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Carlos V Y La Reforma

carlosacenturion3 de Diciembre de 2014

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Introducción

El presente trabajo se elaboró en torno a tres ejes temáticos:

 El Imperio de Carlos V,

 La Reforma protestante

 La Hegemonía francesa en la Europa y el surgimiento del absolutismo.

Pero es necesario destacar que muchos de estos hechos se dieron paralelamente.

El Imperio de Carlos V y la Reforma

A partir de 1525 cobra gran importancia la figura de Carlos de Habsburgo, emperador de Alemania y rey de España, fue el primogénito de Felipe el Hermoso y Juana la Loca, reunió una herencia portentosa.

Frente a los síntomas disgregadores de los Tiempos Modernos (ruptura religiosa y constitución de monarquías nacionales), el César representa el ideal del Renacimiento, aún impregnado de las esencias medievales. Sus objetivos fueron mantener la universalidad y unidad de la Iglesia y el predominio del Imperio. La amplitud de ambas empresas y el volumen de los intereses opuestos a ellas determinan el mecanismo interno de los sucesos históricos en este período de la vida de Europa. Es característica esencial de dicho mecanismo la asociación entre los hechos de tipo político territorial y religioso.

Es un rasgo típico del momento la confabulación de los afanes de los monarcas franceses, los príncipes alemanes y los sultanes de Turquía en un frente único (anti-imperial) constituido por los elementos disociadores del Renacimiento: monarquía nacional, espíritu de crítica religiosa y predominio de las conveniencias prácticas sobre los altos ideales espirituales.

En 1515 entraba en posesión de los estados de Borgoña, que incluían los Países Bajos, Flandes, El Artois, El Luxemburgo, el Franco Condado y el ducado de Borgoña; en 1516, la muerte de su abuelo materno, Fernando el Católico, le libraba el gobierno de España lo que significaba el gobierno de los dominios peninsulares, las posesiones aragonesas en el Mediterráneo y las castellanas en África y América. La muerte del emperador Maximiliano le hizo, 1519, de los dominios de los Habsburgo en Alemania.

Carlos V, es declarado mayor a los 15 años de edad, discípulo de Erasmo, se crió en una corte lujosa y culta. Nace el 24 de 1500 en Gante, Flandes.

Fue contemporáneo de Martín Lutero, Francisco I de Francia y el Sultán Solimán, con quien tuvieron desencuentros y un final casi similar: el cambio de visión religiosa.

Carlos V, tuvo en su vida la misión de mantener la unidad del cristianismo, emperador por elección del Sacro Imperio Romano Germánico, y por herencia de la Corona española, lo llevó a recorrer de punta a punta, por tierra y mar cada rincón de su extenso imperio las continuas disensiones, políticas y religiosas que se suscitaban.

La mayor de las derrotas que sufrió, no fue en el campo de batalla, sino en el de la fe. Viajó a Alemania, donde un monje agustino de 38 años de edad había comenzado una serie de propuestas o tesis para el cambio, que a su entender debía hacer la Iglesia Católica. Erudito y profesor de teología, era constante su angustia y temor al infierno, lo que lo llevó a Roma en peregrinación en busca de la anhelada paz. Mientras subía de rodillas “La escalera de Pilato” o “Santa escalera”, recuerda el texto bíblico: “el justo por la fe vivirá”, lo que produjo un cambio interior que se vio reflejado más tarde en las 95 tesis del 31 de octubre de 1517.

Para la historia este fue el inicio de lo que ya se estaba gestando en el resto de Europa, siglos antes con otros cristianos que enseñaban el regreso al cristianismo primitivo, pero que terminaron en la hoguera. El éxito de Lutero, se debió en parte al apoyo de los príncipes alemanes, que no daban el apoyo al emperador, pues tenían otros intereses opuestos a Carlos V. La base de la fe luterana, giró en torno a la salvación por la fe y no por las obras (por ello su oposición a las indulgencias), sola fide (una fe, la primitiva), sola scriptura o la Biblia como el fundamento de esa fe, y sola gratia (salvación por la gracia y nuevamente no por obras).

Fue allí, el fracaso de Carlos V en consolidar la unidad del Catolicismo en Europa. La semilla de un nuevo sisma en el cristianismo estaba dado, el primero siglos antes, se daba en la división del Catolicismo Ortodoxo Oriental, ahora, en territorio Católico romano.

Este fe el momento del surgimiento de las iglesias a las que se llamó protestantes, y de las cuales nace el Luteranismo, con las doctrinas de Martin, la iglesia Reformada alemana, pero en Suiza y otros países europeos también se levantaron voces en contra del catolicismo, como la de Zuinglio y Calvino.

Más notoria la de este último, con iglesias reformadas con ideas calvinistas, la más influyente la de la predestinación.

Volviendo a Carlos V, el 24 de febrero de 1525 se registró uno de los éxitos militares más significativos de la Historia. En Pavía quedó fijada la suerte de Italia por tres siglos, y, al mismo tiempo, establecida la hegemonía de España en la península y la supremacía imperial habsburguesa en Europa.

La batalla, seguida de la captura de Francisco I y del tratado de Madrid (1526), redactado según las aspiraciones del emperador: renuncia de Francia al Milanesado, Nápoles, Génova y Asti, a la Navarra, restitución del ducado de Borgoña, implicó un cambio completo en la situación diplomática internacional.

El cambio de actitud se registró en los estados italianos después del tratado de Madrid. El Papa Clemente VII; Francisco Sforza, duque de Milán, se unieron a Francisco I, bajo la mirada benévola de Enrique VIII de Inglaterra, para intentar la expulsión de los españoles de la península (firma de la Santa Alianza en Cognac 1526).

Las primeras consecuencias de este pacto fueron favorables para los protestantes alemanes. En Italia (1527) las tropas imperiales, al mando del condestable de Borbón atacaron y saquearon la ciudad de Roma. Clemente VII tuvo que capitular. En 1528 una armada al mando del genovés Filipino Doria, aniquilaban a una flota española en Amalfi.

Los ejércitos de Francisco se vieron precisados a desbloquear Nápoles, ceder Génova y retirarse del Milanesado (1528/29). Luego se firmó la paz entre los contendientes, puesto que resultaba de modo claro que el dominio español en Italia se hallaba afianzado, negociaron en Cambrai Luisa de Saboya, madre de Francisco I, y Margarita de Austria, tía del emperador (la paz de las damas) estipulaba la confirmación de los aportados del tratado de Madrid relativos a Italia, Flandes y el Artois, pero en cambio, Carlos V cedía al rey francés el ducado de Borgoña. El triunfo del César, no era menos considerable, lo prueba su coronación imperial celebrada en Bolonia el 24/2/1530. Carlos V era el señor indiscutido de Italia, como lo demostró restituyendo el ducado de Milán a Francisco Sforza, quien lo había perdido y reinstaurando a los Médicis (Alejandro I, sobrino de Clemente VII) en Florencia 1530.

Elemento de peso decisivo en la política europea entre 1520/50 al lado de Carlos V, Francia y los protestantes: nos referimos al imperio turco de Solimán el Magnífico, hombre excepcionalmente dotado para la diplomacia y la cultura. Aunque dispuesto siempre a resolver los conflictos por las fuerzas de las armas. Quería dotar de unos límites seguros en las tres zonas de su expansión, el Danubio, Asia anterior y el Mediterráneo. Este colosal esfuerzo pudo llevarlo a cabo contando con la eficacia de su ejército. Con la derrota de Mohacz, dio al caudillo turco las llaves de Hungría.

En 1534, el ejército del visir Ibrahim se adueñó de Bagdad. Más adelante llegaron hasta Diu, en la costa meridional de Arabia. Pero el plan de Solimán tenía aún otra demisión: atenazar la potencia de los Habsburgo -sus únicos contrincantes- atacándolos en su punto vital de resistencia: el Mediterráneo. Para ello necesitaba un aliado fiel: Francia.

Inmediatamente concertaron alianzas con el nuevo poder naval tanto Francia como Turquía. Pero en esta ocasión Carlos V procedió a dar un golpe repentino y brillante. En 1535 sus ejércitos desembarcaban en el África Menor y se apoderaban de La Goleta y Túnez. Este triunfo provocó entre Francia y Turquía. Ambas potencias concertaron un tratado comercial bajo cuyas fórmulas se sobreentendía una alianza ofensiva contra los Habsburgo. Francia obtenía una escuadra de guerra y Turquía bases navales en el Mediterráneo occidental.

De nuevo el ducado de Milán fue la manzana de la discordia que provocó la guerra. En 1535 había muerto, sin herederos, el duque Francisco II Sforza, y el rey de Francia, reclamaba el ducado para su segundo hijo.

El duque de Saboya se puso al lado del emperador, y fue quien primero sufrió las consecuencias del conflicto. La ofensiva fracasó, dos contraataques de los franceses no tuvieron más éxito. Se impuso un armisticio entre los contendientes, ya que la situación diplomática de ambos era también equilibrada, la tregua se firmó en Niza, manteniéndose Saboya y el Piamonte en poder de Francia.

Después del mencionado tratado, Solimán II alcanzó éxitos señalados: en Prevesa (1538), donde su escuadra aniquiló a la flota de Génova y Venecia, la conquista de Buda y la sumisión de Hungría. Este aumento de la potencialidad turca repercutió en beneficio de su aliada, Francia. Francisco I decidió tentar la suerte de las armas en una nueva lucha, en 1542 con una declaración de guerra, permitió a Francisco I dominar las rutas del mar en el Mediterráneo.

Los dos contrincantes buscaron sus aliados en el norte: Francisco I se atrajo a Dinamarca, Suecia, Escocia y el ducado de Cleveris-Güeldres, Carlos I contó con la ayuda de Inglaterra.

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