La Importancia De La Educacion Preescolar
pushita122515 de Mayo de 2012
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INTRODUCCIÓN
Entre los 3 y 6 años, los niños experimentan un desarrollo extraordinario de sus habilidades y motivaciones para pensar acerca de lo que hacen, predecir el resultado de sus acciones, el lenguaje y recordar sus experiencias mostrando que las vivencias que adquieren en el preescolar son significativas para su crecimiento integral.
El presente ensayo ha tomado en cuenta antecedentes de estudios referentes a la importancia que tiene la educación preescolar en el auge psico-social de los niños, así como la trascendencia que tiene dicha educación para sus años futuros como estudiante regular. En el mismo se destaca la opinión de una serie de autores conocedores de la materia, con los que se quiso complementar la información referente a la parte psicológica y pedagógica del problema planteado.
De esta forma se espera que toda la información recopilada para desarrollar esta investigación sea satisfactoria y con ella se cumplan los objetivos señalados.
DESARROLLO
Antecedentes:
Sobre el tema de preescolar, y la influencia que tiene éste en el desarrollo psicológico del niño, son numerosos los trabajos realizados por distintos investigadores. Entre estos se destaca el realizado por Cordeviola, M. (1986). El objetivo principal de éste fue el de " Determinar la trascendencia de la preparación que se recibe en el preescolar en la incursión del niño al sistema educativo formal". (pág. 23).
Bases Teóricas:
Desarrollo psicológico del niño en edad preescolar:
El niño tiene necesidad de explorar, conocer y actuar sobre el mundo que lo rodea y es a partir de allí que construye y avanza en sus conocimientos. El niño necesita tomar decisiones, planear y llevar a cabo acciones para así ubicar, dominar y controlar el ambiente que lo rodea.
Los diferentes procesos y manifestaciones psicológicas del niño no están todos presentes desde el nacimiento (como la presencia del lenguaje articulado); ni tienen las mismas características cualitativas en todas las edades (por ejemplo: los movimientos de un niño de 4 años son más complejos que los de uno de año y medio). También se da el caso de conductas que desaparecen con el paso del tiempo (como el gateo). Con esto se puede afirmar que el conjunto de cambios psicológicos que experimenta el niño con el aumento de su edad, se le llama desarrollo psicológico.
Cuando se habla de desarrollo psicológico se toman en cuenta una serie de cambios que ocurren en el tiempo en los ámbitos físicos, motor, cognitivo, emocional y de lenguaje del niño y que se caracteriza por una diferenciación donde las distintas manifestaciones psicológicas aparecen como fenómenos con carácter propio de una manera uniforme. Por ejemplo: las emociones del niño muy pequeño son pocas y simples y quizás se podrían resumir en agrado o desagrado, pero a los dos años se han diferenciado muchas de otras respuestas emocionales tales como rabia, sorpresa, alegría, etc.
Otra característica de este desarrollo es la denominada integración jerárquica en la que los diferentes procesos psicológicos del niño son controlados a niveles cada vez más altos de su psiquis, por ejemplo, los movimientos de un niño pequeño para tomar objetos son al comienzo solamente reflejos; cuando el niño crece, ese mismo tipo de movimiento pasa a ser controlado voluntariamente por éste, quien puede usarlo cuando lo desea para tomar algo que le interesa. Se puede decir que ese movimiento tenía una integración o control al comienzo y que luego ha pasado a controlarse a un nivel jerárquico más elevado.
Ahora bien, la atención educativa que deben recibir los niños preescolares debe interpretarse como un sistema de interrelaciones profundas entre el niño y sus compañeros, entre el niño y su maestro, la familia, el ambiente y la comunidad. En tal sentido es importante tener presente en qué momento un niño se encuentra en edad preescolar. Según Alonso, A. (1990):
El preescolar comienza cuando aparece el adualismo, conducta especial sumamente rara del niño en la cual el pensamiento mágico se mantiene todavía pero empiezan a venir realizaciones y procesos lógicos. Cabe la posibilidad de que aún con un pensamiento mágico existan ciertos esquemas que vayan apuntando a algo lógico. En ese momento es en el que realmente el niño deja de ser un infante para convertirse en un preescolar en el sentido del desarrollo y la variación; aun y cuando es difícil que se dé a una edad específica, por lo que debe ser objeto de un estudio individualizado (pág. 82).
Por lo anterior, se debe destacar que la individualidad es una condición que debe considerarse de forma primordial y por esto debe existir un esfuerzo permanente por hacer conscientes la naturaleza de las interrelaciones, aprovecharlas y canalizarlas a beneficio de las condiciones que rodean al niño, ya que las necesidades de cada uno difiere, y de acuerdo a dichas diferencias deben ser atendidos, logrando con esto que el pequeño llegue a ser un adulto equilibrado con un estado de conciencia que le permita participar activamente en su vida social futura.
Los cambios propios del desarrollo psicológico están determinados, además, por otros factores que influyen enormemente en su avance, como la interacción entre la herencia (características con las que el niño nace) y el ambiente (aprendizaje en el medio que se desenvuelve) las cuales interactúan permanentemente.
El niño también forma parte de un sistema de relaciones que influyen en su desarrollo que se inician en el hogar con sus padres y miembros de su familia, luego otros niños y adultos distintos, las relaciones en el colegio, y más tarde la comunidad en la que se desenvuelve. Como se mencionó anteriormente, los niños de edad similar presentan un desarrollo similar, pero existen grandes diferencias individuales que incurren en su ritmo de desarrollo, por ello, los cambios o etapas ocurren en una secuencia más o menos fija, pero el momento cronológico en que se dan varía de un niño a otro.
El desarrollo presenta períodos críticos en que el niño está particularmente dispuesto a experimentar cambios psicológicos significativos, donde las condiciones en que transcurren los primeros años de vida son sumamente importantes.
Con respecto a esto, Vegas de Sousa, M. (1989) señala:
Los años comprendidos entre los dos y los seis son los años mágicos de infancia, probablemente en ninguna otra época de su vida será confrontado con tantos desafíos, conflictos, ansiedad y temores. Es la época cuando el niño se aparta de su madre y ensancha su mundo para incluir en él a otros niños, otros adultos, nuevas habilidades físicas y motoras, intelectuales y sociales.
La evolución de la personalidad durante esta etapa de la vida se lleva a cabo principalmente por la práctica continua de una serie de conductas que la cultura le impone al niño por ser apropiadas para su edad, sexo, familia, escuela, etc. Estos factores innatos combinados entre sí y en interrelación con las personas significativas que pueblan el ambiente del niño, producirán un ser adulto con una personalidad clara, precisa y única. (pág. 24).
Las relaciones sociales infantiles forman parte fundamental en lo referente al desarrollo psicológico de los niños y éstas suponen interacción y coordinación de los intereses mutuos, en las que el niño adquiere pautas de comportamiento social a través de los juegos, especialmente dentro de lo que se conoce como su grupo de pares (niños de la misma edad, con los que comparte tiempo, espacio físico y actividades comunes). De esta manera pasan, desde los años previos a su escolarización hasta su adolescencia, por sistemas sociales progresivamente más sofisticados que influirán en sus valores y en su comportamiento futuro. El cambio hacia el mundo social adulto es apoyado por los fenómenos de liderazgo dentro del grupo de iguales, donde se atribuyen roles distintos a los diferentes miembros en función de su fuerza o debilidad. Además, el niño aprende a sentir la necesidad de comportarse de forma cooperativa, a conseguir objetivos colectivos y a resolver problemas entre grupos. La conformidad (obediencia de las normas del grupo social) con este grupo de pares alcanzará su nivel máximo cuando el niño llegue a la pubertad, y nunca desaparecerá del comportamiento social del mismo, aunque sus manifestaciones entre los adultos sean menos obvias.
Durante la edad preescolar aparece un notorio contraste entre el excesivo desarrollo de las facultades mentales y el crecimiento; esta diversidad es una de las grandes características de dicha edad y ha sido motivo de muchas investigaciones por parte de psicólogos y ha servido de base para plantear estrategias de educación, constituyendo esta última actividad uno de los más difíciles problemas de la pedagogía actual. Con relación a esto cabe citar a Lira, M. (de) (1990), quien opina:
Centrar la tarea del preescolar en el niño no significa de ninguna manera dejar la educación al azar de los deseos infantiles. Supone, por el contrario, una planificación rigurosa. Pero esta planificación no está ya basada en lo que los adultos creen que deben transmitir, sino en lo que sabemos que los niños pueden descubrir, en sus posibilidades reales de avanzar en la construcción del conocimiento.
A medida que el niño progresa en la construcción de su pensamiento es capaz cada vez de cooperar y avanzar en la construcción de ese pensamiento y a través de este desarrollo el niño será cada vez más solidario con sus compañeros y comprenderá
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