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Proyecto Imperial Borbón: "Dinámicas Y Nociones En España Y América Durante El Siglo XVIII"


Enviado por   •  26 de Septiembre de 2012  •  7.017 Palabras (29 Páginas)  •  1.401 Visitas

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Proyecto imperial Borbón: “Dinámicas y nociones en España y América durante el siglo XVIII”

Introducción

El presente trabajo se realizará en base a las dinámicas producidas a raíz de procesos, que dieron lugar al proyecto imperial borbón durante el s. XVIII. Durante la Colonia, tanto en el contexto de España como en el de América, vemos dos grandes proyectos imperiales: la casa de Austrias (s. XVI Y XVII) y la Casa Borbona desde el siglo XVIII. La ruptura de la Casa de los Habsburgo en el eje de las dinámicas coloniales y peninsulares trajo consigo nuevos “movimientos” en cuanto al ordenamiento de los espacios en diversas categorías, tanto políticas, económicas y sociales. Esta contraposición de proyectos imperiales responde a la heterogeneidad y al movimiento imperial español que no fue por ningún motivo estático, sino más bien en constante cambio. Si por un lado, la casa de Austria nos mostró un modelo político relacionado a la misión monárquica de salvar almas, y de una política pastoral; veremos que las reformas borbónicas se darán desde otros prismas más vinculados a un intento de control del imperio, legitimando el poder en fundamentos políticos, ya no de origen sobrenatural. Si antes teníamos una percepción de vivir en “policía”, ahora hay una noción de “civilización”. Con los Habsburgo había doctrineros y sacerdotes, ahora hay ejércitos. Comienza una tensión en américa vinculada al antiguo “pacto colonial”, y se tensa la idea de los viejos equilibrios coloniales. Las reforma borbónicas provocan un tono de distancia entre los grupos regionales y la monarquía, restándoles poder y legitimando el poder de esta tanto en la península como en américa. Hay que tomar en cuenta todo el poder acumulativo que encontramos hasta el s. XVII en las élites y que choca de forma contundente con las nociones ya anteriores por mas de dos siglos; y una imposición imperialista borbónica que trae consigo desbaratar todas las viejas ideas.

Por ello, en este trabajo que tendrá como objetivo visualizar, a través de varios argumentos, como se gestaron los procesos entre la Casa de Austria y la Casa de los Borbones, explicaremos en un primer apartado el contexto español durante el siglo XVIII (consecuencias de las reformas borbónicas y las guerras de sucesión) y en segundo lugar; un apartado que explicará como se dieron las nociones borbónicas en América. Esto, explicado a raíz de algunos textos de época, como también en dos textos de autor John Lynch. Puntualmente “La España del siglo XVIII” en el primer apartado e “Historia General de América Latina V: La crisis estructural de las sociedades” en el segundo apartado de este trabajo. También se encontrarán aportaciones de algunos artículos académicos de otros autores, que servirán para reforzar las ideas de los dos textos de Lynch usados en este trabajo, como también para sustentar las fuentes primarias.

Introducción a: “Contexto de la península española”

Antes de comenzar a trabajar los resultados acontecidos en la centuria del 1700 en las colonias americanas, es importante tomar en cuenta varios aspectos en lo referido a la España del s. XVIII y diversas coyunturas que dieron lugar a una variada gama de nuevas formulas de entender el imperio español, tanto en Europa como en América. Este cambio, se formula a través de los procesos políticos, sociales, culturales y económicos que trajo un nuevo proyecto imperial: la monarquía borbona. En primer lugar habría que decir que este “cambio” no es drástico (Lynch, 1991: 5) y no puede verse el paso de la casa de Austria a la Borbona como un segmento bien limitado y contenido. Además, no hay que olvidar los sucesos acontecidos durante la guerra de sucesión en la primera década del siglo XVIII y como esta formula de gran manera el panorama de España en relación con toda Europa. En segundo lugar habría que entender el debilitamiento de la Corona y el poder regional de las burocracias existentes tanto en América como en Europa. La Corona existía, pero carecía de poder (Ídem: 7) y los grupos burócratas querían manejar este poder. De hecho durante el siglo VXII el poder de la Corona fue sustancialmente debilitado por las élites regionales (Ídem: 5). Como tercer punto es importante decir la pobreza reinante en donde las comunidades agrícolas se autoabastecían, sin quedar ningún tipo de excedente el cuál quedaba en arriendos, deudas, etc (Ídem: 7 – 8). Como cuarto punto y no menos importante, es la lógica en la cuál se estaban dando las dinámicas en América. Es cierto que producían metales preciosos y todo tipo de productos para Europa, pero también tenían un mercado interno que fortalecía aún mas las burocracias regionales en las colonias (Ídem: 18) y alejaban cada vez más a la Corona de Castilla, quién como veremos mas adelante, tendrá desventaja en las ganancias incluso en relación a otros países de Europa. Incluso se verá como hasta los indígenas se vinculan en estas nociones económicas en las américas. Para ayudar a entender estos puntos empezaremos de una forma que será un tanto cronológica, aunque iremos “intercalando los puntos”, lo cuál servirá para entender y contextualizar desarrollos y procesos históricos.

1) Corona de Castilla: Contexto siglo XVIII

Ya en 1665 se podía ver un poder de la corona de Castilla que estaba muy disminuido por la autonomía de las élites regionales y como el proyecto austriaco había contribuido a un debilitamiento de la casa real, dándole “libertad” y autonomía a estos grupos. La nobleza y la burocracia eran quiénes ostentaban el poder durante el siglo s. XVII (Lynch: 7-8). Había una economía desigual que se articulaba tomada de la mano con variadas mortandades y miserias para toda la población: estas eran la peste, la sequía y un proceso de inflación que deambulaba muchas veces a una deflación (Ídem: 9 – 10 – 11). Por ello se necesitaba un fortalecimiento del reino español, de un monarca absolutista quién marginara a la aristocracia, devolviera el poder a la corona y que arreglara los males que sucumbían a toda España. En hechos puntuales, los monarcas en sí, como dirá Lynch, no eran los culpables de tales males y de hecho ni siquiera los mismos burócratas. Sino que las instituciones eran quiénes habían construido estas formas de privilegios aristocráticos:

“Los aspectos mas negativos del gobierno real no eran los monarcas ni los burócratas sino las instituciones. El poder de la corona se veía capidisminuido por la autonomía regional y los privilegios aristocráticos, que impedían que se tratara a todos los súbditos como iguales ante la ley y ante los recaudadores de impuestos. Las constituciones de Aragón, Cataluña y Valencia convertían a esas regiones en enclaves privilegiados y les otorgaban una semiautonomía que las diferenciaba del resto de España”.

(Ídem: 6)

En efecto, el monopolio español venía en caída durante el s. XVII (Ídem: 13) pero este no hay que visualizarlo y representarlo de manera estática. Nos referimos a que no hay que pensar estas nociones de manera “totales”. España, dentro de los últimos decenios de la casa de Austria si había recibido ingresos y en algunas oportunidades bastante altas. De hecho, ya España estaba recibiendo estos altos ingresos antes de lo Borbón (Ídem: 21). Esto que decimos es para que se entienda que el debate no está en cuánto dejaba o recibía en bruto la corona, sino que las lógicas acerca de que la corona asumiera un papel de poder absoluto, dejando a un lado las élites regionales ya venían a priori; unas decenas antes de la llegada de Felipe V. Esto lo hacemos notar para no pensar, como dijimos en un comienzo, que el cambio fue drástico y que ocurrió en un abrir y cerrar de ojos, sino mas bien a través de diversos procesos que fueron rompiendo con las élites locales que enviciaban el poder y la autonomía ininterrumpida que estaban teniendo. España al controlar “teóricamente” las colonias si recibía ingresos, pero el problema insistimos estaban no tanto en lo “bruto” sino más bien, en la independencia regional que existía tanto en el mundo peninsular como en el americano. Es mas, antes de la llegada de Felipe V y aún bajo el dominio imperial de la casa de Austria, la Corona empezó a ver ingresos a fines del siglo XVII; ingresos de los cuáles habían sido privados ya desde un poco antes del s. XVII (Ídem. 22).

Las cifras negativas dirá Lynch , para la Corona castellana, se daba a causa de un imperio invadido por enemigos y debilitada por la privación de ingresos y una economía carente de manufacturas. Por ejemplo, Francia, Inglaterra, Holanda y Alemania, habían sido durante el siglo XVII, grandes recibidores de los beneficios del monopolio y la exportación. Además, el comercio ilícito, hacía descender el los impuestos y los ingresos de parte de las colonias eran ocupados por los mismos gastos coloniales (Lynch: 23). Todo esto cambió ya a partir del siglo XVIII, en donde los borbones lograron revertir en gran parte esta situación a través del impuesto a los colones y la lucha en contra de los extranjeros (Ídem).

Por todo lo anterior, se verán nuevas formas de ostentar el poder y que se centralizarán en un fortalecimiento de la corona de Castilla y de una idea imperial mas centrada en esta misma. Por ello, el imperio de los consensos (Austria) estaba pasando a un imperio ligado a otras dinámicas ligadas al control, en una deconstrucción del estado criollo y la implementación de un estado “de planta” tanto en las colonias de américa como en España para crear una sola idea u armazón; que se construirá bajo el amparo de “leyes comunes españolas” y una estructura imperial de carácter burocrática, pero con énfasis en una centralización de una nacionalización española. (Lucena: 69 - 70). De hecho:

“En la península la “Nueva planta”, puesta en práctica entre 1707 y 1716, había eliminado los derechos locales de Aragón, Valencia, Mallorca y Cataluña para crear un solo cuerpo de “leyes comunes españolas” y reorganizar tribunales… “

(Lucena: 69)

Ahora bien, y sin dejar escapar nuestra apartado que está evocado al contexto en la península, no es en ningún modo negativo ir hilando ya estas nociones de imperio de “planta”, centralizado en leyes comunes españolas, a las respuestas americanas, que veremos con profundidad en el siguiente apartado. Por ello, es menester decir que estas formas de dar lugar a las nuevas dinámicas son respondidas como una forma equivocada de entender los contextos, tomando en cuenta las diferencias que podrían haber entre este nuevo proyecto imperial borbónico en el siglo XVIII, y lo que está aconteciendo y como se daban las lógicas de poder en América. Se debía entender estas lógicas en pro de las circunstancias y los gobiernos locales, no a través de principios universales imperiales, en donde existió un esfuerzo por homogenizar el territorio español tanto en Europa como en América, en pos de una idea imperial (Lucena: 71 – 75) .

De hecho es muy interesante para este caso la aportación de Jerónimo de Ustariz, en “Theoría y práctica de Comercio y de marina” de 1724 (ampliado y revisado en 1742 por el mismo autor). Este texto de época nos ayudará a entender lo que hemos venido diciendo.

Hay que tomar en cuenta que durante todo el s. XVIII, la corona envió visitadores a fortalecer el poder del Estado colonial para que se obtuviese el mayor rendimiento de sus posesiones de ultramar. Por esto, es que los intereses de los colonizadores fueron sacrificados en beneficio de las necesidades de la metrópolis, en este mismo juego de nuevas dinámicas en favor de la Corona. Este nuevas formas de entender las relaciones Corona – regiones, dio una especie de reciprocidad entre la Corona y los navegantes quiénes, operaban bajo estas misma normas mercantilistas, en relación directa con el proyecto imperial Borbón. Las nuevas prácticas e innovaciones venían inicialmente desde el norte de Europa.

“En este sentido, pues, pretendo a los pies de V.mag. estos discursos y reflexiones sobre comercios, y marinas, acompañados de noticias segura de las reglas con que otros reinos, y republicas prosperan en uno, y otro asunto, y que he observado, así en sus libros y papeles manuscritos, como en los viajes, que en el discurso de veinte años, hice con alguna aplicación, por Francia, Inglaterra, Flandes , Holanda y parte occidental de Alemania”.

(Ustariz: Pág. 4)

Ahora bien, a pesar de estos “agasajos”, vemos en este mismo autor ciertas “quejas” hacia las ideas borbonas que estaban desarticulando las nociones anteriores:

“las causas de la decadencia de esta monarquía que son el castigo de las negligencias y ceguedad en las disposiciones del comercio”

(Ídem: 46)

Ustariz da “consejos” y hace una crítica hacia como se están formulando las dinámicas desde la Corona Borbona. De hecho (y habría que puntualizar) que Ustariz hace recomendaciones bastante sencillas: Decía que las tasas arancelarias siempre debían distinguirse entre los productos primarios y los artículos elaborados, que la mercancía importada siempre debía pagar cuotas más altas que las exportaciones de productos originarios. Ustariz propone una política activa de procuración con respecto a equipo, municiones y uniformes de las fuerzas armadas, de manera que todas las importaciones vinieran directamente de España. La principal preocupación era la creación de una Armada Marina, con esto construir navíos armados en los Arsenales reales. “El establecimiento de las manufacturas en España es la principal providencia en que se ha de vincular la restauración de la Monarquía” (Ídem: 238)

“Los fabricantes consumen, por ende, que en lo referido están pagando por enteros los derechos, que en lo referido están impuestos, así para la Real Hacienda" (Ídem: 46)

Desde 1700, España se vio fortalecida y creó a través del modelo francés, ciertas nociones que hicieron debilitar la supremacía regional de la cuál hemos estado hablando. Las guerras civiles a partir de esta fecha reforzarán al estado español, quién aprovechará estas circunstancias para dominar la aristocracia. Incluso, habría que decir que todas estas dinámicas nuevas entre la Corona y las regiones, dieron lugar a fenómenos tales como que la riqueza era quién definía las clases y no una posición determinada. De hecho, en el avance hacia un absolutismo, la corona articuló una marginación hacia la aristocracia, además de un control hacia la Iglesia (Lynch: 12). Todo esto, se podrá ver entre distintas etapas en el tiempo, que se fueron vinculando y sucediendo, a través de varias situaciones entre la Corona y las distintas clases sociales de España. En primer lugar, habría que volver a remarcar que la corona empezó a recuperar las ganancias perdidas durante el s. XVII. Esto se nota ya desde fines del diecisiete, especialmente en las zonas periféricas en donde encontramos al alto clero, a la alta nobleza, y a la burguesía marítima, en desmedro de las regiones interiores donde existían grupos de campesinos y artesanos (Ídem: 12). Esta desigualdad se nota bastante a partir del crecimiento demográfico existente, que dio lugar a una intensa demanda de productos agrícolas que a su vez dieron espacio a precios mas altos de estos productos y en consecuencia, mas ganancia para los grupos terratenientes. A pesar de esto, el Estado trató a través de algunas reformas (que fueron vapuleadas por el orden de grupos influyentes y poderosos) revertir esta situación, desde 1740. Al no lograrse esto, la corona tuvo que impulsar sus “intenciones” a través de ciertos criterios de colaboración y apoyo de las clases aristócratas ilustradas (Ídem: 12 – 13):

“El crecimiento agrario se dejó en manos de las fuerzas del mercado y el Estado concentró su atención en el comercio de ultramar y en los recursos coloniales. En la medida en que quedaba asegurado el crecimiento en el marco existente de privilegio y monopolio, los grupos de intereses se sentían satisfechos y se evitaba al confrontación.”

(Ídem: 13)

Estas formas de políticas y de orden de los espacios ayudó a que el imperio borbón lograra apaciguar cualquier ánimo negativo de parte de los burócratas, satisfaciendo sus necesidades, sin despertar ningún tipo de enfrentamientos. Ahora bien esta paz “tácita” a partir de 1790 empezó a resquebrajarse en la medida que la Corona para poder implantar nuevos modelos en relación al crecimiento debía cortar o en palabras más académicas, abolir los privilegios, como la liberalización de las políticas agrarias o la ampliación del mercado (Ídem: 13). Todo esto, mas la llegada de la revolución francesa, y la consecutiva pérdida de las colonias americanas a raíz de la misma revolución (tema del cuál no ahondaremos mucho, para concentrarnos mas que nada en las dinámicas borbonas), dieron lugar a un estado de fracaso y bancarrota que llevó al imperio Borbón al límite. Ya para 1808, y con los recursos americanos ya casi en su totalidad perdidos, España cayó en una crisis y por consiguiente a una bancarrota.

2) Imperio Borbón y guerras de Sucesión: 1700 - 1712.

Las guerras de sucesión, son importantes para seguir entendiendo el contexto español durante la centuria del 1700. Por ello sin hondar tan profundamente en estos acontecimientos - pues nuestro trabajo buscar explicar como las nociones imperiales borbónicas fueron desmantelando los poderes regionales tanto en la península como en América - nombraremos estos sucesos para entender las lógicas que dominarán este siglo.

Primeramente, y como ya es sabido, España buscaba rey a la muerte de Carlos II “El Hechizado”, quién no había dejado descendencia. Por ello tenemos, que la casa de Austria quedaba en “ascuas”; lo que provocó que Francia entrara en el juego por la sucesión. Aquí nos encontramos ante una dinámica bien particular ya que encontramos a dos sucesores: al borbón Felipe de Anjou y al archiduque Carlos, hijo del emperador de Austria . Carlos II, había dejado en su lecho de muerte a Felipe de Anjou (luego Felipe V) como sucesor, y acto seguido, también dejaba la tarea de no dejar desmembrar el imperio (Lynch: 24).

Se armaban dos alianzas: España y Francia en el frente Borbón, con Felipe de Anjou a la cabeza, frente a Austria y sus aliados: República de Holanda e Inglaterra, con el archiduque Carlos al frente. A pesar de ello y que los ánimos se exaltaban ya a partir de 1700, no fue hasta ya 1704 que los frentes empezaron a articularse de maneras distintas y en “pugna”. De hecho, hasta 1704 la sucesión dada por Carlos II, parecía estar asegurada, lista y completa; pero no fue hasta ciertas manifestaciones que ya venían con anterioridad y que ya habían pasado la cuenta en los últimos días a Carlos II (Lynch: 25); que se observó la guerra de sucesión como una afrenta venidera y más sustancial.

Sin evocarnos tanto a términos armamentísticos, se puede afirmar que la Alianza de Austria tenía una supremacía en términos bélicos , lo cuál le permitió variadas victorias pero que finalmente no la llevaron al triunfo. De todos modos esta victoria aparente de la casa Borbona se pondrá en tela de juicio pues España; perdería “terreno” ante Gran Bretaña quién sería su gran competencia en la dominación en las américas, forjando en la península una auténtica pérdida de poder sustancial e irreversible (Ídem: 37).

En lo referido a las dinámicas durante estos años hasta 1712, podemos ver ocasiones en donde habría una casi respaldada victoria de la casa de Austrias, llegando incluso el mismísimo papa Clemente XI ha reconocer al archiduque como rey de España. De hecho ya en 1706, Felipe V ya veía caer su imperio español en manos de alianza de la casa de Austrias (Lynch: 30). Esto sumado al derrotismo de Luis XIV quién no confiaba en el liderazgo de su protegido en forma total - que a pesar de ellos no abandonó en términos bélicos y de alianza a Felipe V - (Ídem: 34 – 35), hacían de la guerra de sucesión para Carlos V una situación no del todo favorable. Sin embargo, varios levantamientos de la población y la elevación de Felipe V como un emblema de causa y el carácter católico, gracias a clero, emanciparon a la población en ayuda del monarca quién pudo afirmarse dentro de las situaciones que acontecían en 1706. De hecho, ya para 1710, y a pesar de ciertas situaciones desfavorables para Felipe, (como el nombramiento citado más arriba, promulgado por el papa Clemente XI), el monarca vuelve a tener el apoyo de las masas poblacionales e incluso, logra obtener ayuda de algunos sectores de la aristocracia. Esto último se ve en una carta enviada a Luis XIV enviada por 33 miembros de alta aristocracia, dando total apoyo a Felipe V (Ídem: 35). Desde 1710 se pueden observar variados acontecimientos que jugaron en pos de uno u otro “bando”. Las campañas militares dentro de la península entre 1710 a 1711, perdidas por los aliados de la casa de Austria y la repentina muerte del hermano del Archiduque Carlos fueron configurando ciertos aspectos que definen a los aliados como a la casa Borbona. De todos modos ni la derrota de los aliados en Brihuega ni en Villaviciosa, ni la muerte ya citada del emperador José I, desarticularon al Archiduque . De hecho habría que decir que sino fuera por el apoyo militar brindado por Francia y por el apoyo monetario desde América (Lynch: 35 – 36), la configuración última eventualmente habría sido distinta. De todos modos, y sea como sea el caso, la casa Borbona logró mantener el trono de España y su hegemonía casi total en América (a pesar de la ya citada “competencia” con Gran Bretaña durante todo el siglo XVIII), a través del tratado de Utrecht, el 11 de Abril de 1713.

Para terminar con este sucinto apartado, sólo agregar algunos aspectos finales:

a) La guerra de sucesión no fue una forjada a través de conceptos o ideologías, sino más bien a partir de intereses y aspiraciones de los distintos grupos presentes en el contexto de la guerra de sucesión (Lynch: 37).

b) Los catalanes tuvieron un distanciamiento con Carlos II a causa de la recisión vivida durante su monarquía. Esto explica (en términos generales) el no haber apoyado a Felipe V (Ídem: 37).

c) La población no tomaba parte u apoyo por ideologías enraizadas y bien delimitadas en una casa u otra. Lo hacían en base a la idea de “resistencia del ejército invasor”.

d) La gran aristocracia de Castilla fue muy cauta y hostil hacia los Borbones a causa de: convicción proaustríacas, ambiciones políticas y económicas, resentimientos personales y lealtades familiares (Lynch: 38) .

II) Cambio burocrático en América del siglo XVIII

Al contrario de lo que se suele pensar, las acciones de Napoleón sobre España, no fueron las gatillantes del movimiento independentista en la América del siglo XVIII. Este hecho, simplemente fue el catalizador de un proceso que llevaba bastante tiempo gestándose en el ceno del continente americano. Un conflicto de intereses entre la clase dominante, compuesta por funcionarios de la corona, oficiales de ejército, miembros de la iglesia y comerciantes europeos avalados por la corona española versus los Criollos, descendientes de españoles pero nacidos en América. Toda esta tención fue potenciada por nuevas políticas administrativas impuestas por la Casa de los Borbones, que apelaban a una reorganización completa tanto militar, comercial e institucional. Reforma que no agradaba a la comunidad criolla que temía por su autonomía, la que no necesariamente respondía a las necesidades imperiales.

Los principales factores que gatillaron este deseo emancipador fueron: El crecimiento demográfico, la economía imperial, la sociedad americana y las protestas populares. Factores que procederemos a explicar

- Crecimiento demográfico

Pasado ya casi tres siglos desde la primera oleada de colonos españoles en tierras americanas, la población de América se había multiplicado considerablemente. A los nuevos habitantes llegados desde Europa, se les debía sumar los pueblos originarios del continente americano que aumentaba su número tras sufrir la merma de su población a raíz de los conflictos armados y de las enfermedades traídas por los europeos. Además tras años de convivencia interracial se había formado una nueva clase, el mestizo, el cual era el resultado de la interacción entre pueblos originarios y los conquistadores europeos. La suma de los llamados Indios mas los mestizos superaban con creces a la población española peninsular, es decir, a los nacidos en España. Quizá por esto que en zonas de alta densidad indígena como lo era el México colonial o el Perú colonial, los criollos eran conservadores por instinto, evitando perder la protección que la corona española les entregaba y no sucumbir así a los designios de la mayoría indígena.(Lynch: 32)

A la súper población de pueblos originarios y mestizos, se le debía agregar el factor entregado por el comercio de esclavos, quienes llegaban a América principalmente desde África para trabajar en la expansión de cultivos tropicales y en las minas. Este mercado de humanos estaba abalado por la corona y se llevaba registro de todo el proceso mercantil, tal como si se tratase de cualquier otra mercadería. En un documento de la época podemos leer:

“A poco a menos debe a ver del puerto de la Navidad o de otro de Nueva España a las vistas de los busca mares, mil quinientas o seis sientas leguas, en estas yslas y lugares. A nuestra cantidad de esclavos que se venden a precio de sinco seis ducados cada uno y de aquí se producen los moros moradores en otras tierras, y los compran para se servir dellos y en su servi mueren captivos jentiles o moros. Parece que seria servi de dios y de su magestad mandar que se traigan a Nueva España porque debe ser gente de trabajo mejor o tan buena por lo menos como la de Guinea y Cabo Verde, y mas versados en el trabajo de minas (texto roto) de aquellas yslas y lugares y en esto se sirven de los moros.”

Informe sobre comercio de esclavos de las Islas Chamures (año 1.600)

Pero no solo existía flujo de mano esclava desde áfrica, también existía un continuo mercado laboral entre Europa y América de trabajadores libres que ingresaban al continente financiados por empresarios. Para graficar esto podemos mencionar el caso de tres cuadrillas de labradores de lino y cáñamo que acompañados de sus mujeres el 21 de noviembre de 1.777 dejaron Cádiz con dirección a la Habana y posteriormente a la provincia de Luisiana y a Caracas, todo esto en una embarcación contratada por su empleador, Pedro Ignacio del Campo.

De estos casos podemos notar la importancia de los puertos ubicados en el litoral Atlántico del continente americano, las que se transformaron en no solo epicentro de exportación, sino también en centros de recepción de colonos. Aun así, la cantidad de españoles ibéricos no superaba a la suma total de indios, esclavos y mestizos, los cuales llegaban a ser el 80% total de la población a mediados del siglo XVIII. (Lynch: 32)

Este poblamiento demográfico, acrecentó los conflictos existentes entre españoles y mestizos, quienes comenzaron a exigir tierras propias para trabajar, siendo los territorios de los indios los afectados. Pero el punto demográfico crítico llego cuando la lucha por el poder político se hizo evidente, donde la pequeña población de españoles peninsulares se vio enfrentada a la gran población de criollos que aspiraban al control del territorio americano, desligándose de la sombra de la corona española.

- Economía imperial

Desde el 1.650 hasta el 1.750, se vivió en América un periodo de cierta autonomía económica y administrativa denominado “Estado Criollo” Lynch: 33), esto gracias a la incorporación paulatina de criollos en puestos administrativos, ganando voz y voto en la determinación de asuntos tan importantes para las colonias, como la negociación de los impuestos. Estos cargos los llevaron a tener relación con las oligarquías locales, las cuales poseían un poder considerable como representantes de la corona, relaciones que muchas veces terminaron en sociedades de negocio, facilitando gracias a intereses personales lo que Lynch llama Pacto Colonial. Es decir una especie de acuerdo tácito entre las colonias y la corona española donde se mantenía la fidelidad al imperio y el orden establecido, a cambio de una cierta inhibición de la península, hacia los asuntos americanos, ganando las colonias de esta manera una considerable autonomía económica.

Con esta nueva libertad comercial, se formaron prolíficos mercados internos donde el comercio de productos agrícolas y artículos manufacturados, saciaban las necesidades de los pobladores americanos. Paralelamente, se crearon nuevos puntos de importación y exportación, naciendo gran cantidad de nuevos puertos tanto en las costas atlánticas de América, como en sus costas pacificas, lugares que gracias al continuo flujo, se transformaron en importantes agentes de penetración extranjera y motor de la autonomía colonial naciendo alianzas comerciales con mercaderes transcontinentales, principalmente holandeses, portugueses, franceses e ingleses.

Pero esta libertad adquirida por las colonias género un problema de legitimidad ante las exigencias emitidas por la corona, las cuales llegaron en su minuto a cuestionar por algunos la categoría de “colonias”. Sobre esto Noelia González Adánes expone:

“Conviven por tanto en el periodo dos visiones de América. Si, por ejemplo, Campomanes habla abiertamente de colonias, este nombre no aparece nunca en documentos oficiales. Aun en la primera década de la siguiente centuria se sigue dando esta circunstancia. Florez Estrada aludirá en su Examen imparcial a América como colonias, mientras que la junta central, la Regencia y la propia constitución de 1812, seguirán refiriéndose a los territorios americanos como reinos.”

(Adánes: 368)

Y mientras esta ambigüedad se hacía presente en el inconsciente de los americanos, la Monarquía Borbónica debía hacer frente a una merma considerable en las arcas españolas debido a sus conflictos bélicos con Inglaterra y la inflación generada en España por la extrema importación de metales preciosos desde América. Por estas razones, se decidió por parte de los borbones una recuperación económica basada en la maximización de los recursos extraídos desde sus colonias americanas. En vez de aumentar los impuestos, se decidió terminar con los monopolios comerciales creados por los criollos con influencia y controlar las exportaciones, esperando de esta manera que el comercio dentro del continente sufriera un crecimiento que se reflejaría en un mayor recaudo de fondo para la corona por medio de los impuestos. Para esto, se crearon mayores puntos de embarque en España, con la intención de agilizar y abaratar costos en el embarque y transporte de mercancías desde y hacia América, pero esta vez, bajo la exclusiva supervisión de la monarquía borbónica .

Estas reformas no les agradaron para nada a los americanos que gozaban de beneficios con el antiguo pacto colonial, pues sus ganancias bajaron considerablemente, además de sentir que las presiones de la corona habían aumentado sobre ellos. Su respuesta inicial fue oponerse a las nuevas exigencias, pues consideraban que era un retroceso a una noción de imperio primitiva, respondiendo muchas veces con desafíos violentistas contra las instituciones españolas, siendo siempre aplacados por las autoridades, llegando a un punto máximo de descontento cuando en 1.779 la corona española aumenta los impuestos para financiar su guerra contra Inglaterra, formándose grupos de resistencia al pago de impuestos, que no lograron mucho. (Lynch: 35) Este clima denso entre criollos y españoles fue un caldo de cultivo de resentimiento que a la larga genero las bases emancipadoras que gatillaron la independencia del continente.

- Sociedad americana

Aun cuando las reformas borbónicas ya eran efectivas, muchas de las dinámicas y vicios del consenso colonial se seguían aplicando por parte de los americanos de las elites criollas, como el aliarse con funcionarios de la corona generando redes de contacto y potenciales socios, manteniéndose en las cúpulas de poder de manera más solapada. Pero la actitud de la masa poblacional criolla frente a los españoles peninsulares, no era para nada tranquila, principalmente por que se sentían desplazados en su propia tierra a causa de la creciente inmigración de españoles peninsulares al continente americano, debido a que las reformas exigían un mayor número de fiscalizadores para la corona en puestos de poder y la llegada de miles de familias pobres provenientes de España, que se instalaban en los puertos y zonas de comercio, generando pequeñas fortunas rápidamente gracias a las leyes de exclusivo comercio transatlántico vía supervisión española. Estos emigrantes españoles, terminaron con el tiempo ganando puestos políticos que antes dominaban mayoritariamente los criollos acrecentándose el descontento en este sector ante su evidente baja en la categoría social colonial.

El Virrey de Nueva España Don Felix Berenguer de Marquina refleja en una carta las tenciones generadas entre criollos y españoles durante este periodo:

“La causa de que trato es conocida por el título de Conjuración proyectada de Criollos (esto es españoles americanos) contra europeos: Su delator Don Teodoro Francisco de Aguirres. Sus reos y cómplices, los trece individuos nominados en la lista que mi antecesor cita en su referida carta (…) Es indudable que acaso por un principio de emulación, existe (y lo propio me parece, sucede en todas las Américas) una antiguiada especie de desprecio interior entre europeos y criollos, que sería muy importante desarraigar y exterminar si fuera posible, pero no siéndolo, o a lo menos siendo dificultoso, parece que el gobierno debe cautelar mucho.”

(Virrey de Nueva España Don Felix Berenguer de Marquina 27 de octubre de 1800)

Pero aun cuando ahora las audiencias, la iglesia y las finanzas públicas estaban destinadas casi exclusivamente a los españoles peninsulares, el único poder americano que no sufría mayores cambios era el brazo militar de la corona española en América. Entre 1800 y 1810, el 60% de los oficiales era de origen criollo, mientras que en la milicia, esta representación americana de cuna ascendía a un 90% del total de las tropas. Todo esto debido a que tras las bajas sufridas en “la guerra de los 7 años” por parte del ejército español, se permitió el ingreso de mestizos y criollos a las tropas. Esta acción se transformo a la larga en un arma de doble filo para la corona y sus pretensiones imperiales sobre el continente americano, ya que aun cuando se vio fortalecida la imagen dominante de los borbones y su ley en América durante las últimas décadas de dominio, fueron muchos de estos mismos oficiales y milicianos quienes tras obtener entrenamiento militar, deciden levantarse en armas contra la corona española y abolir su dominio sobre América (Lynch: 41-42).

- Protesta popular

Aun cuando el malestar entre los criollos hacia las nuevas dinámicas administrativas era generalizado y de vez en cuando hacían sentir su descontento, muy rara vez estas revueltas terminaron en un cuestionamiento al orden colonial. De hecho, era común, sobre todo en sectores con alta densidad de esclavos, que criollos apoyaran esta institucionalidad imperial, más que nada por temor a las revueltas, tanto de esclavos como de indios, que los superaban enormemente en cantidad, como fue explicado con anterioridad. Pero a pesar de este temor, ocurrieron protestas que marcaron el camino al actuar en las futuras revoluciones, claro está, siempre en un perfil muy conservador, sin poner en tela de juicio el orden colonial y la jerarquía social, siendo la insurrección en el Virreinato de Nueva Granada de 1781 el que marcó la pauta. Este era un movimiento anti reformista que protestaba ante los altos impuestos y abusos de poder por parte de las autoridades por sobre los habitantes de las colonias. La principal virtud de esta revuelta fue que no solo incluyó criollos en las revueltas, sino también a mestizos e indígenas.

El otro levantamiento icónico del periodo colonial, fue el liderado por el Cacique José Gabriel Tupác Amaru en el Perú hacia 1783. Este a diferencia del ocurrido en Nueva Granada, se trato de un verdadero intento de rebelión contra la sociedad española, buscando un renacimiento cultural de la ideología incaica. Entre los motivos de lucha de José Gabriel Túpac Amaru se encontraban el término de los trabajos forzosos, el fin de la esclavitud, el fin de los obrajes y los repartos. Pero estas demandas, atentaban contra los intereses de las elites coloniales condenando a fracasar este intento de subversión terminando con Tupác Amaru condenado a muerte junto a otros 16 seguidores. Otros 36 aliados fueron condenados al destierro y 11 absueltos que no se pudo comprobar su participación en este intento revolucionario .

Las causas del malestar generalizado eran conocidas por las autoridades representantes del poder Borbón en América, tan es así que el Virrey del Perú escribía en 1803:

“Tengo entendido que se pagan en la actualidad el mismo que hace cincuenta o más años, no obstante se ha subido el valor de todo lo necesario para la vida, y que por lo mismo son mayores las utilidades que producen la agricultura y otras haciendas, en que se benefician o trabajan los artículos de preciso consumo. Esta es una injusticia que no puede durar mucho tiempo, y sin introducirme a calcular probabilidades, me parece que llegará el día en que los jornaleros impongan su ley a los dueños de haciendas, y estos se vean precisados a hacer participar a sus ganancias a los brazos que ayudan a adquirirlas.” (Lynch: 46)

Era tan común el problema de los bajos salarios y el alto coste de la vida que muchos trabajadores optaron por delinquir, transformándose en bandidos. Los cuales tras el llamado independentista pasaron a ser catalogados como guerrilleros y posteriormente patriotas, ya que al ser buscados por las autoridades españolas, al buscar un cambio de organización, esperaban no solo que sus problemas monetarios mejoraran, sino también que sus cargos delictuales fueses indultados.

Bibliografía:

Fuentes primarias:

-Informe sobre comercio de esclavos de las Islas Chamures, 1600; www.pares.mcu.es/, Código de referencia ES.41091.AGI/22.14.2//FILIPINAS,6,R.10,N.188

- Virrey de Nueva España Don Felix Berenguer de Marquina, sobre una conspiración de criollos contra europeos, 1800; www.pares.mcu.es/ , Código de referencia ES.41091.AGI/21.2.9//ESTADO,28,N.108

- Cuadrillas de labradores de lino y cáñamo, 1777; www.pares.mcu.es/ , Código de referencia ES.41091.AGI/10.42.3.318//CONTRATACION,5523,N.2,R.139

- Carta nº 205 de Agustín de Jáuregui, Virrey de Perú, a José de Gálvez, Secretario de Indias, 1783; www.pares.mcu.es/, Codigo de referencia ES.41091.AGI/22.9.980//LIMA,665,N.1

Fuentes secundarias:

Giraldo Lucena, Manuel; “La noción imperial española: crisis y recomposición en el mundo Atlántico”, 2011.

Gonzalez Adánez, Noelia; “Liberalismo, Republicanismo y Monarquía Absoluta: Los proyectos de reforma para América en la segunda mitad del siglo XVIII español”, Revista de estudios políticos “Nueva Época” Nº13 julio-septiembre 2001.

Jerónimo de Ustariz; “Theoría y práctica de Comercio y de marina”, 1742.

Lynch; John “Historia general de América Latina: La crisis estructural de las sociedades implantadas”, Ediciones UNESCO, 2003, España, Ed. Trotta.

Lynch; John “La España del siglo XVIII”; traducción Editorial Crítica, 1991, España, Ed. Crítica.

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