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La Educacion En Roma


Enviado por   •  25 de Noviembre de 2013  •  3.328 Palabras (14 Páginas)  •  339 Visitas

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LA EDUCACIÓN EN ROMA

Los niveles: la enseñanza elemental, la enseñanza media, la enseñanza superior

Las escuelas romanas, en sus aspectos generales, no son muy diferentes de las similares instituciones helenísticas, de las que son continuidad y adaptación, a un punto tal que la enseñanza es bilingüe: se estudian el latín y el griego, al menos hasta el Bajo Imperio, época en que el griego queda postergado, hasta perderse. No obstante, y en parte por la practicidad característica del romano, y también por la progresiva decadencia del espíritu, de los valores y de la cultura en general, se acentúa el recurso a los libros ­aparecen los manuales y las introducciones­ en detrimento del pensamiento y el juicio propios: la cultura se vuelve libresca.

La organización escolar contempla tres niveles de enseñanza, a los que corresponden tres tipos de escuelas: la escuela elemental, la media y la superior.

La Escuela Elemental

Es llamada ludus litterarius (juego literario), entendiendo la referencia al "juego" como a una actividad alejada de toda con­ notación práctica. Para los antiguos el saber ­como actividad y como resultado­ es desinteresado, vale y debe buscárselo por sí mismo (aunque luego sus aplicaciones en la vida cotidiana proporcionen alguna utilidad): humaniza al hombre, plenificando sus capacidades específicas.

El maestro, litterator (el que enseña las letras), o bien primus magister (primer maestro) o magister ludi (maestro de escuela), era un personaje bastante despreciado, porque se dedicaba a los más pequeños en el aprendizaje más elemental, y porque vivía de su salario, teniendo en cuenta que era muy mal remunerado. Según cuenta Marrou , "era preciso reunir un conjunto de 30 alumnos para asegurarse una retribución equivalente a la de un artesano calificado, por ejemplo un albañil o un carpintero", y no era fácil encontrar tantos alumnos, de allí que no pocas veces el maestro debiera buscar alguna otra ocupación para redondear una suma que le permitiera vivir. Sin embargo, con el andar del tiempo, en los últimos años del Imperio la concurrencia a las escuelas se hizo tan numerosa que hubo que hacer divisiones dentro de las clases, atendiéndose en ellas a la capacidad de los alumnos, su ritmo de trabajo, sus progresos, los temperamentos y su atención y aplicación. Los maestros debieron ayudarse entonces para el trabajo, tomando un asistente o bien encargando tareas de repetición a los alumnos adelantados.

El edificio de la escuela era alquilado y consistía en un local abierto preferentemente ubicado en los pórticos del foro, y aislado del bullicio por una espesa cortina. Por todo moblaje tenía un asiento con respaldo (cathedra, cátedra) situado en una tarima, para el maestro, y en el caso de los alumnos sus asientos eran sin respaldo y escribían sobre sus rodillas.

A esta escuela llegaban los niños desde sus siete años, para dejarla alrededor de los once o doce, en pos de la enseñanza del grammaticus o profesor de enseñanza media. También las niñas concurrían al establecimiento, si bien a veces se les ponían preceptores privados, con mayor frecuencia que a los niños. Llegaban al alba, desde octubre hasta julio (el año escolar tenía una duración de unos ocho meses), acompañados de su pedagogo (paedagogus) o esclavo acompañante, necesario por los peligros de la calle. Por otra parte, este esclavo podía ayudar al niño con sus lecciones y, bien elegido, asumía la responsabilidad de la formación moral de su amito.

La jornada era de doble escolaridad, si bien el niño volvía a su casa para un almuerzo liviano. A la tarde concurría a las termas para un baño, y no había otra actividad física.

Fundamentalmente, el programa consideraba la lectura y la escritura, para esto utilizaban el método de la memorización. Lo primero que memorizaban era el nombre de las letras, luego las combinaciones para formar sílabas, y finalmente palabras. Quienes dominaban las letras recibían el nombre de abecedarii, quienes conocían las sílabas syllabarii y los que manejaban bien las palabras nominarii. Luego se trabajaba con frases breves ­máximas morales­ que, al tiempo que los ejercitaban en el reconocimiento y manejo de lo aprendido, les iban proporcionando una formación moral. Finalmente, accedían a textos de mayor extensión.3 LA EDUCACIÓN EN ROMA

Para la escritura, enseñada simultáneamente, se usaba la tablilla de cera o de alfarería, sobre la que se trabajaba con el estilo, o bien con el cálamo y la tinta. A veces el maestro guiaba el trazo del alumno con su mano (método tomado de los griegos); otras veces las letras estaban grabadas como hendiduras en la tablilla, y el niño debía seguir el surco grabado en la cera (método propio de la escuela romana). Los ejercicios se repetían una y otra vez, corregidos por el maestro o bien por un alumno mayor y adelantado. Los textos leídos y reproducidos por la escritura eran también memorizados, para ejercitar la facultad e ir proporcionando al niño un acervo de conocimientos, una cultura.

En cuanto al cálculo, se trataba fundamentalmente de aprender el vocabulario numeral, complicado porque el sistema era duodecimal. Se trabajaba con los dedos y con piedritas (calculi), pero ya entrado el período del Imperio también se hacían operaciones elementales, como recuerda san Agustín: "Uno y uno, dos; dos y dos, cuatro, era para mí una odiosa canción". En lo que se refería a conocimientos más complejos estaban a cargo de un especialista, configurando una enseñanza técnica.

Ante una enseñanza difícil y aburrida, no es de extrañar que los niños plantearan problemas de disciplina, que por lo general eran solucionados con reprimendas fuertes, y castigos corporales nada suaves, aunque desde los primeros tiempos del

Imperio los romanos mostraron repugnancia por tales métodos y, guiados por Quintiliano, apelaron cada vez más al estímulo y la emulación. Como concesión a los más pequeños, les dieron letras hechas de hueso o de marfil para que jugaran con ellas y comenzaran a reconocerlas, y también los premiaban con tortas con la forma de la letra que acababan de aprender.

La Escuela Media

No todos los niños que han transitado por la escuela elemental continúan sus estudios; más bien, sólo los de la aristocracia, o los hijos de comerciantes pudientes, y también las niñas.

El maestro, grammaticus, supera en salario al maestro de la escuela elemental, pero aún es muy poco lo que gana (lo que recibe mensualmente por alumno equivale a cuatro jornadas de trabajo de un obrero calificado), y pagado de manera irregular,

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