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TEMA 4. TEORÍA LITERARIA FEMINISTA


Enviado por   •  23 de Enero de 2013  •  4.038 Palabras (17 Páginas)  •  443 Visitas

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TEMA 4. TEORÍA LITERARIA FEMINISTA.

La teoría literaria feminista se encargará de investigar qué ocurre cuando un autor es una autora. Ha sido una de las corrientes literarias del siglo XX más importantes. Se empieza a trabajar más intensamente desde los años 80, aunque el movimientos feminista arranca principalmente en los años 20 con las sufragistas. Ahora bien la reflexión más sería sobre teoría literaria no tendrá lugar hasta los 80. Su importancia deviene del hecho de que todos los gobiernos europeos han invertido mucho dinero en programas de investigación sobre cuestiones feministas. La mayoría de universidades tiene su propio Instituto de investigaciones feministas.

Las teóricas literarias feministas (casi en su totalidad mujeres), al trabajar en cómo una mujer elabora su propia visión del mundo o cómo tiene que abrirse camino en un mundo masculino, estudian también cuál es la postura y cuáles son los problemas de cualquier escritora que por cualquier razón se sienta marginada, en función de su inclinación sexual, de su raza o incluso de su nivel económico. El camino que estas autoras abrieron ha servido como base para trabajar en otro de los termas que está e moda, la literatura de minorías, marginal.

En la teoría literaria feminista existe un tipo de crítica llamado imágenes de la mujer y otro tipo de crítica centrado en la mujer como creadora individual.

El libro mejor y más amplio que aborda esta corriente se llama Teoría literaria feminista, escrito por Toril Moi y publicado en Madrid por la editorial Cátedra en 1988. En él encontramos un estudio muy extenso del feminismo literario norteamericano, más poderoso incluso que el europeo. La teoría literaria feminista estudió la cuestión de las mujeres escritoras desde un punto de vista externo: se pretendía estudiar cuál era el tratamiento dado a la mujer en obras escritas por hombres. Se llegó a la conclusión de que los personajes femeninos que aparecían en muchas obras sencillamente eran auxiliares de los hombres, no parecían tener una personalidad propia. También se concluyó que parecía haber dos formas diferentes de ver a los personajes femeninos: la mujer ángel y la mujer diablo, y sólo estas dos formas, sólo una u otra.

Dentro de la teoría literaria feminista se encuadra la obra de Simone de Beauvoir El segundo sexo, donde la autora plantea que muchas mujeres han desarrollado una forma de dominar a los hombres que pasa de la manipulación hasta el abuso. Aunque aparentemente el hombre es el sexo fuerte y la mujer el sexo débil, Simone de Beauvoir presenta las argucias femeninas de humillación hacia el hombre. Este libro, en el que la mujer no es sólo víctima sino también agresora, llevó a la teoría literaria feminista a un estudio más fecundo. Salvado el rechazo inicial al libro, se observó cómo la autora tenía razón en muchos de sus planteamientos: la gloria reservada a la mujer no era la misma que la reservada al hombre, bastante más gratificante. Por otro lado también se hizo una crítica de la mujer desde el punto de vista interno: cómo la mujer retrata a la mujer, cómo una escritora trata a sus personajes femeninos.

La lucha reivindicativa que hasta ahora hemos visto, dentro de este estudio interesado por conocer cómo es la imagen femenina en la literatura escrita por hombres, recibe el nombre de imágenes de la mujer. Después vendrá el período de autocrítica a partir de la publicación del libro de Simone de Beauvoir. Hasta ahora hay todavía un debate abierto sobre si realmente existe la literatura femenina. Del mismo modo podemos cuestionar la existencia de la literatura negra, la literatura gay, la literatura de emigrantes, la literatura vasca, gallega, catalana...

Uno de los libros que mejor ha permitido el estudio del género que nos ocupa (partiendo de la base de su existencia real) es Entre visillos de Carmen Martín Gaite, que inaugura la novela feminista, caracterizada por tratar asuntos íntimos y personales, por ahondar en las relaciones con otras personas, por el deseo de encontrar la propia identidad en un mundo masculino y por tres recursos formales interesantes:

• Son obras escritas en primera persona, de modo que lo más importante es la subjetividad de la autora. Es importante el hecho de que sea la autora misma o el personaje principal el que dice la historia, esa desconfianza en otros para narrarla.

• El modo en que se resuelve la trama: se observa que en las novelas antiguas escritas por mujeres (como María de Fayas en el siglo XVII), los personajes femenino no son capaces de resolver sus problemas, ya que siempre ha de acudir en su ayuda el padre, el hermano mayor, el novio o el esposo. En las novelas del llamado género feminista lo que ocurre es que las mujeres tarde o temprano se ven vencidas por los acontecimientos y sobre todo es el medio externo, un personaje masculino, el que las ha de sacar de las situaciones en que están perdidas.

• Este último rasgo tiene su origen en la novela Nada de Carmen Laforet, premio Nadal en 1961: es la invención de la chica rara, que se repetirá en otras novelas (como más tarde Malena es un nombre de tango). Éste es un personaje femenino a quien no le gusta seguir el patrón establecido para el género femenino y que se caracteriza por querer lo que la sociedad depara a los hombres: realizarse profesionalmente, ser independiente... Se dedica al estudio y no le interesa el “mundo femenino”: el hogar, el marido, los hijos... Según cuál sea el éxito o el fracaso de la chica rara, así podrá intuirse cómo es la opiniñon de la autora acerca de sí misma y del mundo que la rodea.

Se ha observado también con interés la crueldad con la que a veces muchas escritoras tratan a sus personajes femeninos. La sorpresa de muchas feministas fue ver cómo muchos escritores eran más benévolos con estos personajes. ¿A qué se debe esta crueldad (que también podríamos aplicar a la que se da entre otras minorías)? Desde la crítica literaria feminista se ha concluido que la persona se siente avergonzada de pertenecer a la minoría y en un momento determinado proyecta esta vergüenza a sus congéneres: el objetivo sería ser hombre, ser blanco, ser joven (si por ejemplo hubiera un género de ancianos)... Es un círculo claustrofóbico, humillante y cruel.

En una segunda oleada de novelas escritas por mujeres (Laura Espido Freire, Almudena Grandes, Ami Tan...) encontramos un tema recurrente, la relación madre-hija, una de las más difíciles, sobre todo en momentos de opresión, ya que su modelo más cercano lo tiene la hija en su madre y puede que no le agrade, igual que la madre puede tener problemas al tratar a su hija, ya que ésta puede no responder al modelo que la madre tiene. La relación padre-hijo no es tan interesante desde

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