IDEOLOGIA Y POLITICA EDUCATIVA DEL LIBERALISMO EN EL PODER" "ESTADO Y SOCIEDAD A PARTIR DE LOS AÑOS CUARENTA
marijaki21 de Abril de 2013
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En qué consiste la doctrina positivista
Sistema de filosofía basado en la experiencia y el conocimiento empírico de los fenómenos naturales, en el que la metafísica y la teología se consideran sistemas de conocimiento imperfecto e inadecuado. Comte eligió la palabra positivismo sobre la base de que señalaba la realidad y tendencia constructiva que él reclamó para el aspecto teórico de la doctrina. En general, se interesó por la reorganización de la vida social para el bien de la humanidad a través del conocimiento científico, y por esta vía, del control de las fuerzas naturales. Los dos componentes principales del positivismo, la filosofía y el Gobierno (o programa de conducta individual y social), fueron más tarde unificados por Comte en un todo bajo la concepción de una religión, en la cual la humanidad era el objeto de culto. El positivismo es una corriente o escuela filosófica que afirma que el único conocimiento auténtico es el conocimiento científico, y que tal conocimiento solamente puede surgir de la afirmación de las teorías a través del método científico Consiste en no admitir como validos científicamente otros conocimientos, sino los que proceden de la experiencia, rechazando, por tanto, toda noción a priori y todo concepto universal y absoluto. El hecho es la única realidad científica, y la experiencia y la inducción, los métodos exclusivos de la ciencia. Por su lado negativo, el positivismo es negación de todo ideal, de los principios absolutos y necesarios de la razón, es decir, de la metafísica. El positivismo es una mutilación de la inteligencia humana, que hace posible, no sólo, la metafísica, sino la ciencia misma. Esta, sin los principios ideales, queda reducida a una nomenclatura de hechos, y la ciencia es una colección de experiencias, sino la idea general, la ley que interpreta la experiencia y la traspasa. Considerado como sistema religioso, el positivismo es el culto de la humanidad como ser total y simple o singular.
El término positivismo fue utilizado por primera vez por el filósofo y matemático francés del siglo XIX Auguste Comte., pero algunos de los conceptos positivistas se remontan al filósofo británico David Hume, al filósofo francés Saint-Simon, y al filósofo alemán Immanuel Kant.
Comte eligió la palabra positivismo sobre la base de que señalaba la realidad y tendencia constructiva que él reclamó para el aspecto teórico de la doctrina. En general, se interesó por la reorganización de la vida social para el bien de la humanidad a través del conocimiento científico, y por esta vía, del control de las fuerzas naturales. Los dos componentes principales del positivismo, la filosofía y el Gobierno (o programa de conducta individual y social), fueron más tarde unificados por Comte en un todo bajo la concepción de una religión, en la cual la humanidad era el objeto de culto. Numerosos discípulos de Comte rechazaron, no obstante, aceptar este desarrollo religioso de su pensamiento, porque parecía contradecir la filosofía positivista original. La doctrina positivista surge al triunfo del liberalismo y resalta sus principios fundamentales. En este periodo positivo, el Estado se le asigna un papel específico. “El educador de una doctrina positiva”. Participan grandes pedagogos como Justo Sierra, Joaquín Baranda, Adolfo Cisneros Cámara. Entre otros, en la controversia educativa con sus principios doctrinarios que les caracteriza.
Se crea la Ley Orgánica de Instrucción Pública en 1867 con la finalidad de atender necesidades educativas que padece la sociedad mexicana del momento.
El positivismo puede ser definido como la corriente de pensamiento que da nueva forma al liberalismo, una vez que este triunfa políticamente sobre su adversario conservador y se convierte en políticamente dominante. S
En términos políticos el positivismo enfatiza la necesidad del orden por sobre los derechos y las libertades. El origen era la precondición del progreso material. La libertad no era ya un punto de llegada sino el resultado del orden mas el progreso material. Este tipo de consignas son propias de un grupo que considera que ha logrado establecer su hegemonía política por ello, junto con l desaparición del enemigo (los conservadores y su proyecto nacional) también hay que hacer desaparecer las armas de la lucha. Las consignas combativas deben dejar su lugar al orden constructivo.
De la ideología liberal como negación se pasa a la afirmación. El neutralismo cultural del Estado se transformara en “positivismo cultural”.
Describe el papel del Estado dentro del positivismo.
El papel del Estado se reforzara mediante una serie de argumentaciones que tienden a legitimar la constitución de un centro de poder unificador y homogeneizador. El proceso limitado de integración nacional que se desenvolvía en el frente económico mediante la constitución de un mercado, el desarrollo de las comunicaciones, y de la economía nacional planteaba al grupo en el poder una serie de desafíos que debían ser resueltos en el plano de su política cultura.
Gabino Barreda, el primer ideólogo del liberalismo en el poder, luego del triunfo de Juárez y la restauración de la República expresa este nuevo tipo de exigencias. El Estado deberá jugar en este terreno un papel cada vez más activo y positivo. Ya no le corresponderá simplemente velar por el respeto a la libertad de enseñar y aprender, sino que el mismo deberá constituirse en educador, esto es en inculcador de una doctrina positiva. De este modo a partir del Estado se realizaría una reforma moral e intelectual en las conciencias individuales.
Barreda percibía que no solo se gobierna con las leyes, que las conductas obedecen no solo a dictados externos, o a la amenaza de castigos. Se percataba muy bien que “los prejuicios o errores adquiridos”, instalados en lo más profundo de las conciencias determinan las practicas, es decir “formaron la base real, aunque muchas veces ignorada o disimulada, de todos nuestros actos, o por lo menos de gran numero de ellos”
Era necesario que el Estado se instalara en las conciencias, removiendo los hábitos tradicionales y reemplazándolos por un “fondo común de verdades” que por ser científicas podían ser aceptadas por todo el mundo. El estado tenía pues una responsabilidad activa en este proceso. Era necesario constituir ese fondo común de verdades en sentido común que todo mexicano debía compartir par constituir una nacionalidad. Desde este momento el principio de la libertad de enseñanza adquiere una nueva significación la libertad de enseñanza se concilia con la obligatoriedad de aprender.
Decía Gabino Barreda, “la circunstancia de que muchas personas del partido liberal creen todavía de buena fe que la obligación decretada por la ley de adquirir la instrucción primaria es inconciliable con los principios que profesan… los hacen combatirla”
El principio de realidad se impone sobre el principio de libertad. Una educación positiva se constituye en un ingrediente para conservar el poder, se inscribe desde este momento en una lógica de poder. La burguesía dominante, junto con su consolidación como clase, adquiere cada vez mas clara conciencia de la necesidad de imponer su dirección cultural sobre el conjunto de la sociedad.
Al extender su hegemonía sobre el conjunto de la sociedad, el positivismo contribuía a la tarea de unificación e integración nacionales, esta última no podía ser solo física o material. Se requería de la integración moral y cultural que acompañara y favoreciera el proceso general de desarrollo del Estado-Nación.
Reducir las múltiples diversidades que fragmentaban el alma nacional mexicana, frenar las fuerzas centrifugas y anárquicas que dominaban el contexto del país, requería de un poder fuerte y centralizado.
Sin embargo, esta necesidad de unificación no era una necesidad percibida por todo el bloque en el poder.
Por otro lado, el proceso de centralización encontraba en su avance los obstáculos propios que le oponían las situaciones regionales y locales, generalmente interesadas en mantener sus esferas autónomas de poder e influencia. Sin embargo, el desarrollo de ciertas condiciones objetivas ligadas al proceso de conformación de un mercado nacional hará que la idea de un sistema nacional de educación tome un carácter de necesidad ineludible.
Durante la segunda mitad del siglo pasado y la primera década del presente, toda la polémica se centra alrededor del tema de los límites de la intervención del Estado en materia educativa cada iniciativa legal de reglamentación del artículo tercero constitucional es materia de discusión. Cada vez se registra el enfrentamiento de los liberales que podríamos denominar “realistas” partidarios de una acción positiva del Estado y los liberales “puros”, fieles al principio estricto y literal de la libertad de enseñanza.
Las mismas posiciones se manifiestan cuando se discute la obligatoriedad de la enseñanza, la reglamentación de las profesiones, las reformas curriculares, los métodos y contenidos del aprendizaje, etc. Si en conjunto la clase dominante tendía a adjudicarle al desarrollo educativo toda una serie de virtudes, sus más lucidos representantes eran bien conscientes de la eficacia específica de su expansión.
Emilio o Rabasa, por ejemplo, respecto de la educación afirmaba que “no se trata de una panacea ni social ni moral. Los vicios que achacan al mexicano, como la indolencia y la inclinación al robo, bastante conexos, están sujetos a
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