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Historia Moderna y Contemporánea - Doble Revolución y sus efectos.


Enviado por   •  16 de Octubre de 2016  •  Exámen  •  2.305 Palabras (10 Páginas)  •  246 Visitas

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1. Para poder llegar a comprender que jerarquías sociales persistieron y cuales surgieron fruto de la “Doble Revolución”, tenemos que empezar por entender que significa dicho termino. Como establece Bianchi, S. (BIANCHI, 2005, pp.105), la doble revolución fue un termino acuñado por el historiador Hobsbawm, E., en referencia a dos procesos de transformaciones diferentes, que sucedieron en Inglaterra y Francia, que tuvieron un carácter paralelo, y que sentaron a su vez las bases del mundo contemporáneo. Es importante entender esto, ya que si bien forman un sólo proceso según Hobsbawm, ambos tienen características diferentes: la francesa más bien política, y la inglesa industrial. En cuanto a los ordenes jerárquicos, Inglaterra es un caso paradigmático, debido a que cuando se produjo el “take off” (despegue) que estableció el “punto de inicio” para la revolución industrial, el antiguo régimen feudal de los tres ordenes (que todavía regía en ciertas partes de Europa), había caído. A decir de Bianchi la monarquía estaba restringida por el parlamento, y no se entrometía en los asuntos privados desde la “Gloriosa Revolución”. La vieja aristocracia, propietaria del suelo y del subsuelo, y las antiguas burguesías mercantiles, que provenían del comercio colonial(cuyo éxito podía darles el ingreso a la nobleza: Gentelmen), estaban representados en la cámara de los Loores y de los Comunes, y no sufrieron grandes trastornos ya que habían dejado de ser medievales hacía tiempo (HOBSBAWM, 1982, pp.77-93). El tercer orden, el de los trabajadores, estaba mutando y convirtiéndose en una de las nuevas clases “en formación” surgidas durante este proceso. La revolución agrícola acabó con las posibilidades de subsistencia de muchos campesinos que debieron trabajar como arrendatarios, o más frecuentemente como jornaleros. Y muchos también debieron emigrar a las ciudades, convirtiéndose en potenciales reclutas del trabajo industrial (BIANCHI, 2005, pp.107). Estos últimos, junto con antiguos artesanos, y trabajadores domiciliarios conformarían el naciente proletariado, o como mejor los describe Hobsbawm los “trabajadores pobres”. Trabajadores que cambiaban por primera vez, su fuerza de trabajo por un salario, alejándose definitivamente de los medios de producción. Estos medios estaban ahora en manos de la burguesía, y en particular de medianos y pequeños empresarios industriales que ante su gran número, no podían ser asimilados por la nobleza. Esta clase media (burguesa e industrial) que comenzaba a surgir, ya a partir de 1812 tomaba conciencia de sí, reclamando mayor participación en la vida política. Para estos hombres, el derecho divino y/o el nacimiento, ya no eran legitimantes, ellos se habían construidos a sí mismos. Esta presión se cristalizó de varias formas, con respecto a lo político, erigiéndose como la voz del pueblo (con ayuda de las clases populares), logrando modificar las leyes que permitían el derecho de libre asociación (1824) y la reforma electoral de 1832: que eliminaba los Burgos Podridos, redistribuyendo los distritos electorales y disminuyendo la renta requerida para votar, dando mayor representación a las nuevas e industriales, ciudades burguesas: “El señor Gradgrind...andaba a la caza de una buena oportunidad para convertirse en una cifra matemática del Parlamento” (DICKENS, s/a, Selección). Sin embargo esta coincidencia entre burguesía y clases populares nunca funcionó con resultados igualitarios. Ya que de hecho con el apoyo del estado y del clero metodista, se intentó disciplinar a los trabajadores a través de leyes (1823) que castigaban a los obreros con cárcel ante el incumplimiento de la jornada laboral, o través de una moral asceta que sostenía la ilusoria posibilidad de la salvación individual por la idea de progreso (argumento clave en la construcción burguesa).

En Francia las cosas fueron diferentes, ya que si bien se produjeron grandes cambios, los órdenes que los padecieron, articularon con el tiempo una forma de volver: “La historia de la doble de la doble revolución, es también la historia de las fuerzas que un siglo después de 1848 habrían de convertir la expansión en contracción.” (HOBSBAWM, 1997, pp.11). El régimen absolutista desacreditado, convoca a los Estado Generales donde se ve por última vez cristalizada la jerarquía cristiana de los tres ordenes: los que rezan (clero), los que guerrean (nobleza), los que trabajan la tierra (campesinos). El régimen absolutista a pesar de los insistentes esfuerzos revolucionarios, sobrevivió con la ayuda de las demás monarquías europeas (que no querían que estas ideas se expandieran por el resto del continente) llevando a cabo el proceso contra revolucionario, que concluyó finalmente después de un tiempo y de varios regímenes políticos diferentes con la caída de Napoleón. Se intentaba volver al viejo orden. Según Sazbón, J. (SAZBÓN, 2010, pp.174) esta característica es una innovación de la Revolución Francesa, es decir la introducción de diferentes regímenes políticos en tan poco tiempo, que serían embriones de los modelos futuros de gobierno. El otro orden que se debía socavar para implantar el programa de la burguesía liberal era el poder del clero. En julio de 1970, se dictaba la “Constitución Civil del Clero” que colocó a la Iglesia bajo del poder del estado. Obispos y curas, se transforman así en funcionarios públicos (BIANCHI, 2005, pp.125), perdiendo el control social y de tierras eclesiásticas pero sin desaparecer. El tercer estado compuesto por la burguesía mercantil y financiera, artesanos, manufactureros, profesionales, pequeños comerciantes, ricos arrendatarios, jornaleros, etc. fue el que avanzó con el control político sobre los demás órdenes. La Declaración de los derechos del hombre y el Ciudadano: “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, establecida en busca de la igualdad social, también generaba como contrapartida la prohibición de la existencia de corporaciones, medida que apuntaba a eliminar los gremios medievales, que limitaban la libertad de empresa y de trabajo, instalando así el nuevo orden Burgués. Periodistas, profesores, abogados, notarios, etc. se convirtieron en el motor legitimador del nuevo cambio jerárquico, defendiendo un sistema ya no basado en el privilegio y el nacimiento, sino en el talento (HOBSBAWM, 1992, pp.17-56). El mismo Sazbón menciona como característica de esta revolución a “la toma de palabra”, en tanto manifestación y argumentación basada en criterios racionales en oposición a la argumentación del antiguo orden. Sin embargo esto fue el germen de las propias tensiones internas, entre radicales y liberales. La igualdad social (establecida mediante el derecho a la subsistencia, los precios máximos y la leva en masa), no era suficiente y los sectores radicales representados por los Jacobinos,

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