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Cuento con palabras latinas.


Enviado por   •  25 de Abril de 2016  •  Ensayos  •  1.024 Palabras (5 Páginas)  •  1.409 Visitas

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Universidad Autónoma de Nuevo León

Etimologías Griegas y Latinas del Español

Actividad 10

Era el comienzo del estío, sin embargo el clima era gélido, ya que se encontraba presente el frente frio número 20, por lo cual me abrigue muy bien para ir a dar una vuelta por el bosque, al estar buscando ropa de invierno en mi closet encontré una bufanda que trajo miles de recuerdos a mi mente, recuerdos al lado de la persona que me había hecho tan feliz en cierta etapa de mi vida, ad multos annos viví ajena a la idea del amor, creía que era una simple tontería, algo que era irreal, tuvo que llegar alguien que me hiciera creer lo contrario, alguien que fuera disímil de todos los que decían amar a alguien pero solo eran palabras. Per accidens un día que iba caminando gradualmente por un camino de gran tamaño, observe a lo lejos como alguien caminaba en dirección a mí, cuando llego hasta mí me tomo del brazo, me amenazo con arma de fuego y me dijo que le diera todo lo que traía en ese momento, al principio quise negarme pero me di cuenta que era una persona muy belicosa, obtuvo lo que quería, se fue y me dejo mal herida, tendida a la orilla del camino, como pude y con las pocas fuerzas que me quedaban me arrastre hasta adentrarme solo un poco en el bosque, la noche ya estaba por caer y yo estaba famélica, inmunda, además el laxitud era insoportable en ese momento, era tanto el dolor que solo quería cerrar los ojos y no volver a abrirlos jamás, en ese momento vino a mi mente la frase que tanto decía mi tía “dura lex, sed lex” en este caso era la ley de la vida, la ley del destino, cuando las fuerzas parecían agotarse por completo, pude oír una voz que me preguntaba que me había ocurrido, no tenía las fuerzas para responder ya, antes de cerrar los ojos sentí como me cargo cuidando de no poner en contacto con el mi costado derecho que era el más afectado, escuche que me dijo que iba a estar bien, luego cerré por fin los ojos. Cuando desperté lo primero que observe fue a él, un joven real y muy curioso porque además de preguntarme lo que me había ocurrido empezó a preguntarme por mi nombre, de donde venía, si estudiaba o trabajaba, cualquiera diría que era acosamiento pero me había salvado la vida así que había algo que me inspiraba confianza en él desde el primer momento en que oí su voz en el bosque, de repente me perdí en su mirada y el en la mía, fue un momento en el que solo pude decir “deo gratia” porque me había permitido conocerlo a él, un ángel en mi vida, parecía que mi álbum del amor por fin iba a empezar a ser escrito, que por fin tendría recuerdos, que los autores de esta historia seriamos Diego y yo, era algo que me llenaba el corazón, algo que me hacia sonreír y sentir una sensación de alivio, en sus brazos pude relajarme, dormí en sus brazos hasta que la alborada llego, el descanso en sus brazos fue magnifico, de pronto nuestras miradas volvieron a coincidir y esta vez me beso lentamente, sentí una sensación de alegría y algo más que no puedo explicar, vino a mi mente que hogaño mi único deseo era viajar urbi et orbi con Diego, solo a su lado, disfrutar de su presencia, de su compañía, la magnitud de ese sentimiento que comenzaba a surgir en mi corazón, era algo tan verosímil, pero el amor no podía ser algo que se pudiera tocar, algo que se pudiera ver, era algo que solo se podía sentir, algo que se podía vivir, Diego y yo salimos a caminar un rato, y conforme iba pasando el tiempo nos íbamos conociendo más y más, llego el día en que me pidió que fuera su novia, de inmediato dije que sí y lo abrace con tanto amor, comenzábamos a vivir como pareja, era algo sensacional, compartimos muchas cosas, experiencias, también compartimos momentos dolorosos, momentos de tristeza y de perdida, pero a su lado era más fácil sobreponernos a las cosas, un día recibí una llamada del hospital y me informaron que Diego estaba muriendo, tenía un grave problema en el corazón, algo que solo podría ser remediado con un trasplante, y la lista de espera era un poco larga y más aún era tardada la espera, llore con él, y aunque él me decía que tenía que soportar lo que pasara, yo me negaba a aceptarlo, no podía permitir que alguien que me había salvado la vida, muriera ahí en la cama de un tétrico hospital, y aquí estoy ahora recordando todo con la bufanda que un día el me obsequio, saldré a caminar al bosque donde el me encontró, donde el me salvo la vida, y luego me dirigiré al hospital, no puedo permitir que Diego muera, quiero estar siempre con él. El momento casi llega y a Diego le he escrito una carta para que sepa cuanto lo amo, y la carta está aquí con las siguientes palabras:

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