resulta imposible comprender la filosofía desvinculada con el evento educativo, asimismo la educación fuera de la estructura filosófica. Asimismo, en la actualidad se han manifestado diversas posturas que corroboran la relación inherente entre filosofía y educación. Al respecto, Follari (1996) considera que la filosofía de la educación va mucho más allá de ser una reflexión al ulterior de la filosofía sobre la educación o una ejecución de ésta referente a la segunda para transformarse en análisis dentro de la práctica y la investigación de la educación realizada por los mismos docentes (p. 76). También se han propalado posiciones que coinciden en estimaciones reflexivas y críticas que a menudo plantean que “la filosofía de la educación manipula categorías y conceptos filosóficos sin el vínculo intrínseco entre el cuerpo teórico de la filosofía… y la educación” (Saviani,1998, p.9).

Por ello, es muy relevante e imprescindible no soslayar la reflexión filosófica respecto a la educación, en la medida que dicho enfoque teórico del análisis de la manera de socializarse los individuos debe encauzarse para el perfeccionamiento tanto de su estructura teórica como de su operatividad práctica. Todo lo anterior, conlleva a controversiales posturas frente a la contribución de esta disciplina a la educación misma por su         nivel de autenticidad teórico y/o práctico. En este contexto, Bredo (2002) afirma que “la filosofía de la educación manifiesta en la actualidad un alto grado de marginalización… El dilema principal que experimenta este campo es convertirse tanto académicamente esencial como relevante para los practicantes mismos” (p.263).

En torno a esta clase de saber se han suscitado diferentes formas de comprender el nexo que hay entre filosofía de la educación y la educación misma. Al respecto, Chávez (2003) asevera que “en la actualidad, la filosofía de la educación ha adquirido una gran relevancia a nivel mundial, sin embargo, no la exime de que se susciten controversias en torno a esta disciplina teórica” (p.7). Algunos la conciben como teoría alrededor del ser en su totalidad, asimismo referente al conocimiento y sus etapas evolutivas, también la relacionan con el pensamiento y sus categorías, en lo concerniente a la sociedad y el hombre, o respecto a la conducta moral del individuo, o como el arte y la belleza en todas sus formas, entre otros. De acuerdo con lo anterior, la filosofía en esencia se puede concebir como la reflexión sobre la naturaleza, sociedad y el pensamiento humano con base en la constante interacción del hombre con la realidad.

En este orden de ideas se puede afirmar que la educación es el proceso de preparación integral del hombre, es decir, una formación del individuo en su contexto social y para el desempeño en su convivir social aunado a todas las experiencias que lo forjan para la vida humana. Por ello, la reflexión rigurosa de la práctica educativa ha conllevado a la disciplina pedagógica a recurrir a una rama de la filosofía que surge con el nombre de filosofía de la educación, la cual a partir de las posturas filosóficas se enfoca en el análisis de las leyes, sucesos y experiencias de la naturaleza y del hombre, de la sociedad y de la cultura en lo referente al proceso de formación humana. En este sentido, no se puede pretender formar estudiantes íntegros, capaces de desarrollar su pensamiento, con valores y ética, interactuar con firme moral sin apelar a la filosofía pedagógica o filosofía de la educación. Al respecto, Burbules (2002) asevera que: “La filosofía de la educación en la actualidad, en los Estados Unidos y en cualquier lugar del mundo, verdaderamente es un nexo de abigarradas posturas filosóficas en educación y de aquellas teorías…que alegan que la filosofía y la teoría no pueden ni deben desligarse” (p. 352). También, es necesario y relevante que se conciba la filosofía educativa como el instrumento eficaz, propicio para la comprensión y transformación del quehacer educativo o pedagógico a partir de un enfoque filosófico, es decir, desde los fundamentos filosóficos de la educación que propendan al análisis filosófico reflexivo dentro del contexto educativo, específicamente durante el proceso de enseñanza-aprendizaje para la formación de estudiantes pensadores, críticos, éticos, antropológicamente más humanos, conscientes de su realidad en una sociedad tan cambiante por los avances de la globalización. En concordancia con la tesis planteada por Carla (2000), la cual asevera que: “El pensamiento filosófico fundamenta la práctica educativa, por lo tanto, se convierte en parte inherente de la misma, posibilitando de esta forma una enseñanza con la finalidad de forjar un hombre y una sociedad íntegra y acorde con la realidad actual de un mundo globalizado” (p. 2).

...