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EL CONCEPTO DE HABITUS (Pierre Bourdieu)


Enviado por   •  12 de Agosto de 2014  •  Tesis  •  15.115 Palabras (61 Páginas)  •  386 Visitas

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EL CONCEPTO DE HABITUS (Pierre Bourdieu)

EL CONCEPTO DE HABITUS

Desde el esbozo de una teoría de la práctica, Pierre Bourdieu decide superar las oposiciones entre subjetivismo y objetivismo, interioridad y exterioridad, voluntad y representación de la vida social, para construir nuevos instrumentos conceptuales capaces de integrar tales disyuntivas. Es así como, en su obra, teoría y metodología constituyen una sola entidad para abordar procesos históricos y culturales, con el fin de no tratar los hechos sociales como cosas sino como relaciones. Integrar lo material a lo simbólico y lo cognitivo a lo práctico, le permitió actualizar una noción determinante para comprender la generación y clasificación de las prácticas.Si bien la ciencia social no trabaja directamente con la realidad sino con cuadros que ésta construye y recorta a partir de la realidad, para Bourdieu fue muy importante aproximar el opus

operatum teórico al modus operandi de la vida práctica, por medio de un concepto operativo que no fuera complétamente determinista ni tampoco voluntarista. De modo que opta por mantener la raíz latina de la costumbre, señalada por Georges Duby al recordar los tres ordenes que dividían a las sociedades de la alta edad media europea (oratores, belatores y laboratores), permitiendo su actualización sociológica: el concepto de habitus entendido como disposición durable e incorporada en los individuos y grupos de individuos, constituiría entonces un princi-pio generador y un sistema clasificador de las prácticas sociales22 .Ciertamente, el habitus pnede entenderse como un sistema de disposiciones adquiridas, permanentes y transferibles, que generan y clasifican acciones, percepciones, sentimientos y pensamientos en los agentes sociales de una cierta manera, generalmente escapando a la conciencia y a la voluntad. Tales disposiciones suelen incorporarse desde la más temprana infancia, a lo largo de la vida de los individuos, mediante todo un proceso de socialización multiforme y prolongado que posibilita la apropiación del mundo, del yo y de los otros.Es por esto que el habitus constituye una interiorización de la exterioridad o “historia hecha cuerpo”, que permite el ejercicio, recreación y producción de las fuerzas exteriores (prácticas, estructuras, organizaciones e instituciones sociales) cuya correspondencia inconsciente con las prácticas sociales determina lo que Pierre Bourdieu denomina el”sentido práctico “(Ver22 Cf. P Bourdíeu, «Habitus, code et codification», en A.R.S.S., No. 64, Paris, 1986, pp. 40-44. Ver también cap. 3, titulado «L’habitus et J’espace des styles de vie» de La distinction. Critique sociale lili jugement, París, Minuit, 1979. Publicado en español porTaurus, Madrid, 1990. anexo N° 3).

Con ello no se pretende desconocer que las conductas sociales y las prácticas individuales y colectivas estén guiadas por tácticas, consignas u otros”márgenes de maniobra” elaborados conscientemente, según el esquema weberiano que supone una cierta adecuación de los medios a los fines, sino que se subraya el carácter fundamentalmente automático que da consistencia dinámica a las orientaciones prácticas.El habitus, en tanto producto histórico históricamente incorporado, asegura la presencia activa de experiencias y prácticas mejor que todas las reglas formales y explícitas, es decir, garantiza la conformidad y continuidad de las prácticas a través del tiempo. Por ello los agentes sociales no requieren ponerse de acuerdo o pensar permanentemente para mantener la continuidad de las organizaciones sociales. Las estructuras sociales no obedecen a una”armonía preestablecida”: es suficiente que el habitus opere para que se instaure una verdadera”orquestación de las prácticas sociales sin director de orquesta”. Se plantea entonces como el habitus es un”operador de cálculo inconsciente” que nos permite orientarnos en el espacio social sin necesidad de reflexionar sobre éste23.Ahora bien, el habitus no puede concebirse como un”mecanismo fijo”de reproducción pura y simple; por el contrario, se trata de una estructura interna en continuo proceso de reestructuración, creación y adaptación a situaciones nuevas, aunque esa libertad de invención e improvisación permitiría producir una infinidad de jugadas posibles gracias a un juego,”tiene los mis-23 Cf. Cosas dichas, op.át, p. 110-111.

mos límites que el juego”24. Dicho de otra manera, el habitus tiene la capacidad de “generación infinita” de prácticas, cuyo límite sólo radica en las condiciones sociales de su producción25. Como se ha afirmado, el habitus es toda nuestra experiencia incorporada, toda nuestra historia inscrita en lo más profundo de nosotros mismos, a manera análoga de programas informáticos, con las complejidades que supone la acción de seres vivientes que cometen errores y son portadores de contradicciones. Pero no todas las experiencias y aprendizajes tienen el mismo peso específico en la constitución de la personalidad, pues la interiorización varía según los trabajos pedagógicos multiformes que a lo largo de la vida socializan a un individuo en tanto agente social, históricamente situado en el mundo. Bourdieu habla de”aprendizajes precoces”desarrollados durante la infancia que dan lugar a la constitución fundamental del habitus en tanto portador de las disposiciones más antiguas y durables, sobre las cuales se piensa, con frecuencia, que son innatas y que nada deben a la experiencia, al punto de creer que se ha nacido con ellas, pues es difícil recordar las condiciones sociales por las cuales se han hecho posibles (Ver anexo N° 14). Sin embargo, no existen disposiciones innatas, pues los rasgos de la sensibilidad y las maneras más íntimas y personales han sido transmitidos, puesto que nadie nace con los genes de la avaricia o de la prodigalidad, con el cromosoma de la confianza, con la glándula de la disciplina, o con una hormona del pudor.24 Md.,p. 7025 P. Bourdieu, El sentido práctico, Madrid, Taurus, 1991, p. 96.

El resultado de la apropiación de saberes, experiencias y aprendizajes tempranos deja en nuestro interior rasgos que po¬drían considerarse como una “segunda naturaleza”, difícil de disociar de la “naturaleza biológica”. Por ello, puede afirmarse que el habitus es un haber que se transforma en sen Piénsese, por ejemplo, en el poder determinante y evocador, cuya marca inalterable dejan los aprendizajes del mundo natal, relacionados con los gustos alimenticios; gustos primordiales por los alimentos “originarios” que sobreviven y mantienen su fuerza evocadora durante toda la existencia26. Queda establecido, entonces, como el habitus es el verdadero punto de encuentro entre el individuo y la sociedad, pues este concepto permite la articulación

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