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GOBERNABILIDAD


Enviado por   •  15 de Septiembre de 2013  •  2.428 Palabras (10 Páginas)  •  274 Visitas

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ENSAYO

En el siglo XX, la forma Estado, se amplia al mundo entero. Sobre todo en la segunda mitad del siglo cuando irrumpen gran número de nuevos Estados tras el fin del dominio colonial europeo. A finales del siglo, el sistema- mundo de Estados tiene por tanto una proyección planetaria. El sistema- mundo de Estados es un sistema fuertemente jerarquizado, aunque en constante movimiento debido a la intensa competencia entre ellos, de forma que el Estado que no sube, o logra mantenerse, cae. Si bien en ocasiones los Estados cooperan entre sí, en grupos para mejor resistir esa competencia y llegar a posicionarse más aventajadamente, juntos, en la jerarquía estatal global. El Estado que va a extenderse a escala mundial es el Estado-nación, pero que culmina su concreción en las primeras décadas del siglo XX en los espacios centrales, actuando de agente nacionalizador activo de sus sociedades, y propagándose más tarde esta forma de Estado a los territorios periféricos tras su independencia del yugo colonial. El Estado-nación, va a ser pues la representación institucional más significada del Estado- moderno en esta nueva época, con nuevas competencias y con una estructura burocrática cada vez más compleja y cambiante a lo largo del siglo, que corre paralela al creciente consumo energético que posibilita su despliegue. Pero, eso sí, con unas diferencias abismales entre los Estados centrales y de mayor recorrido histórico, y aquellos periféricos y de más reciente creación. Y en todos ellos con dos “naciones”, la rica y la pobre, dentro de unas mismas fronteras estatales, con mayor o menor proporción de “clases medias” y de desigualdad social. A lo largo del análisis de la enorme diversidad de transformaciones del siglo XX, hemos mencionado cambios acontecidos en las estructuras estatales, pero ahora queremos sistematizar y ampliar dicho análisis, para mejor entender las características de la actual Crisis Global, y de qué forma va a afectar al Estado la presente crisis sistémica, el futuro declive energético y el previsible colapso civilizatorio que se avecina. De cualquier forma, la crisis del Estado ya se viene manifestando desde las últimas décadas del siglo pasado, y se está acelerando con la Crisis Global actual. Pero la crisis del Estado se concreta de una forma diferente en el Centro, o centros, que en la Periferia, o periferias y semiperiferias, pues el Estado también adquirió una mayor institucionalización y legitimación, en general, en los primeros espacios que en los últimos. Y porque los Estados centrales disponen de instrumentos monetarios y de fuerza política y militar, que los Estados periféricos y semiperiféricos no tienen, aparte de albergar a los principales actores empresariales y financieros mundiales y de beneficiarse de su posición de dominio. Es por eso por lo que la crisis del Estado a finales del siglo XX va a cristalizar con más fuerza, como señalaremos, en muchos de los territorios periféricos o semiperiféricos. Además, los Estados periféricos se encuentran subyugados por el tema de la deuda externa, que quizás sea una de las líneas más claras de separación entre Estados centrales y periféricos. Pero a este eje divisorio habría que sumar, o añadir, la posesión o no de combustibles fósiles, y en concreto de petróleo, pues la disponibilidad y el control de esa energía concentrada bajo su subsuelo les va a dar un importante poder adicional, cada día más estratégico. Aunque para muchos de ellos, sobre todo para sus poblaciones, este regalo de la geología sea más una maldición que una bendición. Creando “pueblos” allí donde sólo había “multitudes”, Algunos de los Estados poderosos manifiestan unos elevadísimos niveles de endeudamiento, caso por ejemplo de EEUU, pero dicho endeudamiento es en general de carácter no exigible aparte de que por su posición de dominio mundial.

Por otra parte, el Estado es la máxima expresión institucional de las relaciones de poder, incluidas por supuesto las relaciones de poder patriarcal. Y por ello el Estado es también la cristalización del conflicto social, del equilibrio inestable entre intereses conflictivos de clase, género, étnicos, etc., y no solo una prolongación sin más de los intereses del capital. La misión principal del Estado es garantizar la acumulación de capital y la reproducción social, así como lidiar con la relación conflictiva entre ambas lógicas, pues el mercado no puede funcionar por sí solo. El mercado para su funcionamiento diario depende del Estado y de la sociedad, por supuesto, de la capacidad de apropiarse y utilizar recursos y sumideros naturales. De esta forma, y en lo que a la dimensión social se refiere, el Estado, en el mundo dominado por Occidente ha transitado una especie de curva de Gauss a lo largo del siglo XX, pasando de ser un Estado fuertemente liberal al inicio del siglo, a un Estado social en las décadas centrales del mismo, sobre todo en los territorios centrales occidentales, para acabar otra vez con un tipo de Estado de corte “neoliberal” a finales del siglo. Lo cual ha significado el desmantelamiento de muchas de las conquistas políticas y sociales alcanzadas. Esa curva se corresponde el modo con la evolución del conflicto social a lo largo del siglo. En los territorios periféricos el Estado social prácticamente no llegó a despegar, o lo hizo en algunos enclaves mundiales de manera bastante limitada. Y en el Este, el Estado tenía ciertas similitudes estructurales con el Estado capitalista, debido a la construcción también de la Sociedad Industrial por parte del Socialismo Real, pero con importantes características propias, antes de su crisis o colapso. Muchas de las cuales ya se han mencionado. Por último, antes de adentrarnos a desbrozar algo más estas cuestiones, es importante señalar que las formas de gobierno han cambiado a lo largo del siglo pasado de forma significativa, adaptándose a las dinámicas de la evolución del capitalismo a escala mundial, y han estado condicionadas indudablemente por la capacidad de contestación y rebelión de sus sociedades. En cualquier caso, el siglo XX es un periodo histórico en el que todos estaban seguros de que la Historia estaba del lado del Progreso, y eso daba en general una considerable estabilidad a las sociedades y al Estado, el encargado de impulsarlo, a pesar de las importantes rupturas, guerras y transformaciones políticas habidas . Sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, cuando tanto las sociedades del Centro y la Periferia capitalista, como las nuevas sociedades llegadas al Socialismo Real, depositan una enorme esperanza de transformación en el Estado y el Desarrollo, en paralelo a un incremento del consumo energético sin precedentes, en especial de petróleo. Esa esperanza se deteriora de forma considerable en torno al 68, y la fe en

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