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EL ENSAYO EN VENEZUELA


Enviado por   •  2 de Junio de 2012  •  2.816 Palabras (12 Páginas)  •  1.492 Visitas

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La generación de la independencia, tal como lo habíamos mencionado, que lee los textos de Bacón, de Descartes, Montesquie, Voltaire y de otros produce en Venezuela desde 1830 al igual que en el resto del continente una literatura de combate. Abarca, desde el punto de vista literario, toda la época de auge y fin del romanticismo y disolución del clasicismo. Alcanza un destino estelar con nombres -como vimos- que van desde Simón Rodríguez y Simón Bolívar ("vastas resonancias de maestro profeta y discípulo genial", como los llama respectivamente Lezama Lima), hasta el clásico pero moderno Andrés Bello. No debemos dejar de mencionar en este período a los destacados Arístides Rojas, Fermín Toro, Juan Vicente González, José María Baralt y Cecilio Acosta. Es el tiempo de los gobiernos de José Antonio Páez, los hermanos Monagas, la guerra federal y Antonio Guzmán Blanco. Llega también a la presidencia un hombre distinto, distinguido y universitario, el Dr. José María Vargas, primer rector de nuestra Universidad Central de Venezuela.

El escenario, en efecto sirve para la transfiguración histórica y muestra el desafío de una literatura que se sumerge en el humus de la guerra, donde en esa transición (desde el punto de vista cultural) del barroco al romanticismo de fines del siglo XVIII y principios del XIX se sorprende con rasgos ya de raigambre muy americana, que sin romper la tradición hispánica, abre un nuevo camino a la reflexión y expresión de los problemas más candentes del momento. Es importante aclarar que estos personajes aún no están conscientes de la categoría de ensayo, y expresan sus ideas en un texto que algunos llaman "proto-ensayo", y que en alguna medida se imprenta todavía con el tratado, el artículo, la epístola y la oratoria. Pero a la vez se van a convertir en los primeros enlaces entre la reflexión y la historia literaria de Venezuela.

Y dentro de ese proceso que arranca del siglo pasado, el género del ensayo se va a consolidar "como forma de expresión de un grupo homogéneo y literariamente organizado" (José Ramón Medina, 50 años de literatura venezolana, p.186) con los escritores que integraron la primera generación positivista: José Gil Fortoul, Lisandro Alvarado, César Zumeta. Luis Razetti, Laureano Vallenilla Lanz, Pedro Manuel Arcaya, Samuel Darío Maldonado, por citar a los más destacados.

Todos ellos diversificaron su interés investigativo por temas típicamente positivistas: la historia natural, la biología, la antropología, la sociología, economía, política, filosofía y el derecho y la historia. Y como lo señala José Ramón Medina, el positivismo, esa nueva ciencia que penetra con evidente retardo en los estudios universitarios de Venezuela, significa un saludable impacto para la cultura general venezolana. Sobre todo la historia, la sociología, la filosofía y la crítica literaria (aún no deslindada del ensayo, confusión que aún hoy se da en algunos escritores) entran en el mundo del ensayo dentro de una nueva concepción que utiliza un método de investigación novedoso entre los intelectuales venezolanos. Este método también va a repercutir sobre el campo literario con el modernismo. La novela y el cuento se van a mover entre el campo de la experimentación tesista (que pretende demostrar algo, lo que llamaríamos novela-tesis) pero que a la vez crea un discurso preciosista de giros y aires no tan pausados que irrumpen en todos los campos de la literatura. Pero sobre todo va a ser el ensayo la expresión donde, tanto el positivismo como el modernismo encontrarán su justo y verdadero cauce de búsqueda conceptual de identidad nacional.

El ensayo de esta época une su destino a dos aspectos de gran interés y que darán forma a la expresión ensayística de principios del siglo XX: por un lado la influencia que va a tener en los escritores venezolanos la generación del 98 español, sobre todo a través de los ensayistas Ortega y Gasset, Unamuno y Azorín, y por el otro el planteamiento de América como problema. Con respecto a este segundo aspecto, la indagación inquietante de la cultura, la historia y finalmente identidad propia es una búsqueda que oscila entre la esperanza y un desventurado pesimismo. El pesimismo nos viene de lo que llama el poeta cubano Lezama Lima el complejo de inferioridad, "creer que su expresión (expresión americana) no es forma alcanzada, sino problematismo, cosa a resolver", ("Mitos y cansancio clásico", en La expresión americana, p.27). Se va estructurando un cuadro nacional que se imbrica con los nombres de Rodó, Mariátegui, Vasconcelos, Alfonso Reyes y Pedro Henríquez Ureña entre otros.

Así tenemos, entre los primeros a José Gil Fortoul (1862-1941), quien aborda la investigación sociológica para hacer una interpretación positivista de la historia venezolana. Testimonio reflejado sobre todo en su libro El hombre y la historia. Es importante destacar que Gil Fortoul también hizo una importante labor como historiador de la literatura venezolana en forma ensayística. Compañero de generación es Lisandro Alvarado, desconcertante por su gran capacidad de abarcar varios terrenos del conocimiento al mismo tiempo. Es el polígrafo de su generación y estuvo atraído por los más dispersos temas y motivos pero a la vez fundamentado en una sólida cultura. Expresó sus ideas en los más variados ensayos, entre los que destacan Los delitos políticos en la Historia de Venezuela y Neurosis de los hombres célebres.

A Don Rufino Blanco-Fombona ya lo citamos anteriormente, debemos sin embargo agregar que su escritura ensayística fue de gran importancia en el período, no sólo por su capacidad de análisis sino porque en forma profunda trató tanto los temas de la historia como los de la literatura venezolana con especial dedicación, por añadidura no olvidemos que fue el teórico del movimiento modernista con su trabajo El modernismo y los poetas modernistas. Pero sobre todo Blanco-Fombona fue un americanista integral. Amigo de Unamuno, dedicó gran parte de su vida a restablecer las relaciones entre España y Venezuela como un camino para la identidad nacional. Fue además un entusiasta bolivariano: por todos es conocida su labor de difusión internacional de los valores de nuestro Libertador. Entre sus textos ensayísticos más importantes tenemos El espejo de tres fases y La espada de Samuray.

Siguiendo el cuadro de esta época tenemos a César Zumeta (1860-1955) quien sobresale en el cultivo de una prosa cuidada, lógica, que busca discutir y precisar los valores filosóficos y estéticos que en su época influyen sobre la literatura venezolana. Otro que busca deslindar las ideas estéticas y filosóficas de su generación es Luis López Méndez (1861-1891), dueño de un estilo envidiable, aun en sus pequeños artículos periodísticos,

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