EDUCACION INDIGENA
laurismendez17 de Julio de 2012
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A Gregorio Torres Quintero correspondió la responsabilidad de instrumentar por primera
vez en nuestro país un programa para desarrollar la educación para el indígena, o
campesinado en general, grupos olvidados y marginados de los sistemas educativos del
siglo XIX.
Desde los esfuerzos realizados por los evangelizadores del siglo XVI la educación
indígena en nuestro país había sido abandonada casi en su totalidad. Empero algunos
intentos, soñadores y románticos de algunos de los grandes pensadores educativos del
siglo XIX, como Ignacio Ramírez e Ignacio Manuel Altamirano, quienes desde sus
trincheras literarias propugnaron por dar al indígena y al pueblo olvidado en general, una
educación que lograra la tan ansiada integración del ser mexicano y el progreso de la
nación a través del hecho educativo. Esto no quiere decir que no hubiera casos de
excepción, el propio Benito Juárez es un bello ejemplo, Ramírez y Altamirano otros, así
como las becas de gracia que continuamente se daban para estos alumnos en algunas
escuelas e institutos, pero ello no significa un esfuerzo global y continuo. Si bien el
Sistema Lancasteriano pugnó por una educación más popular sus esfuerzos no rebasaron
el entorno de la educación urbana. 2
Respecto algunos resabios de la existencia de escuelas para los indígenas, Altamirano nos
cuenta como la educación en los pueblos se conservaba como en tiempos de la Nueva
España, se dividía a los alumnos por castas y ocupaban bancos diferentes, a los indios
sólo se les enseñaba “la doctrina en malísimo castellano y de voz viva pues no se les
permitía leer” (Altamirano, 1985: 93), muy pocas veces cuando un chico destacaba se le
pasaba al lado de la gente de razón y podía aprender a leer y escribir y eso en pocos casos
donde existía escuela en el pueblo. La realidad es que los indígenas carecían de casi
cualquier forma de educación, excepto la de la enseñanza de la doctrina, la que
memorizaban totalmente sin entender su significado, situación que él calificaba de dolosa
pues mantenía a este grupo de población en la ignominia y el fanatismo.
La educación indígena en México: inconsistencias y retos (1/4)
La exclusion
México es uno de los países con más indígenas de América. De acuerdo con datos recientes de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, suman más de 10 millones las personas que pertenecen a alguna de las 68 agrupaciones lingüísticas existentes en el país. Esta diversidad se reconoce en el Artículo 2 de la Constitución, donde se estipula que: La Nación tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas. Sin embargo, la población indígena aún se encuentra en condiciones de pobreza y de marginación inaceptables. Este sector de la población es el que menos accede a la educación. Información del II Conteo Nacional de Población y Vivienda, del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), señala que la población de 6 a 14 años que no asiste a la escuela y que es hablante de lengua indígena representa el 8.3 % de la población ubicada en este rango de edad, mientras que el porcentaje correspondiente a quienes no hablan lengua indígena es de 4.9%1. Es decir, por cada niño no indígena que no asiste a la escuela hay dos niños indígenas.
Los niños indígenas también son los que más desertan de la escuela. Si bien la brecha del índice compuesto de retención aprobación se va cerrando entre las escuelas indígenas y las no indígenas, en el ciclo escolar 2004-2005, las escuelas indígenas reportaron índices de retención aprobación de 89 %, mientras que en las primarias generales el índice correspondiente fue de 95 % (cálculos realizados a partir de la Base de datos de fin de ciclo escolar 2004-2005 de la Secretaría de Educación Pública [SEP], 2007). Pero más grave aún, al tomar como base el ciclo escolar 2000-2001, se observa que la probabilidad de que un niño inscrito a los 6 años de edad termine la educación primaria seis años más tarde es de 0.71 en promedio, y de solo 0.51 para los niños que asisten a escuelas indígenas.
Historia sociolíngüística de las lenguas indígenas de México
Como se explicó antes, en el momento de hablar acerca del español, las lenguas indígenas fueron objeto de un proceso de marginación y relegación a los ámbitos domésticos y comunitarios de la vida social. Desde su llegada a la Nueva España, algunos misioneros se dieron a la tarea de registrar las lenguas de los indios, estudiarlas y aprenderlas, con el propósito de ayudar a una evangelización más eficiente. Con este último propósito, los misionerosde Indias propugnaron por la enseñanza de los indígenas en su propia lengua. De acuerdo con esa visión, Felipe II había decretado en 1570 que el náhuatl debía convertirse en la lengua de los indios de Nueva España, con la finalidad de hacer más operativa la comunicación entre los nativos y la colonia peninsular. Sin embargo, en 1696, Carlos II, estableció que el español sería el único idioma que podía y debía ser empleado en los asuntos oficiales y el gobierno del virreinato.9 A partir del siglo XVII, los pronunciamientos a favor de la castellanización de los indios fueron cada vez más numerosos. Con ello, los colonizadores renunciaron a su vocación bilingüe, vocación que llevó en un primer momento a los misioneros y a los encomenderos a aprender las lenguas de los nativos. Esa necesidad de bilingüismo se trasladó entonces a los actores que articulaban las relaciones entre los niveles más altos del gobierno y los pueblos indígenas, es decir, la élite nativa encarnada en los caciques regionales.
A lo largo del período colonial, el español y las lenguas indígenas entraron en una relación de intercambio que llevó, por un lado, al español de cada región a conservar palabras de origen indígena en el habla cotidiana; y a las lenguas indígenas a incorporar no sólo palabras españolas, sino de otros idiomas indios y especialmente del taíno.
Después de la consumación de la independencia de México, la ideología liberal dominante llevó a los encargados de la educación pública en el país, a implementar políticas educativas cuyo propósito era la castellanización de los indígenas. Según sus defensores, con la castellanización los indios quedarían plenamente integrados a la nación mexicana (una nación criolla, según el proyecto liberal decimonónico), en igualdad con el resto de los ciudadanos de la República. Salvo el Segundo Imperio Mexicano, encabezado por Maximiliano, ningún otro gobierno del país se interesó por la conservación de las lenguas indias durante el siglo XIX, ni siquiera el del único presidente indígena que ha tenido el país: Benito Juárez.
En 1889, Antonio García Cubas calculó la proporción de hablantes de lenguas indígenas en un 38% del total de la población mexicana. Si se compara con el 60% que estimaba una encuesta de población en 1820, es notable la reducción proporcional de los hablantes de lenguas nativas como componente de la población. Al final del siglo XX, la proporción se redujo a menos del 10% de la población mexicana. En el transcurso, más de un ciento de lenguas desaparecieron, especialmente las propias de los grupos étnicos que habitaban en el norte de México, en el territorio que corresponde aproximadamente con las macro-áreas culturales denominadas Aridoamérica y Oasisamérica. Sin embargo, a pesar de que en números relativos los hablantes de lenguas indígenas fueron reducidos a una minoría, en términos netos su población aumentó. En la actualidad representan más de siete millones de personas.
Antes de 1992, las lenguas indígenas no tenían ninguna especie de reconocimiento jurídico por la Federación. En ese año, el artículo 2° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos fue reformado, con el propósito de reconocer el carácter pluricultural de la nación mexicana, y la obligación del Estado de proteger y fomentar las expresiones de esa diversidad. Siete años más tarde, el 14 de junio de 1999, el Consejo Directivo de la Organización de Escritores en Lenguas Indígenas presentó al Congreso de la Unión una Propuesta de Iniciativa de Ley de Derechos Lingüísticos de los Pueblos y Comunidades Indígenas, con el propósito de abrir un canal legal de protección de las lenguas nativas. Finalmente,
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