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Alemania no se habría unificado sin Bismarck


Enviado por   •  11 de Diciembre de 2020  •  Ensayos  •  2.358 Palabras (10 Páginas)  •  119 Visitas

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Universidad San Francisco de Quito

Escritura Académica

Segundo semestre 2019-2020

Ensayo contraargumentativo (entrega final)

NRC: 1201

Horario: 8h30 MJ

Alumno: Juan José Balladares

Profesora: Gabriela Michelena

Alemania no se habría unificado sin Bismarck


Alemania no se habría unificado sin Bismarck

La Unificación Alemana: un proceso político, económico y social tan brillante que se pone en tela de duda el que una sola mente humana haya podido ser el artífice de algo semejante, sin embargo, ese parece ser el caso aquí. Otto von Bismarck fue el primer ministro prusiano a partir de 1862, luego de haber tenido una destacable carrera diplomática en Frankfurt del Meno, Rusia y Francia. Como premier en Berlín vio convertirse el espacio alemán en el imperio más grande de Europa central, proceso que sin duda fue liderado por Prusia, en alternativa al plan austríaco de unificación. La Unificación Alemana, concretada en 1871, se caracterizó por llevarse a cabo mediante vías principalmente bélicas, ya que se consideraba el intento de unificación de 1848-49 (que se caracterizó por meros levantamientos y la exigencia de un parlamento con bandera alemana) como un rotundo fracaso. Williamson (2011) cuenta que el mismo Bismarck dijo a este respecto que las grandes cuestiones no se deciden con discursos y votaciones, sino con sangre y hierro (como se cita en Hutto, 2014, p. 11). Esto último se ve plasmado en el desarrollo de tres guerras a través de la década de 1860.

Existen numerosas opiniones y aseveraciones con respecto a que la Unificación Alemana se dio por debilidad de las demás potencias europeas (específicamente Francia y Austria), por factores favorables a Prusia preexistentes a la era de Bismarck o por la mera suerte de este último. Sin embargo, Otto von Bismarck fue un elemento imprescindible para la unificación alemana gracias a sus dotes y virtudes como la organización económica, política y militar, o como el pragmático y efectivo uso de las relaciones internacionales y la guerra (que era vista como una extensión de la política, concordantemente con Clausewitz). Para probar esto último, nos enfocaremos en examinar no solo el papel desarrollado por el canciller alemán [a]sino su peso en las tres guerras de unificación: la Guerra de los Ducados, la Guerra Austro-Prusiana y la Guerra Franco-Prusiana.

Se dice que el casus belli de la Guerra de los Ducados de 1864 fue suficiente para que ésta se detone. Todo radica, según Ray, en que en 1863 tropas danesas ocuparon los ducados de Schleswig-Holstein y Lauenburgo (2018, párr. 5). Consecuentemente, se dice que el conflicto era inevitable, con o sin Bismarck. El motivo de esto se sustenta en que los ducados en entredicho pertenecían a la Confederación Germánica, y[b] que bajo ninguna circunstancia se iba a permitir que éstos se integren al Reino de Dinamarca; a su vez, esto se sustenta no solo en el hecho de que Schleswig, Holstein y Lauenburgo son estados que cuyas poblaciones, para la época, se constituían principalmente por habitantes de nacionalidad alemana, sino porque era una directa violación directa al Tratado de Londres de 1853, el cual le concedía únicamente la administración de los ducados al rey danés.

Sin embargo, primer mérito a resaltar de la importancia bismarckiana, es inherente a las relaciones internacionales austro-prusianas en la antesala de la Guerra de los Ducados. Previamente, la situación diplomática entre los Habsburgo y los Hohenzollern era muy tensa para la década de 1860, dada la existente rivalidad que existía en cuanto a quién unificaría a los estados alemanes. De antemano, Bismarck conocía esta situación como el gran diplomático que era, y, sin embargo, la superó para poder reincorporar los ducados a la jurisdicción de la Confederación Germánica. Concretamente, “Bismarck firmó una nueva alianza con Austria el 6 de marzo de 1864 para cubrir la invasión de Dinamarca propiamente dicha. La alianza fue inusual, dada la intensa rivalidad que existía entre Prusia y Austria” (Enciclopædia Britannica, 2018, párr. 7). Aquí se ve claramente cómo la iniciativa de evitar la anexión danesa de los ducados se plasma en la diplomacia gracias a Bismarck, cuyo carácter como gobernante, lejos de ser blando, lo diferencia no solo de sus predecesores, sino de todos sus homólogos a nivel europeo.

Además, la facilidad y eficacia con la que la unión austro-prusiana derrotó al ejército federal danés no es sorpresa alguna, y es convencionalmente reconocido que esto tampoco fue mérito del ejército austríaco. El ejército prusiano de la segunda mitad del siglo XIX fue el mejor del mundo, y no solo por su buen armamento ni por sus recursos, sino por quienes lo comandaban. Para esto último, Bismarck se asesoró exitosamente (don que todo gran líder debe tener: escoger un buen equipo de trabajo), ya que[c], nombró como comandante en jefe del Estado Mayor Prusiano a Helmuth von Moltke, que junto a Clausewitz, Bonaparte y Schlieffen es considerado uno de los padres de la guerra moderna. Según Vich, gracias a su gestión y planificación, la resistencia danesa solo duró cuatro días (s.f., pp. 80-89). Es por esto, por su cortedad (gracias al ejército prusiano), que la Guerra de los Ducados de 1864 es considerada la menos relevante de las guerras de unificación alemana. Sin embargo, fue crucial para reincorporar los terrenos del norte, y no hay duda de que sin la gestión de von Bismarck, las cosas se hubieran dado o de manera muy diferente, o simplemente no hubieran resultado. A simple vista salta la grandeza del premier prusiano[d]; sin su gestión no es concebible no solo el estallido de la guerra, sino la eficaz victoria alemana.

A continuación, y en cuanto a lo ocurrido en la Guerra Austro-Prusiana de 1866, se ve que existen varias corrientes historiográficas y opiniones generalizadas (principalmente germanófobas) que desprestigian el papel de Bismarck en la consecución de la victoria prusiana en dicho conflicto. El principal motivo de esto es que se consideran al ejército imperial de los Habsburgo, inferior en cuanto a recursos al ejército prusiano. Balaguer, un historiador de la misma época de la guerra, nos constata esto último cuando nos habla de que la guerra se desenvolvió del modo en el que lo hizo porque las tropas austríacas eran inferiores y tenían peor armamento (1866, p. 390), lo que tacha la campaña como algo demasiado fácil, por lo que la victoria no sería un mérito de Bismarck. Sin embargo, estas aseveraciones no solo están limitadas a lo militar, sino que fallan en cuanto a su precisión histórica, y ello se ve plasmado en el injusto desmerecimiento del papel del canciller de hierro.

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