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Los nuevos países industriales: Europa Occidental y los Estados Unidos


Enviado por   •  9 de Febrero de 2022  •  Resúmenes  •  8.380 Palabras (34 Páginas)  •  120 Visitas

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Los nuevos países industriales:

Europa Occidental y los Estados Unidos

  • La industrialización de Europa continental
  • La economía europea en vísperas de la industrialización: Europa era un área conformada por muchas economías diversificadas y contrastantes entre sí, y se encontraba en un proceso de desarrollo y de cambio (Rev. Francesa). Holanda, Bélgica, Francia y Alemania eran los países que más se asemejaban a Gran Bretaña, pero los demás países, cuanto más lejos del centro estaban, su desarrollo era menor. La agricultura sufrió una serie de cambios muy importantes durante los distintos periodos de cambio. Siempre, el pionero con estos cambios fue Holanda, que para fines del siglo XVIII era el país más desarrollado en lo que a este rubro se refiere.

La producción industrial se llevaba a cabo según los métodos tradicionales y luego tuvo un  fuerte desarrollo de la industria a domicilio y de las “protofábricas”. El desarrollo de las industrias se había visto favorecido por el incremento de la demanda, la expansión del comercio y el avance de la urbanización. El intercambio comercial con el mundo extraeuropeo creció rápidamente a partir del siglo XVIII, proveyendo de materias primas y, en mucha menor medida, de mercados de consumo. Entre 1750 y 1780, la tasa de incremento demográfico osciló entre un 30 y un 50%.

Entre fines del siglo XVIII y principios del XIX, Europa continental vivió un proceso de profundos cambios institucionales, producto de la Revolución Francesa y de la expansión napoleónica, que fue acompañada por la aplicación de las reformas revolucionarias en los territorios ocupados. La Revolución Francesa ayudó a la creación de condiciones institucionales favorables a la industrialización.

  • Los procesos de industrialización:
  • El papel del modelo inglés: Inglaterra constituyó en gran medida el ejemplo que los nuevos países industriales debieron imitar, entre otras cosas porque el proceso de innovación tecnológica había otorgado fuertes ventajas a la economía inglesa, cuya industria era mucho más competitiva que la de Europa continental. Mientras que en Bélgica la adopción de las innovaciones fue muy rápida, en el caso de Francia la difusión de la nueva tecnología fue mucho más lenta, y las formas tradicionales de producción industrial siguieron teniendo un papel muy destacado hasta muy avanzado el siglo XIX. No existió un camino único hacia la industrialización, sino una multiplicidad de modelos, sin que necesariamente uno fuera superior a los otros. Las transformaciones que tuvieron lugar en Gran Bretaña cambiaron la situación de los países continentales, que debieron hacer frente a la competencia de los productos ingleses, que eran mucho más baratos, tanto en sus mercados internos como en los mercados de exportación. Europa continental pudo aprovechar lo denominado “ventajas del atraso", al imitar un ejemplo ya existente, copiando tecnología e incorporando recursos humanos y capitales.

  • La transferencia de tecnología:  la adopción de los nuevos métodos de producción debió enfrentar diversos obstáculos. En primer lugar, las restricciones impuestas por el gobierno inglés, que prohibía la exportación de maquinarias y la emigración de artesanos, con el fin de evitar la difusión de las innovaciones que otorgaban su superioridad a la industria británica. De todos modos existía el contrabando y la emigración ilegal. Pero, por otro lado, los países no tenían el personal capacitado para manejar la maquinaria, por lo que debieron hacer cursos personales y luego crearon escuelas para ingenieros y mecánicos.
  • El papel del estado: en la industrialización de Europa continental el papel del Estado fue mucho más activo que en Gran Bretaña. Los Estados estimularon el crecimiento industrial gracias a su capacidad de reestructurar las instituciones sociales, creando un ámbito favorable para el desarrollo de la empresa privada. También, se pusieron en marcha una serie de servicios como la educación técnica o los servicios de información oficiales. Además, el Estado contribuyó con ​​subsidios, tasas a la importación, garantías a las inversiones y concesión de préstamos en condiciones favorables, así como hacer de inversor y empresario.
  • Los bancos y los capitales: Hasta las primeras décadas del siglo XIX, el crédito bancario en el continente europeo era poco adecuado a las necesidades de la industria, ya que los bancos ofrecían créditos de corto plazo. Pero, a medida que avanzó la industrialización, surgieron nuevas formas de crédito que respondieron a los crecientes requerimientos de capitales. Otra novedad de la época fue el nacimiento de los bancos especializados en la financiación de la inversión industrial. El primero fue creado por el gobierno belga en 1822. Además de ofrecer crédito a largo plazo, realizaban otras operaciones que requerían las grandes empresas, como la capitalización y la emisión de títulos. También se crearon bancos de crédito industrial, especializados en ayudar al sector. A partir de la década de 1870, los bancos de crédito fueron reemplazados por un nuevo tipo de institución, los bancos de inversión.
  • La revolución de los transportes y las comunicaciones: Hasta la década de 1830, las principales innovaciones en el campo de los transportes y las comunicaciones consistieron en el mejoramiento de los medios tradicionales. En primer lugar, la extensión de la red de canales, que eran, junto con los ríos, el medio de comunicación interior más rápido y barato. También se mejoraron las rutas terrestres gracias a nuevas técnicas de construcción. Pero el invento más revolucionario fue el ferrocarril. Para mediados del siglo XIX, prácticamente todos los países europeos contaban con redes ferroviarias. Además, comenzaron a aparecer muy de a poco los barcos impulsados por vapor. Otro de los elementos centrales en la revolución de las comunicaciones fue el telégrafo, muy importante en el campo militar y en el político, pero también en la coordinación de los mercados financieros y comerciales.
  • El impacto del ferrocarril: Con el ferrocarril, por primera vez se logró abaratar el precio del transporte por tierra, que había sido siempre más elevado que el del transporte por agua e integrar mercados regionales y nacionales. Otro elemento central fue su rapidez, reduciendo ampliamente los tiempos. El ferrocarril fue un gran generador de eslabonamientos hacia atrás, conduciendo a nuevas inversiones en actividades proveedoras de insumos. La minería del carbón, la producción de hierro y acero, y la industria mecánica constituyeron los sectores más directamente afectados. También favoreció la difusión de la máquina a vapor como consecuencia del abaratamiento del transporte del carbón. En Gran Bretaña, fue primero la Revolución Industrial y luego los ferrocarriles, en EE.UU al mismo tiempo, y en el resto de Europa, el proceso fue inverso. Desde el punto de vista de la organización empresarial, los ferrocarriles pueden considerarse las primeras empresas modernas, movilizando capitales y recursos humanos a una escala sin precedentes. En los países europeos, el estado tuvo poca participación en la construcción de ferrocarriles, aunque a partir de 1840 empezaron a involucrarse para acelerar la construcción. La mayoría de los países terminaron la construcción de su red de ferrocarriles en 30 años.
  • Las primeras naciones industriales: Bélgica y Francia
  • La industrialización de Bélgica: Fines del siglo XVIII comenzaron con la industria textil y entre 1820 y 1840 se introdujeron en las industrias del carbón y el hierro. Después de Gran Bretaña, fue el país más industrializado de Europa y el más similar a los ingleses. El éxito del proceso de industrialización en este país tiene varias aristas:
  • la abundancia de hierro y carbón
  • disponibilidad de fuerza motriz, ya que parte del territorio está atravesado por ríos de corrientes rápidas que proporcionaban energía
  • la localización geográfica, que tiene cercanía con respecto a Gran Bretaña facilitándole la transferencia de tecnología, y la vecindad con Francia que le permitió contar con un mercado externo
  • la larguísima tradición industrial
  • contribución del Estado, invirtiendo en la infraestructura de transportes y promoviendo la creación de bancos de inversión
  • La industria textil: desde la Edad Media se había desarrollado en Flandes un centro de industria textil lanera. También allí, se habían expandido desde el siglo XVIII la industria del lino y la fabricación de telas estampadas de algodón. El hilado y el tejido se llevaban a cabo mediante el sistema de trabajo a domicilio, y las otras operaciones se realizaban en talleres urbanos. En los últimos años del siglo XVIII, comenzó la maquinización de la industria algodonera en la zona de Gante. Los primeros pasos se dieron en la fabricación de hilados, con la introducción de máquinas y de trabajadores ingleses. Se difundió rápidamente el uso del vapor, y algunas empresas empezaron a fabricar maquinaria textil. También en la industria de la lana empezaron a utilizarse máquinas de hilar desde fines del siglo XVIII. Las primeras fueron importadas de Inglaterra, pero, ya desde principios del siglo XIX comenzaron a ser fabricadas en la zona de Lieja, que era el centro metalúrgico.
  • La minería y la industria metalúrgica: La industria del carbón se desarrolló principalmente en la zona occidental y se utilizaban máquinas de Newcomen. Bélgica poseía varias cuencas carboníferas cuya producción se destinaba al consumo local y, sobre todo, a la exportación al norte de Francia. La modernización de la industria del carbón aumentó la producción y se constituyeron grandes empresas en reemplazo de las pequeñas cooperativas mineras. Bélgica fue el principal productor de carbón del continente europeo hasta la década de 1850. La industria del hierro también se había desarrollado desde mucho antes del siglo XVIII, especializados en la fabricación de clavos y en la producción de láminas de hierro, aunque después perdieron importancia. Aquí la Revolución Industrial significó una ruptura con la tradición, y hubo una clara separación entre las viejas y las nuevas fábricas. Estas últimas se establecieron según el modelo inglés, especializándose en la fabricación de máquinas de hilar destinadas a la industria textil lanera de las áreas vecinas, y, más tarde, en la producción de máquinas a vapor. A fines de la década de 1820, la firma Cockerill era probablemente la mayor empresa industrial del continente. Era, además, una empresa integrada verticalmente, que incluía minas de carbón y de hierro, altos hornos, refinerías, laminadores y fábricas de maquinaria. La otra zona tradicional de producción de hierro era la de Charleroi. en la que desde inicios del siglo XIX comenzaron a utilizarse los métodos ingleses para la fundición y laminación del metal.
  • Rasgos significativos: es un ejemplo muy claro de industrialización por difusión del modelo inglés, a través de la transferencia de tecnología, de recursos humanos y de capitales. Otro de los rasgos distintivos fue el papel asumido por el Estado. Su acción se orientó, en primer lugar, a estimular el desarrollo de la industria, y a partir de la década de 1830, a evitar las protestas obreras y el alza de los salarios. Paradójicamente, la Revolución Industrial tuvo lugar en Bélgica en un período de gran inestabilidad institucional. Durante el siglo XVIII estuvieron bajo dominio austríaco, y luego bajo dominio francés. Recién en 1830 se convirtieron en una nación independiente. La industrialización comenzó en la época austríaca, etapa en la que el gobierno ayudó a proteger a los fabricantes locales contra la competencia de Inglaterra y Holanda. Se aceleró durante el dominio francés, gracias a la extensión del mercado a todo el imperio napoleónico, lo que favoreció, sobre todo, a los textiles. Por último, el gobierno independiente, desde mediados de la década de 1830, construyó y explotó las principales líneas ferroviarias. Otros de los rasgos característicos del modelo belga fueron el activo papel de los bancos y la temprana constitución de grandes sociedades.  Los bancos de inversión tuvieron un papel muy importante en el proceso de industrialización, ya que favorecieron la formación de sociedades anónimas y sirvieron para atraer capitales extranjeros. Algunas de estas grandes empresas estaban, a su vez, bajo el control de los grandes bancos, que a cambio de los créditos otorgados habían obtenido participación en el capital accionario. En Bélgica se desarrollaron muy tempranamente las grandes empresas industriales, favorecidas por una legislación que facilitaba la formación de sociedades anónimas. La sociedad belga contó con un empresariado que contribuyó activamente a la industrialización, gracias a su disposición a adoptar las innovaciones. La financiación de la Revolución Industrial provino de diversas fuentes. Por una parte, de la inversión de las viejas dinastías de comerciantes e industriales; por la otra, la nobleza y los rentistas invirtieron a través de los bancos.
  • La industrialización de Francia: Modelo que se diferenció en varios aspectos del original modelo británico. No se considera ni mejor ni peor, solo se hace una noción de que tenía cierto retraso respecto de los modelos denominados “a seguir”. La industrialización francesa fue una industrialización sin “revolución industrial”, o, al menos, sin una etapa de despegue claramente identificable. Constituyó un proceso gradual y sin un ritmo uniforme. Este proceso se vio interrumpido con la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas (1789-1815). Existieron dos grandes oleadas de industrialización, la primera tuvo lugar, en gran medida, dentro de las formas de producción tradicionales entre 1815 y 1860. Durante 15 años el crecimiento fue más lento pero una nueva etapa de expansión tuvo lugar desde mediados de la década de 1885 hasta las vísperas de la Primera Guerra Mundial, con la aplicación de las innovaciones en las industrias. La agricultura siguió teniendo una alta participación en el producto total del país. En 1846, la población urbana representaba sólo el 25% del total, contra un 75% de población rural. En 1901, todavía el 59% de la población vivía en el campo.
  • La economía francesa en el siglo XVIII: Francia era uno de los países más ricos de Europa durante el 1700, a un nivel muy similar al de Gran Bretaña. El sector más importante era el de la industria textil, en particular la de la lana, difundida por todo el territorio. En las últimas décadas comenzó también a expandirse la industria del algodón, que adoptó rápidamente las innovaciones provenientes de Gran Bretaña. El Estado, que contribuyó activamente a la creación de grandes empresas para la producción de bienes de lujo como gobelinos, porcelanas y cristales. para el historiador Crouzet la diferencia fundamental entre las economías francesa y británica residía sobre todo en el terreno tecnológico. El desarrollo industrial francés se dio en un marco de industria tradicional, ya que su demanda no le exigía una gran innovación, mientras que el crecimiento de la producción en Gran Bretaña estuvo signado por la innovación.
  • El impacto de la Revolución Francesa: El impacto sobre el proceso de industrialización fue ambiguo. Desde el punto de vista económico tuvo efectos negativos, como la pérdida de su imperio colonial, de mercados externos y de fuentes de abastecimiento. Por otro lado, muchas de las reformas institucionales impulsadas durante la Revolución y el Imperio beneficiaron en el largo plazo el desarrollo industrial: nuevas legislaciones para la creación de empresas privadas, nuevas políticas educativas, como escuelas para la formación de profesionales y, la modificación de la agricultura, con la abolición del sistema feudal.
  • Industrialización en el siglo XIX, dualismo industrial francés: La expresión “dualismo industrial” es utilizada para caracterizar el desarrollo industrial de Francia en el siglo XIX. El término hace referencia a la coexistencia de formas tradicionales y formas innovadoras de producción. En los dos primeros tercios del siglo, las formas modernas de producción industrial continuaron siendo excepcionales. Además de ello, la industria francesa del siglo XIX fue mano de obra intensiva. Se caracterizó más por la movilización y organización sistemática de la mano de obra que por la introducción masiva de técnicas nuevas. En las empresas era muy frecuente una organización dualista en la que existían distintos tipos de combinaciones, como hilado en fábricas y tejido a domicilio. Uno de los sectores que reviste particular interés es el de la industria de la seda porque era uno de los productos más exportados pero que se fabricaba en industrias a domicilio. Como respuesta a la crisis de la agricultura que desaceleró el crecimiento entre los años 1860 y 1880, la industria se modernizó, y a partir de la década de 1880 se aceleró la inversión en equipos. Se difundió masivamente el uso de la máquina a vapor, y, en general, las industrias tradicionales se mecanizaron. En esta etapa también se incrementó la financiación bancaria de las inversiones industriales y creció el número de sociedades anónimas.
  • Los sectores de la actividad industrial: En cuanto a recursos naturales, Francia era uno de los países con menor cantidad. Ello explica, en cierta medida, la lenta difusión de la máquina de vapor y el papel menos protagónico jugado por la industria del hierro y la del carbón. Francia vendía el carbón a un costo mayor ya que las minas se encontraban a una gran profundidad. La industria textil fue uno de los sectores que más se expandió y en ella fue muy visible la combinación de viejas y nuevas técnicas de producción. El sector que más se modernizó fue el del algodón. El algodón impulsó, a su vez, el desarrollo de otros sectores: industria química y maquinaria, tanto maquinaria textil como otros productos mecánicos, incluyendo locomotoras. En la industria de la lana, en cambio, fue mayor la persistencia de los métodos de producción tradicionales. El otro sector destacado en la industria textil era el de la seda.
  • Las empresas y los empresarios: Algunos historiadores le atribuyen la lenta industrialización de Francia, además de todo lo nombrado anteriormente, a una presunta falta de espíritu innovador por parte de los empresarios. Landes centró su argumentación en las características de los empresarios franceses, a los que consideraba conservadores, hostiles a lo nuevo y lo desconocido, y, por lo tanto, poco dispuestos a aceptar la innovación. Pero en la industria francesa no siempre la opción más racional era la modernización tecnológica. Los métodos de producción tradicionales presentaban una serie de ventajas, y el sistema industrial funcionaba con mínimos costos y con los menores riesgos. Desde esta perspectiva, los empresarios son percibidos como empresarios racionales que se adaptan a las condiciones del mercado y sacan ventajas de la combinación de lo viejo y lo nuevo. También, el poco desarrollo de las empresas podría ser consecuencia de las condiciones del mercado, en el que la demanda de productos industriales era reducida y el nivel de urbanización, bajo. Por otro lado, las empresas familiares no fueron necesariamente poco competitivas.
  • El debate sobre este modelo de industrialización: todo el debate nace desde la comparación de tasas de crecimiento de Francia con los demás países europeos pero, sobre todo, con Gran Bretaña. Además del lento crecimiento económico, también lo fue demográficamente, por eso el PBI no era muy diferente al de los otros países, pero había que comparar poblaciones. Igualmente, no hay que olvidarse que Francia se autoabastecía en la agricultura. Los historiadores O’Brien y Keyder concluyeron que a lo largo del siglo XIX no hubo tanta diferencia entre Francia y Gran Bretaña en lo que a crecimiento general se refiere. Hacen hincapié en las diferencias sectoriales, sosteniendo que la industria francesa fue competitiva al concentrarse en actividades para las que tenía ventajas relativas, y deducen que, a pesar de la menor difusión de la innovación tecnológica, la productividad de la industria francesa no fue inferior a la de la inglesa. Además, subrayan los costos sociales del proceso, donde la calidad de vida francesa y la distribución de la propiedad privada eran superiores. El desarrollo francés puede ser considerado como una “transición humana”.

La industrialización en Alemania

A principios del siglo XIX, los mayores obstáculos a la industrialización alemana eran de orden institucional. Su territorio se hallaba fragmentado en una gran cantidad de unidades políticas independientes, y ello creaba fuertes trabas para la formación de un mercado interno unificado. El comercio interior se veía limitado por innumerables barreras aduaneras, diferentes monedas y monopolios comerciales.

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