TEMA 4. TEORÍA LITERARIA FEMINISTA
abribeth23 de Enero de 2013
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TEMA 4. TEORÍA LITERARIA FEMINISTA.
La teoría literaria feminista se encargará de investigar qué ocurre cuando un autor es una autora. Ha sido una de las corrientes literarias del siglo XX más importantes. Se empieza a trabajar más intensamente desde los años 80, aunque el movimientos feminista arranca principalmente en los años 20 con las sufragistas. Ahora bien la reflexión más sería sobre teoría literaria no tendrá lugar hasta los 80. Su importancia deviene del hecho de que todos los gobiernos europeos han invertido mucho dinero en programas de investigación sobre cuestiones feministas. La mayoría de universidades tiene su propio Instituto de investigaciones feministas.
Las teóricas literarias feministas (casi en su totalidad mujeres), al trabajar en cómo una mujer elabora su propia visión del mundo o cómo tiene que abrirse camino en un mundo masculino, estudian también cuál es la postura y cuáles son los problemas de cualquier escritora que por cualquier razón se sienta marginada, en función de su inclinación sexual, de su raza o incluso de su nivel económico. El camino que estas autoras abrieron ha servido como base para trabajar en otro de los termas que está e moda, la literatura de minorías, marginal.
En la teoría literaria feminista existe un tipo de crítica llamado imágenes de la mujer y otro tipo de crítica centrado en la mujer como creadora individual.
El libro mejor y más amplio que aborda esta corriente se llama Teoría literaria feminista, escrito por Toril Moi y publicado en Madrid por la editorial Cátedra en 1988. En él encontramos un estudio muy extenso del feminismo literario norteamericano, más poderoso incluso que el europeo. La teoría literaria feminista estudió la cuestión de las mujeres escritoras desde un punto de vista externo: se pretendía estudiar cuál era el tratamiento dado a la mujer en obras escritas por hombres. Se llegó a la conclusión de que los personajes femeninos que aparecían en muchas obras sencillamente eran auxiliares de los hombres, no parecían tener una personalidad propia. También se concluyó que parecía haber dos formas diferentes de ver a los personajes femeninos: la mujer ángel y la mujer diablo, y sólo estas dos formas, sólo una u otra.
Dentro de la teoría literaria feminista se encuadra la obra de Simone de Beauvoir El segundo sexo, donde la autora plantea que muchas mujeres han desarrollado una forma de dominar a los hombres que pasa de la manipulación hasta el abuso. Aunque aparentemente el hombre es el sexo fuerte y la mujer el sexo débil, Simone de Beauvoir presenta las argucias femeninas de humillación hacia el hombre. Este libro, en el que la mujer no es sólo víctima sino también agresora, llevó a la teoría literaria feminista a un estudio más fecundo. Salvado el rechazo inicial al libro, se observó cómo la autora tenía razón en muchos de sus planteamientos: la gloria reservada a la mujer no era la misma que la reservada al hombre, bastante más gratificante. Por otro lado también se hizo una crítica de la mujer desde el punto de vista interno: cómo la mujer retrata a la mujer, cómo una escritora trata a sus personajes femeninos.
La lucha reivindicativa que hasta ahora hemos visto, dentro de este estudio interesado por conocer cómo es la imagen femenina en la literatura escrita por hombres, recibe el nombre de imágenes de la mujer. Después vendrá el período de autocrítica a partir de la publicación del libro de Simone de Beauvoir. Hasta ahora hay todavía un debate abierto sobre si realmente existe la literatura femenina. Del mismo modo podemos cuestionar la existencia de la literatura negra, la literatura gay, la literatura de emigrantes, la literatura vasca, gallega, catalana...
Uno de los libros que mejor ha permitido el estudio del género que nos ocupa (partiendo de la base de su existencia real) es Entre visillos de Carmen Martín Gaite, que inaugura la novela feminista, caracterizada por tratar asuntos íntimos y personales, por ahondar en las relaciones con otras personas, por el deseo de encontrar la propia identidad en un mundo masculino y por tres recursos formales interesantes:
• Son obras escritas en primera persona, de modo que lo más importante es la subjetividad de la autora. Es importante el hecho de que sea la autora misma o el personaje principal el que dice la historia, esa desconfianza en otros para narrarla.
• El modo en que se resuelve la trama: se observa que en las novelas antiguas escritas por mujeres (como María de Fayas en el siglo XVII), los personajes femenino no son capaces de resolver sus problemas, ya que siempre ha de acudir en su ayuda el padre, el hermano mayor, el novio o el esposo. En las novelas del llamado género feminista lo que ocurre es que las mujeres tarde o temprano se ven vencidas por los acontecimientos y sobre todo es el medio externo, un personaje masculino, el que las ha de sacar de las situaciones en que están perdidas.
• Este último rasgo tiene su origen en la novela Nada de Carmen Laforet, premio Nadal en 1961: es la invención de la chica rara, que se repetirá en otras novelas (como más tarde Malena es un nombre de tango). Éste es un personaje femenino a quien no le gusta seguir el patrón establecido para el género femenino y que se caracteriza por querer lo que la sociedad depara a los hombres: realizarse profesionalmente, ser independiente... Se dedica al estudio y no le interesa el “mundo femenino”: el hogar, el marido, los hijos... Según cuál sea el éxito o el fracaso de la chica rara, así podrá intuirse cómo es la opiniñon de la autora acerca de sí misma y del mundo que la rodea.
Se ha observado también con interés la crueldad con la que a veces muchas escritoras tratan a sus personajes femeninos. La sorpresa de muchas feministas fue ver cómo muchos escritores eran más benévolos con estos personajes. ¿A qué se debe esta crueldad (que también podríamos aplicar a la que se da entre otras minorías)? Desde la crítica literaria feminista se ha concluido que la persona se siente avergonzada de pertenecer a la minoría y en un momento determinado proyecta esta vergüenza a sus congéneres: el objetivo sería ser hombre, ser blanco, ser joven (si por ejemplo hubiera un género de ancianos)... Es un círculo claustrofóbico, humillante y cruel.
En una segunda oleada de novelas escritas por mujeres (Laura Espido Freire, Almudena Grandes, Ami Tan...) encontramos un tema recurrente, la relación madre-hija, una de las más difíciles, sobre todo en momentos de opresión, ya que su modelo más cercano lo tiene la hija en su madre y puede que no le agrade, igual que la madre puede tener problemas al tratar a su hija, ya que ésta puede no responder al modelo que la madre tiene. La relación padre-hijo no es tan interesante desde la perspectiva de la teoría literaria feminista, ya que el modelo que recibe un hombre es el de convertirse en persona y el modelo que recibe la mujer es el de ser mujer (lo que la sociedad prevé para una mujer). El feminismo plantea este conflicto: la hija puede no querer ser como la madre, mientras que el hijo tendrá menos problemas para querer ser como su padre.
Otro de los temas que se repiten es el de la creación de modelos de mujer, personajes femeninos que responden a verdaderas etiquetas: la mujer santa, emprendedora, viajera, casada (como en la novela de Almudena Grandes)... Seguramente esto constituye una búsqueda más de la identidad, algo que también aparece en el resto de obras de minorías, como por ejemplo en la obra de Spike Lee. Ejemplos de esto mismo los encontraremos en otras obras como Nosotras que nos queremos tanto, de Marcela Serrano, El diario de Bridget Jones, de Helen Fielding o El complejo de Cenicienta, de Collette Dowling.
Hay una segunda corriente en la crítica feminista, centrado en el análisis de la propia autora ante su obra y ante cuestiones relativas a la creatividad, es decir, ante cómo se siente siendo mujer y escribiendo, aunque también podríamos sustituir la palabra mujer por emigrante, chino en Estados Unidos, gay... Hay dos libros que van a vertebrar este estudio: A literature of their own (1997), de Elaine Showalter, y The mad woman in the attic (1979), de Sandra Gilbert y Susan Gubar.
El objeto de Showalter en su libro será “describir la tradición de las novelistas inglesas desde la generación de las Brontë hasta la actualidad, y mostrar que el desarrollo de esta tradición es similar al de cualquier otra subcultura literaria” (entendiendo por ésta la literatura escrita por cualquier minoría, del tipo que sea). El libro es muy ambicioso e interesante para nosotros, pues constituye una auténtica mina de información sobre las escritoras menos conocidas en lengua inglesa. Su estilo es descriptivo, brillante y muy gráfico. Habla por ejemplo de “las cumbres de Jane Austen, los precipicios de las Brontë, la cordillera de George Elliot y las colinas de Virginia Woolf”.
Lo más interesante es que Showalter establece cuáles son las etapas de un subsistema o de una subcultura literaria. Por subcultura no debemos entender que sea una cultura inferior, sino que está por debajo de la cultura oficial. Observa que hay tres etapas:
• Una fase prolongada de imitación de las características principales de la tradición dominante y una interiorización de sus modelos de arte y de sus concepciones de roles sociales. Es la etapa femenina que según Showalter arranca en 1980. En ella la autora imita la tradición dominante, trata de interiorizar el modelo masculino. Es la etapa de los seudónimos, en la que se trata de ocultar la identidad a la manera del hombre: George Elliot, J.A...
• Fase de protesta contra los modelos y valores de la sociedad dominante y de defensa
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