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Sócrates. La filosofía antigua


Enviado por   •  31 de Enero de 2023  •  Resúmenes  •  2.102 Palabras (9 Páginas)  •  46 Visitas

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Bloque I: La filosofía antigua

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 Trabajo actividades (a entregar en octubre)

        

a. Contextualizando la figura de Sócrates. Sócrates (470/469 – 399 a.C.). Fue un personaje perteneciente al ambiente filosófico y cultural de los sofistas, a los que combatió enérgicamente. Con ellos comparte su interés por el hombre, por las cuestiones políticas y morales, por la vinculación de éstas al problema del lenguaje. De ellos se distingue fundamentalmente en tres aspectos: No cobra sus enseñanzas. Adopta un método totalmente opuesto (frente a la oratoria, el diálogo). Aporta a los temas político–morales unas soluciones radicalmente nuevas (caben destacarse sus teoría antirrelativista y su teoría intelectualista de la moral).[pic 2]

b. Nuestro conocimiento de Sócrates. El primer problema a la hora de abordar su filosofía es Sócrates mismos. Su personalidad, su vida y su doctrina constituyen uno de los enigmas más difíciles de penetrar de la historia de la humanidad. Puesto que no dejó nada escrito, hemos de apoyarnos en los testimonios de otros autores. Estos testimonios, a su vez, plantean problemas de difícil solución. En primer lugar, no son testimonios de historiadores desapasionados y objetivos, sino reconstrucciones emotivas de discípulos o adversarios. En segundo lugar, estos testimonios pueden depender unos de otros o, tal vez, de terceros de los que no tenemos constancia. Por último, las imágenes de Sócrates que nos muestras unos y otros resultan, en determinados puntos esenciales, contradictorias entre sí.

 Cuatro son las fuentes fundamentales de nuestro conocimiento de Sócrates: Aristófanes, Jenofonte, Platón y Aristóteles. El primero es un escritor de comedias y este género literario permite (y exige) la distorsión de los personajes y de las situaciones. Jenofonte y Platón conocieron y trataron personalmente a Sócrates y, sin embargo, la imagen que de él nos ofrecen es sustancialmente diferente (y en ambos casos teñida de fuertes tintes apologéticos): el Sócrates de Jonofonte es un ciudadano ejemplar, pero de personalidad mediocre, escasamente atractivo y carente de genio filosófico, si lo comparamos con el Sócrates de Platón. [pic 3]

Hay historiadores que se inclinan por uno u otro. Jenofonte tiene a su favor su honestidad intelectual y su escaso talento filosófico, que nos permiten suponer no atribuirá a Sócrates doctrinas que no fueran suyas. Pero, por otro lado, el escaso talento filosófico de Jenofonte es también una desventaja, pues si Sócrates efectivamente fue un genio sólo será entendido y valorado por otro gran filósofo. Esta es la ventaja de Platón, aunque aceptar su testimonio, sin ponderarlo y corregirlo con otros, nos llevará a no poder distinguir entre las doctrinas socráticas y las platónicas puestas en boca de Sócrates.

Nos queda, en fin, Aristóteles. Al explicar las doctrinas ajenas, el estagirita es fundamentalmente honesto y fiable. El problema en este caso es que no conoció a Sócrates personalmente, y no sabemos con exactitud de qué fuentes o testimonios se nutre en cada caso. Tuvo, ciertamente, oportunidad de investigar y sopesar diversos testimonios, y su crédito intelectual es notable. Siempre nos quedará, sin embargo, la duda de si en cada caso transmite o bien interpreta lo transmitido.

En última instancia debemos tener en cuenta estas cuatro fuentes corrigiendo los excesos o defectos de una con los de las otras. En todo caso el enigma socrático no ha sido resuelto de forma que cabe preguntarse si realmente tal figura, no en sentido histórico sino doctrinal, existe.

c. Vinculación con la Polis. Un rasgo que distingue radicalmente a Sócrates de todos los filósofos griegos del siglo V es su profunda identificación con su ciudad, su enraizamiento vital en Atenas. Ni su figura ni su pensamiento pueden ser entendidos si no se presta atención a la conciencia que Sócrates tenía de su pertenencia a Atenas. Se diferencia en esto, en primer lugar de los sofistas, pues éstos fueron, o bien extranjeros y pensadores cosmopolitas y desarraigados o, en el caso de los últimos de ellos, atenienses que ya no sentían su pertenencia a la polis como compromiso vital. A partir de la oposición entre nomos y naturaleza, llegan a afirmar que el ciudadano no tiene más compromiso con la ciudad que el de no transgredir sus leyes públicamente a fin de evitar castigos y perjuicios.

Tampoco los discípulos de Sócrates se sentirán comprometidos vitalmente con la polis. El pensamiento platónico gira todo en torno a la polis, pero no es ya esta Atenas ni ninguna ciudad real, sino una ciudad utópica, ideal. Esta vinculación de Sócrates a su polis se manifiesta en su vida como cumplimiento estricto de sus obligaciones militares (en varias ocasiones participó en la guerra como hoplita), y políticas donde actuó siempre, con peligro para su vida al enfrentar al poder establecido, en defensa de la justicia y la legalidad, y finalmente se manifiesta dramáticamente en su muerte.

Esta valentía que Sócrates exhibe en todas sus actuaciones, militares o política, no es resultado de un temperamento fogoso, sino la consecuencia de una actitud reflexiva que ha asimilado e interiorizado su compromiso con las leyes y la justicia. La actitud de Sócrates ante el nomos es de hondo respeto, aunque comparte la tesis sofista de la convencionalidad del nomos. La convencionalidad, sin embargo, no le lleva al relativismo como ocurría con los sofistas. El imperio de las leyes es el resultado de un pacto, de un acuerdo de cada ciudadano con aquellas. Quien no esté de acuerdo con ellas es libre de marcharse a otra ciudad, cuyas leyes le parezcan más apropiadas. Pero quien se quede, y lo hace libremente, queda obligado al cumplimiento de las mismas.

d. Giro antropológico de la filosofía socrática. No sólo la existencia sino también el pensamiento de Sócrates se vincula a la política ateniense. En su juventud se había dedicado a la filosofía de la naturaleza, que en Atenas se desarrolla por Anaxágoras. Sin embargo, pronto abandona estas investigaciones y las causas para ello son las mismas de los sofistas. Dos son estas objeciones: su carácter dogmático y su inutilidad. El mecanismo, y con él el desconocimiento de las causas finales, en el que desemboca la filosofía cosmológica anterior, así como las condiciones políticas de Atenas, llevan a Sócrates a optar, como los sofistas, por un nuevo objeto para la indagación filosófica. Pero, aunque comparte con los sofistas los temas filosóficos y las razones por las cuales éstos se asumen, la filosofía socrática se desarrollo como un enfrentamiento radical a las conclusiones y los métodos de aquellos. En su enfrentamiento con los sofistas el objetivo fundamental de Sócrates era recuperar el compromiso del ciudadano con la ciudad. Podemos, por tanto, desarrollar las líneas maestras del pensamiento de Sócrates partiendo de este enfrentamiento, que se manifiesta en un triple frente:

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