EDUCACION BAJA EDAD MEDIA
SNIEVAS23 de Octubre de 2013
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LA EDUCACIÓN EN LA BAJA EDAD MEDIA
La Iglesia.
Las escuelas regias, instruidas por Lotario de Italia y solicitadas por los obispos en Francia, se extinguen del todo, mientras que las escuelas parroquiales y episcopales, así como las cenobiales, sobreviven mediocremente. La misma palabra schola significa, en esa época, lugar de reclutamiento, una militisschola, el cuerpo de los antrustiones, el aula regia o la congregación, más que lugar donde se estudia. La Regula cluniacensis, dedica mucha atención a la ceremonia con la que eran acogidos en el monasterio, estableciendo rigurosamente la fórmula para la petición y la liturgia correspondiente. La petición era presentada por los padres, y en su ausencia por uno de los monjes. Pedro el Venerable, abad de Cluny, habla sobre las actividades dentro del monasterio, veamos en primer lugar los ocios adolescentes de los frailes: “XXXIX. Ha sido dispuesto restablecer al menos en
parte el antiguo y santo trabajo de las manos... El motivo de esta disposición fue que el ocio ocupaba a tantos que, excepto los pocos que leían y los raros que escribían, los otros o dormían apoyados en las paredes del claustro, o se pasaban todo el día en charlas vanas y ociosas, y la mayoría de las veces maliciosas”.
En cuanto a la escuela del clero secular, originalmente el maestro era el obispo, pero pronto fue delegada a un a un scholasticus o magischola. Éste fue un cargo cuya dignidad crecería con el tiempo, dejando, con una especie de investidura, la función de enseñar a un sustituto o proscholus. Fue fenómeno característico de esta edad feudal la difusión de la costumbre, por parte del magischola, de vender la autorización de enseñar, y la costumbre, por parte de quien había obtenido dicha licencia, de hacerse pagar la enseñanza dada a los escolares. Investidura y simonía: ésta es la escuela de una sociedad y de una iglesia feudal, aunque la venta de la ciencia muestra el surgimiento de una sociedad laica de tipo nuevo.
La crisis del imperio carolingio había llevado a una nueva situación: la fuente del derecho escolástico, había pasado a la iglesia, como también pasó a la iglesia el control político sobre las escuelas eclesiásticas. Nació un monopolio eclesiástico de la instrucción que, cambia la situación creada en el imperio carolingio, provocando nuevos enfrentamientos.
En el 1079 Gregorio VII reconfirmaba a los obispos la obligación de hacer enseñar las artes literarias en sus iglesias, se procuraba no confundir las enseñanzas religiosas con las de las ciencias naturales y mundanas. El concilio de Tours 1163 imponía que a nadie, una vez hechos los votos o hecha la profesión religiosa en algún monasterio, le sea permitido salir para enseñar ciencias naturales o de leyes mundanas. En 1179, Alejandro III, al confirmar una vez más esta obligación, imponiendo a las iglesias y a los monasterios extender su enseñanza a los laicos pobres. Denunciaba severamente los casos de simonía escolástica, y los obstáculos a los que, con la debida licencia, quisieran enseñar libremente; y ordenaba que el magischola no podía impedir a ningún clérigo, que tuviese capacidad, enseñar a otros.
En 1215, el nuevo concilio III, dispone la elección del magischola por parte del obispo y del capítulo, confirma la obligación de enseñar gratis y, que se deban establecer escuelas en las iglesias catedrales y en las otras iglesias, deben acoger a los clérigos de la misma iglesia y a otros escolares pobres, deben instruirse en la gramática y en las otras disciplinas. La iglesia se propone impartir no sólo la doctrina religiosa; le interesa toda instrucción. En el mismo concilio se decide que toda iglesia metropolitana tenga enseñanza teológica.
En 1219, Horacio III, al reclamar el riguroso respeto de las decisiones de su predecesor sobre la enseñanza de la teología, al mismo tiempo introduce una innovación, el de la venalidad de la ciencia, ordenando que a los maestros de teología, se les conceda por parte del obispo un estipendio, cuando los réditos de sus beneficios sean insuficientes, y que conserven estos réditos por cinco años, aun en el caso de dejen la enseñanza para ir a perfeccionarse en sus estudios.
Después de la lucha contra el feudalismo, con sus investiduras y con su simonía, éstos son los signos de una lucha por un desarrollo mercantil, burgués, del sistema educativo, que la iglesia, aliada con los municipios en contra del imperio, dirige con más o menos conciencia de su misión histórica.
Maestros libres y Universidades.
Paralelamente al surgimiento de la economía mercantil de las ciudades y a la organización de los municipios, se produce también un proceso nuevo en la instrucción, con el nacimiento de los maestros libres que, fueran clérigos o laicos, enseñan también a los laicos. Estos maestros libres enseñaban en primer lugar a las artes liberales, pero van apareciendo escuelas libres de otras disciplinas.
Hubo tres enseñanzas distintas: artes liberales, medicina, y jurisprudencia, más tarde se añadió la teología, estas fueron las cuatro facultades típicas de las universidades medievales. Hubo otra enseñanza que se desarrolló las universidades italianas, la que enseñaba a escribir cartas y actas oficiales, diplomas, privilegios papeles, etc., e incluso cartas familiares. Iniciada en el siglo XI por Alberico de Montecasino, esta enseñanza tuvo su culminación en el siglo XIII con Guido Faba.
A principios del siglo XIII, cuando las universidades se consolidan y se difunden, surgen las nuevas órdenes religiosas los dominicos y los franciscanos. Ellos renuevan escuelas y estudios, y desarrollan una acción misionera externa. Los dominicos se dedican especialmente a la teología. El poder papal e imperial, que al principio intervienen en su reglamentación, decide que se establezcan con fundaciones propias en Salamanca, Roma Nápoles, Viena, Praga, Cracovia, etc.
Clérigos Vagos y Goliardos
Los escolares o clérigos vagos, no debían ser siempre huéspedes tranquilos para las ciudades, algunos de ellos se dedicaban al ocio licencioso que a los estudios severos. Los cantos goliárdicos que se han conservado, nos hablan de mujeres, de vino, de búsqueda desesperada de dinero, de conflictos con los maestros y con los ciudadanos. Estos clérigos constituyen asociaciones que se convirtieron después en universidades. Con relación a sus maestros los estudiantes tenían mucho poder.
Vagantes honestos o vagantes goliardos, en sus conflictos con los municipios anfitriones encontraron apoyo en Federico I, les concedió privilegios especiales. Ante esta intervención, al papado, anticipado por el imperio, no le queda más remedio que apresurarse a reconocer los derechos adquiridos por los escolares; la iglesia conservó una especie de supervisión sobre las universidades a través de la concesión.
No faltaban los que trabajando se ganaban la posibilidad de estudiar. Esto del trabajo para estudiar, como lo del mendigar o lo de darse a la dulce o mala vida, ha sido siempre un lugar común de la historia de la educación. Se trata ya de la figura del estudiante.
Después de la Authentica de Barbarroja, otras intervenciones del poder político establecerán nuevos privilegios académicos: especialmente en Francia con las cartas de Felipe Augusto de 1200 y de 1210, y en Castilla y León con las leyes de Alfonso X el Sabio, que contribuyen la codificación más amplia de la vida universitaria. La definición de estudio “general” es un tanto diversa de la que hoy se entiende comúnmente, y las facultades citadas son solamente dos: arte y derecho. Algunas disposiciones se refieren a las ciudades y a las sedes de estudios, Otras prescripciones se refieren a la didáctica y los exámenes. Se habla del rector, que gobierna a la universidad, y del derecho de asociación, se establecen otras figuras académicas: los propios maestros como jueces entre los estudiantes, sustraídos de la jurisdicción común.
Dentro de La Universidad y de la Escuela.
Los métodos siguen siendo idénticos a los que hemos visto en la tragedia gramatical de Calías ateniense en el siglo V a.C.. Gran parte de la enseñanza se desarrollaba en forma catequética, como diálogo entre maestro y discípulo.
Naturalmente, en la escuela cenobial que era de tiempo completo, no faltaban los momentos de recreación y de juego. Para las faltas, así como para las deficiencias en el estudio, estaba el remedio de siempre, el maestro golpeo con la fusta la palma de sus discípulos.
De la enseñanza posterior, que integraba en las artes liberales trivium y el quadrivium, que podía continuarse hasta la universidad, además de perfeccionar la preparación formal, aporta una instrucción concreta. Su fundamento era la gramática.
Utopías Escolásticas.
Finalmente, pasemos de la vida cotidiana de la escuela real a los sueños de una escuela posible. He aquí cómo en el siglo XII, Hugo de San Víctor, proyecta la actividad de una escuela ideal: “veo una escuela de personas que estudian. Hay una gran multitud: descubro diversas edades de hombre – niños, adolescentes, jóvenes y ancianos - y tan diversas ocupaciones”.
El antiguo esquema del trivium y del quadrivium, con sus siete artes liberales, quizás este exceso de especializaciones separadas marca un límite en este mismo sueño. El ideal tiene necesidad de apoyarse en estructuras materiales, he aquí otra utopía, sueñan el edificio escolástico perfecto, del que nunca han dispuesto, pero que esperan poder tener en el futuro.
La Educación Caballeresca.
En esta época la educación guerrera se convierte en educación caballeresca, asumiendo como propios los
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