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Sofistas


Enviado por   •  21 de Octubre de 2013  •  Tesis  •  2.356 Palabras (10 Páginas)  •  388 Visitas

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LOS SOFISTAS

El término "sofista" designa un conjunto de pensadores que asumen el protagonismo intelectual de Atenas durante la segunda mitad de siglo V a.C.; por tanto, a partir de la instauración radical de la democracia. Los más importantes fueron extranjeros: Protágoras de Abdera, Gorgias de Leontino, Hipias de Elide, Pródico de Queos y Trasímaco de Calcedón. Solamente Critias y Antifón eran oriundos de Atenas.

1. INTRODUCCIÓN

La palabra "sofista" (sofisthv) está emparentada con sophós y sophía, términos que se traducen comúnmente por "sabio" y "sabiduría". Arístides dice expresamente que Solón, Pitágoras, Sócrates y hasta el mismo Platón fueron llamados sofistas, sin contar con que Androción, un discípulo de Isócrates, es el autor de un escrito titulado Sócrates, sofista. Por ello, Arístides planteó el problema de cómo habría que llamar a los sofistas si Sócrates era calificado de sofista. "Sofista" fue durante mucho tiempo un calificativo elogioso en el siglo V, pero poco a poco fue adquiriendo un sentido desfavorable. Aristófanes, por ejemplo, trazó en Las Nubes la caricatura del sofista, en la que hizo resaltar su habilidad para pronunciar un discurso justo y otro injusto sobre el mismo tema; y Jenofonte criticó su venalidad cuando los definió como comerciantes de la sabiduría. Pero fue con Platón cuando comenzó a darse al término un sentido estrictamente peyorativo, que sería posteriormente reforzado por Aristóteles, quien escribió que la sofística era una sabiduría aparente (fainomenhv sofiva). Platón pone de relieve su vanidad al llamarlos "cazadores interesados de gentes ricas, vendedores caros de ciencia no real, sino aparente". Aristóteles los califica de "traficantes en sabiduría aparente, pero no real". A pesar de este sentido peyorativo derivado de Platón y de Aristóteles, el significado de "sofista" como maestro o sabio persistió hasta el final del mundo antiguo, especialmente dentro de las escuelas filosóficas organizadas para la enseñanza.

2. VERDADEROS SOFISTAS

No siempre ha habido acuerdo entre los historiadores de la filosofía en cuanto a qué autores deben considerarse incluidos dentro del movimiento sofístico y cuáles no. Schleiermacher habló de dos tipos de sofística: la heraclítea y la pitagórica. Ritter incluyó entre los sofistas a Leucipo y a Demócrito. Hermann distribuyó la sofística en tres grupos: la eleática, la heraclítea y la abderita. Frente a los historiadores de principios del siglo XIX, que tendieron a considerar la sofística en un sentido muy amplio, Zeller inició una orientación restrictiva, que ha sido seguida por la mayor parte de los historiadores: Protágoras, Gorgias, Hipias, Pródico, Polo, Trasímaco, Critias y Antifón. A partir de esta concepción restringida de Zeller, Ueberweg los clasificó en sofistas anteriores (la figuras mayores: Protágoras, Gorgias, Hipias, Pródico y los llamados sofistas creadores) y sofistas posteriores (las figuras menores: Polo, Trasímaco, Calicles y Antifón), y Th. Gomperz, aunque no estableció ninguna clasificación, trató a Protágoras y a Gorgias separadamente como figuras principales, mientras que consideró al resto como grupo secundario. M. C. Naham dividió a los sofistas en sofistas de la cultura (Protágoras y Gorgias) y sofistas de la erística (Trasímaco, Calicles, Critias).

Los caracteres comunes que ofrece hoy la historia de la filosofía de los llamados, a partir de Zeller, "sofistas" pueden referirse bien a su forma de vida, o bien a su forma de pensamiento o filosofía.

3. CARACTERÍSTICAS DE LOS SOFISTAS

3.1. FORMA DE VIDA

Desde el punto de vista de su forma de vida, los sofistas fueron:

1. Maestros en la enseñanza de la virtud (areté). Areté significaba para los griegos "excelencia", plenitud de desarrollo de las cualidades y potencias propias de un individuo. En líneas generales, el pensamiento de la aristocracia estaba centrado en la idea de la areté, la excelencia del hombre. Hay hombres que tienen una areté superior: valor guerrero, éxito en el deporte, acierto instintivo en los juicios; en general, cierto tipo de superioridad en algo. Esta areté es cosa de herencia, se da en toda la clase aristocrática y, en mayor medida, en ciertos de sus miembros. Esto es lo que pensaban los héroes de Homero o de Píndaro. Pero ya en el mismo Homero se da la aceptación de ciertos límites a esta moral agonal que proponía como ideal humano el sobrepasar en todo a los demás, incluso en poder político y riqueza. Los dioses, Zeus sobre todo, veían con malos ojos ciertos abusos: el matar dentro de la familia, las relaciones incestuosas, el abusar de las mujeres, de los sacerdotes o de los débiles. Tanto Homero como Hesíodo y Solón explicaban cómo tarde o temprano Zeus castigaba estos desmanes. Una intensificación de este modo de pensar es la moral basada en el ideal de moderación y autolimitación, de sophrosyne y metron ("medida"), que en el siglo VI se extendió a partir de Delfos, el santuario de Apolo, y que permanecerá asociado a la sabiduría de los Siete Sabios de Grecia. Pero ¿qué areté enseñaban los sofistas? Puesto que las capacidades a desarrollar por el hombre son muchas, ¿cuáles eran las que pretendían desarrollar con sus enseñanzas? Protágoras afirmaba con rotundidad que el objetivo de sus enseñanzas era convertir a los hombres en buenos ciudadanos o, lo que es lo mismo, en ciudadanos excelentes. El problema era entonces qué debía entenderse por ciudadano excelente.

2. Los sofistas fueron los primeros profesionales de la enseñanza, y cobraron generalmente como tales importantes sumas de dinero. Este profesionalismo suscitaba animadversión hacia ellos en muchos atenienses: de una parte, en los aristócratas de viejo cuño, porque la areté, según éstos, no se enseñaba sino que era algo propio de la nobleza, connatural y heredado; de otra parte, en muchos demócratas, porque consideraban que la areté se aprendía solamente dentro de la polis: la verdadera educadora era la comunidad, sus instituciones y sus leyes.

3. Fueron maestros con un proyecto bien definido y sistemático de educación. No se limitaban a dar conferencias, en las que contestaban a las preguntas que se les hacía, y a realizar debates ocasionales de exhibición, sino que impartían cursos completos en los que se incluían cuestiones correspondientes a lo que hoy se llaman disciplinas humanísticas, que escribieron

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