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Arendt se plantea cuál es el sentido de la política –y si aún lo tiene- sobre la base de dos acontecimientos históricos: los totalitarismos y el desarrollo de las modernas posibilidades de aniquilamiento.


Enviado por   •  4 de Abril de 2017  •  Resúmenes  •  1.670 Palabras (7 Páginas)  •  247 Visitas

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TRABAJO PRÁCTICO N°1

Hannah Arendt

        

  1. Arendt se plantea cuál es el sentido de la política –y si aún lo tiene- sobre la base de dos acontecimientos históricos: los totalitarismos y el desarrollo de las modernas posibilidades de aniquilamiento. El primero implica la politización de la vida entera del hombre, lo cual consecuentemente elimina su libertad. La autora restringe el concepto de totalitarismo al nacionalsocialismo y al estalinismo y sostiene que para la política totalitaria no son importantes el Estado ni la nación, sino el movimiento de masas. Postula a las masas como fanáticas, leales a sus líderes, ignorantes de su propio instinto de supervivencia e impermeables a los argumentos. Ve al terror como esencia del totalitarismo. Con respecto a las modernas posibilidades de aniquilamiento, se entiende que son monopolio de los Estados y nunca se hubieran desplegado sin ellos. Con esto, Arendt marca la violencia existente en lo político y cómo amenaza a la libertad y a la vida misma.

Analizando la situación de Argentina desde su óptica y sus postulados, resulta llamativo el fanatismo e impermeabilidad (desarrollar un poco más ese concepto) existente en muchos –por no decir la mayoría- de los debates dados actualmente, tanto en lo social, económico y político, esferas que se yuxtaponen continuamente. En muchas ocasiones se muestran debates y discusiones en donde carecen los argumentos y en los que lo único que se pretende es disfrazar y esconder la violencia existente en la esfera política. Resulta imprescindible comenzar a dar verdaderos debates con sólidos intercambios de ideas, en los cuales se apele al sentido común y, en palabras de Arendt, a nuestro instinto de supervivencia como ciudadanía.

  1. La autora hace un uso doble de lo que entiende por político: a) la política en sentido moderno, la cual juzga contraria a la vida y la relaciona con la violencia, el gobierno y la coerción y b) la política en su sentido primigenio, como consenso.

En relación con nuestro país, es claro el contenido que le damos a la política como gobierno, como poder de mando. No prima el consenso sino quién tiene la razón y quién manda. La política no se separa del gobierno en sí, se reproduce desde el Estado y no entre los hombres. Por ello, es necesario recuperar y promover el sentido primigenio de la política como consenso.

  1. Habla del milagro y explica que cuando nadie se lo espera, sucede algo inesperado e imprevisible –lo cual llama milagro- en el nexo de las consecuencias calculables. Postula al hombre como ser dotado para hacer milagros y como actor principal y responsable de su propio destino. Además, sostiene que la libertad como milagro yace en poder comenzar de nuevo, es decir, la libertad es comienzo.

En la sociedad argentina existe un fenómeno indiscutible: el ciudadano resignado, despolitizado y sin conciencia de ciudadanía. Se cree que las cosas nunca van a cambiar y se ve como inaccesible el  poder realizar cambios. El ciudadano no se cree actor principal de su destino sino subordinado a una corriente de sucesos incontrolables para él. Se podría decir que tiene baja “autoestima ciudadana”. Es por ello que resulta tan importante la idea del milagro postulada por Arendt, según la cual nunca está todo perdido, donde la resignación no tiene asidero porque todos estamos dotados para hacer milagros y siempre se puede comenzar de nuevo.

  1. La política es un producto de la acción del hombre. Es algo exterior a él, que es producto de su habla y nace “en el entre”, lo cual implica que hay acción política cuando la iniciativa particular del hombre encuentra asidero entre los hombres y culmina de forma conjunta. A pesar de que el individuo sepa que es un ser humano, sin acción no será reconocido como tal por los demás. Afirma que el ser con otros no es una existencia inauténtica, sino un rasgo característico de la condición humana.

Es muy interesante y saludable la concepción de que la política la hacemos entre todos. Volviendo al fenómeno actual del ciudadano resignado en nuestro país, se destaca la necesidad de acción política y de conciencia social. Entender que la política no es inaccesible y desterrar el pensamiento de que sólo son quienes gobiernan los únicos encargados y responsables de ella.

  1. Postula a la valentía como la primera de las virtudes políticas ya que sostiene que sólo podremos acceder al mundo de lo público si nos alejamos de nuestra existencia privada y de la pertenencia familiar. Esta virtud emerge cuando el hombre debate entre sus iguales por medio de la palabra y la persuasión. La valentía hace políticamente libres a los hombres.

Con respecto a Argentina, creo que la valentía no es valorada como debiera serlo. Considero que muchas veces en los debates no está presente la palabra ni la persuasión, sino que nos encontramos con frases y discursos hechos, los cuales sólo son repetidos sin ningún tipo de análisis. No suele darse la crítica sino que el fanatismo es recurrente. Asimismo, muchas veces veo al ciudadano con reales convicciones, a quien le falta valentía para acceder al mundo de lo público, prefiriendo “resguardarse” en su existencia privada.

  1. Sostiene que donde no hay libertad no hay política y afirma que la libertad se vuelve libertad política cuando hay acción, cuando el hombre interactúa con sus pares a través de la palabra. Define a la libertad política como la capacidad del hombre de relacionarse con sus iguales y buscar consensos. Afirma que la política debe ser ejercida por una ciudadanía responsable y plural, dispuesta a llegar a acuerdos sobre los asuntos comunes, sin ser tutelada por ningún agente exterior o superior a ella. Acusa a la modernidad de imponer la tutela de la violencia como rasgo del Estado y a la acción política como un poder para controlar el uso que se haga de la violencia. Arendt concluye que en la modernidad la política no tiene más como fin supremo la vida sin la violencia. Lo político ya no se configura en la interacción de los hombres sino en un Estado que resulta poseedor de la violencia. A diferencia de la antigüedad, en la Edad Moderna el sentido de la política amenaza la vida y la libertad.

En esta amenaza que se da a la vida y a la libertad, la ciudadanía se ve incapaz y de alguna forma hasta infantil o inmadura para ejercer su rol tan preponderante. Con la violencia como factor principal, nos vemos acorralados e inútiles. A su vez, no somos conscientes de que la libertad pasa por la acción y, por lo tanto, respondemos a esa violencia aterciopelada y oculta que nos reprime sin darnos cuenta. Tenemos una enorme responsabilidad como ciudadanía, la cual le resulta peligrosa e intimidante a quienes ejercen el poder y es por eso que nos la esconden.

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