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OLIGARQUIA Y CACIQUISMO, COMENTARIO HISTORIA


Enviado por   •  10 de Mayo de 2015  •  1.559 Palabras (7 Páginas)  •  493 Visitas

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COMENTARIO: OLIGARQUÍA Y CACIQUISMO

El texto que se va a comentar es un fragmento original (fuente primaria) de temática socio política que procede de la obra de Joaquín Costa "Oligarquía y caciquismo, colectivismo agrario y otros escritos", publicada en Madrid en 1901. Joaquín Costa, fue el ideólogo del Regeneracionismo, movimiento de opinión que nace tras el desastre de 1898. Tras esta derrota, a los dirigentes políticos y a los intelectuales les sorprendió la pasividad con que la opinión pública reaccionó a la pérdida del Imperio colonial; solo alterada por el dolor y las protestas ante las pérdidas humanas. Ni la guerra cubana ni el Desastre de Anual provocaron un movimiento de exaltación nacionalista. Los políticos justificaban el sacrificio de la flota en batallas que llevaban a una derrota segura con la idea de salvar la dignidad patria y evitar al país una humillación nacional. Pero la opinión pública no reaccionó como esperaban: aceptó la derrota con resignación y con fatalidad. La convulsión se produjo entre los políticos y los intelectuales, no entre las clases populares. Entre quienes analizaron las causas de esa situación destacaron una serie de intelectuales, los llamados regeneracionistas el más conocido de los cuales fue Joaquín Costa. Para ellos, el origen del problema estaba en el aislamiento del cuerpo electoral del país, la corrupción de los partidos de turno y el atraso económico y social que España tenía respecto a los países europeos más avanzados.

Para cambiar la situación propusieron programas basados en la reorganización política, la dignificación de la vida parlamentaria, la reforma educativa, la acción orientada hacia la ayuda social, las obras públicas y, en definitiva, una política encaminada al bien común y no en beneficio de los intereses de la oligarquía.

Pero los regeneracionistas se quedaron en la teoría. No quisieron formar partidos ni participar en la vida política. Por ello su crítica, con ser un revulsivo valioso, fue estéril, porque no trascendió en un movimiento político concreto con capacidad de acción.

El eje central del texto, es la denuncia del autor a la corrupción del Gobierno oligárquico y caciquil, implantado en la España de la restauración como queda justificado a lo largo del texto con las siguientes ideas:

En primer lugar, el autor parte de la "forma de gobierno" que es proclive a abusos. Restaurada la monarquía borbónica, el gobierno instaurado por D. Antonio Cánovas del Castillo y aprobado por el Constitución de 1876 se fundamentaba en una Monarquía Parlamentaria, bicameral y bipartidista (Conservadores y Liberales) que alternaba en el poder bajo un sistema turnista. El turno era una fórmula política de ventaja inmediata que, gracias a la manipulación electoral, daba a ambos partidos la posibilidad de alternarse en el gobierno de forma pacífica.

A continuación describe a la clase minoritaria (Oligarcas, Caciques y Gobernador Civil) pero dominante, ante la que está sometida la Nación que "gime rendida y postrada".

El sistema quedaba asegurado por un liderazgo de los partidos, constituido en comités o círculos (no eran partidos con organización interna), en manos de "notables" centrado en Madrid. La procedencia de los hombres que se dedicaban a la política profesional era muy variada: famosos abogados, prestigiosos profesores, ricos terratenientes, triunfadores hombres de negocios, etc. Los dirigentes políticos más destacados, siempre mantuvieron estrechas relaciones con los individuos más ricos y poderosos que formaban la elite económica de la burguesía y la aristocracia del país y eran los encargados de organizar la maquinaria electoral.

El cacique, verdadero manipulador y controlados del voto. La palabra cacique era de origen americano usada para designar a los jefes caribeños precolombinos que ejercían un poder arbitrario sobre la comunidad indígena. En la España del s. XIX comenzó a utilizarse para designar a los individuos más poderosos e influyentes de cada localidad. La mayoría de los caciques solían ser los mayores terratenientes, los propietarios de las fábricas locales, los prestamistas o los comerciantes más prósperos que aprovechaban su posición económica dominante para extender y afianzar su control sobre toda la comunidad rural.

El caciquismo era un residuo de las antiguas relaciones señoriales y suponía la dependencia personal. Los caciques eran miembros de una elite local o comarcal caracterizada por tres notas distintivas: su arraigo en un medio geográfico, económico y social concreto, su predominio personal en una sociedad cerrada y su función de intermediario ante el estado. Mientras el resto de los personajes, diputados, funcionario eran intercambiables y dependían de Madrid, el cacique permanecía fijo. El entramado caciquil formaba una especie de tupida red piramidal y jerarquizada, de manera que en su interior podían distinguirse varios niveles:

a.- Los caciques que ocupaban las posiciones de poder más altas, eran también los grandes dirigentes de los partidos políticos, que desempeñaban con frecuencia cargos como ministros en los diferentes gobiernos.

b.-

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