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HISTORIA Y METODOLOGÍA Y ESTUDIO DE CASO: EL COLEGIO MADRID.


Enviado por   •  16 de Octubre de 2014  •  Síntesis  •  1.470 Palabras (6 Páginas)  •  757 Visitas

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HISTORIA Y METODOLOGÍA Y ESTUDIO DE CASO: EL COLEGIO MADRID.

Por lo general, el historiador o el científico social interesado en la educación no se ocupan mayormente de la enseñanza que se imparte en los primeros niveles escolares; su preocupación se centra más bien en la enseñanza media, media superior y superior Nada más erróneo desde nuestro punto de vista si consideramos que esos primeros años de formación son determinantes en la vida de cualquier persona. Y, sin embargo, son esos científicos sociales, incluidos los historiadores, los que elaboran los textos que se han de llevar a lo largo de un curso y dan con ellos cuerpo al programa que apoya el trabajo del maestro de primaria. Sin poner en duda ni por un instante la calidad académica de dichos textos, resulta en la mayor parte de los casos incongruente la elaboración de los mismos sin haber pasado primero por la experiencia del salón de clases de primaria, que tiene realmente poco que ver con la enseñanza en otros niveles.

De allí que, por lo que a la historia se refiere, brinca enseguida tanto en el maestro como en el alumno el cuestionamiento de para qué nos sirve la historia y qué relación podemos encontrar entre el texto de historia que se trabaja en clase como algo abstracto, perdido en un tiempo y un espacio que nos son desconocidos, con la realidad cotidiana que vivimos. Esto refleja lo lejanos que estamos de poder manejarnos con una clara conciencia histórica y de darle a las ciencias sociales el lugar relevante que les corresponde.

Marc Ferro opina, y nosotros con él, que la visión que de nosotros tenemos así como la que tenemos de otros pueblos y culturas está determinada por la manera como nos fue enseñada la historia y que es, precisamente esa historia, la que nos marca para toda la vida. Así dice: “Controlar el pasado ayuda a dominar el presente, a legitimar dominaciones y cuestionamientos... Son las potencias dominantes - Estado, Iglesia, partidos políticos o intereses privados- los que poseen y financian los medios de comunicación o aparatos de reproducción, libros escolares, caricaturas, películas o programas televisivos. Y con los que presentan a cada uno de nosotros un pasado uniforme” .

Efectivamente, creemos que la historia cumple con distintas y variadas funciones que van desde la legitimación de un sistema de gobierno o de una ideología en particular hasta el simple placer de recrearse en los hechos pasados contados en forma de anécdota. Empero, pensamos que la función primordial de la historia está centrada en ubicarnos e identificamos en la sociedad que nos tocó vivir, en nuestro aquí y ahora a partir del conocimiento de nuestro pasado y en damos los elementos necesarios para pensar nuestro futuro.

La historia oficial de cada país se esfuerza en cambio por presentar un imagen uniforme de la historia nacional que le corresponde y la enseñanza de la misma ofrece generalmente un panorama sin matiz o tinte alguno que permita pensar en la diversidad o en la pluralidad de la comunidad a la que va dirigida; de ahí que se presente de manera unitaria a todo público sin repararen las características singulares que determinan a las distintas partes de la población de un país.

Historia que no permite explicar el presente es historia muerta que a nadie interesa

La historia como la simple recopilación de datos o de información, concepto que hasta el siglo XIX imperó en las mentalidades, tanto de los dedicados al quehacer histórico como de los legos en la materia perineo el ámbito de la docencia de la misma. Aunque hace tiempo que los historiadores profesionales han abandonado este concepto, quedando “sepultada la historia cuya memoria sólo aspiraba a una erudita descripción de los hechos y de los fenómenos, descarnada de cualquier intento de comprensión y explicación en beneficio de los hombres mismos”. (Medina 1984, p.9).

Son diversas las cuestiones que surgen alrededor del objeto de la historia y del trabajo del historiador; todas se encuentran íntimamente relacionadas entre sí. Al buscar responder a ellas se obtiene la definición del objeto de la historia, del método para acceder a el y de la función de esta ciencia como conocimiento en sí.

Carr considera, por ejemplo, que “la función de la historia no es amar al pasado ni emanciparse de él sino dominarlo y comprenderlo como clave para la comprensión del presente” (Carr 1981, p.39).

Este autor dota al quehacer histórico de un elemento fundamental: la valoración de los hechos históricos. Este concepto parte del planteamiento de que la función epistemológica (el acto de conocer) sólo puede realizarse a partir de un presente concreto que dimensiona como hecho histórico

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